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El histórico comandante sandinista Daniel Ortega fue derrotado en las urnas por el liberal Enrique Bolaños. Los augurios de éxito que los sondeos vaticinaban para el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se derrumbaron ayer ante los primeros cómputos oficiales que arrojaban nueve puntos de ventaja para el Partido Liberal Constitucionalista (PLC). Ortega reconoció su derrota rápidamente mientras el actual presidente, Arnoldo Alemán, festejaba. Estados Unidos también hizo llegar su gesto de alegría. Para la militancia sandinista, la evaluación es otra.
Tomás Borge es el vicesecretario general y presidente del Congreso del
FSLN y una de las figuras más emblemáticas del sandinismo. Ayer se subió
al escenario junto a Daniel Ortega para anunciar la tercera derrota
consecutiva del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en las
urnas. Página/12 lo entrevistó telefónicamente para saber cómo
evalúa este revés electoral y cómo se perfila el futuro del sandinismo. --¿Cómo evalúa la
derrota que acaba de reconocer Daniel Ortega?
--Daniel Ortega reconoció los resultados oficiales del Consejo
Supremo Electoral tal como nosotros nos habíamos comprometido hacer. Creo
que fue una derrota que tuvo que ver con el miedo; pudo más el miedo que
el amor. Sin dudas, fue un miedo inducido por declaraciones de los
personeros de Estados Unidos y, a mi juicio, por los altos funcionarios de
la jerarquía eclesiástica. Estos dos factores se sumaron para que a último
momento se reviertan los pronósticos electorales; fue la consecuencia de
una ofensiva poderosa y una campaña sucia en nuestra contra. Los Estados
Unidos dijeron de manera expresa, y reiteradamente, que no querían una
victoria sandinista, que nosotros éramos sospechosos --no sé de qué-- y
que la consideraban inconveniente para los intereses norteamericanos. --¿La moderación del
discurso de Ortega le jugó en contra por hacerlo poco creíble?
--Creo que independientemente de que haya sido o no beneficioso, su
discurso fue correcto. Estamos de acuerdo con nuestra conciencia porque no
hemos cambiado en lo fundamental. Hemos abandonado una retórica
innecesaria que nos hacía aparecer como muy radicales sin serlo. Estamos
armonizando nuestro discurso con nuestra realidad política. --¿Hubo algún factor de
la figura de Ortega que influyó en la derrota?
--Fue el miedo, sino cómo se explica que dos días antes las
encuestas nos favorecieran y que después de las declaraciones
norteamericanas y de la homilía del cardenal Miguel Obando y Bravo,
armonizada con los intereses de Estados Unidos, se diera un vuelco en el
resultado electoral. Es la única explicación posible. Daniel es un compañero
de noble sentimiento, capaz y talentoso que dedicó la campaña a la armonía
nacional y al amor entre los nicaragüenses. Pero, insisto, pudo más el
miedo. --¿Este es el fin de
Ortega como candidato del FSLN?
--De ninguna manera. Daniel, en este momento, por sus posiciones
maduras, ha escalado un alto sitial entre los estadistas. Nosotros lo
vamos a seguir respaldando porque lo consideramos nuestro dirigente. --Al interior del FSLN,
¿la derrota traerá algún tipo de replanteo del proyecto sandinista?
--Vamos a examinarlo, aún es demasiado temprano. Mañana (por hoy)
recién tenemos la primera reunión para evaluar la situación. Yo, en lo
personal, pienso que hay que darle continuidad a lo que hemos estado
haciendo durante toda esta campaña. Creo que ese es el camino. --¿Y qué consecuencias
trae dentro de la amplia coalición con la que se presentó el FSLN?
--La convergencia va a continuar junto a todos los dirigentes de
las distintas fuerzas políticas que ya se reunieron y acordaron continuar
con el mismo proyecto estratégico. Se avecina una gravísima crisis económica
para el país y contribuiremos, con posturas positivas y propositivas, a
que Nicaragua salga adelante. --¿Qué tipo de
convivencia tendrán con el liberal triunfante, Enrique Bolaños?
--La que el gobierno electo decida. Es decir, nosotros estamos
abiertos a un entendimiento nacional aunque depende, en gran medida, de la
posición que este gobierno tome. Reportaje: Verónica Gago. OPINION
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