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OPINION
Osama bin Laden, muy agradecido
Por Martín Granovsky

La convocatoria del TIAR sintoniza con Washington en un punto clave: los Estados Unidos buscan legitimación multilateral para devolver el golpe que recibieron el martes, pero utilizarán ese capital para el objetivo militar que se fijen unilateralmente. O sea, solos. Es lo que quedó claro ayer en una reunión de la que participaron Lincoln Bloomfield, subsecretario de Acción Política y Seguridad del Departamento de Estado, con los diputados Jesús Rodríguez (Alianza), Ramón Torres Molina (Frente por el Cambio), José Luis Fernández Valoni (cavallismo) y Miguel Angel Toma (peronismo).
Toma dijo a Bloomfield que el PJ apoyaba sin condiciones la respuesta de la Casa Blanca. Fernández Valoni recordó que un Domingo Cavallo canciller envió tropas al Golfo Pérsico. Torres Molina protestó contra la injusticia internacional. Y cuando en un momento de la rueda Rodríguez señaló que le parecía bien la prudencia, la formación de una alianza amplia y el respaldo de cualquier acción en los organismos internacionales, Bloomfield, ex asesor del mediocre y ultraconservador vicepresidente Dan Quayle, fue crudo:
�Sí, ése es un plano, pero hay otro más. Es el de la contestación a un ataque recibido. Fuimos agredidos y vamos a reaccionar. 
Y en una carta a Fernando de la Rúa agradeciendo en nombre de George W. Bush la solidaridad argentina ante la masacre del martes, James Walsh reforzó la idea. Prometió que los Estados Unidos intercambiarán �ideas sobre el modo de trabajar conjuntamente en el impulso de una coalición de naciones�.
La resurrección del TIAR, el órgano de consulta militar que incluye a los Estados Unidos y sus vecinos americanos, ¿entra en el primer plano de Bloomsfield o en el segundo?
Una pista es el origen de la iniciativa. Un funcionario argentino dijo que el proyecto era conjunto, de brasileños y argentinos. Otro, que era argentino. Y una consulta de este diario a una autoridad de Itamaraty recogió esta respuesta: �La idea fue brasileña�.
Si el entusiasmo tiene copyright de Brasilia, se abren dos posibilidades:
Por segunda vez desde la última guerra mundial, Brasil decide enrolarse militarmente junto con los Estados Unidos. Esa es la interpretación del académico André Martin, de la Universidad de San Pablo (ver página 6).
Al convocar a un organismo multilateral como el TIAR, ineficiente por definición en una guerra, cuando las decisiones son verticales, Brasil está indicando que no quiere de ninguna manera participar en la primera fila de una guerra que ve incierta. Apoyará, porque no ve alternativa ante la ola que viene de los Estados Unidos, pero no combatirá. 
La sensación que deja la Argentina es distinta. De la Rúa no parece buscar conformarse con legitimar una acción de Washington. Con más probabilidad, busca un nivel de protagonismo. 
Para América latina, resucitar al TIAR cuando hace solo diez días México, por ejemplo, quería darlo por muerto, es un retroceso.
Se trata de un instrumento típico de la Guerra Fría, que se reveló inútil en una guerra fuera de los marcos del conflicto Este-Oeste como la de Malvinas. Un instrumento reformado en 1975, cuando ya se habían producido los golpes de Uruguay y Chile y la Argentina estaba por pasar de la Triple A a la represión científica de las Fuerzas Armadas.
En esa reforma se agregó un artículo, muy de época, que quizás sea recordado ahora. Describe como agresión la que surge del �envío de un Estado, o en su nombre, de bandas armadas, grupos irregulares o mercenarios que lleven a cabo actos de fuerza armada contra otro Estado, o su sustancial participación en dichos actos�. 
Solo un análisis frívolo puede asimilar el terrorismo que acabó con miles de vidas en Nueva York y Washington con cualquiera de las formas de protesta en América latina en los años �70. Pero la Argentina corre el riesgo de reflotar, por otra vía, la Doctrina de la Seguridad Nacional. Si las Fuerzas Armadas del continente coordinan su tarea antiterrorista, también estarán incluidas, obviamente, las argentinas. Lo cual podría servir para que los partidarios de volcar a los militares a la inteligencia interna y la seguridad interior tengan una coartada basada en lo siguiente: si el terrorismo es externo, las Fuerzas Armadas están habilitadas para combatirlo. Premisa que encierra otra más: no hay terrorismo sin infiltración de comandos ni uso de células dormidas y logística. Entonces, los militares quedarán habilitados para sus viejas prácticas, y vuelta a empezar. Con un agregado: la reducción de las libertades individuales en la Argentina no significará la derrota de ningún grupo de asesinos globales, fanáticos y suicidas; debilitará, justamente, la cohesión democrática necesaria contra cualquier ataque proveniente de ellos. Osama bin Laden, muy agradecido.


 

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