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Jueves 11 de Octubre de 2001

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TOTUS TOSS Y TIMMY O’TOOL, A LA CONQUISTA DEL PODER

Los míster T

El metal del siglo XXI, aquí y ahora en Buenos Aires. Nuevos sonidos duros para tiempos duros: una cuestión de actitud, imagen y perseverancia. Dos bandas promesa de la escena porteña hablan de eso y así se dan a conocer, aun desde las diferencias de concepto. Suban el volumen.

POR CRISTIAN VITALE

Totus Toss y Timmy O’Tool representan una nueva ola metálica (¿o habría que buscarle otra denominación ya?) que se intuye y comprueba efectivamente lejos de la ortodoxia que el género históricamente mantuvo en la Argentina, desde V8 en adelante. Las dos bandas ya recorrieron un largo camino de shows en lugares-dos-ambientes, ediciones independientes, fechas compartidas y fatiga underground. TO’T, pese a sus 8 años de trayectoria, aún no editó un disco y esta deuda recién será saldada a fin de año, con un primer disco producido por Gabriel Ruiz Díaz, bajista de Catupecu Machu. La carrera de Timmy O’Tool, aunque más corta, es también intensa: nacieron en 1996, en 1999 participaron con “No existes” en el tributo bizarro a Soda Stéreo y el año pasado editaron su primer disco, titulado No soy yo, que incluye una shockeante versión de “Satisfaction”, de los Stones. En ese entonces tuvieron tiempo para girar por México y ser consagrados “revelación” del multitudinario Rock al Parque de Bogotá, Colombia.
Lo cierto es que ambas bandas apuntan como los (futuros) grandes nombres de una música dura para tiempos duros. “Los metaleros clásicos tienen un techo y por eso tienen prejuicios. Están siempre cuestionando ideas nuevas. No es nuestra manera de pensar, a nosotros nos gusta explorar con la tecnología, sequencers y demás. Lo único que nos importa es ser felices tocando”, introduce Lisandro Alvarez, guitarrista de TT. Martín, bajista de la misma banda, reafirma el concepto. “Todo aquel que se jacta de hacer un estilo, se limita a sí mismo. Para nosotros, la música es una rama del arte y, por lo tanto, una manera de expresión. Hasta nos parece raro que otros no lo tomen así. Es cierto que hoy es un cliché no encasillarse, pero nosotros pensamos así: estamos del dance para acá.” Timmy O’Tool concuerda, pero con ciertos reparos. Aclara Rana, el otro bajista: “Nosotros no estamos cerrados a un estilo, pero sí te puedo asegurar que jamás vamos a hacer ni pop ni metal clásico. Tenemos influencias muy marcadas que vienen del hardcore, del metal, del punk o del rap. Por más que me traigan una base pop maravillosa, no la vamos a tocar. No nos dice nada esa música. Nos dicen que nos parecemos a los Peppers y eso es notorio. Siempre tocás la música que amás y nosotros amamos a los Peppers y a Rage Against The Machine”.
Totus Toos y Timmy O’Tool nacieron a la luz del rock de los ‘90 y, por tanto, generacionalmente responden a la cruza de influencias, sonido y actitud que sobresalió en el mundo anglosajón, desde ese momento y hasta hoy. “Yo estuve mucho tiempo encerrado en la música extrema, escuchando Helloween y yendo al subsuelo de La Negra o Apocalipsis. Hasta que caí y me di cuenta de que comía solamente chocolate habiendo mil gustos en la mesa. De a poco fuimos rompiendo el cascarón para descubrir nuevos mundos. En Totus puede haber mucho de Sepultura, mucho de Charly y hasta un poco de Pedro y Pablo”, prosigue Lisandro, por lejos convertido en líder y disparador de un debate entre los protagonistas. La imagen, por ejemplo, bien puede ser un punto de partida. “Nosotros somos coquetos todo el tiempo, todos los días”, reconoce Martín, de Totus. Rana, de TO’T, razona en consecuencia. “La imagen para nosotros vale mucho. Los pibes se fijan en eso. Nos gusta que nos escuchen, pero también que nos miren. No tiene sentido que hagas una música de la puta madre clavado en el escenario. Eso no transmite nada. Los pibes se contagian con el movimiento. Y esto no quiere decir que copiemos una estética en especial. Es como cuando te hacés de Boca porque tu papá es de Boca. Nos cabe salir a tocar vestidos como enfermeros o en bermudas. Esto no implica que nos pongamos pijamas todo el tiempo como la Bersuit. Somos así. Si haríamos pop, igual saltaríamos todo el tiempo.” Vuelve Martín: “Todos tocamos y escuchamos en algún momento música heavy, Zeppelin, Sabbath, Sepultura, Metallica. El problema es que la gente, si te importa la imagen, te tilda de careta.Pero si te ponés a pensar, Hendrix soportó a su bajista por el solo hecho de que le cabía el look que tenía”.
–¿Cambian la imagen según las modas?
–No. Es más cotidiano: si salís con una mina, te peinás, te afeitás, te comprás pilchas. A nadie le cabe salir con una chica con jeans con medio huevo afuera y el orégano de la pizza de Uggis entre los dientes... Esa no da. Las minas lo mismo, se ponen siliconas en las tetas para agradar, para calentar a los hombres. El mundo está planteado así (Lisandro).
–Tampoco nos tatuamos por moda sino por gusto; no nos ponemos aros en la nariz por eso... (Rana)
–Cierto prejuicio machista restringió casi siempre el acceso de las chicas a un show pesado. ¿Eso cambió?
–Sí. Creo que es por la estética del show, por la iluminación y la buena onda. Nosotros preparamos mucho los shows, nos fijamos en la seguridad y todo eso. Y generalmente hacemos fiestas después: seguimos hasta las 7 de la mañana con música a full y se genera un clima de muy buena onda (Martín).
–Jamás hubo una pelea. Cuando hay un cumpleaños, mandamos cerveza gratis toda la noche. Seguro que te imaginás un mar de vómitos y trompadas por doquier: yo te aseguro que nada que ver. Veíamos salir enamorados de la mano a las parejas y ni siquiera rompían vasos. Está bueno el clima de convivencia: viene gente con tachas y cuero, tipos con pantalones anchos, gays y lesbianas: dos por tres, desde arriba del escenario, vemos dos chicas besándose: está bárbaro (Lisandro).
–Entonces, no hay problema. ¿Pero qué pasa cuando los hay?
–Es por la actitud del grupo desde el escenario (Martín).
–Los pibes se cansaron de que el cantante les diga lo que tienen que hacer. Hay músicos que te dicen “el que escucha Manu Chao es un puto o los que van a la Facultad de saco y corbata no son rockeros”. ¿Desde cuándo te marcan lo que sos o lo que tenés que hacer? ¿Con qué derecho? Me peleé toda la vida con mi familia por diversas posturas y encima me tengo que bancar que me impongan una ideología: me parece un absurdo (Lisandro).