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1965
Llámenme Alí POR EDUARDO PAVLOVSKY Cassius Clay fue una de las figuras legendarias del boxeo de todos los tiempos. Campeón olímpico de todos los pesos en Roma en 1960, representando a los Estados Unidos, en 1964 ganó el título profesional de la categoría máxima enfrentando a Sonny Liston. Sus dos peleas con Liston fueron memorables; lo mostraron como el peso pesado más completo de la historia del boxeo, capaz de vaticinar el round que iba a terminar con sus contrincantes. La velocidad y justeza de su un.dos (izquierda seguida de derecha) no tenían antecedentes en esa categoría: Joe Louis hubiera parecido lento en sus envíos. El mismo año en que se coronó campeón mundial, abrazó la religión islámica y modificó su nombre. A partir de entonces se llamaría Mohammed Alí, haciendo todavía más evidente que su personalidad trascendía al boxeador. Sus convicciones ideológico.religiosas lo convirtieron en un orador carismático cada vez que tenía oportunidad de hablar. En 1965 vence a Floyd Patterson en una verdadera lección de boxeo. En la foto se lo ve en otra de las facetas por las cuales se lo recordará: está ofreciéndole zanahorias a Patterson, a quien acaba de calificar de �conejo huidizo�. Era un gran actor. Sus conferencias de prensa fueron siempre de una creatividad excepcional, sometiendo a sus adversarios a un resignado segundo plano. En 1967 se negó a participar como soldado de las fuerzas armadas norteamericanas en la guerra de Vietnam y fue despojado de su título de campeón. La ausencia de los rings tuvo sus efectos: esos años de inactividad le restaron parte de la velocidad de sus golpes. Incluso había modificado su estilo, refugiándose ahora demasiado en las cuerdas, en lugar de �bailotear� alrededor de sus adversarios, entrando y saliendo con sus golpes largos y poderosos. Quedaba la imagen de un boxeador excepcional, pero ya no era el mismo de antes. Esto se vio en su pelea con Foreman en 1975, cuando recuperó su título. En lugar de girar alrededor de su rival (como había hecho con Liston y con Patterson), prefirió recostarse en las cuerdas hasta que Foreman se cansó de pegarle en los guantes (y en la cabeza). Lo remató con un KO memorable, cuando Foreman ya estaba extenuado de pegarle. Norman Mailer escribió en su libro El combate la crónica de esta histórica pelea en Zaire. Todo lo que vino después fueron sólo destellos de aquel maravilloso boxeador de la década del 60. Como anécdota personal diré que la revista Semana Gráfica me envió como cronista para su pelea con Bonavena en el Madison Square Garden en 1970 (la segunda de su retorno, después de la sanción que le arrebató el título). No olvidaré jamás sus ojos de desprecio y de odio cuando lo llamé Cassius Clay. Pocas veces me sentí tan humillado. Estábamos solos en el ring del Madison, tres horas antes del combate. Él caminaba el ring y probaba las sogas del cuadrilátero donde iba a enfrentarse en aquel memorable combate con nuestro queridísimo Ringo. Era imponente. Pero ya no era el mismo. Bonavena le aguantó quince rounds; una tremenda izquierda lo tumbó sobre el final. Para mí, esa pelea marcó el comienzo de su lento y perezoso descenso. Pero fue un grande entre los grandes. A no olvidarlo. Hoy, pese a su enfermedad parkinsoniana (los golpes de FrazierNorton.Spinks-Holmes tuvieron sus efectos) ostenta el cargo de embajador internacional de la coalición Jubileo 2000, compuesta por organizaciones no gubernamentales y grupos religiosos que exigen la condonación de las deudas externas de los países más pobres. Todavía sigue arriba del ring. Mostrándonos su lucidez y su ética.Continúa |