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DINAR LINEAS AEREAS

ULTIMA ENTREVISTA CONOCIDA A
OSAMA BIN LADEN, EL ENEMIGO PUBLICO NUMERO UNO DE EE.UU.
“La guerra recién empieza, ahora viene lo mejor”

El periodista John Miller fue el último occidental en entrevistar en Afganistán al hombre más peligroso de la tierra, el millonario saudita Osama bin Laden. Aquí, cómo fue el encuentro y qué anticipó Bin Laden en 1998.

Osama bin Laden en su
santuario en la tierra de los talibanes.
En su última entrevista explicó los objetivos que persigue la Jihad.

La razón por la cual el periodista norteamericano John Miller quería entrevistar a Osama bin Laden para la cadena televisiva ABC era que el FBI sospechaba que él y su dinero estaban detrás del atentado del World Trade Center en 1993, de los ataques que habían bajado helicópteros norteamericanos en Somalía y de ataques que hicieron blanco en soldados norteamericanos en Arabia Saudita y Yemén. Esta era la razón, también, por la que entrevistarlo no iba a ser un proceso simple, tal como relató Miller en una nota de 1999 de la revista Esquire.
El aparato de relaciones públicas de Bin Laden resultó una red compleja de agentes e intermediarios. Las primeras discusiones tuvieron lugar en el viejo Hotel Jefferson de Washington. Un par de productores de ABC News, Chris Isham y Len Tepper, habían llevado a Miller para que se encontrara allí con un contacto que tenía buenas conexiones en el mundo del fundamentalismo islámico. El paso siguiente fue viajar a Londres, y encontrarse con gente de Bin Laden, quien aparentemente tenía gente en todas partes. Miller, al mejor estilo de “Los profesionales”, visitó las debidas mansiones Tudor, cada una a media hora de la otra, para sacarse religiosamente los zapatos y encontrarse con agentes de Bin Laden que le dijeron que se fuera a Pakistán, a esperar en el Marriott de la capital, Islamabad, que los afganos se contactaran con él.
El contacto llegó, y con él nuevas instrucciones. Fueron al aeropuerto de Islamabad, volaron a Peshawar, en la frontera, y de ahí entraron en territorio afgano. Miller iba acompañado del camarógrafo Rick, de Akhtar, su contacto talibán, y un traductor iraquí, al que llama Alí. Fueron alojados en una tienda en el primer campamento de Bin Laden. Esperaron días y días, que cuando se espera a Castro o a Khadafi se pasan en buenos hoteles, según se quejó Miller. Finalmente, rodeado de guardias armados con AK-47, el mismísimo Bin Laden hizo su entrada en el lugar elegido para la entrevista.
Sólo que una entrevista, en Talibania, se parece poco a una entrevista en el mundo occidental. Bin Laden había pedido el día anterior la lista completa de las preguntas, para que se las tradujeran del inglés. Uno de los asistentes le dijo a Miller: “Tenemos buenas noticias. El señor Bin Laden contestará todas las preguntas”. Después agregó que las respuestas del señor Bin Laden no sería traducidas en el momento, porque el camarógrafo podía grabar y después se podía traducir en Estados Unidos. “¿Pero, entonces, cómo voy a repreguntar?”, se quejó el periodista Miller. “No hay problema. No habrá repreguntas”, fue la respuesta.
Osama recapituló su vida. Había nacido en 1957 en Arabia Saudita, y era uno de las decenas de hijos del magnate de la construcción Mohammed bin Laden. El Bin Laden Group en el reino saudita vale 5000 millones de dólares. Los contactos familiares de los Bin Laden con la familia real hicieron que siempre fuera fácil conseguir contratos del gobierno para construir caminos entre ciudades y desiertos. Si la Historia no hubiera intervenido, Osama se habría educado en los mejores colegios, probablemente se habría establecido en Londres y dedicado a vivir confortablemente.
El 25 de diciembre de 1979 el ejército soviético invadió Afganistán. Bin Laden partió inmediatamente al frente. Cuando llegó, no perdió el tiempo. Gastando su dinero, financió el reclutamiento, transporte y armamento de miles de palestinos, tunecinos, somalíes, egipcios, sauditas y paquistaníes para que lucharan contra los rusos.
“Peleamos crueles batallas contra los rusos”, dijo Bin Laden a Miller. “Los rusos son bien conocidos por su brutalidad. Usaron gases venenosos contra nosotros. Yo los padecí. Perdimos a muchos combatientes. Pero fuimos capaces de detener muchos ataques comando, como nunca antes.”
La entrevista siguió en líneas generales como sigue aquí, pero hay que recordar que Miller se limitaba a mirar, y asentir, mientras Bin Laden iba contestando las preguntas que le habían traducido el día anterior. También hay que tener en cuenta que Bin Laden parece entrenado por un especialistanorteamericano en Relaciones públicas. La regla es: ante una pregunta, lo importante es decir lo que uno quiere, y sólo después, en el mejor de los casos, contestarla.
–¿Por qué un hombre como usted, rico y de una familia poderosa, había ido a Afganistán para vivir en las trincheras y combatir a los rusos desde la línea del frente?
–Es difícil de comprender para una persona que no comprende el Islam. Durante los días de la Jihad afgana, miles de jóvenes cuyo nivel de vida era muy alto sin embargo dejaron la península arábiga y otras regiones y se unieron a la Guerra Santa. Cientos de ellos fueron muertos en Afganistán, en Bosnia y en Chechenia.
–Ahora el enemigo soviético no existe. El nuevo enemigo es Estados Unidos. ¿No teme ser capturado en una operación comando norteamericana?
–No. Los norteamericanos acusan a nuestros niños palestinos de ser terroristas. Nuestros niños, que no tienen armas y ni siquiera llegaron a la madurez. Al mismo tiempo, los norteamericanos defienden un país, el Estado judío, que tiene como estrategia destruir el futuro de esos niños. Estamos seguros de nuestra victoria sobre los norteamericanos y los judíos tal como fue prometida por el profeta: El día del Juicio no llegará sin que el árabe combata al judío, sin que el judío se esconda detrás de árboles y piedras, y el árbol y la piedra hablen y digan: “Musulmán, detrás de mí hay un judío. Ven y mátalo”. Lo que hacen ustedes con los musulmanes en Palestina es vergonzoso, si es que queda alguna vergüenza en Estados Unidos. A los niños les demuelen las casas encima. También, de acuerdo con el testimonio de las agencias humanitarias, las sanciones norteamericanas en Irak resultaron en la muerte de más de un millón de niños iraquíes. Todo se hace en nombre de los intereses norteamericanos. Creemos que los mayores ladrones y terroristas en el mundo son los norteamericanos. La única manera que tenemos de frenar esos ataques es usar medios similares. No nos preocupamos por los norteamericanos ni por el precio que han puesto por nuestras cabezas. Nosotros como musulmanes creemos que nuestro destino está prefijado. Hay aquí una lección, para el que la quiera aprender. La Unión Soviética entró en Afganistán en la última semana de 1979, y con la ayuda de Alá a los pocos años su bandera fue doblada y arrojada a la basura, y hoy ya no hay nada que se pueda llamar Unión Soviética.
–¿En 1992 el frente fue Somalía, cuando Estados Unidos intervino para prestar ayuda humanitaria en la guerra civil y la hambruna?
–Después de abandonar Afganistán, los guerreros islámicos se dirigieron a Somalía y prepararon para una larga batalla, pensando que los norteamericanos eran como los rusos. Los jóvenes se sorprendieron de la baja moral de los soldados norteamericanos y se dieron cuenta mucho más que antes de que el soldado norteamericano es un tigre de papel y que después de unos pocos golpes huía corriendo y derrotado. Y Estados Unidos se olvidó de toda la propaganda de los medios acerca del líder mundial y el líder del Nuevo Orden Mundial, y después de unos pocos golpes se olvidaron de este título y se fueron, arrastrando sus cadáveres y su vergonzosa derrota.
–¿Por qué matar soldados norteamericanos cuya única función era restaurar el orden y hacer posible la distribución de comida?
–¿Por qué debíamos creer que esa era la verdadera razón por la que los norteamericanos estaban allí? En todas las otras partes a donde fueron, lo único que hicieron fue matar niños y ocupar tierra musulmana.
–¿Conocía usted a Ramzi Yousef, el organizador del atentado al World Trade Center en 1993?
–Desgraciadamente, no lo conocía antes del atentado.
–¿Trató usted de asesinar al presidente Bill Clinton?
–Como siempre dije, toda acción produce una reacción similar. ¿Qué espera Clinton de los que él mató, agraviando a sus hijos y madres? Yo no estuve en Somalía, pero lo que vi me hizo feliz. No atenté contra las basesnorteamericanas en Arabia Saudita, pero los que lo hicieron son mártires. No pagué el atentado contra el World Trade Center, pero fue una buena idea.
–¿Cuáles son sus planes para el futuro?
–La prioridad es expulsar a los norteamericanos de Arabia Saudita, la tierra más sagrada del Islam. Cada día que los norteamericanos dilaten su partida, recibirán un nuevo cadáver. No hace ninguna diferencia si el gobierno saudita quiere que ustedes se queden o se vayan. Ustedes se irán cuando los jóvenes combatientes islámicos les envíen cajas de madera y ataúdes. Y adentro irán los cuerpos de militares y civiles norteamericanos. Ahí sí que se irán ustedes.
–¿Hacen diferencias entre militares y civiles?
–No diferenciamos entre los que están revestidos de uniformes militares y civiles; todos son blanco de la fatwa. Así que les decimos a los norteamericanos como pueblo, y les decimos a las madres de soldados y a las madres norteamericanas en general, que si valoran sus vidas y las vidas de sus hijos encuentren un gobierno nacionalista que cuide sus intereses y no los intereses de los judíos. La continuación de la tiranía significará la continuación de la lucha contra Estados Unidos, como Ramzi Yousef y otros lo hicieron. Este es mi mensaje al pueblo norteamericano: búsquense un gobierno serio que se preocupe por sus propios intereses y no ataque a otros, a sus tierras o su honor. Y mi mensaje para los periodistas norteamericanos es que no pregunten por qué hicimos esto o aquello, sino que pregunten qué hizo su gobierno que nos forzó a nosotros a defendernos.
Las últimas palabras que pronunció Bin Laden en la última entrevista conocida en Occidente, mirando a cámara, fueron: “Es nuestro deber llevar a la gente a la luz”. No fueron las últimas que hizo llegar a Miller. Después de los bombardeos norteamericanos a Sudán y Afganistán como represalia a los atentados de 1998 contra las embajadas de Kenia y Tanzania, le hizo alcanzar un mensaje: “La guerra recién empieza, ahora viene lo mejor”.

 

Claves

- Todas las agencias de inteligencia norteamericanas y la mayoría de las europeas expresaron su convicción de que Osama bin Laden es el organizador y sponsor de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
- El millonario saudita tiene sus campamentos de entrenamiento en Afganistán, donde vive gracias al visto bueno del régimen talibán, que anunció que no lo entregará a los norteamericanos.
- Bush se reunió ayer con sus funcionarios clave y el Consejo de Seguridad Nacional para planificar las represalias militares contra Afganistán.
- En el plano militar, el Pentágono dispuso el envío de 200 aviones, un portaaviones y un barco de asalto al océano Indico y Asia Central, y llamó a 5000 reservistas que se agregarán a los 5000 ya convocados para tomar parte de las operaciones terrestres (ver nota página 4).
- En la edición urgente online de Time, se informó que en un allanamiento se había encontrado un manual que explicaba cómo pilotear aviones fumigadores, lo que causó alarma en Nueva York (ver nota página 9).

 

MUTISMO DE LA CASA BLANCA SOBRE LO QUE VIENE
Con todos los teléfonos rojos

Desde su residencia de descanso de Camp David, el presidente norteamericano George W. Bush programó este fin de semana cuáles serán los pasos siguientes de la ofensiva contra el terrorismo. Al mismo tiempo que se completaba el despliegue militar en Afganistán, Bush debatió por videoconferencia, con el Consejo de Seguridad Nacional, la modalidad y las secuencia de la respuesta contra el terrorismo. Luego, habló por teléfono con su par ruso Vladimir Putin durante una hora y programó la agenda diplomática de los próximos días: mañana se entrevistará con el primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, y el martes con el de Japón, Junichiro Koizumi. Mientras, el secretario de Estado Colin Powell acelera los contactos diplomáticos para sumar adhesiones a la coalición universal contra Bin Laden. Con ese objetivo, Bush levantó las sanciones –por sus ensayos nucleares– contra dos aliados estratégicos: India y Pakistán.
Los resultados de la reunión a distancia entre Bush y su Consejo de Seguridad se mantuvieron bajo un bien guardado hermetismo; la Casa Blanca se limitó a difundir una foto pero no anticipó palabra de los planes sobre cómo continúa la ofensiva militar. Bush estuvo acompañado por su consejera de Seguridad, Condoleezza Rice, el secretario general de la Casa Blanca, Andrew Card, y el director de la CIA, George Tenet. Al rato, se comunicó –por tercera vez desde el 11 de setiembre– con Vladimir Putin. La charla fue “muy constructiva” informó el portavoz de la Casa Blanca, Sean McCromack, al insistir en que el presidente norteamericano “valora el compromiso y el respaldo del presidente Putin en la lucha contra el terrorismo”. Bush también se dio un tiempo para su arenga nacionalista. En su mensaje radial de los sábados a la nación, dijo que Estados Unidos es “el país más grande sobre la faz de la tierra y ningún terrorista podrá decidir nuestro destino”. Y se atajó de lo que parece ser un problema que ya repercutió en las empresas áreas, el turismo y la bolsa: “A pesar de todos los desafíos, la economía estadounidense es sólida. Tenemos los trabajadores mejor capacitados y más productivos del mundo”, recordó.
Powell hizo su parte: ayer obtuvo del canciller ruso, Igor Ivanov, y de su par chino, Tang Jiaxuan, la promesa de cooperación de sus servicios de inteligencia. De Irán, un país con el que EE.UU. no mantiene relaciones desde la revolución islámica de 1979, también se logró –vía diplomacia europea– el respaldo para las medidas contra el terrorismo internacional, aunque los iraníes advirtieron que una acción contra Afganistán desencadenará una “enorme tragedia humana”. Mañana el ministro de Relaciones Exteriores británico, Jack Straw, hará una visita sin precedentes a Irán para llevar un mensaje de Washington. Además, los estadounidenses cuentan, desde el viernes, con la solidaridad “legítima” de los 15 países de la Unión Europea que, sin embargo, insistieron en que la respuesta militar debe ser “localizada” y bajo los auspicios de la ONU.

 

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