Doble o nada
Domingo,
termina Fútbol de Primera... ¿Te vas
a ir a dormir? No, el lunes es feriado y en el Teatro Club tocan
dos bandas que le pueden poner calor a la noche: Sometidos por
Morgan y Los Parraleños. Jogging, el segundo disco de los
Sometidos, será reeditado por Tocka Discos dentro de un
mes, después de que se agotara la tirada inicial autogestionada.
Y si causaron revuelo en su debut Ludomático al reivindicar
al dentista asesino José Barreda, esta vez no se quedan
atrás con un tema llamado La autopsia del Papa.
Quería hacer una canción que hablara de forma
explícita de algo que Chiche Gelblung calificara de polémico.
¿Y con qué puede joder? Que se hable de que el Papa
es gay, explica el cantante Pablo Mar (Marchetti, periodista
de La García, además). El grupo se completa con
el tecladista Fernando Gerundio, el bajista Toto y el guitarrista
Pablo Pax. ¿Cómo es eso de ser periodista de rock
y tocar en una banda? Se dio de modo natural, explica
el calvo vocalista. Seguro que es más fácil
ser músico de rock para un periodista de rock que para
uno de turf convertirse en jockey, afirma.
Lo que distingue a Los Parraleños no es su actividad profesional
al margen de la música sino que casi todos sus integrantes
son descendientes de japoneses. Pero no son como los hardcore
Tintoreros: estos muchachos de ojos rasgados se dedican a la cumbia
samurai. Además de temas tropicales propios, hacen
versiones tropicales de hits como Mujer amante (Rata
Blanca), The Final Countdown (Europe) y Motor-psico
(Redondos). Aunque la banda ya lleva diez años de vida,
recién ahora está abriéndose a tocar fuera
de la colectividad. Ya
tienen listo un demo y esperan grabar su debut antes de fin de
año. ¿Qué prometen para el domingo? Nuevos
covers (Muy cansado, de V8, y Las calles de
Liniers, de Hermética: tiembla Ricardo Iorio) y un
vestuario al estilo del teatro Kabuki, que es como Kiss,
pero con kimono, según el cantante Mariano.
R.C.
Travolta
te explica cómo hacerlo, pibe
25
shots
Cuando era
apenas un adolescente, Hugh Jackman tenía una foto de Olivia
Newton John pegada en su pupitre escolar. Todos los días,
cada vez que levantaba la tapa del mueble para sacar sus útiles,
besaba esa foto. Dos décadas más tarde, sentado
en el trailer de John Travolta durante el rodaje de Swordfish,
Jackman se encontró de golpe con la mismísima Olivia.
Imaginate se entusiasma Jackman, de paso por Buenos
Aires para promocionar dicho film. Sentados frente a mí
estaban Olivia Newton John y John Travolta, uno al lado del otro,
como en Grease, mi film preferido de adolescente. Y justo en ese
momento me acordé de la foto de Olivia que besaba todos
los días, y no pude evitar contárselo. Se produjo
un silencio incómodo. Acto seguido, Olivia siguió
hablando como si yo no le hubiese dicho nada. Fue todo un papelón,
dice Jackman. Olivia debió crecer escuchando esa
clase de historias, y ahí estaba otra vez, escuchándolas
incluso en el último lugar que se podía imaginar:
nada menos que en el trailer de Travolta.
Nacido en Sydney, pero criado en Melbourne, Hugh Jackman es un
australiano treintañero que cambió tarde,
pero de manera contundente el teatro por Hollywood. ¿El
vehículo? Su soberbia encarnación de Wolverine en
la esperada y más que digna adaptación
cinematográfica de la serie de comics X-Men. Barato,
desconocido y bueno, enumera Jackman. Y explica: Esas
fueron las tres virtudes que hicieron que todo el mundo se fijase
en mí. Listo para volver a dejarse crecer las patillas
para volver a interpretar a Wolverine en el segundo film de la
saga X-Men a rodarse a comienzos del 2002, Jackman
celebra haberse hecho amigo de John Travolta durante el rodaje
de Swordfish. Cerebro detrás de una megaoperación
de delito informático en el film producido por Joel Silver
el papel de Jackman es el de un hacker que ha abandonado
los malos hábitos, pero es reclutado para la operación,
el personaje de Travolta recuerda desde su primera escena todo
el cinismo a la Tarantino de Pulp Fiction. Obvio que le
pregunté a John sobre esa película, cuenta.
Lo que más me interesaba saber era cómo se
las había ingeniado para interpretar ese papel sin haber
tomado drogas jamás. Porque John nunca se ha drogado. Y
me contó que habló con dos heroinómanos sobre
el asunto. Uno le explicó con lujo de detalles el efecto
de la droga, pero eso no le sirvió. El otro, en cambio,
le dijo que se metiese en su jacuzzi con su mujer, y que tuviese
listos 25 shots de tequila en una bandeja. Si se los tomaba uno
tras otro el resultado iba a ser igual que la heroína.
¿Y sabés qué? John me contó que lo
hizo, y que gracias a eso pudo interpretar su personaje en Pulp
Fiction. M.P.
Swordfish,
dirigida por Dominic Sena y protagonizada por John Travolta,
Hugh Jackman, Halle Berry y Sam Shepard, se estrena hoy en la
cartelera porteña.
En
el subte
Charlie
Lorenzi es, desde 1996, el líder de Killer Dolls. También
grabó un disco acústico en solitario, Death Valley.
Y desde 1999, decidido a movilizar un poco la alicaída
escena local, fundó su propio sello, No Fun (nombre probablemente
inspirado en la canción de una de sus bandas favoritas,
los Stooges). Hacemos tiradas chicas, cuenta, de
unos 500 o 600. Se vende mucho más afuera que acá:
por correo tenemos más salida que en la Argentina. Pero
a lo mejor la cosa mejora. No Fun se dedica exclusivamente
a editar bandas que cultivan un cierto tipo de rocknroll
oscuro y maldito (garage, surf, psycobilly, punk, killer y demás).
Así el sello dio a conocer a Elio & Three Horribles,
una banda marplatense de garage-punk sesentista que sale a tocar
en vivo con atuendos de monstruos clase B: este año editaron
un split junto a Visión X, grupo con diez años de
trayectoria, cultores del surf instrumental y el killer rock,
que antes de grabar para el sello tenían un casete llamado
El Terror de las Pistas. El último lanzamiento de No Fun
es XXX, el debut de Motosierra, una banda de Montevideo. Su killer
rock con influencias de Poison Idea es ultraveloz: el disco dura
22 minutos y tiene 13 temas. El nuevo proyecto del pequeño
emprendimiento es el lanzamiento del segundo álbum de la
leyenda del punk local Restos Fósiles, de próxima
salida. Además, claro, el sello edita a Killer Dolls (el
último cd, Devilsounds a go-go, fue grabado en Estados
Unidos. Dentro de poco el sello brasileño Paulista Spicy
les editará un split on The Forgotten Boys.
MARIANA ENRIQUEZ
El sábado,
No Fun presentará todas sus bandas en un festival Sounds
from the underground. Habrá feria de discos, vinilos
y zines, sorteo de cds y música a cargo de DJ Plastic
Gerard (ex manager de Killer Dolls) y DJ Pirulo (del staff de
la revista Cosa Salvaje). El maestro de ceremonias del evento
será Nixx Creeper (contrabajista de Historia del Crimen).
La cita maldita es en Sótano Beat, Hipólito Yrigoyen
786, a partir de las 23, y la entrada cuesta apenas 5 pesos.
El
proyecto paralelo del guitarrista de Limp Bizkit
Acomodado
Por
alguna razón has recibido una gacetilla sobre BIGdumbFACE.
O bien algún capo de la industria musical te engañó
para que te interesaras en BIGdumbFACE o es que algo no te funciona
bien en la cabeza, pero enfrentemos los hechos: si yo no fuera
el guitarrista de Limp Bizkit, hace mucho tiempo que esta hoja
de papel estaría en tu tacho de basura. El texto,
que en Estados Unidos acompañó el lanzamiento de
Duke Lion Fights the Terror!!, está firmada por Wes Borland.
BIGdumbFACE es, precisamente, un proyecto para llenar el
tiempo del violero raro de Limp Bizkit, en el que le rinde
homenaje musical a sus adorados Ween. De hecho, el disco suena
como si el dúo de satiristas de Pennsylvania se hubiera
despachado con un álbum de metal. O a los Residents compartiendo
el estudio con Ministry. Salvo por algunos detalles aportados
por músicos invitados, Borland grabó todos los instrumentos.
Para presentarse en vivo, armó un quinteto con familiares
y amigos: Tongue of Colicab (seudónimo del hombre de la
máscara) en guitarra y voz, The Cardboard Urinal (Scott,
su hermanito menor) en guitarra, The Three Headed Demetrian Pup
(Kyle Weeks) en voz, Joe Couch (Greg Isabelle) en batería
y Moivet OSphelvey (Chris Gibbs) en bajo. Tiene razón
Wes: si él no fuera el violero de Limp Bizkit, cualquier
multinacional hubiera rechazado el disco. O en caso de haberlo
publicado, jamás hubiera sido editado en la Argentina,
tal como acaba de ocurrir. Como sostiene el slogan publicitario,
pertenecer tiene sus privilegios.
R.C.
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