ANDY
CHANGO, DE VACACIONES EN ARGENTINA
Qué bueno
estar colgado
en Buenos Aires
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El músico
flaco tiene un nuevo disco que mostrar y unos cuantos días libres
en la ciudad. Ay, este muchacho...
POR
PABLO PLOTKIN
Cualquiera creería
que reunirse con Andy Chango en las oficinas de Warner Music es
una tarea sencilla. Pues no. Primero hay que presentar documentación
en la mesa de entrada, mientras un guardia de seguridad te apunta
con una pequeña cámara de video y registra para siempre
tu retrato en los archivos informáticos del edificio (ese
monstruoso rulero que se levanta a pocas cuadras de Retiro). El
ascensor no es el lugar ideal para reponerse de una cierta indignación:
hacia el piso veintidós, los oídos empiezan a taparse
como en un despegue aéreo. Tragando saliva y gesticulando
ridículamente para descomprimir, el visitante pregunta por
el artista. Cuando aparece, resulta que el hombre está en
la ciudad desde hace una semana y todavía no durmió.
Dispuesto
a mostrarles su lado salvaje a los empleados de la discográfica,
Andy pide cerveza o whisky y enciende un cigarro, envalentonado
por la gigantografía de Andrés Calamaro sosteniendo
un tremendo porro. Sólo café, agua o gaseosas,
le responden. En los últimos siete días, Chango que
se mudó hace cuatro años a Madrid empezó
a sospechar que tal vez no podría vivir en Buenos Aires.
Si allá estoy colgado, no tengo a nadie que me dé
bola, porque todos mis amigos están haciendo cosas,
observa. En cambio acá tengo tantos amigos locos y
colgados que podés pasar dos, tres años de fiesta
sin enterarte, sin hacer una canción. De bar en bar. No es
que haya mala onda, al contrario, pero yo necesito tener compromisos
laborales: un disco por delante, una gira. Objetivos concretos,
porque la voluntad la tengo bastante dormida. Acá estuve
siete días y no sólo nunca me fui a dormir sino que
toda la semana estuve rodeado por cincuenta, sesenta personas. Y
son músicos talentosos. Acá hay un montón de
gente que no tiene nada que hacer.
El Capitán Angustia protagoniza el segundo disco de Andy
Chango. Un personaje de apariencia fantástica y problemas
reales, víctima del deterioro físico, las heridas
de amor y la droga legal. El mensaje general es reírse
de la desgracia. Festejarlo todo, incluso el dolor, resume
el autor. Producido por Ariel Rot, Las Fantásticas Aventuras
del Capitán Angustia es el segundo disco conceptual de un
artista que salió a la superficie con un catálogo
pop sobre distintas variantes y efectos posteriores del consumo
de drogas. En la Argentina, por razones obvias, pocos se enteraron.
MARRUECOS
En los primeros dos años de su vida en Madrid, Andy
mantuvo una relación muy intensa con Marruecos. Tánger
se le presenta como una ciudad caótica y decaída,
que combina el tercermundismo con los modelos americanos.
Hay asfalto, sueldos ínfimos y posters de Madonna y
James Dean, describe. Entonces son infelices sí
o sí, porque es gente que cobra cien dólares por mes
y la televisión los estimula con modelos de consumo a los
que nunca podrán acceder. Lo que más lo atraparon
fueron los pueblos retirados en la montaña, una clínica
de rehabilitación gratuita. Cuando habla de esos lugares,
Chango recurre a la retórica del Kerouac budista. Camino
por la montaña, fumo el kiff del día, tengo amigos
artesanos quetrabajan con yunque, a la antigua, y después
me llevan a caminar por encima de las nubes y comemos con las manos.
Las chicas usan los dedos para sacarles las vainas a los guisantes
y los varones arman tiendas y fuegos. Siendo un consumista loco
de Buenos Aires y Madrid, me resulta reparador convivir con esos
moros que hablan un castellano muy gracioso. Sólo saben decir
las palabras básicas: amigo, montaña, bueno, fumo.
Es uno de los pocos lugares donde puedo cortar con la ansiedad.
De todos modos, ahora me da pereza ir a Marruecos. La aduana siempre
me revisa. La última vez que volví, tenía tantos
sellos de Marruecos en el pasaporte que los policías dieron
por sentado que era traficante. Me revisaron a mí, a Yasmin
(mi mujer)... hasta desarmaron a mi robot Emilio.
EL EXILIO
Hay una ilusión de que allá hay muchas
posibilidades. La última vez que vine, hasta la señora
que me sacaba sangre en el hospital se quería ir a España.
Y España no es la tierra prometida ni mucho menos. Tengo
muchos amigos que llegan a Madrid y a los dos meses se van. Es verdad
que es una ciudad en la que, si aguantás y te quedás
seis u ocho meses, siempre te podés buscar la vida. Trabajar
de músico es mucho más fácil allá que
acá, pero las compañías están mal en
todo el planeta. La mía echó a quince artistas en
el último año, y todas están en el mismo plan.
No es que están desesperadas por fichar argentinos. Por otro
lado, en la Semana Argentina en Madrid me indigné bastante,
porque fijate a quiénes llevaron. A los que ya están
bien: a los Divididos, a Fito, con todo el cariño y respeto,
porque son súper bandas, pero llevan a gente que se podría
pagar el pasaje. Se gastaron un dineral en todo. En un país
en crisis tendrían que poner locales de ensayo gratis en
Avellaneda, o llevar a bandas que se están haciendo de abajo.
No a bandas que, como acá no hay ventas, las discográficas
las quieren potenciar afuera. Fue algo súper mezquino. Ahí
fue cuando dije: Yo me voy a ir a tocar a la Argentina.
Mientras todos viajan a España para ganar guita, yo me voy
a la Argentina que está todo mal.
TELEVISION ESPAÑOLA
Ir a la televisión española es un espanto.
Casi siempre tiendo a arruinarlo todo. Suelo ir impresentable, hablar
de más, decir pelotudeces y tocar mal. No es un medio que
yo cuide, a diferencia del show en vivo. Casi siempre se graban
a la mañana, y el rocknroll a la mañana
no existe. Es todo falso, y a mí eso no me sale. Cuando le
pido adelantos a la compañía, me dicen: ¿Querés
que te muestre el video de TV2?, y entonces ya no les pido
nada. Me gusta hacer lío en el lugar equivocado. Lo que pasa
es que vendo tan pocos discos que digo sí a todo, y entonces
lo hago a mi estilo. Voy dado vuelta, o voy a hacer lío declaradamente.
Tengo un par de papelones memorables, que incluso me provocaron
problemas conyugales. No tengo un personaje al que esté atado,
pero por lo general me surge hacer un bardo impresionante. Tengo
uno para Televisión Española, con Andrés, con
el que la compañía todavía me extorsiona. Otro,
de hace un par de meses, cuando lo vi, me pregunté: ¿De
verdad me pongo así?. Ya estoy acostumbrado a que los
amigos se alejen de mí en las reuniones sociales, cuando
meexalto, pero nunca lo había visto filmado. Cuando vi ese
programa, me dije: Soy un monstruo. l
Andy Chango tocará
mañana a las 23 en Niceto, Niceto Vega 5551 (y Humboldt).
Entradas: 10 pesos.
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