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ISRAEL MATO AYER AL LIDER DE UN IMPORTANTE MOVIMIENTO POLITICO PALESTINO
Los misiles apuntan cada vez más alto

Abú Alí Mustafá, jefe del Frente Popular para la Liberación de Palestina, fue asesinado por dos misiles israelíes. Se trata del político de más alto rango muerto por Israel desde 1988. Además, tanques israelíes entraron en las ciudades palestinas de Beit Jalá y Rafah.

Por Suzanne Goldenberg *
Desde Ramalá

El líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina fue asesinado ayer en su escritorio, cuando dos misiles israelíes atravesaron la ventana de las oficinas de la organización en Ramalá. Mustafá Zibri, conocido universalmente como Abú Alí Mustafá, es la víctima política de más alto rango de la política de asesinatos selectivos de Israel en los últimos años. La oficina queda en el primer piso de un bloque de departamentos en un área residencial acomodada. Estaba trabajando solo en su oficina. Poco después de su muerte, a las 11.15, el ala militar del FPLP dijo que como “respuesta inicial” uno de sus grupos había disparado y asesinado a un colono israelí cerca del asentamiento de Itamar, en Cisjordania. Por la noche, tanques israelíes entraron en las localidades palestinas de Beit Jalá (Cisjordania) y Rafah (Gaza), como represalia por disparos palestinos hacia asentamientos judíos. Un alto responsable israelí dijo al diario israelí Haaretz que estos asesinatos selectivos “no alcanzarán ni a diputados palestinos ni a miembros de la Autoridad Palestina”.
Para muchos palestinos, Mustafá tenía un status icónico. La facción marxista que él lideraba formaba parte de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que integran además la organización Al Fatah de Yasser Arafat y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), que el sábado había cometido un atentado comando contra una base militar israelí. Miles salieron a las calles a protestar y hubo llamados de venganza de todo el espectro político. Las explosiones destrozaron los vidrios y los espejos de las habitaciones adyacentes, pero salvo por marcas de quemaduras sobre las ventanas que miran al norte y al este de su oficina de la esquina, el edificio no registró daños.
Mustafá es por lejos el oficial de más alto rango de los 40 palestinos asesinados por Israel desde que comenzó la intifada. Hasta puede ser el más significativo desde 1988, cuando comandos israelíes asesinaron al lugarteniente de Arafat, Abú Jihad, en Túnez. Su asesinato marca un cambio en la estrategia de Israel, que hasta ahora se abocó a asesinar activistas de Al Fatah y del grupo islámico Hamas, más que miembros de facciones de izquierda. Su velorio en la municipalidad a unas pocas cuadras reflejaba su status de alto rango. Los líderes de Hamas y del FDLP le rindieron homenaje. “Al principio hubo una sensación de conmoción, pero ahora hay una sensación de venganza,” dijo el lider del FDLP, Qais Abu Laylah. “Cuando Israel hace blanco en los altos líderes palestinos, no creo que haya lugar para lo que se podría llamar moderación. Esta es una guerra abierta.”
El Ejército israelí dijo que Mustafá era directamente responsable de los ataques con coches bombas. Su declaración dijo que él “invirtió la mayor parte de su energía en establecer células militares clandestinas del FPLP”. Pero no ofreció prueba alguna que estuviera involucrado directamente. Mustafá fue asesinado sólo pocas horas después que el primer ministro, Ariel Sharon, convocara a sus ministros más cercanos del gabinete, incluyendo al canciller Shimon Peres, para ordenar un incremento en los asesinatos de activistas palestinos. Un potencial sucesor al liderazgo de la FPLP, Abdul Rahim Maluah, dijo que la estrategia israelí era un tiro por la culata. “Los israelíes cruzaron todas las líneas rojas cuando asesinaron a una persona como Abú Alí Mustafá,” dijo. “Esto llegó al más alto nivel del liderazgo palestino y deben saber, sin lugar a dudas, que su decisión traerá consecuencias”.
Además de la importancia del objetivo, el ataque de ayer sobresalió por su mera audacia. Tres de los ocho pisos del edificio atacado estaban ocupados por familias palestinas con pasaportes estadounidenses. “Estaba sentada en mi escritorio dibujando una rosa, y luego me fui a la cocina a buscar una banana para Haneen,” dijo Leila Daas, de 10 años. “Estábamos enla puerta cuando ocurrió la explosión, y luego todos comenzamos a correr y gritar”. Los vecinos de Mustafá dicen que tenían poco que ver con él y presumían que su presencia en el edificio no comprometía su seguridad porque él era un líder político. Pero su guardaespalda, Fadi Abu Salah, dijo que había estado actuando como un hombre acechado durante meses; cambiaba sus horarios de llegada a la oficina y su vehículo. “Los israelíes poseen alta tecnología. Tienen satélites y colaboradores y espías. Es obvio que un lider conocido siempre será seguido por Israel y por sus colaboradores,” dijo.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: C.D.


EE.UU. RECHAZA LA CONFERENCIA SOBRE EL RACISMO
Otro choque entre Bush y Powell

Por Enric González *
Desde Nueva York

Colin Powell, el primer secretario de Estado de raza negra en la historia de los Estados Unidos, no acudirá a la conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre racismo. Lo más probable es que una delegación técnica de escaso nivel político represente a Washington en la reunión, que comenzará el 7 de setiembre en Durban (Sudáfrica), aunque nada estará seguro hasta última hora porque la cumbre sobre racismo parece haber suscitado el enésimo problema entre Powell, teórico jefe de la diplomacia estadounidense, y la Casa Blanca. Powell quería viajar a Sudáfrica. Pero el viernes pasado, el presidente George W. Bush realizó unas declaraciones durísimas sobre la conferencia de Durban y el Departamento de Estado perdió todo margen de maniobra. “No tendremos representantes allí mientras sigan diciendo que el sionismo es racismo”, afirmó el presidente.
Powell había rechazado desde el principio las aspiraciones árabes de que se acuse a Israel de racismo por su conflicto con los palestinos, y consideraba que Washington debía oponerse con todo su peso a la propia agenda de la reunión, pero estimaba que su presencia personal tendría un alto valor simbólico. La semana pasada, varios altos cargos del Departamento de Estado convocaron a los representantes de las organizaciones judías en Estados Unidos para informarles de que enviarían una delegación “importante” a Durban, y que el propio Powell seguía sopesando la posibilidad de encabezarla.
Inmediatamente después de las declaraciones del presidente, el Departamento de Estado negó que existieran diferencias entre Bush y Powell. Pero durante todo el fin de semana hubo reuniones entre Powell y sus principales colaboradores, quienes se encargaron de filtrar a la prensa su malestar por el hecho de que el presidente no hubiera tenido en cuenta la opinión del Departamento de Estado antes de pronunciar unas palabras tan tajantes. Desde el inicio de su mandato, en enero, Bush parece haber concedido un papel preponderante en cuestiones de política exterior a su asesora de seguridad nacional, Condoleezza Rice, por encima incluso del propio Powell. Rice orientó a Bush en el terreno internacional (en el que el propio presidente reconoce su ignorancia) durante la campaña electoral y mantiene con él relaciones de amistad.
“Hay demasiado lenguaje ofensivo en el documento sobre el que se basa la conferencia de Durban”, explicó el domingo un portavoz del Departamento de Estado, “y eso hace imposible la presencia de Powell”. La presión de Estados Unidos y la Unión Europea ha logrado ya, sin embargo, que se eliminara del texto la afirmación de que el sionismo equivale a racismo.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

UN ENEMIGO ACERRIMO DEL ESTADO DE ISRAEL
A la izquierda de Arafat

Por Lawrence Joffe *
Desde Londres

En julio pasado, Mustafá sucedió a George Habash como secretario general de la FPLP. Considerada la segunda mayor facción dentro del aparato de la OLP después del propio Al Fatah de Yasser Arafat, el Frente Popular fue creado oficialmente durante el comienzo de la Guerra de los Seis Días, en diciembre de 1967. Desde 1948 los palestinos se habían sentido agraviosamente decepcionados por los otros líderes árabes. Al Fatah eligió el camino de galvanizar las masas de Cisjordania y Gaza para sacarse de encima el yugo de sus nuevos dirigentes israelíes. Cuando esto resultó ser un fracaso, Al Fatah efectivamente se hizo cargo del desacreditado OLP y buscó amigos y dinero en el mundo árabe. En contraste, el FPLP interpretó el problema palestino como el peor síntoma de una enfermedad general en Medio Oriente. Evitaron el apoyo de los países potentados del Golfo, y se volcaron en cambio, al patronazgo de Rusia y China.
El FPLP vio la eliminación de Israel como un medio hacia el último objetivo: liberar a Medio Oriente de dictadores que se arrodillaban ante el capitalismo occidental. Bajo el gobierno de Habash, fusionaron una mezcla de nacionalismo maoísta y árabe. Pronto, el grupo ganó notoriedad internacional por los ataques terroristas y los secuestros. En Amman, Jordania, la beligerancia de sus cuadros fue acusada por el ataque del Septiembre Negro de 1970, que aplastó a la OLP y forzó su huida a terrenos más seguros, en el sur del Líbano. Pero con la caída de la economía soviética, el FPLP perdió terreno ante los radicales no seculares de Hamas. Mustafá fue importante al promulgar la Intifada de 1987 a través de emisiones de radio, pero con el tiempo el grupo mostró señales de cismas, mientras los “internos” de Cisjordania, como Raid al-Malki, forjaban relaciones con Al Fatah y hasta con izquierdistas israelíes.
Intentando volver a ganar la iniciativa después de la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993, el FPLP unió fuerzas con un frente de rechazo de 10 miembros, con base en Damasco. Le prohibió a los miembros participar en las elecciones palestinas de 1996, pero tres años más tarde, Mustafá, aceptando la Autoridad Palestina como un hecho consumado, corrió al El Cairo a negociar en mejores términos con Yasser Arafat.
La historia personal de Abú Alí Mustafá es la imagen de una saga familiar palestina. Nacido en Arabeh, en Cisjordania, hijo de un campesino, se encontró viviendo después de 1948 no en una “Palestina libre” sino bajo la soberanía de Jordania. En 1957, el joven de 19 años fue encarcelado por pertenecer al Movimiento Nacionalista Arabe del cristiano Habash. Diez años después se unió a su patrón (ahora basado en Damasco) para formar el FPLP. Mustafá se hizo un nombre como vocero de refugiados, y eventualmente se convirtió en delegado de Habash. Muchos colegas se sorprendieron entonces, cuando en septiembre de 1999, después de 32 años de exilio, regresó a Cisjordania bajo un acuerdo entre Yasser Arafat y el premier israelí de entonces, Ehud Barak. Por primera vez en décadas vio a su madre inválida y visitó la tumba de su padre.
Su llegada inicial a Jericó provocó una ambigua recepción, con algunos llenos de buenos deseos y otros militantes que pedían que fuera boicoteado por aceptar la legitimidad de Israel. Era un cargo que Mustafá rechazó vehementemente. En repetidas entrevistas, enfatizó que Israel era una “entidad ilegítima” y se comprometió a crear una única “Palestina democrática del mar (Mediterráneo) al río (Jordán)”. Reconoció al diario Al Ahram que el regreso de cuatro millones de refugiados, un punto que el insistió en que Arafat marcara en las conversaciones de Camp David II, en julio 2000, presagiaría la desaparición de Israel.
Para el ministro israelí Efraim Sneh, Mustafá convirtió al FPLP “en los que fue en las décadas del 60, 70 y 80: una organización terrorista activa y mortífera”. Pero es dudoso que su asesinato, en el clima actual, ayude aque su reemplazante promueva una atmósfera mejor. Mustafá deja a una mujer, Jitam, tres hijas y dos hijos.
* De The Guardian de Gran Bretaña..Especial para Página/12.
Traducción: C.D.

 

 

 

 

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