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Boca tuvo el peor comienzo en 15 años y busca cómo rehabilitarse

Bianchi no había perdido nunca dos partidos consecutivos desde que conduce el equipo. La fragilidad defensiva y la falta de un goleador.

Por F.M.

Boca está pisando en falso. El equipo que Carlos Bianchi armó tras el desmantelamiento de gran parte del plantel no está dando resultados, ni siquiera parece prometer el resurgimiento de aquella épica que acompañó al club durante los últimos tres años, cuando la victoria era cotidiana. Boca empezó el certamen local con dos derrotas consecutivas, ante Belgrano (31) y San Lorenzo (1-0), algo que no le ocurría desde la campaña 1987/88, y sin encontrar el equilibrio que lo supo distinguir. La ausencia por lesión de Riquelme, la falta de un goleador y la inseguridad defensiva son algunas de las causantes de este presente, extrañamente cierto.
Bianchi, que desde que conduce a Boca jamás había perdido dos partidos consecutivos, dice que “no hay que dramatizar”, que “no se puede ganar siempre”, que “se gana y se pierde”. Pero lo cierto es que ninguna de las líneas del equipo ha conseguido sostener la efectividad de antes. Los refuerzos aún no se acomodan al colectivo, Riquelme no tiene recambio y el bajón en las individualidades está al orden del día.
Durante la última pretemporada, Boca perdió a varios de sus talentos de la defensa: el colombiano Jorge Bermúdez, Hugo Ibarra y Aníbal Matellán -que no era Walter Samuel, pero no desentonaba– y los refuerzos específicos todavía no consiguen apuntalar aquella muralla. Jorge Martínez es el más firme de los cuatro –pero le falta soltarse más en ataque–, al juvenil Burdisso sólo se le puede pedir que siga afianzándose, sumando minutos; después viene Schiavi, que anda bien por arriba pero bastante flojo de abajo, y el brasileño Jorginho, hábil y rápido en la subida, pero lento y descuidado en la marca, ocupación en la debería ser más prolijo y no regalar tantas ventajas.
En la zona de volantes Gaitán no puede reemplazar a Riquelme, que recién podría jugar en la sexta fecha contra River. Los hinchas no le perdonan una al ex Villarreal, que rinde mejor por izquierda que como enganche, porque carga con gran parte de la responsabilidad de los problemas ofensivos. El santiagueño Omar Pérez tiene más buenas que malas, pero no está listo para hacerse cargo del juego de los otros. Javier Villarreal, Serna y Traverso están parejos, pero un poco por debajo de sus habituales niveles.
En la línea de ataque, el problema parece ser la falta de un definidor, de un jugador como Palermo, que resolvía con simplicidad pero efectivamente lo que los talentosos generaban. Con Guillermo y Delgado arriba, Boca pierde potencia de gol, ya que, en esencia, ambos son abastecedores y no goleadores de raza, como acaso podría ser el japonés Takahara, quien rompe redes en las prácticas, pero de verdad jugó sólo unos escasos minutos ante Belgrano.
“No quiero echarle la culpa a nadie. Es un conjunto de todos. Atrás a veces se cometen errores, y en la ofensiva se yerran goles que deberían hacerse. Boca no está tan fuerte como hace dos meses”, reconoció Bianchi, consciente de que en Boca los errores se pagan caros, pero también de que con trabajo se puede mejorar.

 

 

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