Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


HABLA EWAN MCGREGOR, PAREJA DE NICOLE KIDMAN EN "MOULIN ROUGE"
“Tardé un poco, pero al fin maduré”

El chico que saltó a la fama con �Trainspotting� se ha convertido en un gran actor: le llueven papeles de todo tenor. En esta nota cuenta que grabará un disco, pero subraya que no se ve a sí mismo como un proyecto de pop star.

Por Lourdes Gomez
Desde Londres

La hermosa Nicole Kidman augura para Ewan McGregor un futuro prometedor como estrella de roc. El director Baz Luhrmann lo considera “el Frank Sinatra del siglo XXI”. Pero el actor escocés no piensa desviarse de la ruta hacia el panteón cinematográfico que emprendió, siete años atrás, con Shallow Grave, el éxito planetario Trainspotting. Con 30 años, una hija y otra en camino, McGregor desea incluso aminorar la marcha. No siempre lo consigue. Acaba de rodar Black hawk down con Ridley Scott en Marruecos, y antes retomó su papel de Obi Wan Kenobi en La Guerra de las Galaxias, además de resucitar a Orfeo en Moulin Rouge, estrenada la semana pasada en la Argentina. En la extravaganza musical del australiano Lurhman, McGregor conquista con su voz el corazón de Kidman, la diva estelar del cabaret parisino a fines del siglo XIX. Juntos interpretan versiones de “Your song”, de Elton John, “Children of the Revolution”, de T-Rex, o, entre muchas otras, “Héroes”, de David Bowie. Es una progresión natural para un artista que imitó a Elvis Presley en la serie de televisión “Lipstick on your collar”, tocó el trombón en Tocando el viento, y ofreció rancias versiones de Iggy Pop en Velvet Goldmine. “Siempre fui muy musical”, dice durante sus días de descanso en Londres.
–¿Ayudará Moulin Rouge a recuperar el gancho popular que tenían en el pasado los musicales cinematogáficos?
–¡Ojalá! Moulin Rouge es una delicia. No imagino mejor regalo para un público. Uno sale feliz del cine. La historia tiene muchas capas en torno a la batalla de Christian, mi personaje, por defender la integridad, el idealismo, el amor y el arte frente al desagradable duque que controla el dinero. Pero el meollo se centra en una hermosa historia de amor. El amor es la base, y así se indica al principio de la película.
–Nicole Kidman dijo que debería lanzarse al rock and roll y el director le describe como una especie de Frank Sinatra. ¿Cree que exageran?
–Dijeron cosas muy bonitas, pero yo simplemente disfruté grabando las canciones. Es un proceso realmente fantástico. Muy parecido a la interpretación en tanto que uno cuenta una historia, pero es alucinante de cuántas formas se puede contar moldeando una canción. Me sentí muchísimo más expresivo, a gusto, satisfecho. Con las canciones uno crea algo que se puede escuchar inmediatamente, sin tener que esperar un año a ver los resultados. Para entonces uno ya se olvidó de la historia. Por eso las grabaciones musicales son tan gratificantes.
–¿Le gustaría seguir la ruta pop o rockera?
–Voy a seguir grabando con Marius DeVries, el director musical de Moulin Rouge. Me fascina la idea y, quizá, sacaremos un disco cuando tengamos una cierta cantidad de temas. Compuse algunas canciones hace unos años y es posible que grabe una de ellas o escriba otras nuevas. No sé. Por el momento, nos encerraremos un par de semanas en el estudio y ya veremos qué pasa.
–¿Descubriremos su nombre en las listas de grandes éxitos?
–No, nunca. Bueno, no debería decir nunca, pero no me veo como una estrella del pop. Soy un actor y mi trabajo es pretender ser otra persona, no interpretarme a mí mismo. Aporto aspectos de mi personalidad en cada papel, lo cual es muy distinto a presentarme en vivo en un escenario. Me muero de miedo cada vez que alguien me pide que hable en público. No creo que llegue a ser estrella del pop, pero me gustaría grabar unas cuantas canciones y dejar que la gente las escuche.
–De miembro en una banda instrumental en Tocando en el viento, a Iggy Pop en Velvet Goldmine, a una versión de Orfeo en Moulin Rouge. ¿De dónde viene esta afición por la música?
–Siempre fui muy musical. Mi padre tocaba la batería en bandas célticas y yo cantaba en los coros del colegio, y aprendí a tocar la trompa. Siempre estaba rodeado de música, y de chico pretendía ser Elvis Presley. Más adelante tuve sueños eróticos con Madonna. Seguro que no era el único...
–¿Le preocupa que critiquen su interpretación cuando aborda temas musicales?
–No suelo leer las críticas. Me da igual lo que digan. En Velvet Goldmine interpreté a un lunático drogado que berreaba temas de rock and roll. No tenía que cantar como en Moulin Rouge, donde cada nota debe sonar absolutamente correcta porque la historia evoluciona con las canciones.
–¿Trainspotting fue un golpe de suerte?
–Tuve suerte, por supuesto, pero no sé hasta que punto influyó la buena fortuna en mi carrera. Soy muy lanzado y en ningún momento pensé que esto no funcionaría. Ni me pasó por la imaginación. Siempre tuve una resolución absoluta. Me vuelco por completo en mi trabajo, y cuando hago una película, no hay nada que me distraiga. Es duro, pero soy muy apasionado y espero que también bueno. La fama se asienta en el trabajo de cada uno.
–Se está ganando una reputación de aficionado a los desnudos.
–Hay bastantes en mis películas, pero siempre válidos. Ultimamente me contuve pero mi próximo film, The young Adam, que comienzo a rodar en Escocia en unas semanas, es una historia muy erótica, cargada de sexo en un estilo opresivo. Interpreto a un tipo que no se adhiere a una ética social.
–¿Le gusta romper tabúes?
–No me interesan los tabúes ni me aparto de mi camino para romperlos. No comparto los valores que otros preservan, ni comprendo que un pene pueda sorprender a nadie. Tampoco voy a dejar de hacer cosas por miedo a alarmar a los demás. La gente se relaciona sexualmente y el cine debe retratar la vida en todas sus manifestaciones. La censura es pura basura.
–¿Relajó el ritmo de trabajo o es una impresión falsa?
–Lo intento porque tengo una hija de 5 años y otra que nacerá en octubre. Hago menos films pero cada rodaje se alarga tres veces más que al principio de mi carrera. Sigo ocupado todo el tiempo, pero ya no salgo de copas. Tardé un poco, pero al fin maduré. Lo conseguí.

De Obi Wan Kenobi a Iggy Pop
A los 30 años, McGregor tiene una carrera envidiable: desde las apariciones en TV de “Lipstick in your collar” y Family style, en 1993, puso su nombre en cerca de treinta títulos. Su debut en la pantalla grande fue ese mismo año con Being human (protagonizada por Robin Williams), pero el gran salto llegó con su interpretación de Renton, el heroinómano que busca zafar en Trainspotting (Danny Boyle, 1996). Un año después, el mismo director le dio el papel del torpe secuestrador de Cameron Diaz en Vidas sin reglas, pero volvió a cambiar completamente de piel para convertirse en Curt Wild, la salvaje estrella glam a la Iggy Pop de Velvet goldmine, dirigida por Todd Haynes. La demostración de que Hollywood tenía las puertas abiertas para él llegó con la convocatoria de George Lucas para ser nada menos que el joven Obi Wan Kenobi en la nueva trilogía de La Guerra de las Galaxias, para la cual acaba de rodar el Episodio II: Ataque de los clones. En breve se estrenará Black hawk down, donde es un integrante de una tropa de elite estadounidense que debe llevar a cabo una arriesgada misión en Somalía.

 

 

PRINCIPAL