Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
NO

todo x 1,99

Clara de noche

Convivir con virus
Boletería

Cerrado

Abierto

 Fmérides Truchas 

 Bonjour x Liniers

Ediciones anteriores

  

 


Jueves 12
de Julio de 2001


tapa

Veinte años no es nada...

El primer gran despelote

”A partir del pasado 17 de julio, el rock nacional cuenta con un teatro menos. Se trata de un conocido auditorio de la zona de Belgrano, que ha servido de escenario de una incalculable cantidad de grupos y solistas, desde Jade hasta Coral, desde MIA hasta Porchetto, pasando por una multitud de nuevos valores. Todos encontraron en el lugar una audiencia a la que le resulta complicado movilizarse al centro, un barrio tranquilo y una sala prolija, cómoda y agradable.
Olvídense de ella desde hoy, al menos por un largo tiempo.
En ese local tocaron Los Violadores, un grupito punk de las inmediaciones, que poca repercusión obtuvieron en un par de años de revolotear teatruchos de la Capital. Tal vez por aquel revoloteo fueron anunciados en la calle como ‘Los Voladores’, una tibia forma de provocar sustos menores. ¿Por qué los responsables de la firma accedieron a firmar contrato con ellos? Quién sabe. Quizás exceso de confianza, y una larga trayectoria de apadrinar grupos nuevos.
Desde la primera canción, la cosa pintó como peligrosa. El público, compuesto por algunos ‘camperas’ (cuero negro y aritos en las orejas, habitués de los punks) y mayoría de rockanrolleros (esperando ritmo y polenta), escuchó cómo Los Violadores denigraban la generación de Woodstock con insultos y frases hirientes. ‘Los hippies no sirven para nada, sólo para estar tirados en una plaza’... No era novedad. Hasta el más descolgado sabe que los punks no pueden ni ver a los hippies. Pero el caldo se puso espeso cuando palabrotas de grueso calibre volaron hacia el lado de los rockeros, acompañadas de escupidas y gritos. ‘Levántense, muertos de m...’, vociferaba el bajista. Algunos ‘camperas’ empezaron a saltar y a armar despiole al son del tema ‘Represión’, que balbuceaba algo así como que hay represión en todas partes...”
“...Lo único que el rock les pide es que vayan a gritar a Inglaterra, si les dan bola. Acá no. No se metan con nosotros. Porque de basura estamos llenos, y aún de basura asumida como tal. Ustedes, barrita de café institucionalizada como ‘movimiento musical’, no molestaron demasiado hasta ahora. Pero una sala prohibida por su culpa, un teatro prohibido para centenares de músicos con mayúsculas preocupados por crecer y ayudar al crecimiento, ha colmado la medida...”
“...Cualquier consulta, evacuenla en la seccional 33ª. No acá. En lo posible, no en este país.”

Párrafos extraídos de una nota firmada por la periodista Gloria Guerrero, publicada en la revista Humor en julio de 1981. El texto, histórico por varios motivos –el martes se cumplirán 20 años de aquel show de Los Violadores en el auditorio de la Universidad de Belgrano–, aparece reproducido en el libro El nacimiento del punk en Argentina y la historia de Los Violadores, de Esteban Cavanna, recientemente editado.


At The Drive–In ya fue

Bandus interruptus

Obituarios adornados con fotos de cañones humeantes, alguien que está cansado de contar cadáveres, paramédicos caníbales, concentración de riquezas. Podría cometerse el error de señalar a At The Drive–In como el mensajero punk del futuro, con todas sus visiones apocalípticas, su noble paranoia ciudadana y esas canciones–bomba que parecen destinadas a despertarte de la siesta del milenio con laboriosas patadas en el culo. Doble error. En primer lugar, ATDI dejó de existir hasta nuevo aviso. El cantante y guitarrista Cedric Bixler y su mano derecha, Omar, se dedican a Defacto, un proyecto inspirado en el dub jamaiquino y la música puertorriqueña de los ‘70. Además, no sería del todo correcto hablar en “futuro” de un grupo al que le queda mucho mejor el desequilibrio del presente. La urgencia del sonido de ATDI parece surgida de una necesidad de contar lo que está sucediendo justo ahora, antes de que todo se acabe, y la única manera de contarlo es a puros sopapos eléctricos y con letras inteligentes (de una extraña conciencia histórica para el rock actual).
Lo cierto es que estos cinco yanquis de sangre hispana nacidos en El Paso, Texas, estuvieron un lustro girando en las peores condiciones, tocando para quince personas, editando simples arrasados por el viento sureño y grabando un par de discos prometedores (Acrobatic Tenement e In Casino Out), para luego decir basta una vez que alcanzaron éxito intercontinental al galope furibundo de Relationship of Command y mientras parte de la prensa los declaraba “la mejor banda en vivo de la historia”. Gente de pocas palabras y muchas ideas, a fines del 2000 los tejanos habían anticipado la desintegración: “Queremos darle a la América media una opción de música y conducta. Todo esto... es una lucha, y por momentos siento que hemos mordido más de lo que podemos masticar. Pero siempre nadamos contra la corriente, y no vamos a sentarnos a vaguear. La escena punk necesita sangre nueva, ideas nuevas. Pero como no existe un Corán que nos indique qué se debe hacer y qué no, cuando todo se vuelva demasiado para nosotros, frenaremos y empezaremos en otra banda”. Parece que fue demasiado. Hasta pronto.

PABLO PLOTKIN


La gira salvaje de Misfits, Marky Ramone y Black Flag

Se cagan de risa

El espíritu ¿rebelde? sigue vivo o al menos adquiere nuevas formas de acción. A saber: Marky Ramone y Jerry Only –líder de The Misfits– se comunicaron con el No ¡desde un teléfono público! ubicado en un boulevard de Kansas City, justo al lado del camión en el que viajan durante su gira americana. Ruidos desaforados de motores de una probable red de tránsito pesado interrumpieron la charla, que comenzó por la gira de memoria punk que el ex batero de Ramones, la banda de los hermanos Caiafa (más conocidos como Jerry Only y Doyle von Frankenstein) y los californianos Black Flag vienen realizando por Estados Unidos desde abril, y que en breve los llevará a Panamá, Brasil, Chile y la Argentina. “La idea inicial era hacer esta gira con Joey”, dijo Jerry, “y cuando murió pensamos en suspenderla. Pero luego lo discutimos y entendimos que él querría que la hiciéramos igual. El siempre nos hizo más fuertes, más duros y mejores; y salir al escenario a tocar duro y divertirnos es la mejor forma de recordarlo”. La gira en cuestión se basa en un mega-set de alrededor de setenta temas, cuarenta de ellos del repertorio de Misfits, veinticinco de Black Flag y unos doce de Ramones, de acuerdo con estadísticas oficiales. Jerry lo define como “un dream team del punk, un supergrupo con lo mejor de las tres bandas; y sin egos ni peleas, ya que es imposible que personas que no se amen toquen juntas”. Ahí le pasó el tubo a Marky: “Estas tres bandas, junto a los Clash y los Pistols, cambiaron el sonido del rock and roll, lo que está claro en grupos como Green Day, Attaque 77 o The Offspring; y enseñaron que no necesitás ser un gran músico, si tenés mucho huevo y aguante” (Marky dice en realidad stamina and strenght, pero “fuerza y coraje” parecen palabras demasiado lavaditas para la voz cavernosa del batero y para el espíritu de la charla). “Somos tipos con mucha historia, y no necesitamos imitar a nadie”, agrega. Y Jerry redondea la idea: “El punk está igual que cuando empezó, quizás todavía con más poder y más corazón; y la gente lo siente de manera muy especial. Nosotros llevamos veinticinco años dándole duro, y entre las tres bandas ahora hacemos un show intenso y rápido. Y lo mejor de todo: nos cagamos de risa”.

JAVIER AGUIRRE

The Misfits, Marky Ramone y Black Flag se presentarán en Hangar, de Liniers, el 26 de julio.


Massacre sigue en la suya

Intelectuales

Massacre abandonó la militancia skater y ciertos mandamientos estéticos del punk mucho antes de que las remeras de Sid Vicious empezaran a venderse en los locales de Ona Sáez, pero existe una saludable coincidencia entre ese retiro voluntario y el progresivo avance mundial del marketing rock. Es decir: “En el 2001, algunos gestos y discursos nos hacen dudar mucho sobre la vigencia de algunas formas del rock. Estamos desencantados en ese sentido, y lo que más nos importa son las guitarras y las zapadas en la sala. Cuando surgimos, éramos más onda que arte, nos interesaba formar parte de tal club cultural. Ahora me doy cuenta de que nos sentimos incómodos siendo el grupito de rock que quiere parecerse a los Beatles o a los Sex Pistols”. El que habla es Walas, voz, letra e imagen de una banda que no termina de encajar en ninguna época ni escena -y que por ello se la puede ubicar en casi todas–, siempre trastabillando al borde del negocio y dedicada a su único ejercicio honrado posible: el arte. ¿Qué quedó del punk, entonces? “El punk quedó como una forma ética”, sigue el cantante. “Tener la escuela que nos enseñaron Patti Smith y John Lennon está bueno, y siento que me sirve en la vida más allá del rock. Me hace feliz.”
Una sinopsis de los últimos tres años en la vida de Massacre diría algo más o menos así: edición de Aerial en 1998 (disco de múltiples atmósferas y un par de canciones que en otros tiempos y lugares habrían sido hits); divorcio de Sum Records, vuelta a la autogestión y preparado del aperitivo Singles+Covers+Rarities; renuncia de Paco, baterista fundador y especie de manager, “por diferencias personales”; reaparición pública a mediados del 2001 con nuevo baterista (Chachi, ex Uaita), la publicación de un documental videográfico de hora y media –Atomic Surf Punk– y los cañones apuntando a su próximo álbum de estudio, mientras las firmas de Olivia Tremor Control, Coldplay, Incubus, Spiritualized y Air siguen creciendo entre los discos favoritos del grupo (esos que se apilan sobre los parlantes). Demasiado instruidos y barrocos para el punk, los Massacre anticipan su nuevo sonido: “Nos estamos poniendo muy (King) Crimson, y hay bastante de grandilocuencia, muchos himnos, cosas muy elaboradas, y también algunas canciones más directas. Pero hay algo de... intelectual, se podría decir, y de búsqueda de estados emocionales extremos”.

P.P.

Massacre tocará mañana a las 22 en el Whisky A–Go–Go (Rivadavia 1910), con Family Joint como grupo invitado.