Por Matthew Engel, Rory McCarthy y Jonathan Steele
Desde Washington, Kabul y Chaman, Pakistán
Finalmente se produjo la llegada de los marines, el icono de cualquier acción militar norteamericana, a Afganistán. Los generales de oficina de todo el mundo percibieron, así, el principio del fin de juego. El aterrizaje cerca de Kandahar fue llamado oficialmente Operación Justicia Veloz. Sin embargo, el Pentágono no dijo nada sobre lo inmediato. Su reticencia estaba justificada por la evidencia sustancial de la sangrienta resistencia en otros lados y una amenaza hecha por un vocero talibán de que sus fuerzas pelearían contra Estados Unidos hasta �nuestro último aliento�.
Las fuentes del Pentágono dijeron que los marines, volando en helicópteros y en aviones C130 desde bases secretas en tierra y barcos de asalto anfibios en el mar Arábigo, habían tomado una pista de aterrizaje cerca de Kandahar en una �típica toma de aeropuertos�. Se espera que el número exceda los 1000 en 24 horas, y se cree que tienen una variedad de armamentos, incluyendo tanques. El aeropuerto, según se dice, fue construido por un poderoso árabe para llegar a su coto de caza. Un periodista de Associated Press en el �USS Peleliu� vio cómo los marines se subían a enormes helicópteros Super Stallion, con sus vehículos y sistemas de armas impresos con siluetas del World Trade Center y las cifras 9/11, por el 11 de septiembre. Antes de eso, habían rezado, hecho práctica de tiro y charlado con su comandante, el teniente coronel Christopher Bourne, que les recordaba que su batallón había estado en la guerra cuando Japón atacó a Pearl Harbour.
�Once semanas atrás, nuestro país fue atacado nuevamente. Ellos comenzaron esta lucha y ustedes la van a terminar�, dijo. El Peleliu es el barco que lidera el grupo de ataque conocido como Task Force 58, que se dice que está a 640 kilómetros del objetivo. Esta operación fue descripta como el desplazamiento de más largo alcance en la historia del cuerpo de Marines, y el jefe del Estado Mayor de la fuerza, el coronel Peter Miller, dijo: �Vamos a operar al máximo de las posibilidades de nuestra maquinaria�. La fuerza comprende dos unidades expedicionarias de marines. Estas normalmente tienen 2200 hombres, la mitad de los cuales constituye un reforzado batallón de infantería, con unos 548 hombres que forman el escuadrón de helicópteros para misiones individuales, y el resto brindando comandos, coordinación y apoyo. Está pensada para que pueda autoabastecerse con provisiones para 15 días.
El vocero talibán dijo que el mulá Mohammad Omar, el líder talibán, todavía está al frente de Kandahar, mientras que los norteamericanos ahora han comenzado a sentir una clara diferencia entre los roles de sus dos principales enemigos. �Omar parece estar organizando la lucha y Bin Laden parece estar concentrándose en esconderse�, dijo el general Richard Myers, jefe del Estado Mayor conjunto de Estados Unidos. En un punto él y los talibanes estaban de acuerdo: �Creemos que vamos a atrincherarnos para una pelea. Quizás hasta el final�.
Los viajeros que llegan desde Kandahar, la base tradicional política de los talibanes y su último bastión urbano, a la ciudad de Chaman en la frontera con Pakistán, dicen que los bombardeos de Estados Unidos habían sido particularmente feroces la noche anterior. �Todos creen que la lucha en la ciudad comenzará ahora. La gente que se da cuenta de la situación se quiere ir. Aquellos que se quedan son aquellos que no pueden irse,� dijo Sayedullah, de 48 años, un comerciante de se fue de Kandahar poco después del amanecer. Fuentes bien ubicadas no dieron ninguna indicación de un ataque inmediato sobre Kandahar, y la Alianza del Norte decidió no enviar fuerzas allí. Abdullah Abdullah, el ministro de Exterior de la alianza, dijo sin embargo que algunos comandantes serían enviados al sur para ayudar a armar una revuelta final contra el régimen en el corazón pashtún del sur. �Las fuerzas locales están resistiendo a las fuerzas talibanesalrededor de Kandahar�, dijo. �No existe la intención de enviar tropas desde acá. Esto no está en discusión�. Sin embargo, se decía que otros grupos estaban avanzando desde la ciudad de Spin Boldak, en la frontera pakistaní. Hubo declaraciones de que la ciudad había caído ante las fuerzas tribales que avanzaban, aunque se informaba que anoche algunos combatientes talibanes se estaban resistiendo.
Los viajantes desde Kandahar también dijeron que había habido choques en Takhteh Pol, una pequeña ciudad a unos 32 kilómetros de la ciudad, donde los controles eran inciertos. Con infinita precaución, el secretario de defensa, Donald Rumsfeld, confirmó que los marines norteamericanos habían aterrizado para establecer una �base de operaciones de avanzada�. Dijo que no eran una fuerza ocupante. Más allá de eso, se negó a confirmar cualquier otra cosa, aunque dijo que la posición de los marines le permitiría controlar las rutas que conducían a Pakistán y a Irán. Los oficiales asistentes dijeron que el camino desde Pakistán a través de Jalalabad hacia Kabul y todos las rutas a Kandahar son ahora tan peligrosas que los conductores de camiones se niegan a entrar con provisiones. Los comandantes armados, en su mayor parte señores de la guerra independientes con sólo una tenue relación con otra fuerza más amplia, han establecido puestos de control y están saqueando los vehículos.
Khaled Mansour, un vocero del programa mundial de alimentos de la ONU (WFP), dijo que miles de personas en Kandahar estaban aisladas, y su personal había abandonado la ciudad. �El WFP está preocupado porque no tiene acceso a las 240.000 personas en Kandahar y en el área de los alrededores que dependen de la asistencia alimentaria�, dijo. Los analistas presumen que los deberes de los marines incluirán establecer un corredor de tierra seguro hacia Kandahar, conduciendo operaciones especiales y brindando protección a las fuerzas que persiguen a bin Laden y al liderazgo de al�Qaeda. Rumsfeld se negó a comentar sobre esto.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Claves
Estados Unidos desplegó, por medio de helicópteros, 1000 marines cerca del bastión talibán de Kandahar, donde estarían el líder talibán, el mulá Mohammad Omar, y el propio Osama bin Laden. Según la cadena CNN, esos mismos helicópteros de combate habrían atacado, a última hora, un convoy talibán en las cercanías del lugar de aterrizaje.
El desembarco terrestre norteamericano abre una nueva fase del conflicto desde la perspectiva política y militar
(ver pág. 18).
Después de intensos enfrentamientos y de miles de rendimientos voluntarios, la Alianza del Norte tomó por completo la norteña ciudad de Kunduz. Entretanto, en la violenta rebelión de prisioneros talibanes extranjeros que estalló el domingo en Mazar�i�Sharif, aún resiste un minúculo grupo de combatientes, aunque los muertos ya son cientos. |
UN CAMBIO REVOLUCIONARIO DE DOCTRINA MILITAR
Así en Afganistán como en Vietnam
Por G. A. U.
El despliegue de los marines en el sur de Afganistán es un cambio casi revolucionario de las intervenciones norteamericanas en el exterior. Es el tipo de despliegues relámpago vetado por la �doctrina Powell� de intervención masiva, como la Guerra del Golfo o, antes, Panamá. En realidad, la última vez que se ejecutó una operación de su tipo fue el envío de marines para defender el aeródromo de Da Nang, en Vietnam del Sur. Las obvias similitudes y la experiencia soviética en Afganistán gatillaron numerosas advertencias de que Estados Unidos se dirige a un nuevo Vietnam en las montañas del sur. Más allá de que sea o no correcta, la predicción es engañosa porque se concentra en el aspecto más marginal del asunto, el militar. La operación es primordialmente política.
El principal objetivo de los marines es cumplir en el sur el rol que la Alianza del Norte supo cumplir en la otra mitad del país. En estos momentos no hay ninguna fuerza militar viable para desafiar el control talibán de Kandahar. Si bien ciertos subgrupos dentro de la etnia pashtún se alzaron en armas tras la caída de Kabul, no son suficientes para asediar, mucho menos tomar, la ciudad. Este vacío le da la oportunidad a Pakistán para presionar para que los talibanes, sus clientes, formen parte del gobierno de posguerra, con lo que mantendría su propia influencia en el país no obstante el 11 de setiembre. La presencia de tropas norteamericanas no sólo hace imposible la sobrevivencia de los talibanes como representantes de los pashtunes (algo que el Departamento de Estado norteamericano parecía dispuesto a aceptar), sino que también hará mucho para minar la influencia de Pakistán entre esa etnia, ya que ahora pueden ser clientes de un patrocinador mucho más poderoso que el general Pervez Musharraf.
Sin embargo, el imperativo de capturar Kandahar no significa que serán los marines quienes ejecutarán el asalto de la capital espiritual de los talibanes. La toma de Kabul se logró en gran medida gracias a las oportunas deserciones de varios comandantes talibanes que deseaban unirse al lado ganador antes de que fuera demasiado tarde. Esto no puede repetirse en el sur sencillamente porque en estos momentos no hay nadie a quien desertar, dada la debilidad de las fuerzas antitalibanas locales. Ahora, la presencia de los marines probablemente llevará a una repetición de la caída de Kabul: ataques aéreos de creciente eficacia, deserciones de cientos de los defensores talibanes, y la eventual evacuación de la ciudad seguida por la entrada de las fuerzas pronorteamericanas.
Por otra parte, esto no significa en absoluto que la misión de los marines pueda completarse sin sangre. El problema en capturar a Bin Laden reside en que el saudita se mueve con entre 100 y 500 guardaespaldas muy bien armados. Las �operaciones de cordón y bloqueo� que el Pentágono dice serán ejecutadas por los marines sólo pueden culminar con el combate con una fuerza a la cual no le queda otra alternativa que matar o morir. Y aun si Bin Laden logra eludir el Gotterdamerung, habrá decenas de combates más pequeños con sus seguidores menos afortunados. Todo esto causará bajas, y no de un solo dígito. Pero es posible que el gobierno de George W. Bush no tema incurrir esas pérdidas. Al contrario, podría ser una oportunidad ideal para foguear al público norteamericano a los costos de una guerra contra el terrorismo que, insiste, se extenderá mucho mas allá de Afganistán.
|