Sobre
los buenos muchachos de 76 89 03, la película argentina
más incorrecta del año
Xenófoba
y misógina es lo menos que se ha dicho y escrito de
la película de Nardini y Bernard, todavía en cartel. Todo
tiene que ver con Salvador, Paco y Dino, los tres chabones que sólo
piensan en eso y actúan en consecuencia. Aquí, un acercamiento
a la concepción de semejantes personajes, en palabras de sus creadores.
TEXTO:
MARTIN PEREZ
FOTOS: RAFAEL YOHAI
La teoría
de Frankenstein, podría llamarse. La idea de que el creador, luego
de concebir al monstruo, debería destruirlo, o al menos castigarlo
impiadosamente. Los dos autores de 76 89 03, Flavio Nardini y Cristian
Bernard, optaron por exponer las miserias de sus tres criaturas porteñas
supuestamente estereotípicas (fanfarrones, machistas, xenófobos,
decadentes) y dejar que el público las condene. La historia de
Salvador, Paco y Dino en una despedida de soltero que a ratos se parece
a una pesadilla scorseseana y a ratos al sueño del pibe. El propósito
es bien claro: enfiestarse a Wanda Manera, una vedette-prostituta
que turba sus noches desde la infancia y que hará que los tres
vayan tras ella a bordo de un Torino reluciente, por las calles y antros
de una Buenos Aires llena de timadores, cocainómanos y reyes de
la noche a los que les quedaría bien el seudónimo Guillote
(a todos). La ópera prima de estos dos ex estudiantes fugaces de
la Universidad del Cine autores de más de 200 cortos publicitarios
y algunos de ficción es una comedia que se parece muy poco
a cualquier otra película argentina tipo. Así contada, la
trama parece de Olmedo y Porcel, pero la crudeza con que los autores exhiben
(no juzgan, ¿está mal eso?) al patético trío
de protagonistas, la convierte en un retrato de aldea sin concesiones
y ni una pizca de autocomplacencia por el ser nacional.
Escuchen la historia del plan simple de Bernard-Nardini: Una semana
antes del Mundial 98 nos fuimos a Gesell con una premisa, una idea:
tres tipos que se querían acostar con Graciela Alfano. Una historia
sencilla, masculina, de amigos, sin nada raro. Cambiamos a Graciela Alfano
por un personaje ficticio. Hubo un segundo tratamiento de guión,
en enero la preprodujimos y en febrero la filmamos (presupuesto total:
52 mil pesos). Nos decían que iba a ser muy difícil estrenar
una película en blanco y negro, sin estrellas, ni tango, ni pobres.
Pero como buen sueño cinematográfico porque para nosotros
estrenar un largo era el sueño de la ducha tuvo un final
feliz: hubo gente decidida a producirla, y se estrenó de una manera
muy digna.
Bernard: Creo que en la película se nota que nos quisimos
despegar de lo publicitario. Se nota que estamos hartos de mostrar familias
tipo, dientes perfectos, gente cariñosa, finales felices.
Nardini: Sí, teníamos la certeza de que no queríamos
hacer una película de héroes. Estábamos cansados
de los buenos tipos que son perdedores. En general el cine argentino es
muy complaciente con los argentinos. Justamente el slogan de la película
es la historia de tres tipos que no merecen una película.
Representa mucho a nuestra generación: tipos de 35 años
que no vivimos a los desaparecidos, lo de las Malvinas lo vimos por la
tele, estamos escépticos con la política, no defendemos
nada más que un control remoto... y el poder.
¿Qué creen del cine argentino de su generación?
Nardini: En general no flasheamos con el cine nacional. Hay
excepciones: Campanella, Aristarain... Tipos que narran una historia.
Bernard: Acá los cineastas suelen ser muy egoístas:
eso de te cuento mi mambo y si quedás afuera, ¡jodete!. Creo
que, para eso, el psicólogo es mucho más barato que filmar.
El cine es un hecho compartido. Está bien que quieras transmitir
algo personal, de tu mundo privado, pero el hermetismo me rompe un poco
las bolas. El cine argentino ha pecado de hermético. Y si no está
el cine complaciente, el de los dos tipos corriendo con la bomba estallándole
atrás. No hay un término medio. Salvo los casos que mencioné,
cada vez que voy a ver una película argentina me empieza a doler
el culo terriblemente. Parecen más documentales que películas.
Nardini: Y hay un regodeo con la estética pobre: los fueras
de foco, los finales abiertos, los actores aficionados... Nosotros somos
muy clásicos en ese aspecto. No queremos cambiar el cine. Y nuestros
referentes dan muy poca chapa en una reunión de cinéfilos:
Scorsese, Coppola, De Palma. El cine chino, iraní, no me va, no
lo entiendo, me pierdo. Pero sé que hay unclub de adoradores del
cine en la Argentina al que no le gusta nuestra película.
¿Qué relación fueron desarrollando
con los personajes?
Bernard: Una relación rara. Por más que nosotros
sabíamos que estos tipos tenían lo peor, o lo que uno más
odia, los estábamos eligiendo de protagonistas. Y desde algún
lado te tenés que meter en el bocho y en la lógica de los
protagonistas. Entonces era una relación de amor-odio.
Nardini: Tuvimos que luchar también contra nuestros propios
demonios. Por la escena de la puteada de Dino al negro (un largo, sofisticado
y asqueroso agravio racista susurrado al oído) hubo discusiones
hasta el día final de la edición. Como autores nos dolía
en el alma, pero no dejamos de reconocer que ese tipo existe, y no queríamos
censurarlo. A esos tres tipos los reconocemos en amigos, vecinos, colegas.
Bernard: Queríamos que los personajes tuvieran el bien y
el mal. Número uno: si no hubiera mal en este mundo, si se rigiera
por los méritos, en el poder habría buenos tipos, el mundo
sería de otra manera. Número dos: hay un reclamo para que
el autor castigue a los malos tipos, que los mate al final... En este
caso, creo que están muertos en vida. Empiezan en un bar hablando
de putas y terminan 14 años después en otro, hablando de
lo mismo... Una decadencia total.
En
qué andan los jóvenes maravilla del nuevo cine argentino
Ciénaga,
Grúa, Faso
Adrián Caetano
Después de la explosión de Pizza, Birra, Faso (que
codirigió con Bruno Stagnaro) y la instauración del
Nuevo Cine Callejero (aunque él no firmaría
al pie de esta etiqueta), Caetano se dedicó a dirigir cortos
y un mediometraje de baja difusión titulado Bolivia. Ahora
está escribiendo un guión policial que se convertirá
en su segundo largometraje.
Lucrecia
Martel
El guión que escribió para su primer largometraje,
La Ciénaga, ganó el primer premio en el festival Sundance
versión 99. Lucrecia es salteña, tiene 33 años
y dirigió el programa Magazine For Fai. Su opera
prima está en etapa de posproducción (el sonido está
terminándose en Francia), y el estreno se prevé para
marzo del 2001.
Pablo
Trapero
Mientras Mundo Grúa se estrena en España y se
encorva por el peso de las medallas conseguidas en los festivales
de Venecia, Brujas, Tolouse, Rotterdam y La Habana, Trapero escribe
el guión de su segundo film, El Bonaerense. Su pequeña
empresa Cinematográfica está produciendo El Descanso,
la ópera prima de su socio Ulises Rossel, que termina de
rodarse en Córdoba para estrenarse a fin de año.
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