Universidad
Popular Madres de Plaza de Mayo
DANIEL CALMELS
�El cuerpo en la escritura�
El
cuerpo en el libro
El libro puede presentarse como un interesante objeto de estudio,
por el desafío que requiere implicarlo en una reflexión
que analice su relación con el cuerpo.
El libro pareciera estar ajeno al cuerpo, y así lo entendía
Jorge Luis Borges cuando, en una conferencia dictada en la Universidad
de Belgrano, decía:
De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso
es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo.
El microscopio, el telescopio, son extensiones de la vista; el teléfono
es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones
del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión
de la memoria y de la imaginación.
En
otro tramo de la conferencia cuando Jorge Luis Borges se refiere a las
palabras impresas lo hace de forma peculiar: ¿Qué
son las palabras acostadas en un libro?, ¿qué son esos símbolos
muertos?. Borges debe recurrir aquí, para ilustrar sus pensamientos,
a la figura del cuerpo humano acostado, apoyado sobre sus costillas, y,
acto seguido, liga la imagen del cuerpo acostado a la muerte. Es la proyección
de su experiencia corporal la que le sirve para hablar de la palabra y
del libro. No se trata de la letra fija y muerta, contraria a la vivificante
oralidad, siempre renovada y posible de resucitar corregida, sino de palabras
acostadas, cuerpos horizontales, símbolos agónicos de la
visibilidad. Para Borges, las letras impresas han muerto, su ceguera le
impide atraparlas con los ojos. La letra muerta cobra aquí
otros significados. El libro que reúne estas conferencias lleva
un título revelador, se llama Borges Oral. En él la palabra
de Borges se materializa, hace cuerpo, y al leerlo cobra vida. Agrega
Borges en relación con el libro: Si lo leemos ocurre algo
raro, creo que cambia cada vez. Sucede que la letra escrita muere
para resucitar con el aliento de la lectura. Al decir de Régis
Debray: Las palabras escritas son inertes, pero las imágenes
guardan lo vivo de ellas.
Ahora bien, podríamos acordar en que el libro llevado a los ojos
no prolonga la vista, en el sentido literal del término, pero al
comprometerme con él, al incorporarlo, amplía mi mirada.
Arrimado a mi oreja no extiende mi oído, pero educa mi escucha.
Por otro lado, el cuerpo está presente en el libro de las formas
más sutiles; los nombres que le hemos dado a sus distintas partes
provienen de nuestra corporeidad.Al decir la faz de una hoja a la
que también se denomina carilla nos referimos a la cara o
al rostro; la primera cara, la carátula, significa máscara.
El término encabezamiento contiene a la palabra cabeza;
y el acápite, párrafo apartado o epígrafe, proviene
de la frase latina a capite que quiere decir desde la cabeza.
Para referirnos al costado del libro en el que se unen y sujetan las hojas
decimos lomo. El espacio que dejamos en el costado izquierdo al comenzar
un párrafo se denomina sangría. Al final del libro, cuando
recorremos con la yema del dedo el listado de temas, encontramos el índice,
y cercano a éste, a modo de suplemento, un apéndice. A su
vez los libros tienen capítulos (de caput: cabeza) y glosario,
compuesto por el prefijo glos: lengua. Si doblamos los bordes de las hojas,
nos encontramos con orejas; y, por supuesto, toda aclaración se
hace al pie de la página. De más está decir que todo
buen libro, al igual que los cuerpos, poseen cubiertas con solapas. A
su vez el clásico libro de estudio escolar es llamado manual, palabra
que proviene de mano.
A diferencia de la computadora (exceptuando memoria y virus), el libro,
espacio de representación, objeto que contiene y soporta la letra,
ha sido bautizado a imagen y semejanza del cuerpo humano.
Del estilete al estilo
Vivir no es necesario;
lo necesario;
es crear
Fernando Pessoa
La
lengua escrita es producto del aprendizaje y, a su vez, productora de
conocimientos. Al escribir se genera un acto de unión entre el
saber y el conocer. El escribir es objetivo y subjetivo; su resultado
es una forma externa al escritor que puede ser cambiada interminablemente
en las múltiples lecturas o reescrituras posibles. El que escribe
vuelve a leer, operación que hace de la escritura una multiplicación
de la lectura. De la escritura y la lectura surge un tipo de actividad
profundamente reflexiva. Dice Gastón Bachelard:
...escribir es reflexionar en las palabras, es oír las palabras
con toda su resonancia. Entonces el que escribe es el ser más original
que existe, el menos pasivo de los pensadores.
El
fenómeno de la escritura no consiste en volcar fuera lo que tengo
dentro, no se trata de ordenar formalmente lo sabido. La escritura no
es idea que se exporta al papel, sino trabajo original sobre el papel.
La voz interior no dicta todo el texto, apenas algunas palabras
(Torkom Saraydarian).
En el propio acto de la escritura se produce un conocimiento. En la búsqueda
de la palabra, en la tachadura, en la corrección, en el titubeo,
se encuentra el acto de conocimiento. Dice Julián Marías:
Hay pensamientos que no se alumbran si no es escribiendo.
Al concepto se llega por aproximaciones sucesivas, se lo conquista desde
múltiples lugares.
La escritura tiene puntos de contacto con la conversación, aunque
el interlocutor esté ausente físicamente. El fenómeno
de la producción de escritura implica a un otro potencial.
No es la escritura una ayuda memoria, sino la memoria. Debemos cuestionar
el hecho de que tal o cual cosa es conocida por mí y me cuesta
ponerla en palabras. Conocer, a diferencia del saber intuitivo,
es un acto de palabras. Escribir no es el mero acto de describir lo que
internamente poseo, sino la adquisición de una nueva posesión.
Al decir de Georges Braque: Escribir no es describir, pintar no
es reproducir. Un texto puede nacer alrededor de una idea sobre
la cual tengo algún dominio y cierta conciencia: material reflexionado
en conversaciones y a partir de lecturas. Sobre este material se monta
la escena de la escritura, sobre una idea disparadora. El producto resultante
puede extender, rever, modificar la idea original, así como también
desarrollar una complejidad inusitada.
La escritura es activa no porque refleje el pensamiento, sino
porque produce pensamiento; no porque plasme las imágenes sino
porque crea imágenes; requiere de la búsqueda infinita en
el finito mundo de las palabras.
Una de las formas en que el saber encuentra legibilidad es a través
de la escritura, convirtiéndose en acto de conocimiento. La propia
práctica de la escritura es, en sí, un acto de ignorancia
y de saber, un gesto particular, porque es suma de praxia y lenguaje.
Le exige al cuerpo y al psiquismo, reclama la atención de todo.
Salí
de la escuela leyendo, sin saber lo que leía; formando caracteres
claros y gordos, pero sin forma ni hermosura...
Diego de Torres Villarroel (1693?-1770)
La
escritura menor es la del escriba, la del copista, la que traduce en signos
los sonidos del dictado. La escolaridad abusó de esa práctica.
Escribir fue puesto del lado de la copia, de la rendición de cuentas:
¡Saquen una hoja y escriban!.
La primera escritura del niño busca hacer más que decir.
El esfuerzo está puesto en el dibujo de la letra. La factura del
significante ocupa su atención, es la materialización gráfica
de lo que ya fue aprehendido en la materia sonora. El pasaje del sentido
del trazo al sentido de la letra le otorga a la escritura el poder de
la significación. La búsqueda de significación puede
distorsionarse ubicando al niño en el lugar de un simple copista,
y a quien dicta, en el de un dictador.
En referencia al acto de copiar reiteradamente, señala Emilia Ferreiro:
El resultado generalmente es que los niños no copian palabras
o sílabas, sino sólo algunas letras distorsionadas. Aun
los que sí copian bien, acaban sin poder decir qué es lo
que copiaron.
El
escritor se define con un término que lo diferencia del escribiente.
Si bien hay palabras para nombrar al actor (escribiente, escritor),
no la hay así para el acto. Saber escribir designa
significados distintos. Cuando un alfabetizado que utiliza la escritura
corrientemente dice que le cuesta escribir, o que no
se sabe escribir (refiriéndose a la confección de
un artículo, relato o descripción), enuncia la presencia
de un obstáculo en la práctica de su estilo.
El término estilo surge de estilete, elemento
empleado para escribir, presente en la acción de sacar, marcar
una superficie, aquí diferenciamos ambos términos para señalar
dos tipos de escritura: escritura de estilete y escritura
de estilo. En la primera tendría lugar el alfabetizado, el
que accede a la lengua escrita y la usa como vía para fijar
un conocimiento; en la segunda, se encontraría quien puede hacer
de la escritura un terreno peculiar de producción de
conocimiento.
El escribiente es el que cree que la lengua es un puro instrumento
del pensamiento y ve en el lenguaje una herramienta; por el contrario
para elescritor el lenguaje es un lugar dialéctico en que las cosas
se hacen y deshacen, donde sumerge y deshace su propia subjetividad.
Roland Barthes
Entender la escritura como una copia lleva a pedirle al niño un
acto de estilete, se lo coloca en una acción sin deseo,
en un lugar de pasividad. Por el contrario, la escritura de estilo
es movida por la necesidad, tiene iniciativa propia, no está mandada
a hacer. Al copiar se abandona el acto para pasar al mero movimiento;
no se escribe sino que se transcribe. En cambio en la escritura como acto,
escribir es inscribir. Diferente es el escribir como castigo, todavía
presente en la institución escolar (también se castiga con
el movimiento: carrera, flexiones de brazos, etc.). Se castiga con la
materia que se debería hacer querer.
La letra densa
El psiquismo se comporta poéticamente.
De allí en este caso el placer de escribir.
Gastón Bachelard
La página en blanco es un oído que aguarda.
Roberto Juarroz
En
la poesía la escritura recobra su antiguo dominio del espacio gráfico.
Las palabras no ocupan un lugar convencional, hay rebelión contra
el margen izquierdo. En la mayoría de los casos (a excepción
de la prosa poética) la escritura poética se aleja de los
márgenes, se centra, construye más de arriba hacia abajo
que de izquierda a derecha; poesía vertical, como diría
Roberto Juarroz, uniendo el cielo con la tierra. El poeta dibuja la letra,
vuelve densa la palabra.
La huella que la mano deja cuando escribimos palabras puede ser una forma
de recuperar el gesto. El cuerpo siempre está ausente en el sobre
de una carta, pero viaja en ella una marca de la persona. La letra siempre
es singular, es una estela que la mano deja con los gestos plurales de
la lengua escrita. La escritura a veces es una forma de acercamiento:
se escriben cartas para llegar al cuerpo del otro.
La escritura poética no intenta olvidar el cuerpo, sino reconstruirlo.
La poesía es palabra densa, habitable, palabra que busca y atrae
a otra palabra: trabajo de amantes, cuerpo y poesía.
Alejandra Pizarnik sabe que la poesía llega al cuerpo, al cuerpo
herido: Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura.
Porque todos estamos heridos.
Una de las formas más eficaces para alejarse del poema es descarnarse
y leer con la lengua ortopédica, la que corrige la sintaxis y la
ortografía. Dice A. Pizarnik: Perras palabras, ¿cómo
han de poder mis gritos determinar una sintaxis? Todo se articula en el
cuerpo, cuando el cuerpo dice la fuerza inadjetivable de los deseos primitivos.
La escritura de palabras es suma de praxis y lenguaje, unión del
cuerpo en la lengua, lengua común de los cuerpos.
Las experiencias corporales son fuentes de alimentación de las
imágenes. Las vivencias preverbales son material para nuestras
metáforas verbales. El cuerpo siempre es reservorio. Allí
donde el lenguaje verbal es pobre en extensión de vocabulario,
se enriquece en la condensación.
Antonin Artaud
Soy hombre por mis manos y mis pies, mi vientre, mi corazón
de carne, mi estómago cuyos nudos me acercan a la putrefacción
de la vida.
A. Artaud.
Fragmento
de Fragmentos de un Diario de Infierno
No
concibo la obra como separada de la vida.
A. Artaud. Fragmento de El Ombligo de los Limbos
Me
referiré a la vida y a la obra de Antonin Artaud, con el objetivo
de entrecruzar dos aspectos que hacen de su obra un hecho singular. Uno
de ellos es la continua y remarcada referencia al cuerpo y al organismo.
Motivada por la enfermedad, el dolor y la rebeldía, las referencias
al cuerpo y al organismo que encontramos en sus textos, son componentes
ineludibles aun cuando se piense en el espíritu o el pensamiento.
El otro aspecto lo podemos situar en torno de la escritura como gesto,
como acción elaborativa, creadora de pensamiento. En relación
con este último punto podemos decir que la escritura de Artaud
se nos presenta a la manera de una talla, cuyo desvío en el impulso
del estilete marca la discontinuidad en la producción textual (textura).
Artaud opera con la lengua escrita como un tallador, que no puede disimular
los excesos en la marca que produce el filo.
Sus textos dejan ver las uniones, las cicatrices. Inquieta la sutura más
que las partes, que se vuelven extrañas en el tejido que las une.
La escritura de Artaud se aleja del tatuaje para adentrarse en la cicatriz.
Al ser rechazados sus poemas para su publicación en una revista,
A. Artaud le escribe a su director, Jaques Riviere: ...me doy perfecta
cuenta de las detenciones y las sacudidas de mis poemas, las cuales atañen
a la esencia misma de la inspiración y provienen de mi endeleble
impotencia para concentrarme en un objeto.
Artaud llevaba siempre consigo un cuaderno de notas, su escritura, su
acción, no tenía un tiempo predeterminado, cumplía
con la idea de M. Blanchot ...hay que escribir solamente en la incertidumbre
y la necesidad. Pero en las últimas semanas de su vida tomó
una determinación de la cual luego se arrepentiría, dijo
a sus allegados:
Les anuncio que no escribiré más; lo he escrito todo.
Por lo demás, ¿ven?, ya no tengo cuadernos. Y mostró
el bolsillo interior de su chaqueta, en el cual ya no se veía el
cuaderno habitual.
1946 - días antes de su muerte - escena cotidiana
Acaso
era la hora del día en que la luz se proyecta sobre los objetos,
destapando las marcas más sutiles. Artaud estaba enfermo y quería
comenzar a guardar los gestos que lo acompañaban, para que la muerte
no lo tomara por sorpresa. Días antes había prometido no
escribir más, como quien jura en la mitad del mareo abstenerse
de tomar alcohol de por vida. Pero esa luz, a esa hora del día,
se posaba sobre el mantel de hilo y dejaba al descubierto algunas letras
tenues. Artaud sabía descifrar los signos que habitaban en los
objetos, así lo había hecho unos años antes en su
estadía en México.
Paule Thevenin cuidaba de él, dándole un lugar en su casa.
Esa tarde la hija de Paule cruzó la sala en dirección a
la calle. Artaud la llamó con suavidad, era el tono que su madre
más quería: Mi pequeña Domnine, quieres, por
favor, ir a comprarme un cuaderno a la librería? (5). Cuando tubo
el cuaderno en sus manos tomó un lápiz y ante el recuerdo
de su promesa, comenzó a marcarlo, a trazar palotes para no perder
la mano a laescritura; ...quiero hacer palotes dijo, mi
mano no puede dejar de escribir.
Después
de la abstinencia, había que retomar la escritura desde el gesto
más primario (**); marca del grafito sobre el papel, materia prima
para la construcción gráfica de la letra, trazo que nos
deja mudo, marca del silencio. Los palotes configuran la primera valla,
las primeras rejas, sumisión al orden del renglón y del
margen, y al mismo tiempo punto de partida para la marca que podrá
tener voz (fonética).
Palotes al modo de pequeños tajos dispuestos
a distancias iguales unos de otros; lo que da a pensar que está
manifestándose en esto el empuje repetitivo, esto es, el ritmo.
Arte y escritura, no distintos. M. Blanchot.
La escritura de Artaud: persistencia, continuidad, trabajo de cargar las
palabras con el trazo, de una densidad que sólo el cuerpo puede
darle. Dice Oscar del Barco, su escritura es acción y no
una referencia a la acción.
Los lápices recobraban el valor del estilete (la estilo-gráfica),
en un mismo acto, marca y estilo configuraban el acto escritural. El elemento
de escritura recobraba el sentido de un arma:
El aire está cargado de golpes de lápices, de golpes
de lápices como de golpes de cuchillos...
Lengua
y escritura trascendían la obra, no se trataba del
creador que protege y difunde sus escritos, no era cuestión de
cuidar lo hecho, sino de potencializar el hacer. El poeta es aquí
el hacedor, el que agranda el mundo de los sentidos al producir escritura,
no como registro del pasado, sino como generadora de un presente que intenta
violentar.
Andre Bretón refiriéndose a la redacción del N3 de
La Révolution Suréaliste, casi escrita en su totalidad por
Artaud, dice:
Aquí el lenguaje se desprende de todo lo que podía
darle un carácter ornamental ... y surge templado y resplandeciente,
pero resplandeciente a la manera de un arma ....
En Artaud cobra valor el acto de la escritura más que el producto
escrito. No es un arma guardada que rememora los disparos, sino un hacer
violento, en los cuales la escritura agrede la molicie y espanta los oropeles.
Escritura a salvas, disparos con los cartuchos de la otra cartuchera,
la que reúne tintas y grafitos, puntas afiladas y plumas.
Rodolfo Walsh apuntando a otra marca de sentido entre las
máquinas que producía la firma Remington nos advirtió
del extraño parentesco del revólver y la máquina
de escribir.
(**)
Fragmentos de este texto que pertenecen al libro El cuerpo en la escritura
(Daniel Calmels, Ed. D&B, 1998, reedición Novedades Educativas)
fueron incluidos en el suplemento del viernes 27 de octubre del año
2000.
Esta
escritura direccional no es autobiográfica, no se trata de la crónica
de los acontecimientos, del escribir sobre la ceniza de lo pasado, sino
de la acción que potencia lo escrito como acto. Cabrían
las palabras de Paul Valéry: Yo no he querido decir, yo he
querido hacer.
Las últimas palabras de una carta titulada A mi Amigo
nos develan una interrogación clave en su pensamiento, ésta
es: Existe la forma, antes del gesto creador, de una manera latente
de la que el gesto no es más que la dominante? ¿O el gesto
crea al pensamiento?. Escribir eraproducir pensamiento. Al escribir
la acción no estaba descarnada: Y nos era necesario entonces
una mano que se transformara en el órgano mismo del aprender.
Escribía porque no podía escribir. Escritura del no poder,
escribo que no puedo escribir: ... he entrado en la literatura escribiendo
libros para decir que no podía escribir absolutamente nada; cuando
tenía algo que decir o escribir, mi pensamiento era lo que más
se me negaba. Artaud
uuu
En cuanto al cuerpo, cuando escribe sobre la vida corporal-orgánica
no lo hace como el anatomista o el filósofo, no se trata del cuerpo-organismo
de todos los hombres. No es que le pone palabras a las sensaciones, sino
que entre otras cosas las sensaciones están hechas de palabras.
Dice Alejandra Pizarnik ...por lo corporal del lenguaje, por la
impronta respiratoria del poeta, por su carencia absoluta de ambigüedad.
Sí, el Verbo se hizo carne. Y también, y sobre todo en Artaud,
el cuerpo se hizo verbo.
La producción textual de Artaud se aleja de la des-cripción,
transita por la escritura para llegar a la ins-cripción. Inscripción
en el cuerpo como un papel y en el papel como cuerpo.
Sólo escribo lo que he padecido en cada centímetro
del cuerpo y punto por punto en todo el cuerpo, nunca encontré
lo que escribo sino a través de las angustias de lo moral en mi
cuerpo. A. Artaud 1945
En
cuanto a las sensaciones, Artaud carga la escritura con señales
del campo de la musculatura, de las articulaciones, de los nervios. En
su escritura el hecho propioceptivo (***) supera lo exteroceptivo, dominio
de los cinco sensorios (vista, oído, tacto, gusto, olfato) referente
común de muchos poetas a la hora de componer metáforas y
sinestesias. Pero si del cuerpo se trata, Artaud no sólo da lugar
a la vida corporal, sino también y de sobremanera a las
(***)
La sensibilidades exteroceptiva, interoceptiva y propioceptiva son las
tres fuentes orgánicas de la percepción. Exteroceptiva:
receptores periféricos (comúnmente llamados los 5 sentidos);
interoceptiva: receptores de los músculos lisos y de los sistemas
neurovegetativos (respiración, digestión); propioceptiva:
músculos estriados (movimientos, actitudes).
vísceras,
a los órganos de la interioridad, palpitante vida interoceptiva
que se convierte en una amenaza, pues son las sensaciones de los órganos
que no le permite olvidarlos, recordándoles esta molestia
de sentir que uno depende de su propio cuerpo (Artaud). Las sensaciones
propioceptivas e interoceptivas sin un circuito que las integre en un
cuerpo son una continua amenaza de fragmentación:
Una sensación de quemazón ácida en los miembros,
músculos retorcidos y como al rojo vivo, el sentimiento de estar
en vidrio y frágil...
Una exacerbación dolorosa del cráneo, una cortante presión
de
los nervios, la nuca aferrada al sufrimiento, las sienes que se
vitrifican o se transforman en mármol, una cabeza pisoteada por
caballos. Frag. Descripción de un estado físico
En
El Teatro y la Peste, a propósito de la muerte va a desarrollar
una nueva lección de anatomofisiología, en la cual comprueba
que a pesar de que la peste produce un desorden fundamental de las
secreciones (...) no hay pérdida ni destrucción de materia,
como en la lepra y la sífilis. Los mismos intestinos, donde ocurren
los desórdenes más sangrientos, donde las materias alcanzan
un grado inaudito de putrefacción y de petrificación, no
están afectados orgánicamente. Artaud
Artaud dialoga con los órganos, los tiene demasiado en cuenta,
o para valorar su inalterabilidad o para apesadumbrarse por su existencia.
Como hombre de teatro sabe que el cuerpo miente y que el actor se entrena
para la escena. Como hombre sufriente sabe que el organismo no miente,
y que la función del órgano si no se integra en una estructura
superior se desorienta y se ajeniza. La función no hace al órgano,
lo destruye, el órgano se corporiza no por su función sino
en el funcionamiento del cuerpo (como mediador entre el psiquismo y el
organismo).
En este sentido el actor pensado por Artaud debe ser un atleta del
corazón, con la diferencia de que la carrera del actor
se ha vuelto hacia el interior.
El actor es un atleta del corazón.
La división de la persona total en tres mundos vale también
para él, y sólo a él le pertenece la esfera afectiva.
Le pertenece orgánicamente.
Para
Artaud el actor unifica cuerpo y organismo, piensa la actuación
bajo el modelo orgánico. El alma puede reducirse fisiológicamente
a una madeja de vibraciones.
En su escritura apela a un hombre con materia pero sin órganos:
El tiempo donde el hombre era unárbol sin órganos
ni función...
Pues la gran mentira ha sido hacer del hombre un organismo.
Desde
su vida temprana los órganos han dado que hablar, la enfermedad
ha dejado su organismo en estridencia, se ha roto la necesaria ignorancia
de la silente interioridad que tan bien supo nombrar Paul Valéry
al decir: La salud es el silencio de los órganos. A
la edad de 5 años ha sentido estallar su cabeza por culpa de una
meningitis, escribela niñez es como la muerte (16).
Luego en su vida adulta esa misma cabeza se verá convulsionada
con los electroshock. Morirá en el mes de marzo de 1948 de un cáncer
de recto. Sus tres padeceres: locura, cáncer y meningitis, serán
incluidos en un escrito de autorreferencia: Y vosotros, locos lúcidos,
cancerosos, meningíticos crónicos, sois unos incomprendidos.
Artaud distingue entre el cuerpo y los órganos, entre el cuerpo
y lo físico, no piensa en lo psico-físico o en el alma-cuerpo,
sino, que rompe este dualismo incursionando en categorías diferentes,
así refiriéndose a las características de Van Gogh
diferenciar entre el cuerpo y lo físico, escribe: ...desarrollo
corporal y físico de su personalidad de iluminado. En otro
escrito diferenciará entre la carne, el cuerpo y el espíritu:
... el del predominio de la carne sobre el espíritu, o del
cuerpo sobre la carne, o del espíritu sobre uno y otra. También
escribe estos versos, en los que supera la disyuntiva de corte dualista,
incluyendo tres categorías: carne-cuerpo-sentimientos.
Encrucijada de las separaciones,
Encrucijada de las sensaciones de mi carne
Abandonado por mi cuerpo,
Abandonado por todo sentimiento posible en el hombre.
Sensaciones
de la carne abandonadas por el cuerpo, abandono y puesta en fuga de los
sensorios que desesperan al no tener cuerpo en el cual tomar forma. Artaud
sabe que el cuerpo nos conforma.Su obra es un auténtico glosario
(lengua) en el sentido carnal del término, un glosario de la desesperación.
Artaud se escapa continuamente de la literatura. No nos propone ninguna
didáctica, ni nos conduce a ningún camino. No es ni héroe
ni mártir.
Fue
un hombre que no pudo separar la vida de su obra, fue un hombre por sus
manos, sus pies, su vientre, su corazón de carne, su estómago
desnudo que se acerca al abismo de la vida.
La inspiración
... lo poético no es algo que está afuera,
en el poema, ni adentro, en nosotros, sino
algo que hacemos y que nos hace
Octavio Paz
Los
actos de autoría, ligados con la creatividad, parecieran surgidos
de fuerzas enigmáticas, ajenas al sujeto, provenientes de las musas.
El término inspiración lleva impreso un mandato divino.
Primeramente, el escritor era un mediador, un elegido carnal que ofrecía
su cuerpo y sus herramientas para componer, para crear guiado por el influjo
sobrenatural. El escritor se desatendía de su autoría,
sus actos eran guiados, su mano se movía al influjo de fuerzas
sobrenaturales.
Es probable que el término inspiración haya sido utilizado
en primera instancia refiriéndose a los escritos sagrados: los
redactores bíblicos habían sido como manos y
plumas del Espíritu Santo. La necesidad de dejar
constancia escrita en un soporte diferente al de la memoria dio lugar
a la escritura inspirada, con lo cual el término quedó ligado
a este acto, si bien luego se extendió a otras producciones. Dice
Michel Foucault: Los sonidos de la voz sólo son su traducción
transitoria y precaria. Lo que Dios ha depositado en el mundo son las
palabras escritas (...), la ley que fue confiada a las Tablas, no a la
memoria de los hombres; y la verdadera palabra hay que encontrarla en
un libro.
Si bien el término inspiración se aplicó para el
conjunto de los textos bíblicos, podríamos diferenciar su
aplicación refiriéndose al Nuevo o al Antiguo Testamento.
En referencia a las palabras del Antiguo Testamento se afirma que Cristo
siempre las citó como infaliblemente verdaderas, y de autoridad
divina, por ser la palabra de Dios. En cambio, a los escritores
del Nuevo Testamento se les prometió la inspiración,
(...) y ellos escribieron y profetizaron con el auxilio de esta.
(W. W. Rand) Esta diferencia de procedimiento para la confección
de un texto escrito produce un escalón intermedio, un punto de
apoyo para el pasaje de la escritura dictada a la escritura inspirada,
del escriba al escritor, de la escritura de estilete a la escritura de
estilo, y por lo tanto a la posibilidad de la autoría. En el lenguaje
medieval llámanlos notarii et actuarii, nunca
auctores. El auctor es Dios o el Espíritu Santo... (Ricci
C.)
En este sentido, la Inspiración era aquel influjo sobrenatural
ejercido por el Espíritu Santo en la mente de los escritores sagrados,
en virtuddel cual declaraban ellos, sin cometer error alguno, la voluntad
divina. (W. W. Rand)
Para Michel Foucault el nacimiento del autor está ligado a la transgresión,
o sea cuando se pudo abrir juicio sobre lo escrito, y esto fue posible
cuando el escritor dejó de ser un copista del Espíritu Santo,
dejó de escribir sin cometer error alguno, por voluntad
propia. Dice M. Foucault: Los textos, los libros, los discursos,
comenzaron realmente a tener autores (distintos de los personajes míticos,
distintos de las grandes figuras sacralizadas y sacralizantes) en la medida
en que podía castigarse al autor, es decir en la medida en que
los discursos podían ser transgresivos.
En referencia a lo que frecuentemente denominamos inspiración,
podemos distinguir dos polos hacia los cuales convergen las ideas referidas
al acto creativo. En uno de ellos se condensaría las ideas que
explican la inspiración como un acto cuya dirección es de
afuera hacia adentro y en el otro polo la idea inversa o sea que el hecho
creativo guiado por la inspiración iría de adentro hacia
afuera.
La Metáfora Respiratoria: Uno de estos polos podemos resumirlos
con el nombre de metáfora respiratoria, una acción ligada
al soplo divino de Dios en las narinas del primer hombre. La metáfora
respiratoria entiende el hecho creativo como un acto de tomar de
afuera, una visita gaseosa, invisible, etérea, un soplo divino
nos permite estar inspirados. La nariz es divina dicen los rabinos. La
nariz, dicen los cabalistas, tiene conexión con el espíritu
vía la letra Alef.
La Metáfora Botánica: En el otro polo se encontraría
lo que podemos llamar la metáfora botánica. Como fuerza
diferente y opuesta a lo inspirado, se impone aquí lo espirado,
lo que transcurre de adentro hacia afuera, lo que proviene del interior.
Aquí el cuerpo es semilla dispuesta a germinar, y esto es posible
gracias a que dentro de ella están los elementos nutricios para
dar forma a la obra (Hay que sacarlo todo afuera como la primavera).
Lo que viene de afuera es secundario, intranscendente. La metáfora
botánica compara el saber con un cultivo, la persona que la posee
está cultivada. El brote creativo, surge, fluye, emana, lo hace
sin esfuerzo, naturalmente y en forma generosa. El brote creativo es un
acto de sacar de adentro, si esto no sucede se acude a la frase no
me sale.
Ante la imposibilidad de escribir el surgimiento del no me sale,
es no sólo un indicador de la dirección que se le otorga
al movimiento creativo, acción de pasaje del interior al exterior
del cuerpo, sino también del lugar de origen y almacenamiento de
las fuerzas creativas.
Estas
dos metáforas que resumen, que representan al acto creativo, anulan
y frenan la posibilidad de pensar el proceso creativo en función
de la autoría. Paul Valéry decía sorprende,
por contraste, que la forma de actividad que engendra a las obras de arte
sea poco estudiada, o no lo sea sino al pasar, y con precisión
insuficiente (...) interesa más el acto que el resultado
del acto, el mecanismo más que el producto.
Interesa el autor en cuanto artífice. Para ser autor hay algo de
lo artífice que debe ser puesto en movimiento, en posición
creativa, vía de acceso a la zona de arte, entendiéndola
como una producción subjetiva equivalente al espacio transicional
de Winnicott (Elsa Escanio), pues en esta zona de arte el
art(e)ífice crea una autoría diferente. Si no se logra el
acceso a esa posición, el sujeto queda inerte = sin arte, inactivo,
sin capacidad. La autoría crea y cría, da cuerpo y pone
el cuerpo. Para acceder a esta zona de arte, más que
la inspiración es necesario el aliento, función de sostén
acompañamiento y provocación de otro, testigo de confianza.
El acto creativo requiere de una materialización, de una realización.
No basta tener la idea, la ocurrencia, la imagen. La obra es una marcasustantivada
de una acción. No sólo es necesario y deseable en el proceso
creativo conectarse con imágenes inconscientes, sino fundamentalmente
producir algo con ellas. La escritura, el acto de escribir no es un fenómeno
ligado al sentir sino más bien al decir por escrito, y en este
decir escritural las palabras toman cuerpo. Dice Octavio Paz la
poesía no se siente: se dice. Quiero decir: no es una experiencia
que luego traducen las palabras, sino que las palabras mismas constituyen
el núcleo de la experiencia.
Bibliografía
citada
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Bs.As. 1944.
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DANIEL CALMELS - Escritor - Psicomotricista.
Ultimos
libros publicados:
El Cristo rojo. Cuerpo y escritura en la obra de Jacobo Fijman. Ed. Topía.
El cuerpo en la escritura, Ed. D&B. 1998. Reedición Ed. Novedades
Educativas.
Estrellamar, Ed. D&B, 1999, premio Rodolfo Walsh derechos humanos.
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