EN MEDIO DE LA GIRA CON BECK,
EL CHAPULIN DEL ROCK LATINO EXPLICA A CAFE TACUBA
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SOLUCION
DE TAPA:
1. TALENTO 2. PARA 3. MUTAR
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Desde
hace una semana, la banda latina más importante del momento abre
los conciertos de la superestrella del folk-rock-soul espacial por la
costa oeste de los Estados Unidos. Por varias razones, el hecho representa
un paso histórico para el cuarteto de Satélite y también,
por qué no, para la música identificada como rock hecho
al sur del río Bravo (la frontera, ¿viste?). Por tanto,
es el momento justo para que el pequeño gran Nrü hable sobre
la explosión de su banda en todo el continente, la fama, su condición
de músico (no lo soy, desafía) y del estereotipo
mexicano.
Textos:
MONICA
MARISTAIN
Fotos: SANDRA CARTASSO
Llega
tarde y sonriente. Antes de sentarse a la mesa y pedir un jugo de naranjas,
debe sortear el revuelo que su presencia causa entre las camareras. Regla
1: cada vez que aparece el cantante de Café Tacuba, debe preguntársele
cómo se llama ahora. Porque este chico nacido hace 33 años
en Santa María de la Rivera (en plena capital mexicana), primero
fue Anónimo, luego Cosme y actualmente Nrü.
Desde que Café Tacuba comenzó su carrera, hace una década,
fue cobrando forma un concepto musical sumamente original. Miki, uno de
los integrantes de una banda amiga Molotov, dice que lo que
hace Cafeta es autoctonismo vanguardista. Lo cierto
es que no es muy fácil definir el género tacubo, enraizado
en el rock y desde ahí disparado en todas las direcciones posibles.
Siempre condimentado, además, por una particular lectura de varios
y diferentes estilos de la música tradicional mexicana. Semejante
cóctel llegó a extremos conceptuales-musicales con la edición
del doble-pero-no-doble Revés/Yo soy, un cd de canciones y otro
de música instrumental, los dos notables. Pero, ¿es rock
o qué? Nrü se encoge de hombros. Dice no importarle demasiado
esa cuestión y prefiere referirse a la manera de transmitir una
manera de entender la música que define a su cuarteto. Ahora
nos entienden más, pero nosotros no hemos cambiado sino que hemos
estado siguiendo un proceso natural de evolución, y el juego con
el que iniciamos lo hemos ido desarrollando, tal vez por eso ahora se
entienda mejor lo nuestro. Conforme vamos haciendo un nuevo disco, el
público dice: Ah, por eso hicieron lo anterior. De
alguna forma, van quedando menos espacios abiertos de interpretación.
Ah, de esto se trataba, va diciendo la gente.
Más voces. El periodista y locutor Jorge Rugeiro, conductor del
programa Grita, que se transmite dos veces por día
en la frecuencia rocker Orbita, afirma al No que Café Tacuba
pasó a otro lado, está en otra dimensión. Para el
rock mexicano, su primer disco es como el Album blanco de los Beatles.
Y todos los cuestionamientos que se le hacen a la banda para mí
tienen que ver con la cultura musical que caracteriza a nuestro país,
que duele decirlo, pero la verdad que es bastante pobre. A Café
Tacuba no todos logran entenderlo, pero su último trabajo, Revés/Yo
soy, es enorme. Es la única banda que dentro de diez años
se va a seguir escuchando. No se van a acordar de Molotov ni de La Gusana
Ciega; se van a acordar de Café Tacuba, afirma.
Lejos de esos análisis, el cantante ha aprendido a relativizar
los elogios, a tomarse todo con calma, y riéndose cuando escucha
decir que Café Tacuba es la banda de rock en español más
importante del momento. No somos la banda más importante,
dice. Creo que cada grupo tiene su importancia. Lo que sí
creo es que cada grupo puede jugar un papel dentro de un entorno y tal
vez nuestro papel sea el irnos por una nueva vereda en cada disco que
sacamos. Buscamos nuevas formas, no sé si es pretencioso decir
esto, pero es posible que nosotros seamos la banda que se dedique a abrir
puertitas. En lo que va del año, Café Tacuba ya ha
estado dos veces en el Zócalo, la plaza central del DF, todo un
carnet de popularidad. Y esta banda de rock sin batería (Joselo
y Quique Rangel, Emmanuel del Real, Nrü) que suena más mexicana
que el tequila, vive sus días de éxito y masividad gracias
al propio talento y también a los oficios de los productores argentinos
Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel. Del gurú del rock latino,
todos elogios: Para nosotros fue importante pensar en Gustavo como
en alguien muy cercano, muy conocedor de nuestra realidad, hay mucho más
acercamiento, definitivamente. Nos iniciamos en el mundo discográfico
con él y seguimos con él porque disfrutamos mucho trabajando
juntos, disfrutamos de aprender cosas. Y hablando de argentinos,
el cantante se refiere a Soda Stereo, una fuerte referencia para entender
de qué fue la más reciente historia del rock mexicano. La
influencia de Soda fue gruesísima. Había una época
en que todos los grupos mexicanos tocaban como Soda... Era horrible, realmente
horrible..., comenta divertido.
¿Y se pueden encontrar algunos elementos así en
Café Tacuba?
No en forma consciente. Soda está dentro del grupo como tantos
otros del rock argentino y también español. De entrada,
todos esos grupos abrieron unas puertas muy importantes para lo que luego
sucedió en la música joven aquí en México.
Y no solamente para los músicos sino también para los que
dirigían las compañías discográficas, que
empezaron a darse cuenta de que podían hacer negocio con el rock
mexicano. Fue increíble, de pronto las compañías
comenzaron a querer tener un catálogo con rock local.
No se puede entender la historia de Café Tacuba sin remitirse a
un legendario trío denominado Botellita de Jerez, que a principios
de los ochenta combinaba el humor, la ironía y la rebelión,
produciendo efectos hipnotizadores sobre sus miles de fans. De esta agrupación,
los tacubos se consideran herederos. Es que todo el concepto de
Botellita fue muy fuerte, y nosotros decimos casi lo mismo que ellos,
pero en otro tiempo. Siempre pensamos que Botellita fue tan gracioso,
tan lúdico, que luego la gente que los seguía se perdió
en eso; no ellos, pero sí su público, que quería
siempre que Botellita los hiciera reír, y supongo que ahí
empezó a darse la separación del grupo. Para nosotros el
humor también ha sido siempre muy importante, sobre todo por el
método de trabajo que utilizábamos. No era un método
estrictamente dicho sino que era llegar a los ensayos, matarnos de risa
por cualquier cosa y trasladar ese espíritu luego a las canciones.
Un sello de distinción de Café Tacuba es la distancia con
la que observan el run run que genera cada uno de sus pasos en la industria
musical. Con un Grammy en su haber y otro recién perdido
frente al tal Chris Pérez, Nrü apela a un despreocupado encogimiento
de hombros para decir: Ese asunto de los premios Grammy no es para
creérselo. Aquél fue por el video y la verdad es que el
video está chido (bueno), pero también es cierto que no
es la gran cosa. Seguramente hubo videos bastante interesantes, mejores,
que ni siquiera han concursado. Además, siempre pensando en la
compañía a la que pertenecemos (Warner), hay que tener sus
reservas. Siempre hay movimientos en ese sentido. Siendo nosotros mexicanos,
nos cuesta pensar en que algo se produzca sin que haya estado el dedazo
en el medio. Y ahora que no lo ganamos, sentimos lo mismo que entonces:
con Grammy o sin Grammy, seguimos siendo Café Tacuba. En
todo caso, salir de gira con Beck debe equivaler a varias de esas estatuillas.
Videostory
Es fácil toparse con Nrü en el DF. Por las calles de la ciudad
y con una cámara de video en la mano, el cantante graba sus propios
paisajes. De vez en cuando, claro, le gusta desensillar y dejar la cámara
a un lado para mezclarse con sus compatriotas. Es turista en su propia
ciudad. Siento que he sido siempre un poco provinciano. Nací
y viví unos cuantos meses en Santa María de la Rivera, donde
vivían mis papás, y antes de que yo cumpliera un año
nos trasladamos a Nuevo León, donde viví los primeros cinco
años de mi vida. Luego toda la familia se mudó a Satélite,
un barrio que está en las afueras de la ciudad. Antes me traumaba
mucho el hecho de que todo estuviera acá y para comprar algo hubiera
que trasladarse. Pues, de joven, era problemático. Digo, no porque
ahora no sea joven, la verdad es que todavía no estoy viejito,
pero ahora es mucho más disfrutable vivir allá. De todos
modos, estás adentro, pegado al DF, y es casi lo mismo. Aunque
hay algunas diferencias: allá hace más frío y hay
menos smog y menos gente, explica.
Su afición a la cámara convenció al resto de la banda
para que pudiera dirigir el videoclip de Locomotora, el segundo
single de Revés/Yo soy. Como había estado involucrado
en casi todos los videos que habíamos hecho, tenía la curiosidad
de hacer uno. Afortunadamente hubo flexibilidad en el grupo y se pudo
crear una pequeña productora que me acompañara en la realización.
No esperé mucho, es el primer intento y fue un ejercicio donde
aprendí muchas cosas. Más que nada, que no sé nada
o lo suficiente para ser director. Pero también que con esfuerzo
y ganas te las arreglas para que salga algo bueno.
La
fama y la humildad
Humilde y tímido, Nrü no se acostumbra a la fama. No tiene
la pinta ni la actitud del típico frontman de una banda exitosa.
Cuando Quique, el contrabajista, explica el proceso creativo de Revés/Yo
soy, algo de esa singularidad aparece en el discurso. Cada cual
tocaba alternativamente uno y otro instrumento, cuenta. Revés
se fue conformando a partir de la negación para llegar a algo:
negar que somos necesariamente un grupo, que tenemos cantante, que somos
compositores, porque a la metodología que usamos no sabemos si
se le puede llamar composición, ni si a lo que llegamos son canciones.
Así que este cantante atípico de una agrupación no
menos original acepta no haber digerido del todo esto de la fama
y los autógrafos, aunque gente de todas las edades se le
acerque para decirle te adoro o para pedirle una fotografía
junto a él. Cuando comenzó su carrera de músico,
todos hacían hincapié en lo mal que cantaba. Por suerte,
no hice caso porque siempre he tenido ganas de cantar, y aparte no tocaba
ningún instrumento. A través de los años he ido perdiendo
la vergüenza..., admite. Y prosigue: Hace ocho años
Joselo y yo decíamos que no éramos músicos sino comunicadores.
Teníamos muy cerca nuestros días de universidad, de estudiar
Comunicación Gráfica. Yo dibujo, también. Y la evolución
musical de Joselo, de Quique, de Memo, ha sido impresionante, y tal vez
no recuerden eso. Pero yo sí lo quiero recordar, porque sigo siendo
muy torpe, y a veces me siento mal por eso. Entonces, uno de esos días
en los que andaba mal, me acordé: ¡Claro!, yo no soy
músico, soy sólo un comunicador, y eso me alivió,
me quitó mucho peso. Todo lo torpe que soy con la guitarra ahora
no me importa. No toco para ser un virtuoso sino para divertirme y para
integrarme más a mis amigos.
Como oyente de música, Nrü se inclina a escuchar todo
lo que le llega. Ahora me quiero comprar el disco de Cerati, Bocanada,
porque me encantó. La primera vez que fuimos a la Argentina abrimos
un concierto de Fito Páez y fue rarísimo, ¿no? Eran
los tiempos de El amor después del amor, y ese disco me trae muchos
recuerdos. A Spinetta lo conocí gracias a un amigo guatemalteco;
me regaló un casete de recopilación, y me encanta. Me gustantambién
los Babasónicos, León Gieco, Divididos, al que conocimos
a través de Gustavo (Santaolalla). Me fascina Leda Valladares,
Julio Sosa....
Ser
mexicano
En el país de los tamales y del chile, de las salsas picantes y
del tequila, Nrü se ha convertido en un vegetariano militante. No
lleva sombrero de alas anchas y descree de todos los mitos folklóricos
que los medios de comunicación, los gringos y cierta propaganda
turística han establecido sobre el ser mexicano. Soy vegetariano
y estoy en un proceso de cuestionar muchas cosas de la alimentación.
Y en cierto modo es cuestionar también ese sentimiento de nacionalidad,
de mexicanidad, que está tan prendido aquí. Porque nuestro
discurso era fuerte en ese sentido, buscábamos la identidad, el
ser mexicanos, preguntarnos quiénes somos, y ahora me pregunto
si todo eso también no es una trampa. Porque la realidad es que
México, hace 500 años, no existía. En el momento
en que llegaron los españoles se conforma México, y ahora
estoy viendo que México es un negocio, que seguimos viviendo la
colonia, la esclavitud, sólo que las cadenas no son tan visibles,
expresa. ¿Cómo nos pintan afuera? Como mariachis,
como charros, pero en realidad ésas son representaciones de los
dueños de la hacienda: el indio no está ahí. El habitante
original de estas tierras no tiene nada que ver con el mariachi. Y cuando
los dueños de México pintaban al indio, lo mostraban durmiendo
abajo de un nopal, nos decían: Es el huevón.
Para mí son todas trampas que nos ponen y que encima creemos. Dicen:
El mexicano es impuntual, y me lo creo y llego tarde. O te
dicen que eres macho, y te lo crees. ¿Será por eso
que está convencido de que su país es muy adolescente?
Nos hicieron madurar de golpe, dice, y teniendo en cuenta
esa condición, no se permite ser demasiado optimista. A mí
me parece que para renacer hay que morir, y van a tener que morir muchas
cosas en México antes de que todo se resuelva. Va a ser doloroso.
LOS
TACUBA, ENTRE GRINGOS Y MARY jANE
Locomotora
El
cuarteto de Satélite (el barrio mexicano de Café Tacuba),
invitado por Beck para que le abriera 12 fechas en su gira por la
costa oriente de Estados Unidos, arribó exudando una energía
fresquísima, nerviosa, como la del que se enfrenta por primera
vez a un público (y es que en realidad así era), lo
que de igual modo los rejuveneció notablemente. Cerca de
3 mil chamacos del poblado nice de La Jolla escucharon respetuosos,
aplaudieron entusiastas, sonrieron emprimaverados (hasta unos hippies
muy bien maquillados, con pelos y ropas multicolores y mirada perdida,
departieron gustosos). 'Nunca había oído de ellos.
No entiendo lo que dicen, pero tienen mucha energía. Me gustaron
mucho', dijo Tracy, de 20 años. Tampoco faltaron los méxico-estadunidenses
furtivos, aunque no eran los más. Y por supuesto, como en
todo buen concierto que se precie de serlo, roló mucha mary-jane
(...)
Los gringuitos habían llenando el gimnasio-tipo-película-colegiala;
para cuando salieron los tacubos con su `No controles, habría
unos 3 mil especímenes, quienes ¡de veras! hablan como
en un guión de Sony Entertainment: exagerado y ridículo.
Aun así, mostraron su nivel cultural aceptando desde el principio
al Tacuba, comprobando que el set electo fue el ideal: se siguieron
con `Locomotora, `Dos niños, la 2 y la 11 del
disco Revés/Yo soy para, tras tanta tecnoloquera, dar un
giro con `Ojalá que llueva café altamente
ovacionada, `Flores, `Ingrata, `Muerte Chiquita,
`Chilanga Banda y `Chica Banda. El cantante sólo
habló en español al público, por supuesto,
pa que vean lo que se siente...
Para cuando el teacherazo (léase maestrazo) de Beck
salió a escena, ya había como 5 mil güeros, que
se desgañitaron de lo lindo a su salida. El concierto estelar
estuvo de ensueño...
Fragmento
de la crónica de Patricia Peñaloza, del diario mexicano
(se nota, ¿no?) La Jornada, sobre el primer show de la gira,
en San Diego. En otra nota de la misma cobertura, Nrü confiesa
no ser fan de Beck.
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El
show que ¿vendrá? a Buenos Aires
Viendo
a Beck
El
circo consta de tubos y demás artefactos de plástico
que cuelgan de un techo que no existe. Los payasos visten como se
les vino en gana. El dueño del circo luce pantalones de cuero
negro y una remera. Tiene el pelo casi tan largo como cuando cantaba
Loser, sólo que con otro peinado. No hay monos,
pero podrían estar, colgando por ahí. Así es
el show de Beck, su banda y una ingeniosa escenografía, presentando
las canciones de Midnite vultures y otras perlas de su carrera.
El concepto general es de caos controlado, de libre albedrío
escénico y salto abrupto entre géneros: Beck a los
saltos, haciendo su propia versión del breakdance que debe
haber aprendido de adolescente; Beck tocando la guitarra acústica
y cantando Nobody fault but my own; Beck montando un
número de destreza, sólo con su armónica y
su voz; Beck y sus amigos destrozándolo todo al final-final,
cuando todo se vuelve más y más extraño, un
muestrario (bestiario) de ciertas obsesiones visuales de la gente
que vive y consume en los Estados Unidos. Detrás de la estrellita,
el extraordinario bajista Justine MeldalJohnsen (JMJ) todo
lo controla desde la base y a él debe sumarse el extraño
guitarristatecladista Smokey Hermel, cuya capa
y pelo largo remiten a un superhéroe de entrecasa. Un poco
detrás, Dj Swamp juguetea con las bandejas y tiene su momento
de gloria cuando le toca abrir la tanda de los bises. Este chico
parece poseído cuando hace su propia versión en scratch
de Humo sobre el agua y Rompecorazones,
nada menos. En vivo, además, las canciones de Midnite...
cobran un real significado, con sus letras absurdas y la pose de
funk soul brother: Beck juega a que canta así, a la Prince
circa 1999, pero además de jugar, canta bien. Este chico
tiene talento. Iniciando el set acústico, él mismo
cuenta qué pasó cuando se presentó frente al
entonces manager de Bruce Springsteen, buscando una oportunidad.
Beck rasguea su guitarra mientras lo cuenta en tono monocorde. Sabe
que parece un nerd más, pero también que no lo es,
ni a palos. Entonces relata que el tipo le preguntó de qué
iban sus canciones. El contestó que de autos, drugstores
24 horas de estaciones de servicio, autopistas y televisión.
El hombre de la industria discográfica inició entonces,
según cuenta el artista frente a un auditorio cómplice,
un largo monólogo sobre los verdaderos temas de la música
popular norteamericana: sentimientos, recuerdos, historias de amor.
En resumen, le dijo esto no va, pibe... Por cierto,
le erró como a las bochas. Ya van a ver.
E.P.
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