Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
NO

todo x 1,99

Clara de noche
Convivir con virusBoleteríaCerrado
Abierto

Fmérides Truchas 

 Bonjour x Liniers

Ediciones anteriores

KIOSCO12

Jueves 16 de Agosto de 2001

tapa

EL REGGAE CRECE AL CALOR DE UNA CIUDAD DEFINITIVAMENTE TROPICAL


Porteña Vibration

Es más bien una silenciosa irrupción, pero irrupción al fin. Ediciones discográficas, ciclos de recitales, canciones por radio y televisión, más toda la iconografía Marley integrada al paisaje urbano, generan el crecimiento de una incipiente escena local. Nuevos buenos discos y la posibilidad siempre presente de volver a Sumo y al gran Bob, potencian el efecto...

PRODUCCION Y TEXTOS PABLO PLOTKIN

”Hay una especie de fuerza consensual en la cadencia del reggae, una pulsación que puede provocar indiferencia, simpatía o devoción, pero pocas veces rechazo. Al menos parece proyectarse al mundo moderno en sus cientos de formas y velocidades, como un anestésico sonoro de lo más efectivo. Mientras en Estados Unidos, Inglaterra y Francia fue integrándose a otros géneros negros y concibiendo hermanitos como el raggamuffin’ y el trip hop, el público argentino, por ahora, se mantiene como aficionado ocasional, felizmente despreocupado. Musicalizador de rondas de porro y bálsamo de cadete ajetreado, Bob Marley llegó a la categoría de estampita de bandera de hinchada, a la vez que fue adoptado como el cantor de protesta para una hipotética lucha –relajada, eso sí– por la despenalización del cannabis. En todo caso, sin connotaciones religiosas ni adhesiones políticas precisas, algunos (bastantes) empezaron a considerarlo la mejor manera de empezar un día soleado.
Las señales siguen siendo pocas, pero al menos algunas más que las que solía haber. Ciclos, ediciones independientes, un principio de presencia en las radios, en los bares y en la discografía predilecta de los musicalizadores televisivos. Algunos síntomas específicos: Mimi Maura crece como princesa caribeña en ciertos sótanos de Buenos Aires, Abed Negro (el proyecto de Pablito Molina post–Todos Tus Muertos) publica un enciclopédico volumen de clásicos del género traducidos al castellano, las noches Invierno Reggae (los viernes en El Dorado) convocan a unos 200 fieles cada semana. Mientras tanto, una banda de cumbia versiona graciosamente “Me gustas tú”, de Manu Chao, y Pablo Lescano (cantante de Damas Gratis, autor intelectual de la cumbia villera) brilla como invitado en el segundo álbum solista de Fidel, el primer rastafari argentino postulado a estrella pop. “Vamos a robar” se titula el tema que abre el disco, el del dúo Nadal–Lescano. El título suena a futuro hit de Los Pibes Chorros, hasta el momento en que Fidel habla de “robar almas y corazones” y entonces se entiende que el asalto es sólo metafórico.
Pregunta inquietante: si en el Primer Mundo el reggae se enredó con el hip hop y parió a Massive Attack, ¿qué pasaría si acá se involucrara seriamente con la cumbia? La respuesta no está soplando en ninguna parte, pero existe una singular esencia conciliadora –entre lo tropical y lo cool– resumida en Marley, al que se lo puede escuchar en La Cigale, en el Roxy y, con la versión dance de “Sun is shinning” –les guste o no a los feligreses de primera hora–, el profeta llegó a la disco. En cuanto a las bandas, las argentinas siempre estuvieron más cerca de la prédica rastafolk de Papá Bob que de los artilugios alucinados del fascinante Lee “Scratch” Perry. Y si bien existe cierto recelo entre las bandas que profesan la fe por Selassie y las que sencillamente interpretan el ritmo, fue gestándose un principio de escena –no muy numerosa y consolidada, pero sí bastante consecuente– que empezó a ver los primeros resultados. Por mencionar algunos representantes: Mensajeros, Resistencia Suburbana, Nuevas Raíces, Nonpalidece, Sin Semilla, Chala Rasta, además de las esquirlas de TTM y la fórmula singular de Mimi Maura (reggae, ska, rock steady, boleros). Lo que sigue es la presentación de cuatro bandas del incipiente pelotón que acaban de editar sus discos. Los que pretenden (re)encender la mecha.



Profeta

“Cumbia y reggae rasta en combinación, Pablo. ¿Qué te parece?”, dice Fidel bajando el registro en la primera canción de Cabeza Negra, el segundo disco solista del ex líder de Todos Tus Muertos. A Fidel le habían llegado algunos comentarios de la cumbia villera. No sabía bien de qué se trataba, pero los rumores le sugerían la necesidad de un encuentro. Entonces conoció a Pablo Lescano, líder de Damas Gratis y mentor del subgénero, y le propuso grabar con él. Fidel le dijo: “A vos te está escuchando mucha gente, man, quiero que tires un mensaje para que la gente se rescate”. “El chabón flasheó”, asegura el rastafari. “Al otro día vino y me dijo: ‘A ver qué te parece esto, Fidel’. Y cantó: ‘Queremos cantar con nuestros hermanos/ para que se rescaten con lo que flasheamos/ Levanten las manos todos mis amigos/ para demostrarles que no estamos perdidos’.” Así, con los teclados y coros de Lescano, la instrumentación de la Banda Anbesa, la prédica de Fidel y un grito a dúo de “¡vamos los pibes!”, el villero y el rasta conjuraron la cumbia–reggae. “Rítmicamente, la cumbia y el reggae tienen mucho en común”, observa Fidel. El de Damas Gratis no es el único invitado del disco. Mimi Maura, Pablo Molina, el cantante callejero de Kingston Al Pancho, Los Rabanes y otros tantos acompañan al devoto de Selassie. Fidel sigue embarcado en su “misión”, declamando el “nuevo orden mundial” en clave reggae y raggamuffin’. Los climas están mejor tratados que en su predecesor, una diferencia que se nota especialmente en la nueva versión de “Un camino”, más sombría y mejorada. Los retratos de Marcus Garvey, Selassie y Emmanuel ilustran la contratapa, mientras la figura del profeta aparece iluminada con un rayo de ciencia ficción bizarra detrás de un puñado de soldados etíopes que sostienen un estandarte. La inspiración la provee Selassie, insiste Fidel, incluso en canciones sin connotaciones estrictamente religiosas, como la romántica “No no no” (a dúo con Mimi) y la improvisación antiimperialista con Los Rabanes titulada “Mis mejores momentos”. “El reggae es música de los rastas, pero es para toda la gente”, promueve Fidel. “Cualquiera puede tocar reggae, pero las bandas que tienen mensaje son rastas. Es decir: comprenderás la diferencia que hay entre Bob Marley y UB40, ¿no?”


Superskunk
Bautizados en nombre de una poderosa variedad de cannabis (orgullo local de la libertaria Amsterdam), ésta es una banda de reggae cansino, transparente, playero, guiada por las obsesiones tradicionales del género. Todo prolijamente reunido en su producción independiente Tu propia cosecha. Coros rhythm & blues, reportes botánicos–meteorológicos (“mis plantitas están tan radiantes acariciadas por la suave brisa de esta primavera, primavera superskunk”), la idea del “Dios natural” y el precepto punk aplicado a la germinación (“haz tu propia cosecha”).”Babylon” aparece como un terreno infernal, sólo tolerable gracias a los escapes hacia “lo perceptivo”. “No respondemos a un mensaje rastafari”, aclara Gabo Nubes, el cantante. “Sí coincido con las ideas de igualdad, de derechos humanos, pero no podría cantarle a Selassie porque no me encuentro con él. Lo nuestro también tiene mucho que ver con lo zen. Preferimos ir a tocar a Tandil, en contacto con la naturaleza, antes que en sótanos llenos de humo.” Se formaron tres años atrás en Vicente López, y son los organizadores de los festivales Oye Reggae. Notan que en el último tiempo hay más “colaboración y camaradería entre las bandas” del género. Entienden el reggae como “una música universal”.

Dancing Mood
Es el proyecto del trompetista Hugo Lobo (integrante de la sección de vientos de Mimi Maura y figura omnipresente de la escena), una orquesta de versiones de ska jamaiquino, rock steady, salsa y clásicos como “Close to you”, de Hal David/Burt Bacharach. Su disco debut, 20 Minutos, revisita canciones de Rico Rodriguez, Reid, Duke Ellington y Lloyd Troutman, entre otros. Los bronces suenan al frente de la tormenta caribeña, mientras los vocalistas invitados –Fidel, Mimi, Guillermo Bonetto (Los Cafres) y Alicia Osipovich– le dan letra a un álbum esencialmente instrumental. DM es una banda apta para todo público (“le gusta incluso a la gente grande, aunque nunca hayan escuchado a los Skatalites”), de a ratos bailable y de a ratos ideal para escuchar de fondo. “Me parecía raro que no hubiera una banda así, de versiones de este tipo”, admite Hugo, hijo del baterista de Mercedes Sosa, Rubén Lobo. En cuanto al estado del reggae argentino, el trompetista se lamenta de que este pequeño renacimiento coincida con la crisis. “Las bandas siguen sin tener grandes posibilidades”, señala. “Los Pericos siguen arriba. En otros lados la gente tiene otra bocha: en Centroamérica, por ejemplo. Pero, bueno, no es lo mismo crecer escuchando por radio a Juan Corazón Ramón que al Gran Combo de Puerto Rico.”

Cabeza de Chola
A diferencia de la mayoría de las bandas nacionales de reggae, Cabeza de Chola se inmiscuye con el lunfardo y algunas resonancias argentinas. Para volar, su segundo disco (el primero que tendrá distribución nacional a través de DBN), le escapa al castellano neutro y filtra, por ejemplo, un bandoneón y un pasaje de “El humahuaqueño”. Surgidos en Hurlingham tres años atrás de las cenizas de Los Niños de Dios (versiones de Sumo), se foguearon en el pub local Paso Morales (inmortalizado en “Paisano de Hurlingham”, de Divididos) y fueron haciéndose de un público barrial orgullosamente fiel. En 1999 editaron su primer disco, Rey Burro, en el que aparecían los vecinos ilustres Diego Arnedo y Tito Fargo, entre otros. Para volar fue grabado en los estudios de Las Pelotas de Traslasierra, Córdoba, y cuenta con la colaboración de Sokol, Daffunchio y Arnedo en su rol de charanguista. “Muchas bandas de reggae buscan sonar jamaiquinas, más dub. Nosotros somos bastante hurlinghenses, usamos las cosas que tenemos a mano”, apunta Daniel Joaquín, bajista. “Reconocemos nuestra influencia sumera, pero hay una idea de cantar desde la pobreza, con las patas en el barro. Nuestra filosofía tiene que ver con lo que nos pasa a nosotros culturalmente. Creo que para tocar un ritmo no es necesario involucrarte con una religión.”

Riddim
Reivindicadores del clasicismo y cultores del reggae y del dub más puros, los Riddim tienen un primer cd –Roots Riddim Reggae– que resume su filosofía con metáforas naturistas (“el fruto es más dulce en el interior y amargo en la cáscara”), descripciones de alienación urbana y la idea del reggae como ritmo de unidad y oposición al avance de la tecnocracia (“Mr. Business”). Dedicado a la memoria de Dennis Brown, Augustus Pablo, Hugh Mundell, Jacob Miller, Bob Marley, Peter Tosh y otros maestros, el discodeclara sus principios en una frase del tema “Puedo dar más”: “Toco reggae, algo de ska/ con estilo Jamaica pero acá/ Mirame bien, soy como vos/ trabajo duro, gano poco/ Tenemos mucho ritmo en común”. “Respetamos de lleno la pureza de esta música”, dice Pety, cantante. “No hay mezclas, no hay más estilos que el reggae y el ska jamaiquino.” Las letras “son rastas”, según sus autores, pero intentan evitar la prédica religiosa. “Hay gente que lo hace, no sé con qué autoridad; nosotros no”, aseguran. “Respetamos mucho todo eso. Y, de hecho, nuestro mensaje es positivo: no violencia, unidad, amor, todas ideas a las que también suscribe el rastafarismo. Pero no profesamos nada.”


Gracias a Luca

En 1985, cuatro años después de la muerte de Bob Marley, Sumo editó Divididos por la felicidad, el primer disco argentino que incluía una considerable cantidad de reggae compuesto y tocado con autoridad (“Regtest”, “No duermas más”, “No acabes” y “El reggae de paz y amor”). Es cierto, dos años antes Los Abuelos de la Nada habían grabado “Chalaman” y Soda Stereo había rozado el género a partir de cierta identificación con The Police, pero fue Luca el encargado involuntario de fundar la tradición del género en Argentina. Su afición por el ritmo no impedía que el pelado tuviera una mirada bastante mordaz sobre ciertos preceptos de la filosofía rastafari, basta chequear algunas letras para entenderlo. De cualquier manera, sí logró introducir a Bob Marley en el imaginario rockero de entonces: ahí está su emotiva versión, presente en varios piratas, de “Redemption Song”. Influidos por Sumo y casi simultáneamente con la muerte de Prodan, Los Pericos fueron la primera banda argentina en asomar la cabeza (repartieron volantes de uno de sus primeros shows en la puerta de Obras, en el último show de Sumo en el gimnasio de Núñez). Con El ritual de la banana (1987) inventaron el reggae pop nacional, una relectura liviana y en inglés torpemente chapuceado que con el tiempo se alimentaría de otros ritmos centroamericanos. Hubo otras bandas en aquella primera oleada, Todos al Obelisco, La Zimbabwe Reggae Band por ejemplo, que también tuvieron su breve cuarto de hora de difusión. También en los ‘80, también influidos por Luca (alguna vez Vicentico declaró que todo lo que hacía era por querer parecerse), pero fundamentalmente inspirados en la segunda ola británica –The Specials, Madness–, Los Fabulosos Cadillacs introdujeron el ska en clave de pachanga orquestada. Hubo otros embajadores como Los Intocables, Los Calzones Rotos (ahora Los Calzones) y, ya en los ‘90, bandas que no despegaron del under como La Romana Patrulla y Satélite Kingston. El reggae, en tanto, se desperdigó luego de la muerte de Luca en las dos bandas herederas: Las Pelotas le dedicó más tiempo al asunto, pero Divididos nunca terminó de abandonarlo (desde “Sisters” hasta “Como un cuento”). En la década pasada, grupos de rock popular como Los Piojos y Viejas Locas compusieron reggaes aislados: los primeros lo eligieron como ritmo para una reivindicacion pro-cubana (“El reggae de rojo y negro”); los de Pity, en cambio, fueron más allá con el discurso que con la música (“Legalícenla”). Mientras tanto, los devotos del género quedaban relegados al underground, aunque todo lo que conlleva la palabra “reggae” ya formaba parte del folklore rocker argentino. Todos Tus Muertos asimiló la influencia de Mano Negra y exploró la mezcla de estilos (hardcore, raggamuffin’, hip hop), al igual que otros grupos como Karamelo Santo y Un Kuartito, mientras Los Cafres parecían proyectarse como la promesa popular inconclusa del reggae de raíces. La siguiente vuelta de página –Fidel, Abed Nego, Mimi Maura y todos los grupos incluidos en esta producción– todavía está ocurriendo y amenaza con extender su nube de humo.


De la gorra

Este fin de semana, la Casa Babylon de Córdoba (Bv. Las Heras 48) celebra el “Festival Nacional de la gorra”, de reggae, ska y afines. Mañana a medianoche se proyectará Historia del Sunsplash Festival en Jamaica, y después tocarán los locales Demasiado Revueltos, Castañas de Cajü y Sol Nativo, antes de la actuación de Fidel y Banda Anbesa. El sábado se verá un video de Bob Marley en vivo en Alemania, la presentación de Kameleba (San Luis), los cordobeses La Cartelera Ska y los porteños Resistencia Suburbana. El domingo, por último, proyectarán videos inéditos de The Specials. Tocarán Puag!, Naturae, La Candelaria (los tres locales) y Karamelo Santo, mendocinos asentados en La Boca.