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Jueves 26
de Julio de 2001


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La represión policial en Génova, ninguna novedad

Con sus muecas rotas, cromadas

”Llegamos a una comisaría que está al otro lado de la ciudad. Era un recinto cerrado lleno de policías de todo tipo. Había muchos policías camuflados de manifestantes, no los macarras que me habían agarrado en el hospital sino detectives e inspectores. Creo que quien nos dio la “bienvenida” debía ser el comisario –no sé si de la Gestapo–, ya que vestía muy paquete, llevaba unos lentes de sol muy modernos y nada grasas, etcétera. Nos pusieron en fila y nos fueron metiendo en salas en la que había muchos más compagnis. No sé cuantos habría, intenté calcularlo contando las celdas y la gente que estaba en la mía, podrían ser más de cincuenta, aunque la gente iba cambiando, así que podían ser más. Al llegar a mí, me empujaron violentamente contra la pared, me hicieron agachar y me vaciaron los bolsillos. Así estuve mucho tiempo, es algo que pasa en todas las comisarías del mundo mientras Amnesty International nos cuenta que aquí en Europa vivimos en grandes estados de derecho. En las comisarías se pega habitualmente, pero aquí la cosa iba cada vez más pesada. Más insultos, más golpes, más ordenes absurdas o preguntas a las que no podías responder porque no entendés italiano, con el consiguiente castigo. Lo que iba en aumento y sí que asustaba de verdad eran los gritos de dolor, y no eran gritos de dolor causados por una patada o un pellizco, eran agresiones más fuertes, eran torturas. Después de tres o cuatro horas frente a la pared viendo cómo le daban a todo el mundo, y después de que te hagan gritar cada vez más fuerte ¡Viva el Duce!, realmente tenés miedo. Si no podés ir a mear y estás parado, lo único que podés hacer es hacerte encima. Si lo hacés, te vuelven a pegar porque te moviste. Así fue mi caso. Al rato me condujeron a otro pasillo en el que estuve con las manos entrelazadas en la cabeza por un buen rato. Me conducían siempre con insultos y todos los antidisturbios que pasaban por ahí no se ahorraban las patadas y las escupidas. Después, por primera vez me sacaron afuera y tuve que seguir con las manos entrelazadas y contra la pared. Enseguida me di cuenta de que estaban torturando a otro chico. Gritaba muchísimo. Recuerdo haber oído algo terrible que le decía uno de esos matones: ‘No grites, sólo sufrí’. En esos momentos, cuando ya me habían golpeado de manera continuada durante un buen rato, ya no sabía si era un cobarde por no reaccionar de alguna manera o simplemente más pragmático pensando que no había manera de cambiar la situación. A él le iban a pegar, a vos te tocaría más tarde, la persona que tenías a continuación no se iba a librar. En lo único que podías confiar eran en caer en manos de uno algo menos bestia, es decir: te podía tocar un psicópata sediento de ver dolor (y que sabe técnicas dignas de la Gestapo), o en cambio podías caer en manos de un forzudo que sólo sabía usar sus fuerzas de la manera en que la usan las bestias. Los dos dan mucho asco, pero los primeros hacen más daño, está claro. El mío fue de los segundos y me dio patadas y golpes en la cabeza, me fue dando flojito por la espalda, los brazos y las piernas para averiguar dónde me dolía, dónde tenía magulladuras de los golpes de los carabinieri y de esa manera, si veía que me movía más de lo normal, sabía que había golpe y que al poder haber denunciado ese golpe en el hospital, aunque me hubiese aumentado la marca ya no podría demostrar que habían hecho eso en la comisaría. ‘Aquí no hay democracia, se ha suspendido’, oíamos mientras nos golpeaban.” P.

Fragmento del testimonio de un manifestante español --cuyo nombre de mantiene en el anonimato--, detenido por la policía italiana durante la cumbre del G8. El texto completo y una extensa cronología de los hechos puede verse en www.argentina.indymedia.org


Mundial, la fiesta deportiva sin igual...

R.C.

¿La moverán bien Juanse, el Bahiano, Antonio Birabent y Emmanuel Horvilleur? Estos cuatro rockers argentinos, junto a otros músicos y actores, son parte del equipo (en formación) que representará a la Argentina en el Primer Mundial de Fútbol de Artistas que se realizará en Moscú entre el 23 de agosto y el 2 de septiembre. Sí, tal como suena. Al parecer, los muchachos se tomaron en serio eso de calzarse la celeste y blanca: entrenan tres veces por semana bajo las órdenes del ex River Fernando Kuyunchoglu (?). En el curioso campeonato, además de los artistas, pueden participar dos ex jugadores de más de 35 años. Al parecer, además, los organizadores hicieron una oferta económica para que participe Maradona. Los otros países que disputarán la copa son Ucrania, Rusia, República Checa, Suecia (jugarían Bjön Borg y Thomas Brolin), España (Emilio Butragueño), Brasil (Zico), Irlanda, Inglaterra (Sting y Robert Plant), Estados Unidos, Alemania, Yugoslavia, Finlandia, Polonia, Corea del Sur, Holanda e Italia. Los beneficios del Mundial irán para la fundación Cry for the World, que ayuda a los niños más necesitados. Ah, los equipos ofrecerán un show con entrada libre en un predio cercano a la Plaza Roja. ¿Se imaginan un pie a pie entre Robert Plant y Luciano Pereyra? Raro, ¿no?


Fiestas electrónicas en Chaco

Resistencia’s rave

JAVIER AGUIRRE

En esos mismos campos, hace poco más de un siglo, el Ejército iba a la caza de los últimos bolsones de indígenas rebeldes del territorio argentino. Hoy, en zonas rurales aledañas a Resistencia, Chaco, un grupo de DJs locales que empezó a operar como Toba’s Group organiza fiestas de música electrónica casi sin publicidad, generando una de las movidas más curiosas del dance en el interior.
Cuatro años atrás, cuando comenzaron estos eventos, el link con el “factor indígena” estaba presente en las fiestas a través de proyecciones de imágenes de la cultura toba. Actualmente, el centro de la actividad se ha volcado sobre las raves en sí, que se realizan mensualmente y reciben gente de Chaco, Corrientes, Misiones y Formosa. Milton Williman, uno de los DJs organizadores, explica que las fiestas tienen lugar “en parajes a veces inhóspitos, con grupos electrógenos propios, junto a arroyos o caminos de tierra”. El menú conceptual de cada evento es variado, y si bien la temática indígena no está del todo hecha a un lado, también aparecen perfiles –podría decirse– más occidentales como el glamour, el trance o la psicodelia.
La decisión de esquivar la publicidad para las fiestas tiene su lado de secta: a veces el boca a boca se acompaña con mapitas, los caminos a campo traviesa a veces se marcan con señales de fuego, y a pesar de las complicaciones (o merced a ellas), la concurrencia oscila entre 50 y 800 ravers. Pregunta obligada al DJ Milton: ¿alguna vez se perdió gente tratando de llegar? Respuesta: “Sí, un montón. Pero como las fiestas siguen durante el día siguiente, nunca se llega demasiado tarde”.