Podría
haber sido un desastre, teniendo en cuenta el lugar. La organización
separatista vasca ETA colocó un coche bomba en un estacionamiento
del aeropuerto de Barajas, en Madrid. No hubo heridos porque una llamada
anónima avisó de la existencia del vehículo, pero
la potencia de la bomba dejó un agujero de 30 metros cuadrados
entre dos plantas del estacionamiento, 100 vehículos dañados
y nada menos que 15 toneladas de escombros, por lo que se está
estudiando si la estructura del edificio resultó dañada.
Esta es la tercera vez que la ETA golpea en Barajas. Hace pocos meses,
puso una bomba en el aeropuerto de Málaga, cuando esta ciudad se
preparaba para recibir a los turistas del verano europeo. En otro orden
de cosas, se supo ayer que el niño que resultó herido en
el confuso estallido de un juguete bomba la semana pasada en San Sebastián
(que fue atribuido por algunos a la ETA pero todo indica que la explosión
no sería de su responsabilidad) ya está fuera de peligro,
aunque quedará ciego. Su abuela había muerto en el episodio.
El atentado en Barajas ocurrió poco antes de las siete de la mañana,
en la segunda planta del estacionamiento de la terminal T-2 (de vuelos
nacionales). Una hora antes, una llamada anónima en nombre de ETA
a la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) y a los bomberos de
San Sebastián había alertado de la colocación, allí,
de un Renault 19 blanco. Fuentes del Ministerio del Interior español
confirmaron que la explosión se produjo antes de lo previsto, mientras
las fuerzas de seguridad inspeccionaban la zona. Como ésta ya estaba
acordonada, no hubo heridos.
Ninguno de los vuelos previstos en el aeropuerto fueron suspendidos, pero
los accesos a las terminal aérea por ruta fueron cortados durante
más de una hora, lo que provocó un embotellamiento considerable
en la autovía Madrid-Barcelona, que pasa por allí.
A las 11 de la mañana, el estacionamiento fue desalojado de nuevo
ante el temor de que un segundo coche de matrícula francesa pudiera
contener explosivos. Finalmente se comprobó que fue una falsa alarma.
El delegado del gobierno central en Madrid, Francisco Javier Ansuátegui,
ha declarado que tenemos en Madrid una estructura de la organización
terrorista que actúa de forma especial a través de la colocación
de coches bomba. Este es el tercer atentado perpetrado por ETA en
el aeropuerto de Barajas. En 1979 hizo explosión un artefacto colocado
en una maleta dentro del depósito de equipajes de las salidas nacionales
y causó la muerte al buceador José Manuel Amaya Pérez
y heridas a otras siete personas. El segundo atentado en Barajas en 1997,
cuando la ETA lanzó cinco granadas en las inmediaciones del aeropuerto,
aunque únicamente llegaron a explotar tres de ellas. Su impacto
no llegó hasta las pistas, pues dos proyectiles estallaron en un
descampado y otro alcanzó a un camión estacionado en una
zona próxima a la carretera N-11, al que causaron diversos desperfectos.
Hace un mes, la ETA colocó un coche bomba en el aeropuerto de Málaga.
Contenía entre 50 y 60 kilos de explosivos y pudo ser desactivada.
Además de estos atentados, la organización separatista vasca
atacó otras dos contra aeropuertos: el 29 de julio de 1993 fue
desactivado un artefacto en el aeropuerto de El Altet (Alicante) y el
20 de julio de 1996 treinta y cinco personas resultaron heridas, cuatro
de ellas graves, por la explosión de una bomba oculta en una papelera
de la sala de pasajeros de la zona civil del aeropuerto de Reus (Tarragona).
El atentado en Barajas ocurrió después de una semana en
la que el gobierno español anunció nuevos triunfos
en su lucha contra la ETA. El miércoles pasado, la Ertzaintza (policía
autónoma vasca) había detenido en San Sebastián a
ocho etarras con 185 kilos de explosivos y un coche bomba listo para ser
utilizado. Dos días después, en Tarragona, la Guardia Civil
dio con seis miembros de la organización vasca.
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