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Jueves 16 de Marzo de 2000
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convivir con virus

MARTA DILLON

Daniela escribe muy preocupada. Dice que ya no soporta la abstinencia, pero desde que tomó conciencia no quiere dar el brazo a torcer –en realidad podríamos decir que lo que no quiere dar a torcer son sus partes pudendas, aunque cualquier purista diría que las suyas no pueden torcerse. Sin preservativo, no hay sexo, le dijo a su novio la semana pasada y él, un muchacho de más de 40, se niega y se niega a usar forros. Que no le gusta, que no siente, que no se le para. Lo mismo de siempre. Antes que nada Daniela, lo siento por ti, pero esa franja etaria es la más difícil. Será por educación o por miedos propios de la edad –miedo a no adquirir la consistencia deseada–, pero el caso es que los señores se retoban. Tal vez les faltan algunas clases de Kamasutra para iniciados, porque la verdad es que no hay necesidad de abstenerse. No del todo por lo menos. A esta altura del nuevo milenio cualquiera sabe que hacer el amor no es una cuestión de saca y pon, nada más. Y no hay mejor tentación para tu novio que invitarlo a realizar otras prácticas para nada riesgosas y muy placenteras. A saber: ¿qué tal una linda sesión de masturbación compartida? Esta delicia no sólo te proporcionará preciosos orgasmos sino también una clase práctica inmejorable para ambos. Viendo cómo te masturbas, él podrá contestar esa pregunta que todos los hombres se hacen y pocos pueden responder: ¿dónde está el clítoris? (atención, chiste robado a Gabriela Acher). También tú podrás aprender cómo manejar su parte pudenda del modo más placentero posible y no perderte ni uno de sus gestos mientras él escala la ladera del clímax. También puedo sugerirte otro tipo de frotamientos que, sin llegar a la penetración, ponen las partes en contacto (hay quien le llama a esto caricias de concha, y a mí me parece bastante ajustado a la realidad). Recuerda, querida Daniela, que la parte más sensible de tu parte pudenda está en la zona exterior de la misma, por lo tanto no sufras si no llega la tan ansiada penetración y deja que él se esfuerce como Dios manda –por lo menos el dios del Kamasutra– en hacerte ver las estrellas. Sobre esta técnica puedo darte algunos datos más adelante, pero creo que me entendiste a la perfección. Y una cosa más, no te doblegues, que tu decisión es la más acertada, por el bien de tu salud y de la imaginación que tendrán que poner en adelante para no perder placer y ganar seguridad.