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Dentro de ocho meses, el penal de Caseros será solo un mal recuerdo

Ayer comenzaron los trabajos para demoler el penal de Parque de los Patricios. El gobierno porteño dice que en ocho meses estará demolido. Aún falta decidir cómo se hará la tarea. En su lugar habrá edificios, una escuela, parques y un centro cívico cultural.

Por Eduardo Videla

La cárcel de Caseros comenzó a transitar ayer el camino irreversible hacia la demolición. El gobierno porteño se hizo cargo de los trabajos para demoler el edificio, que fueron encomendados al Cuerpo de Ingenieros del Ejército. El inicio de las obras fue consecuencia de un acuerdo entre la Nación y la ciudad, según el cual la administración porteña se hará cargo del 1,8 millón de pesos necesarios para tirar abajo la mole de 25 pisos y parte de la cárcel vieja. También se permitirá construir en ese predio un edificio destinado a oficinas del Servicio Penitenciario Federal, pero esto debe ser aprobado por la Legislatura porteña. Ese será uno de los temas que se debatirán hoy en una audiencia pública. “En ocho meses, el edificio estará demolido”, aseguró a este diario la vicejefa de Gobierno, Cecilia Felgueras.
Tal como adelantó Página/12 hace tres semanas, el acuerdo permitió destrabar el proyecto para las dos manzanas de Parque de los Patricios, donde se emplaza el ex penal. Desde el 9 de agosto de 2000, cuando fue trasladado el último preso, el edificio “nuevo” de Caseros está deshabitado, pero el proceso de demolición quedó en suspenso por problemas presupuestarios. “Si nosotros no poníamos la plata, la cárcel no se demolía”, confió a este diario una fuente del gobierno porteño.
Las dos manzanas delimitadas por la avenida Caseros y las calles Pichincha, Pasco y 15 de Noviembre de 1889, tienen su destino delineado en un proyecto con media sanción: la mitad será destinada a la construcción de edificios con una altura máxima de 24 metros (ocho pisos) y en la otra mitad –ubicada sobre Caseros– se construirán una escuela, un centro cívico cultural y espacios parquizados. En este último sector, dice el proyecto, se conservará hasta un 25 por ciento del edificio viejo, por su valor patrimonial. El proyecto, que incluye además la apertura de la calle Rondeau, entre Pasco y Pichincha, fue elaborado con el apoyo de los vecinos.
“A partir de hoy (por ayer), el Ejército tiene un plazo de dos meses para hacer los estudios y determinar si la torre se va a demoler por implosión o mediante métodos tradicionales”, dijo Felgueras a este diario. “Mientras tanto, se irán haciendo los preparativos necesarios en la base del edificio, un proceso que lleva en total ocho meses”, agregó.
Estos preparativos incluyen la remoción de las calderas del edificio, que contienen un material peligroso para la salud, el asbestos (o amianto). “Un estudio realizado por la Comisión Nacional de Asbestos del Ministerio de Salud realizó los estudios necesarios y aconsejó el desmonte y disposición final del asbestos”, explicó a este diario el secretario de Obras y Servicios Públicos, Abel Fatala. Los cuidados apuntan a evitar que esa sustancia, de efectos cancerígenos, se volatilice en el aire como consecuencia de la implosión.
“Además, la Secretaría de Salud está armando un plan de emergencia, para evitar cualquier inconveniente en los hospitales de la zona (el Garrahan, Udaondo y Muñiz) en caso de efectuarse una implosión”, agregó Felgueras.
El convenio con el Ejército incluye el estudio de factibilidad, la demolición y el traslado de los escombros. Todo a un costo de 1,8 millones de pesos. Por otra parte, los terrenos, que eran propiedad del Ministerio de Justicia, ya fueron transferidos al Organo Nacional Administrador de Bienes del Estado (ONABE), encargado de poner en venta esas dos hectáreas. El comprador tendrá a su cargo, además de la explotación inmobiliaria, la construcción de la escuela, el centro cívico y el edificio para el SPF.
En el puntapié inicial de la demolición –se derribó ayer una garita exterior– estuvieron el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, la vicejefa Felgueras y el secretario Fatala. También asistió un grupo de vecinos, interesados en sacarse de encima cuanto antes esa oscura mole de cemento. Muchos de ellos participarán hoy de la audiencia pública que se celebrará en la Legislatura. El diputado Marcelo Vensentini, titular de la comisiónde Planeamiento Urbano, estimó que la norma será aprobada a fines de setiembre.

 

 

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