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1984


Bruce McCandless, el primer astronauta en flotar en el espacio
sin conexión alguna con la nave

Un paseo por la nada

POR LUIS BRUSCHTEIN

El tipo flota en el espacio. Está en el limbo, es un volador, colgado o escapista, una burbuja fugitiva y solitaria que circula en un territorio donde no tendría que ser. Es el primer vuelo espacial libre, sin cordón umbilical. Es el capitán Bruce McCandless en 1984. Es el capitán Beto, después de que la humanidad pisó la luna en 1969. Como si el sentido de la civilización fuera la reivindicación del número uno: el capitán en el espacio es la celebración del uno. El tipo representa un sueño inquietante. Toneladas de combustible líquido y millones de dólares lo pusieron en un lugar donde cualquiera estuvo, en alguna noche deplorable, y sin tanto gasto: flotando en la nada, lejos de todo, irremediablemente solo. El capitán Bruce McCandless es también actor de una metáfora. Durito en su escafandra, figurita recortada en el fondo negro del universo, con agujeritos de miedo en la panza, representa la victoria deslumbrante del ingenio humano y su asociación celebrada e indiscutida con el Creador. Es la victoria de una civilización donde la mayoría de sus cosas no tienen explicación. O donde sus cosas se explican por el absurdo. Es decir, la lógica está en la explicación de por qué las cosas no deben hacerse como se hacen. Como el mundo bizarro de Superman. Esta supercivilización manda al capitán con unos cohetitos patéticos a darse una vuelta por la nada. Y así, una sociedad que no sabe convivir en su planeta comienza la desaforada conquista del espacio infinito y de millones de planetas. Si verdaderamente existiera un Derecho Universal, esta civilización no tendría el derecho de hacerlo. Si uno fuera marciano, daría miedo. Mirándolo bien, el tipo la pasa bomba ahí arriba mientras abajo todo es un lío. Se despedaza el planeta para producir más bienes, el más eficiente es el que destruye más y reparte menos y acumula tanto que ni en miles de vidas podría disfrutarlo y hay cientos de miles que se mueren de hambre. McCandless flota en el espacio y menesterosos de América latina, Asia y Africa lo ven maravillados por televisión desde hormigueros contaminados donde pululan las pestes y la violencia. La humanidad corre tras nuevos horizontes. Este mundo bizarro se lanza al universo como sarracenos con la cimitarra entre los dientes. Aplicará las mismas leyes que lo rigen: las de la fuerza, el poder y la riqueza, el derecho de conquista. McCandless en el espacio parece un pirata al abordaje. Seguro que esta foto del capitán chapaleando en el vacío es más famosa en el mundo exterior que en la Tierra. A los extraterrestres, si es que tienen pelos, se los habrá puesto de punta: el hormiguero salvaje comienza a desbordar, es 1984, la fantasía de Orwell se proyecta al espacio, se acabó la paz en el universo. Continúa

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