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Jueves 18 de Mayo de 2000
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Sobre los buenos muchachos de “76 89 03”, la película argentina más incorrecta del año

“Xenófoba” y “misógina” es lo menos que se ha dicho y escrito de la película de Nardini y Bernard, todavía en cartel. Todo tiene que ver con Salvador, Paco y Dino, los tres chabones que sólo piensan en eso y actúan en consecuencia. Aquí, un acercamiento a la concepción de semejantes personajes, en palabras de sus creadores.

TEXTO: MARTIN PEREZ
FOTOS: RAFAEL YOHAI

La teoría de Frankenstein, podría llamarse. La idea de que el creador, luego de concebir al monstruo, debería destruirlo, o al menos castigarlo impiadosamente. Los dos autores de 76 89 03, Flavio Nardini y Cristian Bernard, optaron por exponer las miserias de sus tres criaturas porteñas supuestamente estereotípicas (fanfarrones, machistas, xenófobos, decadentes) y dejar que el público las condene. La historia de Salvador, Paco y Dino en una despedida de soltero que a ratos se parece a una pesadilla scorseseana y a ratos al sueño del pibe. El propósito es bien claro: “enfiestarse” a Wanda Manera, una vedette-prostituta que turba sus noches desde la infancia y que hará que los tres vayan tras ella a bordo de un Torino reluciente, por las calles y antros de una Buenos Aires llena de timadores, cocainómanos y reyes de la noche a los que les quedaría bien el seudónimo Guillote (a todos). La ópera prima de estos dos ex estudiantes fugaces de la Universidad del Cine –autores de más de 200 cortos publicitarios y algunos de ficción– es una comedia que se parece muy poco a cualquier otra película argentina tipo. Así contada, la trama parece de Olmedo y Porcel, pero la crudeza con que los autores exhiben (no juzgan, ¿está mal eso?) al patético trío de protagonistas, la convierte en un retrato de aldea sin concesiones y ni una pizca de autocomplacencia por el “ser nacional”.
Escuchen la historia del plan simple de Bernard-Nardini: “Una semana antes del Mundial ‘98 nos fuimos a Gesell con una premisa, una idea: tres tipos que se querían acostar con Graciela Alfano. Una historia sencilla, masculina, de amigos, sin nada raro. Cambiamos a Graciela Alfano por un personaje ficticio. Hubo un segundo tratamiento de guión, en enero la preprodujimos y en febrero la filmamos (presupuesto total: 52 mil pesos). Nos decían que iba a ser muy difícil estrenar una película en blanco y negro, sin estrellas, ni tango, ni pobres. Pero como buen sueño cinematográfico –porque para nosotros estrenar un largo era el sueño de la ducha– tuvo un final feliz: hubo gente decidida a producirla, y se estrenó de una manera muy digna”.
Bernard: Creo que en la película se nota que nos quisimos despegar de lo publicitario. Se nota que estamos hartos de mostrar familias tipo, dientes perfectos, gente cariñosa, finales felices.
Nardini: Sí, teníamos la certeza de que no queríamos hacer una película de héroes. Estábamos cansados de los buenos tipos que son perdedores. En general el cine argentino es muy complaciente con los argentinos. Justamente el slogan de la película es “la historia de tres tipos que no merecen una película”. Representa mucho a nuestra generación: tipos de 35 años que no vivimos a los desaparecidos, lo de las Malvinas lo vimos por la tele, estamos escépticos con la política, no defendemos nada más que un control remoto... y el poder.
–¿Qué creen del cine argentino de su generación?
Nardini: En general no flasheamos con el cine nacional. Hay excepciones: Campanella, Aristarain... Tipos que narran una historia.
Bernard: Acá los cineastas suelen ser muy egoístas: eso de te cuento mi mambo y si quedás afuera, ¡jodete!. Creo que, para eso, el psicólogo es mucho más barato que filmar. El cine es un hecho compartido. Está bien que quieras transmitir algo personal, de tu mundo privado, pero el hermetismo me rompe un poco las bolas. El cine argentino ha pecado de hermético. Y si no está el cine complaciente, el de los dos tipos corriendo con la bomba estallándole atrás. No hay un término medio. Salvo los casos que mencioné, cada vez que voy a ver una película argentina me empieza a doler el culo terriblemente. Parecen más documentales que películas.
Nardini: Y hay un regodeo con la estética pobre: los fueras de foco, los finales abiertos, los actores aficionados... Nosotros somos muy clásicos en ese aspecto. No queremos cambiar el cine. Y nuestros referentes dan muy poca chapa en una reunión de cinéfilos: Scorsese, Coppola, De Palma. El cine chino, iraní, no me va, no lo entiendo, me pierdo. Pero sé que hay unclub de adoradores del cine en la Argentina al que no le gusta nuestra película.
–¿Qué relación fueron desarrollando
con los personajes?
Bernard: Una relación rara. Por más que nosotros sabíamos que estos tipos tenían lo peor, o lo que uno más odia, los estábamos eligiendo de protagonistas. Y desde algún lado te tenés que meter en el bocho y en la lógica de los protagonistas. Entonces era una relación de amor-odio.
Nardini: Tuvimos que luchar también contra nuestros propios demonios. Por la escena de la puteada de Dino al negro (un largo, sofisticado y asqueroso agravio racista susurrado al oído) hubo discusiones hasta el día final de la edición. Como autores nos dolía en el alma, pero no dejamos de reconocer que ese tipo existe, y no queríamos censurarlo. A esos tres tipos los reconocemos en amigos, vecinos, colegas.
Bernard: Queríamos que los personajes tuvieran el bien y el mal. Número uno: si no hubiera mal en este mundo, si se rigiera por los méritos, en el poder habría buenos tipos, el mundo sería de otra manera. Número dos: hay un reclamo para que el autor castigue a los malos tipos, que los mate al final... En este caso, creo que están muertos en vida. Empiezan en un bar hablando de putas y terminan 14 años después en otro, hablando de lo mismo... Una decadencia total.

En qué andan los jóvenes maravilla del nuevo cine argentino

Ciénaga,
Grúa, Faso
Adrián Caetano

Después de la explosión de Pizza, Birra, Faso (que codirigió con Bruno Stagnaro) y la instauración del “Nuevo Cine Callejero” (aunque él no firmaría al pie de esta etiqueta), Caetano se dedicó a dirigir cortos y un mediometraje de baja difusión titulado Bolivia. Ahora está escribiendo un guión policial que se convertirá en su segundo largometraje.

Lucrecia Martel
El guión que escribió para su primer largometraje, La Ciénaga, ganó el primer premio en el festival Sundance versión 99. Lucrecia es salteña, tiene 33 años y dirigió el programa “Magazine For Fai”. Su opera prima está en etapa de posproducción (el sonido está terminándose en Francia), y el estreno se prevé para marzo del 2001.

Pablo Trapero
Mientras Mundo Grúa se estrena en España y se encorva por el peso de las medallas conseguidas en los festivales de Venecia, Brujas, Tolouse, Rotterdam y La Habana, Trapero escribe el guión de su segundo film, El Bonaerense. Su pequeña empresa Cinematográfica está produciendo El Descanso, la ópera prima de su socio Ulises Rossel, que termina de rodarse en Córdoba para estrenarse a fin de año.