OPINION
¿Sabrán qué honrar?
Por Carlos Fide
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Es tarde, puedo irme a dormir o distraerme leyendo un libro. No puedo ni quiero. Acabo de leer el artículo del Dr. Fortunato Mallimacci en
Página/12: �No premiar el deshonor� (7/7/01).
Por qué designa una universidad con el Doctorado Honoris Causa a una persona nunca me pareció una cuestión menor.
Noé Jitrik acaba de tener el honor de recibir uno en la Universidad de Puebla en México; cuando me enteré en una cena con amigos comunes lo celebré y entendí el significado: un reconocimiento a su hacer como ser humano y también a su contribución al acerbo del conocimiento universal.
No me pareció fortuito el justo reconocimiento otorgado por una distinguida Universidad Mexicana a Noé.
Otra vez México y me traslado sin querer al año 1980, estoy sentado en un bar de la Ciudad de México. En la mesa también está el Vasco, hablamos confundiendo la ficción con los hechos concretos, hablar con él siempre es así. La charla va de aquí para allá, sigue un ritmo imprevisto. Envuelto en esa conversación digo sin pensar demasiado que el rector de ese tiempo de la Universidad Nacional del Sur es una persona con buena formación de economista, el Vasco se enoja como nunca lo había visto.
Le pido perdón por el error, él tiene absoluta razón. Ninguna formación académica justifica el cargo que ocupa en esos momentos sombríos del país, de nuestra ciudad y especialmente el manto oscurantista y sangriento que recorría los espacios de nuestra Universidad Nacional del Sur. Entendí que la capacidad intelectual es sólo un aspecto de una persona, lo realmente significativo son los valores humanos, eso es lo distintivo de las personas. No volvamos a equivocarnos: NUNCA MAS.
El Vasco fue claro y lo entendí: no nos estábamos refiriendo a los argentinos que trataban de sobrevivir como podían a los efectos de la dictadura militar, estábamos hablando de gestores y organizadores directos del régimen militar, así de simple.
Diana y el Vasco eran de Bahía Blanca pero los conocí en México.
Tres recorridos de vidas: Diana, el Vasco y Bazán.
Sin duda Diana y el Vasco eran admirables, en el sentido de vidas brillantes; a Bazán no lo conozco personalmente, sólo sé que dicen que desde hace mucho tiempo aspira al premio Nobel, tal vez lo obtenga con el aval del Honoris Causa. Es pública su trayectoria en la Universidad Nacional del Sur, de la que formó parte de la dirección entre 1970 y 1981, además hay también otros hechos de su desempeño personal para evaluar.
Hagamos un poco de historia de vida.
Era el año 1976, el Vasco estaba en Bahía Blanca, tenía todo preparado para viajar a México, pero se entera que su padre estaba muriéndose y lo va a ver; ahí es apresado. Diana se va a México.
Historias resumidas de vida para recordar.
En 1980 el Vasco llega a México después de estar cuatro años en la cárcel y se encuentra con Diana, viven juntos. El Vasco trabaja haciendo traducciones mientras se fortalece para volver a ocuparse de sus temas de literatura en la universidad. Al poco tiempo Diana muere de cáncer. El Vasco vuelve a la Argentina, dicen que trabajaba de chofer de un camión cuando un día el corazón se cansó. Tal vez se cansó de tanto andar en los recorridos sin aliento, no sé, tal vez se cansó de que la realidad de su noble corazón fuera invadida por tanta crueldad, no sé. Lo cierto es que un día cualquiera el corazón ajetreado le dejó de funcionar ¿Por qué volviste?, no sé, tal vez sus hijos y seres cercanos puedan responder.
Tres vidas distintas, ¿qué elección honramos?
Es posible que esta noche no pueda dormir, sin embargo tengo la terrible certeza que otorgar el Doctorado Honoris Causa de la UBA al doctor Nicolás Bazán es también convalidar y premiar a las terribles dictaduras que devastaron nuestras tierras. Los responsables de la elección ¿sabrán qué honrar? |
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