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Jueves 13 de Septiembre de 2001

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LA RENGA: DISCOS EN VIVO, PELICULA, SHOWS EN OBRAS

Es lo que hay, ¿queres mas?

La banda pasión de multitudes se saca el gusto con un doble en vivo, una película y un par de shows el fin de semana que viene. Desde la tranquilidad de su base de operaciones, el trío vuelve a mostrarse tal cual es: frontal, sincero, sencillo. Aquí pasan revista a su momento de protagonismo, la energía de sus shows, el pacto de no agresión entre los pibes, el glamour y las trasnoches con Led Zeppelin.

El equipo
Las últimas imágenes del apocalipsis, CNN mediante, empalidecen cualquier descripción de explosiones o catástrofes naturales que hayan sido proyectadas con anterioridad. Pero Insoportablemente vivo refleja su propio aquelarre apocalíptico, que excede la violencia implosiva de un albergue Warnes (o una Torre Gemela) hecho polvo. En La Renga (grupo de música) las emociones se tensan hasta el límite de la épica, y esa apertura del film, cargada de símbolos de destrucción masiva, tiene su contracara en la cohesión monolítica que manifiestan como banda (en este caso, “banda” entendido como grupo de gente con intereses comunes).
Y no hay contradicción: todo el equipo de La Renga pone su adrenalina en la banda. Afuera de la cancha, abajo del escenario, el torbellino interior que promueven las letras de Chizzo se repliega hasta dibujar una postal de confraternidad familiera. En la sala de ensayo del barrio de Almagro, empapelada con esa misma escenografía de desolación urbana que adornó el estadio de Huracán en su último megashow, bizcochitos y alfajores de maizena, un par de latas de cerveza y la ronda de mate comparten cartel. No se ven indicios de que los cuatro personajes que están allí (Chizzo, Tete, Tanque y el manager, el inefable Gordo Gaby) hayan sido protagonistas de una película que, en función de lo que representa, quedará seguramente en la historia del rock argentino. No parecen ser los mismos que vendieron casi un millón de discos, ni los que meten 30 mil personas en un estadio de fútbol como si tal cosa. En esta entrevista, que se desarrolló el mismo día del estreno de la película, el eje nunca se desvía del clima de distensión que ellos mismos plantean. Es el mismo que se vivió el día de la presentación “para familiares y amigos”, que consiguió convertir a la sala del mítico cine Lorange en un lugar a salvo del acecho de la prensa del corazón (ver pág. 3). Sólo un detalle de esa jornada. Fotógrafo freelance le cuenta al No qué estaba pasando allí: “Está la Oreiro. No sé, parece que vino a ver un recital o algo así...”.
“¡Qué bueno que nos hayan ignorado, nosotros no tenemos nada que ver con la onda farándula!”, casi dicen a coro Chizzo y Tete. Tanque, siempre con la frase justa, agrega, provocando las carcajadas generales: “Somos algo más que caras bonitas”. Aparece la bendita cuestión de la imagen, tan conflictiva para las bandas de rocanrol barrial. En La Renga parecería que esa actitud responde más a la indiferencia o a la timidez que a una estrategia de marketing. Los responsables de la película, Cholo Stokelj y Martín López, ex estudiantes de TEA y amigos del grupos desde hace años, también hicieron los últimos videos de la banda (“El Revelde”, “El baldío”). Cholo dice que “las ideas salen entre todos”. Chizzo reconoce: “No servimos como actores ni entendemos de imagen, por eso los videos nos complican la cabeza, y por eso hacemos pocos. No se nos ocurren muchas ideas.” Sí tuvieron, no obstante, la idea de hacer una película, bastante después de haber hecho el show de Huracán, cuando los proyectos no iban más allá de editar un doble disco en vivo (que lleva el mismo nombre y contiene 31 temas) y un DVD. Cuando se les pregunta cómo se les ocurrió lo de la película, responden al estilo La Renga: “Y... salió así”.
Tete: –Esta película nos sirve para volver a ser fans de La Renga. ¿Sabés las veces que me dan ganas de tirarme entre el público? Pero nos toca estar arriba del escenario. Ahora estamos todos de este lado de la pantalla.
Tanque: –Igual te digo que a mí se me piantaron unos lagrimones.
Es inevitable. La película, más allá del show en Huracán que constituye su núcleo, incluye viejas imágenes del Galpón del Sur, Stadium, Obras, y fragmentos de una entrevista que los videastas les hicieron en 1994 en el legendario Club Larrazábal, el lugar donde debutaron. La nota formaba parte de un trabajo para TEA. “Ellos lo hicieron sin tener ni idea de que alguna vez les iba a servir para una película. Y nosotros ni nos acordábamos de esa nota, y tampoco soñábamos con que alguna vez nos iba a pasar esto. Si con llenar el Galpón del Sur ya estábamos más que hechos”,apunta Chizzo. Después de ver esas imágenes, todos coinciden: “Che, estamos mejor ahora que antes”. “Es que nos cuidábamos menos... nuestro pasado nos condena”, bromea Tete.

La película
Durante buena parte de la proyección de Insoportablemente vivo (salvo en la función de trasnoche del sábado, que estuvo más caliente) parecería que estuvieran dando una de Kiarostami. Como si los pibes respetaran demasiado el hecho de estar en un cine del centro y no en la popular. Escuchan la andanada de temas, aplauden y, recién al final, se sacan las ganas y corean las canciones. No se puede fumar porro, por ahora. “Eso es medio garrón, pero no es de careta, lo que pasa es que si los pibes se ponen a fumar se puede quemar la alfombra”, dice, casi pidiendo disculpas, uno de los asistentes de la banda. Pese a que todavía no fue toda la gente que el grupo esperaba, los administradores del cine están chochos. “Tuvimos películas con un solo espectador en la sala. Para nosotros, que La Renga se quede para siempre”, dicen. La elección del Lorange, en el corazón de una avenida Corrientes devaluada, pero con cierta mística reivindicativa de tiempos mejores, no fue antojadiza. “Es de los últimos cines independientes. Lo nuestro no va con un shopping –dice Tete–. La otra vez fui a Showcenter y me llamó la atención que hubiera rockeros. Era una rareza”, dice Tete. Gaby agrega: “Había rockeros porque tocaba MAM y por eso fuimos nosotros. Pero no todos los shoppings son iguales. No es lo mismo Showcenter, que está en Haedo y es más heavy, que el Village Recoleta”. La Renga es así.
En Insoportablemente vivo, que suena tan bien como el concierto, la voz de Chizzo ruge hasta la exasperación. Realmente impresiona, sobre todo en temas como “Panic show”, del último disco. Sus compañeros-amigos lo gastan: “Lo que pasa es que en la época de Esquivando charcos el que cantaba en realidad era el hijo de Chizzo”. El cantante sólo apunta que “fue la vida” la que le dejó la voz así. “Aparte, no me cuido ni a palos. A veces un poco de miel, y nada más.” Nombra luego a sus cantantes favoritos, los que lo marcaron en diferentes épocas: Ricardo Soulé, John Fogerty, Javier Martínez, Kurt Cobain. Se entiende el proceso seguido por sus cuerdas vocales. En la recorrida, Tanque señala que su gran ídolo fue, es y será John Bonham. Imposible entonces no ensayar la analogía BonzoTanque si de películas se trata. “Y claro que por un momento, cuando hacía el solo de batería en el tema del Che, me sentí un poco como el Bonzo tocando ‘Moby Dick’ en La canción es la misma”, dice, y se le iluminan los ojos. Queda claro que ése fue uno de los momentos más felices de su vida.
“Es que es así, hermano, esto todavía no lo podemos creer.” Tampoco lo puede creer Claudio, un pibe de 21 años, nacido y criado en González Catán. Está en el Lorange, fila 8. Lunes, primera función. Jura que aparece dos veces en la película. “Ves, ahí, atrás de la chica de rojo.” A la chica de rojo se la ve. Pero a su alrededor hay treinta mil tipos. Imposible comprobar su presencia. Imposible contradecirla. Es su fiesta. “Yo aparezco en Prima Rock –recuerda Tete– y para mí fue grosso. Había ido a ver a los Dulces 16.” Gaby lo desmiente: “Pero quién te va a reconocer ahí, si hace como veinte años de eso. Eras joven...”.
El recorrido por las películas rockeras de los ‘70 y ‘80 encuentra una escala obligada en el film de Led Zeppelin, del que los integrantes de La Renga fueron adherentes incondicionales. Tanque tiene el record: “La vi 36 veces. Y caí tres veces en cana”. Chizzo dice que “ya en esa época éramos los mismos de siempre. Eramos la gente que no se veía en otra parte. Estábamos todos los locos juntos, ahí en el Lara”. También vieron Rock hasta que se ponga el sol y BA Rock. ¿Adiós Sui Generis? “No, éramos muy chicos”, dice Tanque, y enseguida Tete lo corrige: “Pero aunque hubiéramos sido grandes, a ésa no habría ido ni en pedo. Y mirá que en esa época había pocos lugares a donde ir, pero ahí seguro que no...”.
–¿Creen que se puede reeditar la mística que hubo en su momento con La canción es la misma?
Chizzo: –Y... pensamos un poco en eso, nos gustaría que pasara como con Zeppelin, pero es como un sueño, no sé, es difícil...
Gaby: –No se puede comparar. A Zeppelin no se lo pudo ver nunca en vivo.
Era otra época...
Era otra época, pero La Renga parece vivir emocionalmente en los ‘70. Ellos mismos se reivindican como gente que hace música de esa década, aunque prefieran no teorizar al respecto.
Chizzo: –Nunca dijimos ‘hagamos una onda 70’s. Nuestra vida se dio así, tampoco es que nos pusimos a pensar en que La Renga fuera de una manera o de la otra. Lo que pasa es que tenemos una forma de ser, nos gusta estar con nuestros amigos y no nos gusta aparecer en todos lados...
–Pero sus ídolos de la adolescencia eran estrellas de rock, y no dejaban de ser glamorosos. ¿O Robert Plant no era una estrella?
Chizzo: –Pero nosotros agarramos Zeppelin por el lado de la música. Lo que a mí me gustaba de Plant no era el glamour sino cómo cantaba. De última, lo que queda es el rocanrol...
Gaby: –¿Con esta facha, a vos te parece que estamos para el glamour?

Los amigos
Sobre el final de la película, aparece Pappo para refrendar la legitimidad del asunto. Hacen “Hey hey, my my”, el tema de Neil Young que reza: “el rock and roll no morirá jamás”, axioma que Pappo podría asumir como corroboración empírica.
Tete: –A Pappo lo tuvimos de casualidad. Estábamos tocando y de repente se subió al escenario, calzó la guitarra y empezó a tocar. No entendíamos nada. Inclusive se ve en la película cuando Chizzo le va pasando los tonos. Para nosotros era increíble, porque nos criamos con Pappo’s Blues. Creo que en los ensayos y en las zapadas tocamos el “Tren de las 16” más veces que él mismo.
Gaby: –Cuando lo conocimos también fue muy loco. Quería conocernos, y entonces hicimos un asado en la sala. Entró y preguntó dónde estaban los pibes. Entró a la sala y ni saludó. Enchufó la viola y empezó a pelar. Zaparon como dos horas y después sí, dijo: “Hola, yo soy Pappo, qué tal...”.
Tanque: –Fue como que nos quiso probar. “A ver si éstos se la bancan y tienen rocanrol...”, habrá dicho.
–¿Y con Mollo cómo se conocieron?
Chizzo: –Para la producción de Despedazado por mil partes en el sello nos habían sugerido el nombre de Santaolalla, que había hecho La era de la boludez y había quedado bueno. Cuando fuimos a Los Angeles lo conocimos. Llevamos las once canciones del disco. Y él nos dijo que quería que le diéramos cuarenta canciones y de ahí él elegía.
Tanque: –Andá a hacer el disco vos, Santaolalla... Si tuviéramos cuarenta canciones haríamos cuatro discos.
Tete: –Es que el disco es lo que hay. A Mollo también le dimos las canciones que teníamos. El mérito de él es haber trabajado muy bien el sonido sin cambiar la idea de los temas.
Difícil imaginar qué puede hacer cambiar de idea a La Renga. Son así.
Se dan gustos que no contradicen su pertenencia social. Con la primera plata cambiaron las motos. “Esas Gileras no daban para más. La última vez que me quedé, yendo a Ezeiza, me di cuenta de que tenía que cambiarla.” Y después, la casa propia. “Mis viejos alquilaron toda la vida, para mí comprar una casa fue un sueño cumplido”, dice Tete. Gaby también cumplió el suyo: el Torino. Para Chizzo, la mudanza, de Mataderos a Ezeiza, tuvo otras connotaciones. Su casa había dejado de ser su casa. “No era sólo que vinieran los pibes, sino la hora a la que venían, y las cosas que traían...”, agrega ante las risas de sus compañeros de banda.

Este momento
–Frente al negocio de la música, ¿cómo hicieron para imponer sus condiciones?
Tete: –Para hacer el primer Obras, cuando dijimos que queríamos la entrada a 10 pesos, nos dijeron que sí porque ese día tocaba Aerosmith, era una noche muerta, si les decíamos que queríamos hacer un cumpleaños de 15 nos alquilaban igual. Y después, como llenamos, ya no íbamos a permitir que nos subieran la entrada. Y así se fue dando todo. Por ahí podríamos hacer mucha más guita cobrando más, con campañas publicitarias, pero así estamos bien.
Chizzo: –Vivimos de esto, pero no nos vamos a salvar con La Renga. Los números no reditúan tanto como se cree. Lo que nos reditúa es la onda de la gente. Poder hacer un show a beneficio de una chica que necesita una operación para salvarse. Nos pasó de pibes que no pudieron salvarse y los padres vienen igual, por gratitud. Eso no te lo paga nadie.
Tete: –Y tampoco es tan difícil. Si lo hacemos tocando, que es lo que nos gusta hacer. A veces, cuando veo a los jugadores de fútbol que no quieren jugar por esto o por lo otro, que se dejen de joder, si es lo que saben hacer, lo que hicieron toda la vida. Nosotros tocamos toda la vida, si podemos tirar una buena, mejor...
Gaby: –Hablando de fútbol, ésta no es una banda muy futbolera, pero éste (por Chizzo) no tiene idea de lo que es una pelota y aparece en la película jugando...
Chizzo: –Y la verdad es que el fútbol no es lo mío.
–Es curioso que una banda no futbolera tenga a la hinchada más futbolera del país.
Chizzo: –Sí, pero el ritual del fútbol nos cabe, con las banderas, las bengalas.
Gaby: –Y sin el odio que hay entre las hinchadas de fútbol, porque en un recital no hay con quién pelearse.
Chizzo: –Pero ojo que ese tema tuvimos que laburarlo mucho. Por ser una banda de barrio, de Mataderos y todo eso, hubo un tiempo en que se armaban quilombos, que Chicago, que All Boys, y nosotros no teníamos nada que ver. Por suerte, lo hablamos y los pibes lo entendieron.
–¿Es una responsabilidad extra eso de que puedan decir algo desde arriba del escenario y los pibes lo sigan como una orden?
Gaby: –Asumimos las responsabilidades sobre lo que hacemos nosotros.
Chizzo: –Es difícil, porque a veces, una palabra mal dicha puede ser fatal. Pero no nos ponemos a pensar qué vamos a decir o qué no. Por lo general preferimos no hablar mucho y listo.
–Chizzo, ¿por qué eso de “insoportablemente vivo”?
Chizzo: –Es lo que se vibra en la calle. La que tiramos nosotros puede parecer apocalíptica, pero es como un pesimismo constructivo, una cosa como que está todo mal, pero de ese desastre puede nacer algo bueno. Es un mensaje fuerte, sabemos que no vamos a cambiar el mundo con la música, pero estamos en una lucha continua y no bajar los brazos es una manera de ganar la pelea.
Tanque: –Lo que se ve puede ser apocalíptico, pero salís a la calle y lo que hay es peor que el apocalipsis.
Lo dijo el viernes, antes de que pasara todo lo que pasó.

Banderas en el cine

Hasta ahora vieron la película unas 4000 personas. En la primera función del viernes la sala estuvo llena de banderas, como si fuese un show más. Después la cosa fue más tranquila. Hoy será el último día que continuarán las funciones habituales de la cartelera. Y anuncian que en la de las 21, habrá sorpresa. A partir de mañana, Insoportablemente vivo irá solo viernes y sábados en trasnoche, a las 24.

El comienzo de la película reproduce dos momentos que reflejan fielmente a la banda: una entrevista en el Club Larrazábal, previo al Obras 1994. Mesa de ping-pong, cartón de vino, y los tres músicos admitiendo que ya habían llegado más lejos de lo que habían soñado. Ahí es donde se le piantan los lagrimones a Tanque y a unos cuantos más. Como contracara, el prólogo del show en Huracán, con edificios que se derrumban, ríos de lava, destrucciones masivas. Desde el fondo mismo del desastre, aparece La Renga, tocando su “Panic show”. La muchachada, a full.

Los “anónimos” se roban cinco minutos de la película. Es parte de la familia renga. Podrían ser músicos de la banda, o fans. Pero pertenecen a ese otro lado, que incluye a Fito (escenografía), Toroba (asistente de batería), Tucho (seguridad), Pipo (luces), Locu (producción), entre muchísimos otros. Uno más personaje que el otro. Imperdibles.

Hay dos temas inéditos, compuestos en la primera época y nunca antes grabados: “Un tiempo fuera de casa” y “Oportunidad oportuna”. Las dos canciones integrarán el disco doble, que se venderá en disquerías y kioscos de diarios, con el agregado de una revista que tendrá más de 150 fotos inéditas. Quienes compren el disco hoy y mañana, se llevarán de regalo una entrada para ver la película.

Dos momentos exceden la mera proyección del show, que por otra parte está muy bien filmado, con un registro preciso de lo que es La Renga en vivo: “Paja brava” es uno de esos buenos momentos, y posiblemente se pueda encontrarle otra dimensión si se la ve con algún complemento. Imágenes de hongos, fogatas aborígenes, muy Castaneda. “El cielo del desengaño”, una balada heavy incluida en el último disco, es otro buen viaje, que visualmente busca algún punto de encuentro con el “Black hole sun” de Soundgarden.