Cuando
un Estado se ve en la necesidad de declararse en quiebra, lo mismo
que cuando un individuo se ve en tal necesidad, entonces una quiebra
limpia, abierta y confesada es la medida que a la vez menos deshonra
al deudor y menos perjudica al acreedor.
Adam Smith
La Riqueza de las Naciones, 1776.
Por Maximiliano
Montenegro
Los buitres
están sobrevolando en círculos. La estrategia de restructuración
de la deuda que encaró Domingo Cavallo está causando
revuelo entre los acreedores extranjeros, que se están preparando
para caer sobre los restos de la administración De la Rúa.
Por un lado, están los grandes fondos de inversión
internacionales, que se consideran discriminados por el gobierno
argentino y, peor aún, temen que si son perjudicados en un
canje de deuda sin garantías, el ejemplo cunda entre otros
gobiernos de la región. Dichos fondos quieren sentarse a
negociar con el gobierno argentino, dejando de lado a los habituales
interlocutores del Ministerio de Economía: los grandes bancos
de inversión que, como intermediarios, cobran jugosas comisiones.
Hace rato que tienen apuntados los misiles hacia Buenos Aires y
anticipan desde un proceso lento y desordenado para la resolución
de la crisis argentina hasta el riesgo creciente de
devaluación si no se los tiene en cuenta. Por otro
lado, están los llamados fondos buitre, propiamente
dichos, sin eufemismos. Son pequeñas compañías
de financistas y abogados dedicados a hacer negocios con la cesación
de pagos de un país: compran los títulos a precios
de remate y luego reclaman judicialmente al Estado, ante las cortes
de Nueva York, por el pago de su valor nominal, tal como figura
en los contratos. Si algunos de los primeros se plegaran a los segundos,
podrían llegar hasta embargar las cuentas del Gobierno en
el exterior y la restructuración de la deuda se hundiría.
Hace dos meses, durante un seminario en la Universidad Di Tella,
Guillermo Mondino, jefe de asesores de Economía, pintó
así el supuesto escenario en que Argentina decidiera una
reprogramación unilateral de su deuda: Los abogados
de Wall Street se harían un festín. Yo conozco uno
que siempre anda vestido de negro, muy moderno, de Elliot Associates,
que se dedica a ganarles juicios a los Estados que entran en default.
Así, hizo fortuna con Perú y Ecuador... Si dejáramos
de pagar un solo vencimiento, en cuatro meses tenemos una lluvia
se sentencias contrarias en las cortes de Nueva York. Y automáticamente
pasaríamos a deber por las cláusulas de cesación
de pagos cruzada (cuando se deja de pagar un bono es como si se
dejaran de pagar todos) y aceleración (se acumulan en el
presente todas las cuotas de capital e interés del bono hasta
su vencimiento) no 130.000 millones de dólares sino
250.000 o 300.000 millones.
El escenario escatológico imaginado por Mondino para el caso
de que Argentina cayera en default no puede ser considerado más
que una exageración, en su afán por convencer a los
acreedores de que Argentina seguiría cumpliendo con ellos
al pie de la letra. Aun en los casos más conflictivos de
reprogramación de deuda, como lo fue Ecuador en el 99,
la salida fue siempre menos desastrosa que la predicada hasta el
hartazgo por los gurúes de la city. Si no fuera así,
entonces Argentina enfrentaría gravísimos problemas
en los próximos meses, porque muchos de los más grandes
acreedores externos están convencidos de que el Gobierno
avanza a paso firme hacia un default sin llamarlo por su nombre.
Sea como fuere, tal vez, parte de la pesadilla soñada por
el jefe de asesores de Cavallo se haga realidad, a menos que Economía
encuentre cómo calmar a los grandes fondos de inversión
que amenazan con declarar la guerra al Gobierno y a los fondos
buitre, que ya están posicionándose para sacar
provecho de la mishiadura argentina. El héroe de la historia
de Mondino se llama Jay Newman y es uno de los socios de Elliot
Associates, una firma que se hizo famosa en el mundillo de Wall
Street por haber haberle ganado un juicio en los estratos de Nueva
York al gobierno de Perú, cuando en 1996 intentó reprogramar
los vencimientos de un bono. Así, Elliot, que había
comprado esos bonos por 11 millones de pesos, la mitad de su valor
nominal, terminó obteniendo una ganancia neta de 58 millones,
pero más importante aún puso en jaque
todo el proceso (ver aparte). El caso Elliot, que en agosto pasado
fue tema de análisis en el Directorio del Fondo Monetario,
alertado de la inminencia de la reprogramación argentina,
despertó desde entonces el apetito de los especuladores apenas
huelen a los países al borde del default.
Elliot puede haber comprado (papeles de la deuda argentina)
en los últimos días. Pero tal vez los fondos
buitre traten de comprar todavía más barato.
Es posible que estén esperando más kilombo y que los
precios caigan mucho más. Comprar al 30 o 40 por ciento (del
valor nominal del bono) todavía tiene su riesgo, comentó
un colaborador de Cavallo a Cash. El negocio no tiene secretos:
comprar a 30, o bastante menos, y cobrar en un trámite sumario
en las cortes de Nueva York a 100, más los intereses acumulados
hasta el vencimiento.
Sin embargo, no es este grupo, conformado por pequeños fondos
ligados a abogados, el que más preocupa hoy en Economía,
sino los grandes fondos de inversión. Desde octubre del año
pasado estos fondos se nuclearon en un club de acreedores de países
emergentes (Emerging Markets Creditors Association) y desde hace
unos días formaron un comité de acreedores de Argentina.
Por ejemplo, uno de estos fondos es PIMCO, dirigido por Mohamed
El-Erian, un ex funcionario del Fondo Monetario, que administra
235.000 mil millones de dólares. La opinión de este
ejecutivo sobre la suerte del canje de deuda es lapidaria (ver aparte).
Hace tiempo que Mohamed habla mal de Argentina. Debe tener
una posición de venta corta en Argentina (short) y está
esperando el momento de mínimo valor de los bonos,
dicen en Economía. Traducido: vendió papeles que no
tenía a un precio y ahora juega a que los títulos
caigan lo más posible para reponerlos y hacerse la diferencia.
Pero PIMCO no es el único que dispara contra el Gobierno
(ver aparte).
Su primer objetivo es sentarse a la mesa de negociación con
el Gobierno y exigen que ésta no se cierre a los bancos de
inversión, como JP Morgan, Goldman Sachs, Merrill Lynch y
Lehmann Brothers, entre otros, que actúan como intermediarios
y se quedan con las comisiones como ocurrió en Ecuador
aunque los verdaderos tenedores de los títulos públicos
no cobren nada. En segundo lugar, no quieren que el ejemplo Cavallo
prenda en otros países ahogados financieramente.
Con el canje están tratando de eludir el nombre default.
Cavallo quiere aparentar que no está cayendo en default cuando
en realidad está defaulteando, explicó a Cash
Ben Heller, gerente de HBK Investment, un fondo con sede en Dallas
miembro del Comité de acreedores. Si uno ve otros default,
el problema es cuando el país no negocia bien. Pero en Pakistán,
en Ucrania, en Rusia, no hubo demandas, porque se sentaron a negociar
con los acreedores, agregó. Según Heller, al
diferenciar entre los acreedores locales (bancos y AFJP) y los extranjeros,
el Gobierno está actuando muy agresivamente con los acreedores
extranjeros. Dice que, si Argentina admite que no puede
pagar y negocia en buena fe, los acreedores extranjeros hasta están
dispuestos a aceptar una quita de capital. Pero si no lo hace, les
garantizo que van a tener demandas judiciales, amenaza (ver
aparte).
Economía no define la posición frente a estos pesos
pesado del mercado. Es un problema a resolver, dijo
un funcionario a este diario. La razón es que entre los colaboradores
del ministro hay quienes se inclinan porsubir la apuesta con estos
acreedores, que no reconocen como una garantía atractiva
la recaudación tributaria. Hay quienes pretenden seguir el
ejemplo de Ecuador y cerrar el camino a futuras demandas legales,
borrando las cláusulas legales de los contratos originales
que más comprometen al Gobierno, como ser la jurisdicción
de Nueva York, la de cesación de pagos cruzada
y la de aceleración.
Sin embargo, los grandes fondos de inversión ya anticipan
esta movida y amenazan con sumarse, en ese caso, a las demandas
judiciales que probablemente presenten los fondos buitre,
asesorados por los mejores estudios legales de Nueva York.
LOS
GRANDES FONDOS QUE TIENEN EN LA MIRA A CAVALLO
Aquí están, éstos son
Pacific
Investment Management Company (PIMCO): Administra 235.000 millones
de dólares en activos financieros. Nació en 1971,
manejando un fondo de 12 millones de dólares. Su crecimiento
durante la década de los noventa fue exponencial: en 1990,
cuando empezó a apostar fuerte fuera de los Estados Unidos,
su cartera era de sólo 29.000 millones. El director
gerente de PIMCO es Mohamed El-Erian, quien se encarga, además,
de manejar el equipo de investigación económica del
fondo para mercados emergentes. El-Erian trabajó durante
15 años en el Fondo Monetario, coordinando equipos de monitoreo
de la política económica de varios países.
En el Ministerio de Economía lo conocen bien: Mohamed
vino algunas veces a la Argentina y suele hablar con Daniel (Marx)
y Noemí La Greca (la representante financiera del gobierno
argentino en Nueva York), comentan. Y que es probable que
sea uno de los especuladores que apuesta contra Argentina a los
que tantas veces denunció Cavallo. El lema de este fondo
de inversión es: La misión de PIMCO es enriquecer
y preservar los activos de los clientes y proveerles la más
alta calidad de servicio en la administración de sus inversiones.
Morgan Stanley Dean Witter Investment Management: Es el fondo de
inversión del banco de inversión homónimo,
que en 1999 llegó a ser el mayor intermediario en la colocación
de deuda de países latinoamericanos en el mercado internacional.
Es un fondo muy importante en deuda de países
emergentes, admiten en el Ministerio de Economía. Hace tiempo
que Morgan Stanley está muy pesimista sobre la situación
de Argentina y recomendó a sus clientes desprenderse de los
títulos de la deuda argentina. El último informe de
los analistas del banco es lapidario: Argentina enfrenta el
riesgo de devaluación, asegura. El lema es: Nuestro
objetivo es ser la primera opción de los clientes.
Western Asset Management Company (WAMCO): Administra 93.700 millones
de dólares en activos financieros, de los cuales sólo
el 2 por ciento están invertidos en mercados emergentes
de riesgo como es el caso de Argentina. El resto se concentran en
préstamos hipotecarios e activos clasificados como investment
grade por las calificadoras de riesgo internacional. Cuenta
con 231 selectos clientes y 284 empleados, en sus oficinas de Pasadena,
Londres y Singapur. El lema es: Nuestra misión... seguir
siendo líderes en inversiones diversificadas de renta fija.
David L. Babson & Co: Fundado en 1940, administra activos por
60.000 millones de dólares, de los cuales sólo una
porción menor son títulos y acciones de países
emergentes. Sus oficinas se encuentran en Cambridge y Springfield,
Massachusetts. El lema es: Toda nuestra experiencia muestra
que a los inversores que toman una perspectiva de largo plazo y
ejercitan la paciencia les va mucho mejor que aquellos que lanzan
una moneda tratando de predecir lo impredecible y se suben a cada
ola en el mercado de bonos y acciones.
HBK Investment LP: Maneja un capital de 5.500 millones de dólares,
de los cuales 1000 millones están invertidos
en los mercados emergentes. La oficina central se halla en Dallas,
Texas, y cuenta con sucursales en Nueva York y Tokio. Ben Heller,
directivo del Fondo, se negó a precisar cuánto de
este monto está puesto en títulos argentinos.
MFS Investment Management: Administra 150.000 millones de dólares
y vende fondos comunes de inversión desde 1924. Desde
hace unos meses, que no tenemos nada de deuda argentina en nuestras
carteras, explicó a Cash, en diálogo telefónico,
el directivo Mark Dow, otro ex funcionario del FMI. Sin embargo,
forma parte de EMCA, el club de acreedores de mercados emergentes,
y está muy interesado en cómo se resuelva la crisis
argentina por el efecto demostración. Si las cosas
van mal en Argentina y otros países aprenden que se puede
tratar mal a los acreedores sin problemas, entonces no va a haber
gente en el futuro que esté interesada en invertir en este
tipo de países, asegura.
Ben
Heller gerente de HBK Investment
Estamos
muy preocupados
Estamos
muy preocupados por la estrategia de Argentina por dos razones:
1) qué pasará con nuestras inversiones en Argentina
y 2) el precedente que esto sienta para otros países
emergentes, es muy importante que siente un buen precedente.
Para un fondo de inversión es muy difícil de
justificar por qué les reducimos el rendimiento a los
clientes, yendo al canje, cuando no hay garantías ni
nada que lo justifique. Argentina está diferenciando
entre distintos tipos de tenedores de bonos, favoreciendo
a los tenedores locales. La garantía es útil
para los locales, pero no funciona en el exterior. Esto es
un muy mal precedente para otros mercados emergentes. Formamos
un comité de acreedores para sentarnos con el Gobierno,
que tiene que negociar directamente con los tenedores de bonos,
no con los bancos de inversión. El megacanje fue un
desastre para los acreedores y para el gobierno argentino,
pero para los bancos fue una fiesta, porque cobraron comisiones
siderales. La crisis se puede resolver de dos formas. Una
posibilidad es que nadie vaya al canje, esperamos 3 meses
y se llega al default legal. Lo que no se entiende es por
qué no declaran hoy el default y se sientan a negociar,
que sería lo más provechoso para todos.
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Mohamed
El-Erian
director gerente de PIMCO y ex funcionario del FMI
Será
desordenado
- Argentina
está presentando un default de facto (y posiblemente
pronto sea de jure).
- El comité de tenedores de bonos de Argentina
se formó bastante antes de cualquier anuncio formal
de default. Se le enviaron al Gobierno cartas advirtiendo
en contra de una propuesta de reestructuración unilateral
a la Ecuador.
- Esperamos una resolución lenta y desordenada
de la crisis argentina. Anticipamos que, por primera vez,
el sector privado será capaz de presionar más
efectivamente para tener una palabra en el diseño de
las propuestas sobre la deuda.
- Si usted piensa que los precios de los bonos (argentinos)
están bajos (a 35 centavos de dólar), muy probablemente
los pueda ver a precios más bajos en el futuro a medida
que la crisis se vaya desarrollado de manera completa.
- ¿Puede Argentina esperar lo que dice el coro
de la ópera Evita: saldrás de ésta, como
siempre lo haces? No hay duda de que el Gobierno ha estado
esforzándose... Pero Argentina está en el punto
en que las políticas comunes están agotadas.
Más aún, la reestructuración de la deuda
encarada trae más desventajas que beneficios. Esta
estrategia contribuyó a una caída más
pronunciada del precio de los bonos y a erosionar las reservas
internacionales y los depósitos privados.
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Alice
Elliot
titular de Elliot Associates
La
gente hace la diferencia
Según
Alice Elliot, fundadora y CEO del Elliot Group, una firma
que se dedica a la gestión y asesoría de negocios,
el espíritu de la compañía es reconocido
por el lema: la gente hace la diferencia. En 1996,
Elliot Associates, la rama financiera y legal de Elliot Group,
compró por 11 millones de dólares bonos de la
deuda peruana en el mercado secundario, cuando sus precios
ya mostraban la intención del gobierno de reprogramar
los pagos. Una vez que Perú anunció la reestructuración
de la deuda, Elliot demandó al Estado peruano, reclamando
el valor completo de la deuda, más los intereses capitalizado.
Ganó en segunda instancia en las cortes de Nueva York
y embolsó una ganancia neta de 58 millones. Durante
el proceso, llegó a poner en jaque al gobierno peruano,
al inhibirlo de pagar a otros acreedores, embargar sus cuentas
en el exterior, y forzarlo a incumplir otros vencimientos.
Paul Singer, Jay Newman y Michael Straus, socios de la compañía,
son identificados por la asociación Jubileo 2000 -que
brega por una condonación de la deuda de los países
más pobres como los responsables de alentar litigios
de fondos buitres contra Estados al borde la quiebra. Este
mismo equipo llevó a cabo demandas similares contra
países tales como Panamá, Ecuador, Polonia,
Costa de Marfil, Turkmenistán y el Congo. El caso de
Elliot figura hasta en un documento del FMI, tratado en agosto
pasado en el directorio del organismo, sobre los costos de
reprogramar las deudas públicas.
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