La
represión policial en Génova, ninguna novedad
Con
sus muecas rotas, cromadas
Llegamos
a una comisaría que está al otro lado de la ciudad.
Era un recinto cerrado lleno de policías de todo tipo.
Había muchos policías camuflados de manifestantes,
no los macarras que me habían agarrado en el hospital
sino detectives e inspectores. Creo que quien nos dio la bienvenida
debía ser el comisario no sé si de la Gestapo,
ya que vestía muy paquete, llevaba unos lentes de sol
muy modernos y nada grasas, etcétera. Nos pusieron en
fila y nos fueron metiendo en salas en la que había muchos
más compagnis. No sé cuantos habría, intenté
calcularlo contando las celdas y la gente que estaba en la mía,
podrían ser más de cincuenta, aunque la gente
iba cambiando, así que podían ser más.
Al llegar a mí, me empujaron violentamente contra la
pared, me hicieron agachar y me vaciaron los bolsillos. Así
estuve mucho tiempo, es algo que pasa en todas las comisarías
del mundo mientras Amnesty International nos cuenta que aquí
en Europa vivimos en grandes estados de derecho. En las comisarías
se pega habitualmente, pero aquí la cosa iba cada vez
más pesada. Más insultos, más golpes, más
ordenes absurdas o preguntas a las que no podías responder
porque no entendés italiano, con el consiguiente castigo.
Lo que iba en aumento y sí que asustaba de verdad eran
los gritos de dolor, y no eran gritos de dolor causados por
una patada o un pellizco, eran agresiones más fuertes,
eran torturas. Después de tres o cuatro horas frente
a la pared viendo cómo le daban a todo el mundo, y después
de que te hagan gritar cada vez más fuerte ¡Viva
el Duce!, realmente tenés miedo. Si no podés ir
a mear y estás parado, lo único que podés
hacer es hacerte encima. Si lo hacés, te vuelven a pegar
porque te moviste. Así fue mi caso. Al rato me condujeron
a otro pasillo en el que estuve con las manos entrelazadas en
la cabeza por un buen rato. Me conducían siempre con
insultos y todos los antidisturbios que pasaban por ahí
no se ahorraban las patadas y las escupidas. Después,
por primera vez me sacaron afuera y tuve que seguir con las
manos entrelazadas y contra la pared. Enseguida me di cuenta
de que estaban torturando a otro chico. Gritaba muchísimo.
Recuerdo haber oído algo terrible que le decía
uno de esos matones: No grites, sólo sufrí.
En esos momentos, cuando ya me habían golpeado de manera
continuada durante un buen rato, ya no sabía si era un
cobarde por no reaccionar de alguna manera o simplemente más
pragmático pensando que no había manera de cambiar
la situación. A él le iban a pegar, a vos te tocaría
más tarde, la persona que tenías a continuación
no se iba a librar. En lo único que podías confiar
eran en caer en manos de uno algo menos bestia, es decir: te
podía tocar un psicópata sediento de ver dolor
(y que sabe técnicas dignas de la Gestapo), o en cambio
podías caer en manos de un forzudo que sólo sabía
usar sus fuerzas de la manera en que la usan las bestias. Los
dos dan mucho asco, pero los primeros hacen más daño,
está claro. El mío fue de los segundos y me dio
patadas y golpes en la cabeza, me fue dando flojito por la espalda,
los brazos y las piernas para averiguar dónde me dolía,
dónde tenía magulladuras de los golpes de los
carabinieri y de esa manera, si veía que me movía
más de lo normal, sabía que había golpe
y que al poder haber denunciado ese golpe en el hospital, aunque
me hubiese aumentado la marca ya no podría demostrar
que habían hecho eso en la comisaría. Aquí
no hay democracia, se ha suspendido, oíamos mientras
nos golpeaban. P.
Fragmento
del testimonio de un manifestante español --cuyo nombre
de mantiene en el anonimato--, detenido por la policía
italiana durante la cumbre del G8. El texto completo y una extensa
cronología de los hechos puede verse en www.argentina.indymedia.org
Mundial,
la fiesta deportiva sin igual...
R.C.
¿La
moverán bien Juanse, el Bahiano, Antonio Birabent y Emmanuel
Horvilleur? Estos cuatro rockers argentinos, junto a otros músicos
y actores, son parte del equipo (en formación) que representará
a la Argentina en el Primer Mundial de Fútbol de Artistas
que se realizará en Moscú entre el 23 de agosto
y el 2 de septiembre. Sí, tal como suena. Al parecer,
los muchachos se tomaron en serio eso de calzarse la celeste
y blanca: entrenan tres veces por semana bajo las órdenes
del ex River Fernando Kuyunchoglu (?). En el curioso campeonato,
además de los artistas, pueden participar dos ex jugadores
de más de 35 años. Al parecer, además,
los organizadores hicieron una oferta económica para
que participe Maradona. Los otros países que disputarán
la copa son Ucrania, Rusia, República Checa, Suecia (jugarían
Bjön Borg y Thomas Brolin), España (Emilio Butragueño),
Brasil (Zico), Irlanda, Inglaterra (Sting y Robert Plant), Estados
Unidos, Alemania, Yugoslavia, Finlandia, Polonia, Corea del
Sur, Holanda e Italia. Los beneficios del Mundial irán
para la fundación Cry for the World, que ayuda a los
niños más necesitados. Ah, los equipos ofrecerán
un show con entrada libre en un predio cercano a la Plaza Roja.
¿Se imaginan un pie a pie entre Robert Plant y Luciano
Pereyra? Raro, ¿no?
Fiestas
electrónicas en Chaco
Resistencias
rave
JAVIER
AGUIRRE
En esos
mismos campos, hace poco más de un siglo, el Ejército
iba a la caza de los últimos bolsones de indígenas
rebeldes del territorio argentino. Hoy, en zonas rurales aledañas
a Resistencia, Chaco, un grupo de DJs locales que empezó
a operar como Tobas Group organiza fiestas de música
electrónica casi sin publicidad, generando una de las
movidas más curiosas del dance en el interior.
Cuatro años atrás, cuando comenzaron estos eventos,
el link con el factor indígena estaba presente
en las fiestas a través de proyecciones de imágenes
de la cultura toba. Actualmente, el centro de la actividad se
ha volcado sobre las raves en sí, que se realizan mensualmente
y reciben gente de Chaco, Corrientes, Misiones y Formosa. Milton
Williman, uno de los DJs organizadores, explica que las fiestas
tienen lugar en parajes a veces inhóspitos, con
grupos electrógenos propios, junto a arroyos o caminos
de tierra. El menú conceptual de cada evento es
variado, y si bien la temática indígena no está
del todo hecha a un lado, también aparecen perfiles podría
decirse más occidentales como el glamour, el trance
o la psicodelia.
La decisión de esquivar la publicidad para las fiestas
tiene su lado de secta: a veces el boca a boca se acompaña
con mapitas, los caminos a campo traviesa a veces se marcan
con señales de fuego, y a pesar de las complicaciones
(o merced a ellas), la concurrencia oscila entre 50 y 800 ravers.
Pregunta obligada al DJ Milton: ¿alguna vez se perdió
gente tratando de llegar? Respuesta: Sí, un montón.
Pero como las fiestas siguen durante el día siguiente,
nunca se llega demasiado tarde.