La
Bersuit defiende, ataca y, si no se puede, contragolpea
"No
trabajamos de atacador es de gobiernos”
Ok,
el grupo dejó de ser una gavilla de perdedores hermosos, expertos
en excesos y promesa incumplida de cuanta promesa hubiera tenido el rock
argentino de los noventa. Se hicieron famosos, vendieron miles de discos,
recorren Latinoamérica y tienen el status de una banda grande.
Golpearon duro con un par de canciones y ahora, terminado el menemismo,
llegaron con un disco de historias personales y llamados al bardo general,
nada de barricada. ¿Nada de barricada?
TEXTO
PABLO PLOTKIN
FOTOS NORA LEZANO
Hace
tres o cuatro años, cuando a Bersuit Vergarabat parecía
sentarle a la perfección aquello de una sombra ya pronto serás,
Gustavo Cordera aseguraba que sólo necesitaban un comprador porque...
Bueno, porque tenían muchas ganas de venderse. En 1996 habían
editado Don Leopardo, su tercer disco, cuyo tema de difusión La
mujer perfecta era una nébula de doce minutos que rozaba
los límites de la tolerabilidad auditiva. Pedirles un hit entonces
era como intentar exprimir un ladrillo, y el Pelado se jactaba de tal
cosa. No nos salían, dice ahora, levantando los hombros,
como si la iniciación popular de Bersuit con Libertinaje tuviera
que ver con un insondable truco de magia. Pepe Céspedes, bajista
y programador, se toma el trabajo de analizarlo: De pronto surgió
la necesidad de hacer canciones simples, volver a los acordes tradicionales,
no retorcerlas tanto. El tema disparador de toda esta etapa fue Comando
Culo Mandril (CSM), una canción de 1992 que teníamos
prejuicio de hacer porque sonaba demasiado simple. Un día, después
de que el Pelado insistiera durante tanto tiempo, la hicimos, y a partir
de ahí empezó otra etapa. Empezó otra etapa,
de verdad.
Súmese a eso la aparición de Gustavo Salvatore Santaolalla,
una feroz campaña de prensa de la compañía Universal
oportunamente oxigenada por la censura, y un par de canciones Sr.
Cobranza y Se viene que le pusieron ruido a la
debacle menemista y a cuanta manifestación rabiosa surgiera entretanto.
Cambió el presidente, Bersuit sacó nuevo disco, el país
sigue cayéndose a pedazos, y Libertinaje sigue musicalizando algunas
protestas populares. Mientras tanto, Hijos del Culo espera el estallido
con un combustible parecido al de su predecesor: cumbia, salsa, candombe,
rocknroll y ¿política? Casi nada. Bueno, muy
poco. Hijos del Culo muestra lo que dejó Menem, dice
Cordera. Estos personajes quedaron luego de la destrucción
de un país. Y todavía no pasó lo peor: el disco anterior
era exultante y hablaba de ellos; este disco habla más de nosotros,
de este lado de la historia, de la historia que no se quiere contar. El
que no quiere ver el Riachuelo que no lo vea, pero es eso que está
ahí.
¿El cambio de gobierno tuvo algo que ver con que bajaran
los decibeles de protesta política?
Cordera: Cuando nosotros hicimos el disco, este gobierno ni siquiera había
asumido. El asunto es que no trabajamos de atacadores de gobiernos. No
somos Altamira, aunque lo votamos. Somos músicos. Si agarrás
los discos de Bersuit, te das cuenta de que es una banda que tiene mucho
sexo, que le canta mucho a la locura, al tipo solo, al perdedor. Ya en
el segundo y tercer disco no tenés casi canciones de contenido
político. En el cuarto vuelve con Sr. Cobranza, que
ni siquiera es una canción nuestra. Bueno, también estaba
Se viene, pero...
Subirá (tecladista): No sentimos ninguna obligación de adoptar
un compromiso político determinado. Si alguien cree que es así,
está equivocado.
Cordera: Imaginate a Miguel Cantilo haciendo toda la vida La Marcha
de la Bronca. Genera estigmas. Lo que dije ya está dicho,
forma parte de mi historia. No puedo volver a decir lo mismo en todos
los discos. No nos gusta repetirnos, aunque Bersuit sigue siendo (también)
Libertinaje. De hecho, si alguna vez hay una toma de poder, nosotros seguramente
estaremos con las guitarras tirándole ánimo a la gente.
Pero más que eso...
Céspedes: Sí, aunque ya tenemos una canción dedicada
a este gobierno. Es un instrumental aburridísimo, que vamos a presentar
este sábado en Obras.
¿Vieron imágenes de la demolición
de Fuerte Apache?
Cordera: Sí, y sentía que los bloques de cemento aplastaban
a un ser querido. Esta es la cultura de sepultar, de tapar. Y por la calle
escucho a gente que dice: Y... algo había que hacer para
terminar con la delincuencia. Y recordaba a Bussi, que para terminar
con las villas, las tapió. Una vez más el poder es ciego.
La Argentina siempre tiene como presidente al tipo que representa una
solución para los miedos de la clase media: Videla resolvió
el miedo de que los subversivos se lleven a los hijos de la clase media
por malos caminos, entre comillas, generando una catástrofe inigualable;
después se tenía miedo a la inflación y a la inestabilidad
política, y se lo llamó a Menem, un caudillo riojano con
patillas. Fue otra gran hecatombe. Y ahora la clase media argentina necesitaba
un buen vecino, un moderado. Y los buenos vecinos tienen una moral timorata,
una moral absolutamente inerte, inicua. Y el país necesita a una
persona con sensibilidad, temperamento, y fundamentalmente con mucha entrega.
Ninguna de las tres cosas tiene esta persona. Lo que veo en él
es a alguien que quería ser presidente y lo logró: ahora
tendría que gobernar. Y no está en condiciones de hacerlo,
porque no está con la moral preparada: es incapaz de tomar algún
tipo de decisión, de asumir algún tipo de riesgo. Desde
acá le pediría al Presidente, aunque sé que no va
a leer la nota...
Por ahí la lee Darío Lopérfido, el secretario
de cultura, o alguien cercano...
Cordera: Bueno, si De la Rúa es tibio y timorato, Lopérfido
está hecho a su imagen y semejanza: un tibio y timorato joven...
Peor todavía. Pero si lee esta nota, yo le diría que necesitamos
de ellos, de decisiones rápidas. Si no quieren ver que el país
se está cayendo a pedazos, que no lo vean, pero nosotros lo sabemos.
Viajamos por el interior y vemos lo que pasa: no sólo se están
cortando rutas sino que se están armando movidas muy pesadas. Esto
se va a prender fuego, loco. Y dentro de muy poco tiempo. Que hagan las
cosas ya, porque cuando quieran tomar decisiones va a ser tarde.
Sin embargo, podría creerse que a ustedes, una banda de rock
bastante exitosa, la vida les sonríe.
Cordera: Está muy bien, vendimos 100 mil discos y todo eso, pero
imaginate algo: vos te sacás el Prode, tus hermanos se están
cagando de hambre, al igual que tus viejos, tus amigos y toda la gente
del barrio. ¿Vos podés disfrutar de esa plata? No, nunca.
Te digo más: en este mismo instante, Albertito (Verenzuela, guitarrista)
está tocando la guitarra en los colectivos. O sea: no tenemos dinero.
Aun si lo tuviéramos, sería muy difícil disfrutarlo,
porque es muy grande la brecha entre las personas que tienen dinero y
las que no. Automáticamente pasás a la vereda de enfrente,
te convertís en un enemigo. Un tipo que morfa frente a los que
se mueren de hambre está provocando. Hay una desigualdad muy grande
que va a tener que resolverse. Yo nunca voy a llegar a comprarme la 4x4,
por más bien que me vaya. Yo tengo diez pesos y los reparto; tengo
mil pesos y los reparto; tengo 500 mil pesos y los tengo que repartir,
por una cuestión ética. Esta banda reparte las regalías
de Sadaic entre todos sus integrantes. Y en mi vida cotidiana hago exactamente
lo mismo: el cazador mata a una presa y se la lleva a la tribu. Acá
hay hijos de puta que tienen millones de dólares y tiran el caviar
a la basura. Pero hay peligro para ellos. No van a poder disfrutar de
lo que tienen, porque corren peligro.
Céspedes: Lo que cambió para nosotros en estos dos últimos
años fue que pudimos dejar los trabajos que cada uno tenía,
pudimos vivir de la música: no hacer otra cosa que tocar, salir
de gira, ensayar, componer. Eso en este país es un privilegio.
Antes yo tenía un quiosco, después laburaba un taxi, y así
cada uno hacía otra cosa.
Cordera: Y más allá de eso, nos movemos por la ciudad como
siempre. Recién en el subte me puse a cantar para la gente, porque
alguien me lo pidió. Cantate algo, que somos del interior.
Canté un tango. Y por suerte no generamos histeria: somos fáciles
de tocar, fáciles de ver. Nos mostramos mucho, muchísimo
más de lo que el marketing rockero aconseja. El manual del rockero
argentino dice: No des notas; no aparezcas en losmedios, así
generás más deseo. Pero a nosotros nos gusta la gente,
la calle, no podemos vivir así.
Y afuera, en otros países,
¿cómo es la cosa?
Céspedes: Bastante parecida, salvo en Estados Unidos, donde aunque
toques para un público latino, siempre es distinto.
Cordera: Estados Unidos es una cárcel nacional. Ahora están
por votar a un tipo que pregona la pena de muerte, por eso va a ganar.
No vale la pena hablar mucho de ello, pero en el país de la libertad
se creó una cárcel nacional, que comprende todo su territorio.
Es un país que me resulta extremadamente aburrido, muy asfixiante
y vigilante. No podés chistar, escupir en el piso. Y el latino
que se radica en Estados Unidos inmediatamente adopta lo peor del sistema:
se hace fascista y xenófobo.
Céspedes: Sí, y en los boliches no se puede beber y fumar
a la vez. Hay un lugar para cada cosa. Una locura.
Cordera: Tienen las reglas suficientes como para que el ser humano se
aburra, desde que se levanta hasta que se acuesta. La única manera
de divertirse es producir. Sólo en eso el país es interesante.
El resto, nada. Ahora que estamos recorriendo el mundo, el modelo que
menos quisiera tener es el de Estados Unidos. Cuando escucho a Duhalde
y a De la Rúa elogiando el modelo de ellos, me agarra pánico.
Imaginate que lo único que podés comer es una hamburguesa:
laburás como un hijo de puta para comer esa mierda.
¿Y el mejor?
Cordera: Hay una cosa que es muy parecida a lo que era Argentina hace
treinta años: Montevideo. Ahí el tiempo está como
más detenido, no hay tanta paranoia, es todo más humano.
Tienen sus tradiciones. Los músicos tienen mucha onda entre sí,
hay más camaradería. Creo que nosotros tenemos que arrancarnos
30 o 40 años de historia y empezar de vuelta. Mi propuesta política
es empezar desde el 65, volver con las fogatas de San Pedro y San
Pablo, salir a tomar mate a la vereda. Ahora no podés ni tomar
merca tranquilo. ¡Qué locura! (risas)
Subirá: Igual, más allá de todo lo malo, a mí
me fascina Buenos Aires.
Cordera: A mí me tiene las pelotas por el piso. Tengo la paranoia
al rojo vivo. No hay conexión. Veo la locura, el hacinamiento,
la polución, la falta de corazón. Yo vivo en el Docke, donde
las autoridades siempre entregaron las licencias a las empresas inapropiadas,
y ahora estamos todos enfermos del pecho, con enfermedades de la piel.
El basural más grande del país está ahí. Pero
a nosotros que nos gusta pasarla mal y sufrir, creo que éste es
un país ideal. La segunda o la tercera vez que estuve en Brasil,
en Bahía, viví seis meses y no tenía ningún
conflicto: sólo había cachaça, negras hermosas, gente
bailando todo el día. Vendía sánguches a los turistas,
ganaba cien dólares por día, no tenía problemas económicos,
todos los días joda... Al sexto mes me agarró un asco. Dije:
Necesito volver a deprimirme, necesito volver a pasarla mal, quiero
sufrir con mi gente. Y acá estoy. Eso sí: acá
se sufre de lo mejor, ¿eh?
De
mendigos a millonarios
1988.
El año de la transformación. Cordera conoce a Juan
Subirá y Pepe Céspedes. Decide fundir su agencia de
planes de ahorro para autos y les insiste a sus nuevos amigos para
armar una banda. Cordera era muy malo (una mezcla de Silvio
Rodríguez y Palito Ortega, recuerda). Mientras la hiperinflación
pulverizaba sus ahorros en pesos, el Pelado cantó Masturbación
en masa en cena de Nochebuena, frente a toda la familia. Mi
tía Susana casi me pega en público. Yo la mandé
a la concha de su madre.
1989. Bersuit Vergarabat hace los primeros shows en el viejo
sótano de Oliverio.
1991. Después de repudiar el atentado a Pino Solanas
en el programa de radio de Pergolini, una bandera bañada
en sangre aparece en el frente de la sala de ensayos. Unos tipos
arriba de un Taunus persiguen a Cordera hasta Cemento, después
de un show de Divididos. No voy a dejar de decir lo que pienso,
dice el Pelado, en uno de sus primeros gestos políticos explícitos.
¿Nace otro Indio Solari?
1992. Sale Bersuit Vergarabat y punto, el primer disco. Se
convierte en un éxito que los saca del fondo del underground
por un par de temporadas. Pensábamos que éramos
los mejores del mundo. No estábamos preparados para el éxito.
Y lo peor es que no venía del lado de la música: se
había generado un personaje alrededor mío, una especie
de sucesor de Luca, de mano derecha del Che Guevara, dice
el Pelado. Tocan en Obras (la primera banda argentina que presenta
su álbum debut allí), y hacen gran sapo.
1993. Aparece Asquerosa Alegría, producido por Tweety
González. No había ninguna letra política
ahí tampoco, dicen ellos ahora, trazando una analogía
(¿abriendo el paraguas?) con Hijos del Culo.
1994. En una columna que escribe para el No, el Pelado se
enorgullece de ser una banda sin hits. Mientras tanto, vive de vender
ensaladas de frutas en la calle y en la feria de Mataderos.
1995. Bersuit cae en un pozo en su relación con el
público. Vuelta a Oliverio. Rumores de separación.
1996. Sale Don Leopardo, álbum conceptual,
raro. No hacemos hits porque no nos salen, declara Cordera.
Y también: Nosotros queremos vendernos. No lo digo
con ironía. Sólo que todavía no pudimos encontrar
a nadie que nos quiera comprar. Me encantaría ir a tocar
a lo de Tinelli.
1998. Bersuit graba su primer disco producido por Santaolalla,
Libertinaje, y empiezan a caer un hit tras otro: Sr. Cobranza
(víctima del ojo censor del Comfer), Se viene,
CCM, Yo tomo... La banda renace como el
terror de Menem, según El País de España.
1999. Crece la proyección nacional e internacional:
Sudamérica, Centroamérica, México (la cara
del pelado en afiches invade el DF) y el circuito latino de los
Estados Unidos, incluyendo el Watcha Tour.
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¿Zapallo
yo?
Al
Pelado Cordera le cayó pésimo el titular de la semana
pasada en estas páginas que decía Cordera, zapallo,
extraído de una declaración de Mosqui, cantante de
Las Manos de Filippi. El problema entre las dos bandas empezó
cuando Bersuit probó el éxito a caballo del hit abrasador
Sr. Cobranza, una versión algo reducida del tema
firmado por la dupla de cantantes de Las Manos. Hasta entonces eran
todos amigos, pero una serie de declaraciones públicas de
los autores del también hit-en-boca-ajena La cumbia
del cucumelo (por Rodrigo), documentadas en el arte de Las
Manos Santas van a Misa (donde se ve a unas bananas en pijamas llevándose
cobranzas junto a un Papá Noel re-bautizado Santa
La Olla), pusieron a las dos bandas en veredas opuestas. La última
agresión fue a través del No de la semana pasada,
cuando Mosqui dijo que Cordera hablaba pavadas y que a Bersuit el
éxito no les duraría mucho. El Pelado prefiere no
hablar mucho del asunto, pero tampoco quería dejar pasar
la posibilidad de una respuesta: Lo único que tengo
para decirles es que si tienen un problema conmigo, que me lo vengan
a decir en la cara. Somos amigos desde hace años, y saben
dónde vivo. En la calle los problemas se arreglan cara a
cara, no a través de los medios. Saben dónde encontrarme.
Los estoy esperando.
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Hijos
ilustres
El
Gordo Motoneta: El famoso imparable, el tipo adicto al
control y al descontrol. Un terrorista, te pasa por encima. A un
conocido mío le agarró un virus que le afectaba exactamente
en el centro de información motriz del cerebro. El tipo quería
darle una orden a sus piernas para que parasen, y caminaba cada
vez más fuerte. Iba cruzando la 9 de Julio gritando: ¡Párenme,
párenme que no puedo parar!. Cuando le mandamos los
demos, Santaolalla se sintió identificado: nos agradecía
porque creía que se lo habíamos dedicado a él.
Pero yo pienso en (Alejandro) Pensa, nuestro stage, puedo pensar
en mí, en Maradona, en mi viejo.... (Cordera)
El Astronauta y la Bruja: El astronauta es un colgado,
y la bruja es la mujer, que siempre sabe más que vos, adivina
lo que vas a hacer, intuye o averigua dónde estuviste anoche.
En realidad, el símbolo más importante de la canción
lo saqué de un cuento de Bradbury, Caleidoscopio,
que está en El Hombre Ilustrado: dos tipos que quedan conectados
entre sí, perdidos en diferentes puntos del espacio, y saben
que pronto se van a desconectar para siempre. (Subirá)
La Petisita Culona: Es un número cantado para
cualquier buena paja. Es una de las canciones más felices
de la historia de Bersuit, prácticamente no tiene conflicto.
Aunque para Albertito (Verenzuela, autor del tema), esa canción
es una pesadilla, porque no tiene un solo segundo de felicidad en
su vida (risas). No vino a la nota porque, en este instante, está
tocando la guitarra arriba de los colectivos y los subtes. La gente
lo felicita cuando canta El estallido, le agradece que
haga un cover de Bersuit Vergarabat, cuando en realidad
él es el creador del tema. Y él no dice nada, porque
estoy seguro de que lo olvidó. Salió de una canción
de Leo Maslíah. (Cordera)
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