Por Horacio Verbitsky En diciembre de 1999, el ministro de seguridad bonaerense, Aldo Rico, puso en funciones como subsecretario de Planificación al teniente coronel Raúl Harsich y como superintendente de Coordinación General, al comisario Ramón Oreste Verón. Sólo son capaces de desarrollar el esfuerzo los hombres alegres. De cumplir con lo que dice el Eclesiastés: milicia en la vida, pero milicia con éxito y con alegría, los presentó Rico. Tres meses después, Rico fue eyectado del gabinete y Verón confirmó a Harsich. En la Orden del Día 15, del 2 de febrero de este año, Verón comunicó la nómina de ascensos de oficiales de la Policía de Buenos Aires. Doce fueron ascendidos al grado de comisario inspector. Entre ellos Daniel Omar Del Arco, quien fue designado jefe de Traslado Interprovincial de Detenidos y Mario Alberto Jaime, quien quedó a cargo de la comisaría 5ª de Florencio Varela. Tanto Harsich cuanto Del Arco y Jaime fueron acusados por su intervención en algunos de los casos más espantosos de la guerra sucia de la década de 1970. Lo que sigue es un detalle del record de cada uno. Harsich En 1985, la Cámara Federal de la Capital condenó al ex
dictador Jorge Videla a reclusión perpetua. Uno de los casos que
llevaron a esa condena fue la privación ilegítima de la
libertad, las torturas y el asesinato de Floreal Edgardo Avellaneda, un
niño de 15 años, secuestrado por una patrulla mixta de militares
y policías, de civil y de uniforme. El testimonio de su madre,
Etelvina Iris Pereyra de Avellaneda, en la audiencia del 28 de mayo de
1985 fue uno de los más conmovedores del juicio a las juntas militares.
El 15 de abril de 1976 a la madrugada balearon la puerta de su casa. Su
marido, delegado de la fábrica Tensa, se tiró por la ventana
y escapó por los techos. Entonces saquearon la casa y se llevaron
a su esposa y al chico. Su cuñada Arsinoe Avellaneda dijo que uno
de los incursores encontró la planilla de inscripción del
niño en la Escuela de Mecánica de la Armada, donde quería
estudiar mecánica de aviación, lo abofeteó y le preguntó:
¿Cómo te atrevés, con tus antecedentes?.
Los subieron a un coche y luego de atravesar un descampado los llevaron
a la comisaría de Villa Martelli. Jaime El 15 de marzo de 2000, el comisario Mario Alberto Jaime declaró
ante la Cámara Federal de La Plata como testigo en el juicio por
la verdad. Dijo que en 1976 había trabajado en la Seccional 5ª
de esa ciudad, que fue uno de los principales centros de detención
de la época. Sin embargo, pretendió que nunca había
visto a un detenido, porque sólo los militares tenían acceso
al Area Restringida. Sólo veía entrar los camiones cerrados,
de color verde. Tampoco escuchó nunca un grito. El juez Ramón
Alberto Durán le preguntó si sabía que esos detenidos
habían sido trasladados desde la seccional hasta el Destacamento
Arana y Jaime lo negó. El juez Leopoldo Schiffrin le mostró
un plano de la comisaría para que ubicara patios, garages, tarimas,
escaleras, pasillos, terrazas y calabozos. Jaime dijo que nunca había
visto la celda en la que, según decenas de testimonios, fueron
alojados más de 20 secuestrados. Primero sacó de sus casillas
a Jaime Gluzmann, el histórico animador de la APHD de La Plata,
cuando le dijo que no quedaba constancia de las personas detenidas en
la comisaría porque los militares sólo las llevaban allí
para saber si tenían o no tenían antecedentes
y luego de diez minutos o cinco, por reloj, se retiraban. Ninguna
persona quedó nunca más tiempo. También llegó
a irritar a los muy formales jueces Schiffrin y Julio Reboredo. Su
declaración me resulta inexplicable, le falta lógica, no
es verosímil, dése cuenta le dijo el primero. La
celda debe haber caído del cielo. Me asombra, concluyó.
Reboredo le dijo que esa construcción de 4 por 4,5 metros, donde
los detenidos se turnaban para dormir, porque no cabían acostados
en el piso, mojado por su propia orina y demás necesidades fisiológicas,
no puede pasar desapercibida para nadie, solamente para los vecinos que
para esa época solamente lo podían comentar bien despacito
y al oído. Interrogado sobre el Destacamento de Arana, dijo
que había estado sólo una vez y visto el edificio desde
afuera. Del Arco María Isabel Chorobik de Mariani declaró en el juicio
de la verdad el 7 de abril de 1999. Aún busca a su nieta Clara
Anahí, que desapareció a los tres meses de edad, el 24 de
noviembre de 1976, cuando tropas militares y policiales asaltaron la casa
de la calle 30, número 1136, de La Plata. Su nuera, Diana Teruggi
de Mariani, y otros cuatro militantes fueron ejecutados en el lugar. Su
hijo, Daniel Enrique Mariani, no estaba y fue abatido meses después.
La ex presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo agregó que un policía
de la Dirección de Investigaciones que participó en el operativo,
de nombre Daniel Del Arco, que dependía directamente de Etchecolatz,
sabía que la nena estaba viva, porque fue quien la sacó
de la casa y le preguntó a Camps qué hacer con ella. A través
de amigos comunes estableció contacto con él. Pidió
todo lo que yo tenía para entregarme a mi nieta. Una persona
del Consulado de Italia, que debía ayudar a los abuelos a salir
de la Argentina una vez recuperada la nieta, no tuvo mejor idea que contarle
el caso al general Ramón Camps, el jefe de policía que había
dirigido el operativo. Ahí se terminó todo. Yo no
hablé con mis amigos, ellos fueron quienes me llamaron para decirme
que fuera. Cuando me encontré con esta gente me dijeron que todo
se había descubierto y que no había más trato porque
los habían amenazado y por lo tanto no me podían ayudar
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