LA
INDUSTRIA DISCOGRAFICA TIEMBLA ANTE EL AVANCE DEL MP3
Metallica
demandó por 10 mi-llones de dólares al programa insignia
del movimiento emepetresista, los ejecutivos de los sellos se sacan chispas
para no perder el tren, los consumidores de música por Internet
reclaman sus derechos y todo se volvió un quilombo virtual del
que poco se sabe en el mundo real. Aquí, una pequeña guía
para entender qué pasa y un intento por desentrañar el futuro.
¿La muerte del cd?
TEXTO:PABLO
PLOTKIN
Alguna
vez la música venía envasada en círculos de plástico
espejado, o en cintas marrones incrustadas en pequeños y simpáticos
casetes. Existían negocios en los que sólo se vendían
estas cosas (que, por cierto, eran bastante caras), y los amantes de la
música tenían en sus casas grandes muebles atiborrados con
productos de esta clase, que coleccionaban con devoción y fetichismo.
¿Se acuerdan? Ocurría antes de que la Internet explotara
en el corazón de la sociedad de consumo y las esquirlas alcanzaran
con fuerza brutal a los sellos discográficos, las ganancias de
los artistas y las viejas tiendas de discos. Mientras tanto, los consumidores
de sonidos del mundo, rápidos para adaptarse a las nuevas tecnologías,
vivían sus días felices devorando gratuitamente canciones
comprimidas en formato MP3, intercambiando rarezas, descubriendo un universo
musical inagotable, y riéndose de las compañías y
del fetichismo disquero de la vieja ola. Todo empezó a finales
del siglo XX, y la batalla (que no paró las rotativas, tampoco)
se desencadenó en el 2000. Un buen año para hacer saltar
algunos tapones.
El choque de gigantes es real: los ejecutivos de los sellos están
friéndose los sesos y tragando lexotanil como pochoclo para conciliar
el sueño; algunos artistas con Metallica a la cabeza
le gritan al mundo ¡piratería!, reclaman ganancias
por derechos de autor y piden la cabeza de los responsables. Desde que
existe Internet y la posibilidad de bajarse música gratis en formato
MP3 (el sistema que permite condensar, por ejemplo, toda la discografía
beatle en un solo cd), desarrollado por el grupo de expertos de Motion
Picture, las compañías editoras supieron que el asunto se
volvería una pesadilla. Los sitios dedicados a explotar la voracidad
musical de los navegantes proliferaron como conejos, y el método
se popularizó entre la colectividad internética casi tanto
como la pornografía. Ahora los sellos se ven caer de su pedestal
de monarcas fofos en el reino de la distribución discográfica,
y el bajar los precios de los cds (la primera y urgente medida que
todo el mundo suponía se iba a tomar) parece ser una solución
de bajo vuelo. Universal, Sony, BMG y Warner, casi todas las empresas
más poderosas del rubro, anunciaron, en lo que va del año,
sus planes de distribución y venta a través de Internet.
Desde junio, más o menos, si querés bajarte el nuevo single
de Rage Against The Machine podrás hacerlo, pero antes ingresá
el código de tu tarjeta de crédito, amiguito.
Creemos que el mercado de la música digital está preparado.
Vamos a meternos ahora antes de que sea demasiado tarde, dijo el
vicepresidente del departamento de nuevas tecnologías de BMG, Karl
Slatoff. El mercado digital hará que un negocio de 40 mil
millones de dólares se expanda a 100 mil millones. Dan OBrien,
experto en estas cuestiones, considera que el proyecto de distribución
digital de los sellos todavía está en una etapa de
experimentación. Michael Robertson, cerebro de la pionera
mp3.com, le advirtió a wired.com sobre el peligro de canibalizar
la industria del cd al digitalizar la distribución de la música.
La razón por la que te comprás un cd a 16 pesos es
porque te gustan dos o tres temas. Si empezás a vender digitalmente
los singles, el efecto que le vas a provocar al mercado del cd no va a
ser muy revitalizador.
Existe en esta disputa un protagonista llamado Napster. Napster Community
Music es el portal y el programa más populares entre los devoradores
de música vía computadora. Se trata de una comunidad virtual
y global (los dos adjetivos favoritos de las publicidades del 2000) en
la que cada habitante aporta su almacén (guardado en
su disco rígido) al fondo común de canciones. Al bajarse
el programa y ser parte de la comunidad, el usuario está en condiciones
de acceder y aportar a la causa. Por eso basta tipear Radiohead
o lo que sea en el casillero indicado para que aparezca una tremenda lista
con canciones, covers inéditos y rarezas varias del artista en
cuestión. Un campo de intercambio libre de archivos Mp3.
Metallica y organismos de la industria discográfica demandaron
a la empresa (ver aparte), y ahora el revuelo sacude a algunas universidades,
fans y artistas. El Ascap (la asociación norteamericana de autores,
compositores y editores) se alió con la empresa AudioSoft para
controlar el consumo musical por Internet y reportar las ganancias a quien
corresponda. Son los primeros pasos hacia la regulación de una
súper feria virtual que hasta el momento se mantuvo felizmente
anárquica. Decir el sueño terminó suena demasiado
melodramático. Mejor aprovechen ahora: bájense todas las
canciones que puedan, completen la colección de sus artistas favoritos
y atesórenlas en esos rudimentarios círculos de plástico
espejado. Antes de que sea demasiado tarde.
Un pesito
para el coiffeur, vieja
Metallica
fue la primera megabanda en entrar en acción (legal) contra
Napster, la compañía que habilita el intercambio libre
de archivos Mp3. Los ex hombres de negro les iniciaron un juicio
por 10 millones de dólares a la empresa responsable y a tres
universidades que usan profusamente el servicio. El detalle es que
Napster sólo brinda las condiciones técnicas, pero
cada usuario se responsabiliza en caso de infringir la ley de derecho
de autor o incurrir en otro delito. El rapper Dr. Dre amenazó
con seguir los pasos de Lars Ulrich y compañía, y
los Goo Goo Dolls y Offspring prometieron informarse y ver qué
se puede hacer. Tras la demanda, las universidades involucradas
suspendieron el servicio de Napster en las redes internas. A los
estudiantes, desde luego, no les gustó nada. Los directivos
no tienen derecho a censurar ningún material cuando nosotros
somos los únicos que pagamos la tecnología y mantenemos
la facultad, dijo Chad Paulson, fundador del grupo Estudiantes
Contra la Censura Universitaria de la universidad de Indiana, donde
el 60 por ciento de las conexiones conducían a Napster. Ellos
se mantienen activos en contra de la medida, y habilitaron la página
de protestas savenapster.com. Mientras tanto, fans de Metallica
que son habituales usuarios del servicio improvisaron un método
de retribución al cuarteto por las canciones pirateadas.
Así que fundaron la página paylars.com, donde se puede
donar dinero para los pobres muchachos. Ja. No hace falta señalar
lo ridículo de la medida caritativa de los enceguecidos
fieles, pero basta fijarse en las palabras de un seguidor indignado
por todo el circo, y molesto con la codicia ilimitada
de los norteamericanos. El fan en cuestión puso todo su merchandising
de Metallica de remate y prometió donar la recaudación
a sus (ex) ídolos. Pueden quedarse con su música
y mi dinero, escribió. Porque no quiero saber
más nada con estas cosas. Tomá.
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