NINGUN
SINGLE, TODO SOBRE LOS NUEVOS DISCOS DE FATBOY SLIM Y U2
///Es///la///hora,
///es///la///hora
Una
mínima coincidencia temporal puede contribuir al vínculo. En todo caso,
se trata de dos lanzamientos discográficos que sacuden la modorra de un
año bisagra. Una banda de rock con pasado glorioso en busca de la fórmula
de la eterna juventud. Un Dj devenido en estrella mediática con cuenta
bancaria en pleno crecimiento. A PESAR DE TODO, juntos.
TEXTO
ROQUE CASCIERO
U2
en su laberinto
///Peligro///de///incendio
+Pensá
en un mundo en el que el rock pierde progresivamente espacio a manos de,
digamos, el pop teen y el hip hop. Pensá en cuatro tipos que ya
pasaron los 40, que siempre enarbolaron una bandera rockera (aun cuando
se dedicaran a experimentar con otros sonidos). Estás pensando
en el presente de U2, claro. ¿Podrá el cuarteto irlandés
recuperar el terreno perdido? El bajista Larry Mullen no tiene demasiadas
expectativas, pero está tranquilo. No lo perdimos por estupidez
o ineptitud, afirma. Fue porque queríamos experimentar
y hacer otras cosas. Seguimos nuestros instintos y continuaremos haciéndolo.
Pero todo ha cambiado. Durante muchos años las cosas estuvieron
bastante estables; nosotros sacábamos discos y eran relativamente
exitosos. De pronto, el pop se hizo muy importante. Todo el paisaje ha
cambiado y los desafíos han cambiado.
Ahora que los chicos ya no quieren rock, los U2 no piensan tirar la toalla.
Y la mejor prueba es All that you can leave behind (Todo lo que podés
dejar atrás), un disco concebido tipo cuatro chabones tocando
en un estudio, cuya edición mundial está prevista
para los días 30 (el cumple 40 de Diego, vaya coincidencia) y 31
de este mes. Y con una gira mundial, sin parafernalia, limones ni pantallas
gigantes, cuyo inicio se concretaría el 5 de marzo del años
que viene en... Miami. My momi. Muchas bandas se han rendido, pero
nosotros no, le dijo el cantante a la revista inglesa Q. Sabíamos
que la gente ya no compra discos de rock debido a esta infección
del rock progresivo, que está en ascenso, en la que el single ha
quedado en el olvido. En nuestras cabezas, escribimos once singles para
este disco. Once singles con letras directas, según Clayton.
Esta vez, Bono escribió canciones menos poéticas,
menos románticas y más reales. Para mí, tratan mucho
más sobre el lugar de dónde él viene y sobre aquello
con lo que debe lidiar. El disco tiene mucha suavidad y estoy seguro de
que eso tiene que ver con el modo en que Bono se siente respecto a su
compromiso con la banda, con sus hijos y su esposa.
En Kite, una de las canciones del nuevo disco, Bono se mira
al espejo: La última de las estrellas de rock/ en el momento
en que el hip hop maneja los autos grandes, canta ¿Autorreferencial
quizás? Para mí, ésta es una gran música
y vamos a batallar, se entusiasma el cantante. Y perder no
nos sienta bien. Es la batalla entre nosotros y El Camino Obvio para U2
hoy, que sería la mediocridad, ventas de culto y vivir del pasado.
Es un partido difícil, tirante. All that you... es un disco de
estrofa, estribillo y aquí viene otro estribillo en caso de que
te hayas perdido el anterior.
Es que para Bono, especie de Figureti concientizado es un hecho:
pasó más tiempo, en los últimos tres años,
en despachos oficiales pidiendo la condonación de la deuda externa
de los países pobres, que en un estudio o un escenario las
bandas son milagrosas y habría que levantarles templos. Cuando
crece, a mucha gente se le hace difícil lidiar con la fricción
que implica estar en un grupo. Pero la fricción es un signo de
que estás vivo. Los solistas se sientan en los camarines rodeados
de empleados, tienen más dinero y menos diversión: no es
negocio. Las bandas, en cambio, desafían la gravedad y las necesidades
humanas básicas, como el deseo de independencia o de que no te
digan que te vayas a cagar después de que cumplís los 30.
Será por eso que en los últimos tiempos, las cosas no le
salieron tan fácilmente como antes. En principio, los perseguían
dos molestas sensaciones. La primera era que no habían terminado
Pop como querían por problemas de agenda. Mullen se sentía
destruido por Staring at the sun: Debería
haber sido un puto single gigantesco, pero no tuvimos el tiempo necesario
para terminarlo de modo apropiado. Recuerdo haber tenido que contestar
entrevistas en las que me preguntaban sobre qué trataba el álbum
y no tenía la más puta idea. Lo único que sabía
era que si hubiéramos tenido un mes más, podríamos
haber salvado esa canción. La otra piedra en el zapato era
el fastuoso PopMart Tour, la gira mundial quelos trajo a la Argentina
hace ya tres años. El baterista Adam Clayton nunca olvidará
la primera fecha, en Las Vegas: Cuando comenzamos con Mofo
estaba muy consciente de que sentíamos un miedo extremo, algo por
lo que nunca antes habíamos pasado. Todo mi cuerpo estaba empapado
en sudor, al punto que se me hacía difícil tocar. Y tenía
la sensación de que no me quedaban fuerzas en ninguna parte del
cuerpo. Cada noche de la primera semana fue igual.
El cambio de siglo les resultó favorable. Primero apareció
la banda de sonido de The million dollar hotel, una fallida película
de Wim Wenders sobre guión de Bono y protagonizada por Mel Gibson.
Y después el camino se hizo llano. Las cosas mejoraron realmente,
recuerda Mullen. Todos estábamos de mejor humor, sentíamos
que íbamos ganando. Bono estaba luchando con su voz para hacerla
funcionar del modo en que él quería y empezó a salirle
bien. Fue casi como si domara a su garganta. Las tensiones forman
parte de eso que U2 pudo dejar atrás. El nuevo disco sale en diez
días, pero la banda ya empezó a paladear sabores dulces:
el single Beautiful day desplazó a Madonna de la cima
de los charts. ¿Ganará el cuarteto su guerra santa contra
el pop, el rap, el mercado discográfico, la edad, la ruta obvia
y demás enemigos poderosos? Escucho a alguna gente decir
que este disco es bárbaro y que será muy exitoso, aunque
no sé si será así, reflexiona Mullen. Pero
si nos incendiáramos con este disco, moriría contento.
>>Números
de las bestias
0 es el gasto de los ensayos de Fatboy Slim. El tipo es DJ y no
ensaya, claro. Y encima le mandan los discos que quiere.
21 dólares gasta en catering un club que contrata a Fatboy
Slim. Es el precio de una botella de vodka y un litro de jugo de
naranja. En algunos sitios también me dan un gramo
de cocaína y un par de pastillas de éxtasis,
aseguró.
25 dólares es lo que le costó a Fatboy Slim el disco
Youve come a long way, baby. Es el precio de las dos cintas
de DAT sobre las que Cook mezcló los sonidos de su discoteca.
115 dólares es lo que gasta Fatboy Slim en pagarles a sus
asistentes en los shows. Bah, en realidad sólo tiene un amigo
que le hace de chofer y le carga los discos. Cook dice que le paga
sólo para que no se emborrache.
150.000 dólares costó el video de The Rockafeller
Skank.
8.600.000 dólares recaudó la película Rattle
& Hum en Estados Unidos.
87.000.000 de discos (aproximadamente) ha vendido U2 en toda su
carrera.
360.000.000 de dólares fue lo que recaudó el PopMart
Tour. Se vendieron cuatro millones y medio de entradas, pero la
ganancia fue de apenas 160 millones. Con diez giras así,
U2 podría pagar la deuda externa argentina.
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Fatboy
Slim lanza otra bomba
///¡Ooops!///Lo///hizo///otra vez
TEXTO
ESTEBAN PINTOS
¿Cuál
es el secreto? Norman Cook ya no es Norman Cook, o sólo lo es a
los efectos de una mención entre irónica e informativa sobre
su pasado (suéltame, pasado). Ok, Norman fue bajista de un grupo
pop de los ochenta, con algunos hits en su haber y un par de redonditas
canciones de estrofa- estribillo-estrofa, bautizado The Housemartins.
Después fue, alternativamente, Beats International, Pizzaman, Mighty
Dub Katz y Freakpower, algunos proyectos solistas, otros grupales, casi
siempre fracasos. Hasta que vio la luz. Ahora es Fatboy Slim, nombre que
es toda una broma en sí mismo, pero que también es una marca
registrada de suceso: números de seis (o más) cifras en
dólares por regalías de utilización de sus marchas
electrónicas en publicidades de multinacionales, millones de discos
vendidos, la musiquita del FIFA 99 el juego de la aldea global,
superposición de canciones en bandas de sonido de cuanta película
se estrene en el primer mundo, status de estrella. Entonces es que la
pregunta del comienzo cobra sentido. Y dispara otra: ¿cómo
hizo? O, mejor, ¿cómo hace?
Una posible explicación es que se trata del más fino, loco
y astuto artesano reconstituidor de piezas musicales dispersas en tiempo
y lugar. También es un formidable coleccionista de vinilos (basta
con ver la fotografía que ilustraba el booklet de Youve come
a long wa, baby). Alguien que sabe muy bien cómo vender su arte.
¿Es arte? Claro, aunque los medios especializados del primer mundo
lo azuzen con comentarios irónicos sobre su presencia continua
en cuanta banda de sonido, publicidad de televisión o compilado
con remezclas aparezca en el mercado. Mirá vos, lo corren porque
sus canciones sirven para avisos comerciales. El contesta: En esta
sociedad, un aviso comercial es en cierto modo un mal necesario. Si un
comercial te puede hacer fijar en alguien o provocarte una sonrisa, si
es una pieza de arte o si es estúpido o si te hace memorizar la
melodía de una canción... Esa es probablemente la mejor
parte de la cultura popular de hoy en la que te podés fijar.
El tipo la tiene clara, parece. Y sigue. Es lo más democrático
que existe, porque la gente puede conocer en profundidad tu música
sin tener que, necesariamente, correr a comprar tu disco. Si lo tenés
gratis todos los días y a toda hora... Por eso nunca tuve problemas
con la publicidad. Además, es el mejor halago que puedan hacerme:
usar mi música en un aviso, concluye.
Pasado el cuestionamiento y su correspondiente argumentación defensiva,
es tiempo de dirigir la atención hacia Halfway between the gutter
and the stars (A mitad de camino entre los suburbios y las estrellas).
Un disco, el tercero en verdad desde que Norman Cook es Fatboy Slim (del
primero, Better living through chemistry, poco se supo a su debido momento
sin tele ni cine ni jueguitos por musicalizar), que muestra un artista-orfebre
en la plenitud de sus acciones. Volviendo a lo de artesano:
Fatboy hilvana, una tras otro, tracks bailables, con mucho de funk, arranques
big beat, blues (sí, blues, pero blues 2K como el de Moby, no el
de Botafogo) e inflexiones gospel. 100 % cultura negra en manos de un
astuto y diestro pinchadiscos. Además, cuenta con el plus vivo
por primera vez de voces y letras grabadas y compuestas especialmente
para la ocasión. Nada de descubrimientos en tachos de basura. Macy
Gray, la estrella naciente del nuevo soul británico, ilumina el
disco con dos intervenciones. Demons es puro funk infeccioso
e irresistible, en donde la voz de la morocha emerge por sobre una cruza
de sonidos y demás citas, un sello distintivo del dueño
de casa. Love life, en cambio, es la mejor segunda parte posible
de Praise you la del increíble video firmado
por Spike Jonze, una cristalina balada piano-voz de intenciones
místicas. Dijo la cantante: Es una canción bailable
de medio tiempo, un coro algo gospel y con un sample Hare Krishna dando
vueltas por ahí... Es un viaje.
Eso, es un viaje. El disco es un viaje y una bomba comercial a punto de
estallar también. El primer golpe de efecto es bastante conocido:
JimMorrison, desde ultratumba, repitiendo como en un mantra Bird
of prey, flyn high. Y Bootsy Collins, un icono cultural Illya
Kuryaki, sacando brillo a su bajo en Weapon of choice. Y también
otro personaje, Roland Clark, poniendo su voz en una balada espacial de
fin de fiesta (digamos, para escuchar a la una de la tarde, después
de un largo y extático after hour) bautizada Song
for Shelter. Una montaña rusa de ritmos disparados a toda
velocidad, voces vivas, samples iluminados y vibra, mucha vibra. Un disco
de música negra para bailar hasta caer, concebido por un inglés
flaco y pelado, cuya única exigencia de catering es una botella
de vodka y un litro de jugo de naranja. Palo y a la bolsa. Música
del siglo XXI hecha de retazos de otras músicas, un mosaico de
citas ocultas, robos y homenajes melómanos. Aquí y ahora.
Right here, right now, en esperanto básico.
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