Andrés
Giménez y la ¿reconstrucción? de A.N.I.M.A.L.
“Que
no vuelva a pasar, por que si no...”
En
gira mediática para aclarar algunos tantos, el único sobreviviente de
la diáspora metálica más comentada del año dice que quiere hacerse de
nuevos amigos. Y que dejó “muchas cosas” (¡chicas!, inclusive) por la
banda que lleva adelante desde hace ocho años.
TEXTOS
PABLO PLOTKIN
FOTOS TANARA PINCO
Lunes
feriado. Reclinado en el asiento del acompañante del pequeño
auto deportivo que maneja su manager Alejandro Taranto, Andrés
Giménez vuelve del programa de radio de Mario Pergolini, donde
intentó explicar su versión acerca del reciente divorcio
de Marcelo Corvalán. Aparentemente, en algún momento sugirió
que la última gira por Estados Unidos de A.N.-I.M.A.L. un
viaje de habitaciones baratas, shows masivos, Warped y Watcha, baños
públicos y poco afecto había sido demasiado para algunos.
Minutos después de que Giménez abandonara los estudios de
Rock & Pop, Corvalán mandó un e-mail aclarando que su
decisión no tenía nada que ver con incomodidades ruteras
ni con que extrañara a su familia. A Giménez no se
lo ve del todo bien mientras revisa los últimos meses de su vida
frente a un vacío bien cocido, en una fonda de San Telmo.
Desde
la conversación con Corvata arriba del avión que los trajo
de vuelta luego del Watcha Tour, el guitarrista pasó noches espantosas,
dice. Pasó una semana entera acostándose a la una de la
mañana para dormirse a las ocho. De alguna manera fuimos
los Benvenuto, acota Taranto, refiriéndose a la comunión
familiar que existía en la banda. Y, a juzgar por la naturaleza
apacible de los alejamientos de Martín Carrizo (en un arco de actividades
que incluyó su participación en la banda de Cerati, la grabación
de canciones para su hermana Caramelito y la producción de nuevas
bandas), Corvalán y Andrés El Niño Vilanova,
A.N.I.M.A.L. se parece bastante a una casa paternal y segura, lo suficientemente
próspera como para que sus hijos adolescentes no tengan que salir
a trabajar para comer. Pero también lo bastante proteccionista
y desprovista de riesgo como para que sus vástagos más inquietos
se aburran y decidan abandonarla en busca de nuevos rumbos.
¿Qué
va a ser de A.N.I.M.A.L. ahora?
La diferencia va a ser más bien física, pero no va
a haber grandes cambios en la música. Yo siempre me encargué
de la parte musical; Marcelo se dedicaba más a escribir. Aunque
de hecho yo hice muchas letras, también. Creo que va a ser más
pesado. El baterista nuevo, Marcelo Castro, tiene 30 años y viene
de Ritual. Es hiperpesado. Y el bajista, Titi Lapolla, tiene 28 y es muy
amplio, toca cualquier cosa. Creo que va a ser bueno. Nos juntamos una
vez como para empezar a conocernos, y me reí muchísimo,
la pasé muy bien. Me dieron ganas de seguir. Porque realmente me
sentía para el orto, y ellos me devolvieron las ganas.
¿Qué
te convenció de seguir con el nombre?
A.N.I.M.A.L. para mí es todo: mi vida, mi sueño, las
24 horas de los días de mi vida, no me puedo ver fuera de esto.
Sería un hipócrita si empezara con otra cosa llamada Andrés
Giménez, porque no lo sentiría. Me siento parte de esto,
aunque haya quedado solo. Qué le voy a hacer... Con esto empecé
solo: A.N.I.M.A.L. fue la banda que armé yo, y así como
me hice de amigos como Martín, Marcelo o Andresito, creo que ahora
puedo hacerme nuevos amigos y transmitir esa energía. No va a ser
lo mismo, porque va a haber otra gente. Es muy difícil, loco. Te
juro que siento que estoy llevando una piedra, que me tengo que hacer
cargo de muchas cosas. Siento que puedo llegar a ser la lechuza cascoteada,
pero también sé que si pongo los huevos que puse toda la
vida, voy a estar feliz. Yo he dejado la vida por A.N.I.M.A.L. Para dar
un ejemplo, he dejado de cogerme a una mina para estar repuesto al día
siguiente en una gira.
Marcelo
Corvalán se fue porque creía que había desaparecido
la magia. ¿Qué fue lo que pasó con El
Niño?
Para Andresito fue muy difícil, porque con 18 años
entró a una banda hecha. Se tuvo que hacer cargo de una historia
muy difícil: reemplazar a un asesino de la batería como
es Martín. Se tomó el trabajo de reemplazar al más
difícil y comerse presiones tremendas para un chico de esa edad.
Toda esa vorágine lo lleva a tomar esta resolución. No se
sentía cómodo, y la diferencia de edad entre nosotros llevó
a que yo nunca tuviera una relación fuera de lo profesional tan
fluida como la que tuve con Marcelo o Martín. Andresito ganó
mucho en experiencia, pero también perdió buenaparte de
su juventud. A los 18 años yo estaba en un sauna, en el París
I de Flores; Andresito estaba en un tour por Latinoamérica
delante de seis mil personas por show. Es entendible que el quía
la haya flipado.
¿Te
costó entender las razones de Corvata?
La verdad que sí, pero no podía obligarlo a seguir.
Lo voy a lamentar toda mi vida, pero no puedo atar a nadie. Yo soy un
tipo que sufre mucho por los afectos de la gente. Demasiado. Y me duelen
en el alma estas cosas. Espero que no nos vuelva a pasar esto, porque
si vuelve a pasar... No sé.
Todo
o nada
El
primer Animal (todavía no eran siglas, conversión
forzada por un conflicto de patente) lo integraban Andrés
Giménez, Aníbal Alo y el Polaco Zelazek. La primera
deserción del grupo se produjo el día en que tenían
que firmar el contrato con Tommy Gun Records para grabar su primer
disco: una pelea al aire en un programa de radio terminó
con el alejamiento de Zelazek. Alejandro Taranto, ex manager de
los Cadillacs y ambicioso productor ejecutivo, había aceptado
manejar a la banda. Taranto recuerda ese día: Vinieron
a la oficina, tenían que firmar contrato y me dijeron: Vas
a pensar que somos cualquiera, loco, pero el Polaco no toca más
con nosotros. Inmediatamente les respondí: Bueno,
es lo mejor que les podía pasar: búsquense a un bajista
rubio de pelo largo. Andrés me dijo: Ya lo tengo.
En realidad no tenía nada, pero fue a la Unión de
las Tribus y le ofreció a Marcelo la oportunidad de, en un
mes, grabar un disco. Ahí empezó todo, en un estudio
ignoto que me llamaba El Zoológico. Andrés venía
de conocer el fracaso con una banda, de grabar dos discos y conocer
toda la mugre del rock argentino. Y lo que nos propusimos en primera
instancia fue exportar al grupo y convertirlo en algo tan grande
como Pantera o Sepultura, o más. A costa de todo.
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Años
1992.
Andrés Giménez (guitarra y voz), Aníbal Alo
(batería) y el ex bajista de Violadores, El Polaco Zelazek,
fundan Animal.
1993. Zelazek se va del grupo, lo reemplaza Marcelo Corvalán
(ver aparte), y A.N.I.M.A.L. así rebautizado, y con
un toque comprometido graba Acosados Nuestros
Indios Murieron Al Luchar, el debut.
1994. Echan a Alo, ingresa Martín Carrizo, y graban Fin de
un Mundo Enfermo. Comienza el mejor momento del trío.
1995. Telonean a Pantera en Ferro. Tocan en Cemento a beneficio
de los indios wichis. Crece su convocatoria.
1996. Empiezan a llevar unas 1500 personas por show. Se van de gira
por el México profundo. Aparece El Nuevo Camino del Hombre,
definitorio en el sonido clásico de la banda. Tocan con Sepultura
en Obras.
1997. Salen de gira por Estados Unidos. Ganan por segunda vez un
premio MTV por video de hard rock. Martín Carrizo
deja la banda: se me fue el amor, dice. Lo reemplaza
Andrés El Niño Vilanova, 18 años,
fan del grupo e hijo de Botafogo.
1998. Con la producción artística de Max Cavalera,
graban Poder Latino. Crece la expansión continental de la
banda.
1999. Aparece Usa toda tu fuerza, con participación estelar
de Lemmy Kilmister. El trío pasa más tiempo fuera
que dentro del país. Evalúan la posibilidad de instalarse
en México.
2000. Participan del Warped y del Watcha Tour. De regreso, Corvalán
y Vilanova dejan la banda. Giménez se queda con el nombre.
Planean grabar un nuevo álbum en enero del 2001, en Los Angeles.
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