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Jueves 15 de Marzo de 2001

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Boom Boom Kid o el pibe de los mil nombres, en tiempo de reflexión


Crecer, ¿para qué?

Aquí se anuncia un parate (¿definitivo?) de Fun People, la banda insignia del hardcore positivo argentino. No es la única noticia. El ex Nekro habla de sus versiones de Frank Sinatra, su admiración por Julio Iglesias y cuenta algunas historias de infancia y adolescencia. Aunque él prefiera no hablar de etapas en los seres humanos. “Eso es una de las peores cosas que los seres humanos permitimos”, afirma.

POR MARIANA ENRIQUEZ

En la calle, le gritan muchos nombres. Nekro, Peti, Carlitos, alguna que otra vez Miss Muerte. Pero: “se acabó con los seudónimos, ya paré. Ahora ya definitivamente soy Boom Boom Kid”. Ahora lo empezaron a llamar Bombón, igual. Lo cierto es que en mayo editará otro simple como Boom Boom Kid (el primero I do/Abrazame salió con el último disco –hasta el momento– de Fun People, Angustia No No) que tendrá tres canciones, y poco después empezará una gira. En el set habrá canciones de Fun People porque las del último disco le encantan. “Como Gori decidió no tocar más en la banda no bien salió el disco, en el medio de la gira que hicimos por Estados Unidos, no las pude tocar en vivo como me hubiera gustado”.
Que Boom Boom Kid haya empezado su carrera solista no quiere decir que le haya puesto punto final a Fun People. Sigue ensayando con la banda, pero... “Necesitaba hacer un intervalo. La necesidad de empezar algo solo surgió porque... Cuando alguien tiene muchas ideas en una banda y las ideas se ponen en marcha, desde una composición hasta armar una gira o el arte de tapa, ya hay cosas que están pactadas sin necesidad de explicarlas. Yo escribo la letras y tengo mucho que ver con la parte compositiva. En Fun People, si era el que iba siempre a hablar a las notas no era porque yo me moría por ir, sino porque nadie más quería. Yo tenía que hablar con los promotores porque si no nadie lo hacía. Y las tapas siempre las cuidé mucho, y no sé qué hubiera sido de ellas si yo no estaba ahí para hacerlas. Había cosas en la banda que ya no se podían discutir, y no por una cuestión de tiranía, hay cosas en las bandas que son así. Ahora quiero juntar gente que me quiera acompañar en un proyecto sin dar explicaciones. Es el momento. No dejar la banda, pero sí hacer un intervalo. Fui el único miembro de la banda que nunca tuvo un proyecto paralelo. Todos lo tuvieron y fueron respetados. Por ahí tenía que ver con que satisfacía todas mis necesidades en la banda, porque la verdad es que Fun People siempre tuvo mucho que ver conmigo. Les conté a los chicos y les pareció bien. Incluso Gori me impulsó a empezar algo solo. Los fans que se acercan en general me dicen cosas positivas. Pero la verdad es que no me pregunto mucho cómo lo recibirán, el que quiera ir a verme que vaya, y el que quiera comprar el disco que lo compre. Yo sé que si al disco le pongo Fun People y no Boom Boom Kid va a ir más gente a los shows y vender más, pero bueno... Los chicos con los que estoy tocando me entienden y me apoyan. Y yo no tengo nada que perder.”
–¿Y con Ugly Records, el sello, tenés pensado seguir?
–Ahora con el sello edito a fines de abril un split con Enot y una banda de San Francisco. Es el último disco en cd de una banda de acá. Es mucho trabajo y no voy a tener el tiempo para dedicarme 100% a una banda, desde producción, estética, conciertos, todo lo que tiene que hacer un buen sello. Vamos a seguir haciendo ediciones sudamericanas de bandas de afuera, porque es más libre y está más armado, además nos encantaría que las bandas se conozcan. Ahora sacamos una banda australiana que se llama Hard Ons, son un clásico de culto. Esa va a ser la línea. El sello estaba creciendo cada día más y crecer más significa que uno tiene que entrar en el juego de estar con un montón de trabajo... Y pierde asunto de hobby y pasión. Se convierte en una maquinaria. Pagar SADAIC; regalías, contratos, burocracias, normas legales... Para mí es demasiado, es un dolor de cabeza y no lo quiero hacer, pierde lo artístico. Con las bandas que tenemos haremos cosas en vinilo, pero nada más. No me puedo meter en eso. Este año empiezo con la carrera solista y tengo bolsas con cajas de cassetes de canciones que nunca pude plasmar porque estuve siempre dedicándome con gusto al sello... Pero dejé de hacer cosas. También estoy trabajando en el cómic, quiero hacer un segundo número, sigo con Ornitorrinco, la revista/fanzine que edito... Esas cosas me resultan más placenteras y hoy me aportan más que ponerme a producir un álbum. Lo hice, me gustó, pero no quiero hacerlo más. Cuando me di cuenta de que el sello se me iba a escapar de las manos, lo corté.
Hay otro cambio importante en Boom Boom Kid. Está claro en su otro proyecto paralelo, Il Carlo. En realidad, no es tanto un cambio, sino algo que quizá resulte sorpresivo para sus fans: con este nuevo proyecto, que es más que nada él y un tecladista, canta canciones de Frank Sinatra, el “Himno al amor” de Edith Piaff (pero “en versión Estela Raval”, según aclara él). El pibe Boom Boom siempre escuchó esa música: “admito que puede ser raro para los pibes que me vienen a ver, que pueden pensar que escuchar eso es careta, o que tiene que ver con sus padres. Es lo primero que empecé a escuchar, por mi papá. Escuchaba jazz, Ray Connif, Glenn Miller, muchas orquestas. La discografía de mi viejo no sé dónde está, y la estoy reconstruyendo, suelo ir a revisar a lugares de vinilo tratando de tener esos discos otra vez. Hace mucho que andaba buscando la banda de sonido de Il Sorpasso, una película con Marcello Mastroianni, y finalmente la encontré. Me gusta de todo, hasta algunas cosas de Julio Iglesias, hay un disco que se llama El Amor que tiene temas bárbaros. Ahora estamos preparando canciones de Johnny Thunders y T Rex, tratando de llevarlas a ese registro de teclado y cantante, pasar canciones de rock a ese formato. Lo que sí, tuve una etapa entre los 13 y los 18 en la que estaba más concentrado en el rock pesado, hardcore y punk. Sin embargo, siempre me encantaron Silvio Rodríguez y la Nueva Trova, Zitarrosa, algunas cosas de Serrat. En mi casa escucho todo variado, y cuando compongo también tengo muchas influencias distintas”. Además, con Il Carlo, “la onda no es salir súper arreglado: parezco un caradura. No les falto el respeto a las canciones, no es un chiste, pero es obvio que no puedo hacer canciones de Sinatra. Lo que sí les pongo es el sentimiento y el cariño. Pero como no podemos ponernos a la altura, lo hacemos como podemos. La idea es salir a tocar con camisas bordadas, hacer una cosa bien de banda y cantante. Y también tocar en bares, en kermeses, casamientos, cumpleaños de 15, lugares donde se toca esa música, salir del ambiente punk. Il Carlo va a hacer algunas interpretaciones dentro del set de Boom Boom Kid, también”.
Hace siete años que BBK se mudó a Buenos Aires (vivía en Campana). Y en estos días, como hace siete años, no tiene residencia fija. En 1994, su primer año porteño, consiguió un trabajo para el Centro Editor de América Latina y repartía panfletos en la esquina de Córdoba y Callao. Después empezó a trabajar casi exclusivamente para la banda. Fue en Campana, sin embargo, donde empezó a andar en skate, escuchar heavy y punk rock, y donde se convirtió en un lactoovovegetariano (come huevos y lácteos, pero ningún tipo de carne, desde hace doce años). “Soy bastante de fast food igual, de pizza. No soy de alimento balanceado, hace unos años era un desastre, era todo harina y queso. Pero estoy muy sano, no tengo resfríos ni gripe, y me siento con más energía.”
–¿Cómo fue que te convertirse en vegetariano?
–Nunca me gustó mucho la carne. Me acuerdo que una vez el perro de mi abuela mató a mi gallina. Yo siempre fui de tener mascotas, e hicieron empanadas con ella. Sentí asco. Después tuvo que ver con una cuestión de principios: el impulso final fue leer las letras de Crass, y me radicalicé. No tendría que haberlo hecho así porque para el cuerpo es malo. Después empezó una etapa en que tuve problemas de anorexia. Yo fui de la última camada de gente que hizo la colimba. Jonathan, el guitarrista de Fun People de entonces, que ahora volvió, zafó por bajo peso. Yo era gordito, y dejé de comer para ver si me funcionaba también. No la hice. Todo eso se dio con empezar a leer las letras de Crass y dejé de comer. Fue un problema muy grave porque vivía con mi abuela y mi abuela hasta freía con grasa, ella comía así, se había criado en el campo. Me ponía la milanesa en el plato y yo la tiraba en una bolsa. Después, en la recorrida que hacía de la casa de mi abuela al colegio, tenía un montón de perros de la calle que me esperaban porque yo les daba carne. Después me mudé porque chocaba con muchas cosas más y ahí ya nadie me molestó. No me gusta dar explicaciones de lo que hago, salvo que merezcan ser dadas o me pregunten de onda. Mi familia era muy sobreprotectora y creían que me iba a enfermar... En esa época tocaba la batería y andaba en skate, era un desgaste impresionante. Después me empecé a poner las pilas, porque me iba a enfermar en serio, no podía hacer las cosas que quería, no podía levantarme ni sonreír ni hacer nada.
–Hay muchas canciones de Fun People que hablan de eso, “Masticar”, o “Dolor interior”...
–Sí, y es sobre mí, aunque estén escritas en tercera persona. Son cosas que le canto a mi propia autoestima. Hablar de las debilidades... Yo no tengo problema con eso. Siempre fui de pocos amigos, y en una época no tenía a quién contarle las cosas, así que las escribía. Cuando pude contarle mis cosas a más gente y pude gritar lo que me pasaba sobre un escenario pensé “me quiero desnudar a lo grande, a lo Oscar Wilde”. Y sacar esa bronca que tenía en mí. En la sexualidad es lo mismo: yo no sé cuál es la definición de hombre o mujer. Yo tengo cosas que son femeninas, o que los tipos las tienen como que son de mujer. Hay gente que las esconde, yo no. No creo que los seres humanos estén definidos. En Kum Kum, por ejemplo, yo me veía crecer y no quería perderme a mí mismo en el proceso. Soy súper maleable, trato de nutrirme todo el tiempo y me dejo influir. Ese disco era eso, ser yo mismo y volver a estar sano, no estar contaminado por las cosas que veía malas de la sociedad y de crecer. Siempre lo expuse así y sé que muchas bandas punk no lo hacen. Nunca pensé esto como una cuestión marketinera, es espontaneidad. Funciono así.
–¿Lo mismo pasa con esa estética aniñada de la banda?
–En realidad eso de “infantil” no lo entiendo mucho, porque yo pienso que no hay etapas. Siempre lidié con eso. Terminás la primaria y no podés estar con juguetes, o tenés 9 años y no podés andar con un peluche, tenés que empezar a fumar o escabiar... Intenté fumar y hacer cosas, pero no puedo. No dejé de jugar, me sigo comprando juguetes, los sigo cuidando y queriendo. Una de las peores cosas que los seres humanos permitimos es que nos definan etapas. Es feo ver que la adultez sea perder cosas, sea renunciar a tu ser. Cuando te acostumbrás a lo que te dicen, fuiste. Los nenitos cuando quieren hacer algo, por más que se tengan que embarrar y patalear lo hacen. Eso es un ejemplo para mí: ese espíritu lo vas perdiendo, eso de cagarte en todo y hacerlo. Como escribir o dibujar: yo no soy un dibujante, dibujo como cualquier persona. Pero ¿por qué voy a dejar de hacerlo? Mis fanzines siempre fueron escritos a mano, con dibujos. No sé si son infantiles, dibujo así. Sí soy consciente de que se creó una estética: muchas personas empezaron a tomar eso y encontrás fanzines con cosas pegadas y escritas a mano. Yo lo hacía porque no tenía máquina de escribir, y mi letra era así. Cuando no tenía plasticola pegaba cosas con una cinta, y ahora hay muchos fanzines con ese estilo. Pero no voy a dejar de hacer lo mío por eso. Si se creó algo, no es algo que muestra odio ni nada, hay que entender que es hacer cosas sin tener medios. Cuando veo un fanzine así, hay cosas que me gustan mucho, pero también me saca un poco que no intenten hacer algo nuevo. Siempre trato de cambiar. Ahora mismo, por ejemplo, me siento renovado, por eso el cambio de nombre. Es una nueva etapa, y me siento bien.