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Jueves 11 de Octubre de 2001

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EL NUEVO DISCO DE GARBAGE, PURO RECICLAJE

Revolviendo basura

Patentaron el pop-rock biónico de fines del siglo XX, a partes iguales dotado de guitarras distorsionadas, bases tecnológicas y canciones entonadas por una inquietante mujer. Ahora regresan con un disco lleno de letras autorreferenciales y un poco de todo lo que suena por ahí, hoy. Madonna y Britney, resumidas en la silueta de Shirley Manson, la escocesa bocasucia.

POR ROQUE CASCIERO

A fines de 1999 Garbage estaba en una posición difícil. Seguro, sus dos primeros discos, Garbage y Version 2.0, habían facturado más de ocho millones de copias, pero una gira que duró más de un año y medio (33 países, 270 shows) había dejado a los cuatro integrantes de la banda al límite de sus fuerzas. Entonces, la cantante Shirley Manson, el bateristaproductor Butch Vig, el guitarrista Duke Erikson y el bajista Steve Marker decidieron tomarse un año sabático. Ella se fue con su esposo Eddie a la casa que comparten en Edimburgo, Escocia; ellos, a sus reductos en Madison, Estados Unidos. Los varones del grupo se aburrieron pronto y al poco tiempo volvieron a juntarse en los Smart Studios, propiedad de Vig (los mismos donde el productor grabó, entre otros discos, Nevermind de Nirvana). Cuando tuvieron listas algunas bases, hicieron la consabida llamada de larga distancia y miss Shirley, la bocasucia más sexy del pop rock de los ‘90 (recordar cuando contó que había cagado sobre los cereales de su novio), se tomó un avión hacia el estado de Wisconsin... A pesar de que por entonces padecía el siempre temido bloqueo del escritor.
Como se ve, la génesis de beautifulgarbage fue bastante accidentada. De cualquier modo, el álbum ya cosecha elogios en la prensa del primer mundo y parece destinado a mantener el lugar que el cuarteto comenzó a forjarse en los años en que el grunge se encaminaba hacia el ocaso. Pero los tiempos han cambiado y también el panorama musical. “No tenemos nada contra grupos como Backstreet Boys, pero está claro que no son más que algo manufacturado por la industria del ocio”, se ataja Vig. “Para Garbage, lo importante en una canción es que nos guste a nosotros, que salga de nuestro interior. Es un proceso muy íntimo, pero si conseguimos que funcione y que florezca algo real y sincero, entonces tenemos más posibilidades de que conecte con otra gente. Hoy existe una demanda de cosas diferentes. Hay miles de lanzamientos discográficos, pero, ¿cuántos podés escuchar una y otra vez sin cansarte? ¿Cuántos pueden acompañarte el resto de tu vida, como lo haría uno de los Beatles? Puede gustarme un disco de Britney Spears, pero eso no significa que tenga ganas de escucharlo seguido.” Erikson continúa el concepto: “Las melodías, las estructuras de los temas y el modo en que canta Shirley se te pegan al cerebro y te cuesta trabajo olvidarlos. La diferencia entre nosotros y las britneys o los limpbizkits es que existimos en una zona propia, pequeña pero privada. Eso hace que, aunque hagamos música pegadiza, siempre tenga una profundidad inquietante. O sea, música bonita en la superficie, pero oscura en su interior”.
No es tan fácil, sin embargo, acceder a las sombras internas de las trece canciones que componen BeautifulGarbage, porque el aluvión tecnológico provisto por Vig y sus secuaces carga varias de colores deslumbrantes. “Androgyny” y “Cherry Lips”, por ejemplo, no estarían fuera de lugar en el Music de Madonna; “Can’t Cry these Tears” es un fast forward al presente del pop femenino de los años ‘50; se puede imaginar a la mismísima Britney siguiendo una coreografía y haciendo playback con “Untouchable”; y “Breaking Up the Girl” revive el entusiasmo juvenil de Blondie. ¿Oscuridad? Hay que buscar por el lado de las letras de Manson, que se meten con el dolor que provoca la infidelidad (la autobiográfica “Cup of Coffee”), la soledad extrema (un bebé semiabandonado protagoniza “So like a Rose”) y el enojo por el estado de las cosas en la industria del entretenimimento (“Oh, bombardeemos la fábrica/ donde se hacen todos los wannabes/ Hagamos explotar las burbujas/ que le lavan el cerebro a las masas”, canta Shirley en “Parade”).
Según Vig, BeautifulGarbage es el disco del cuarteto en el que Manson está menos oculta: “Todas sus letras son muy personales y directas”. La cantante, en lugar de mirar para otro lado, admite que es la primera vez que puede decir que todas las canciones de un disco tienen un significado para ella. “Siempre me sentí avergonzada por mi rol en la banda”, admite. “Me sentía afortunada. Los hombres del grupo tenían un pasado increíble yyo no. Sólo era una perdedora escocesa que había estado en una banda de la que todo el mundo se reía (Angelfish). Era muy insegura pero, cuando hicimos este disco, me di cuenta de que ellos me necesitaban. Y ése fue un momento de quiebre para mí. Suena demasiado arrogante y es raro incluso decirlo, pero finalmente me asumí como cantante y compositora. Antes me la pasaba tratando de complacer a los demás miembros del grupo; esta vez quería hacer las cosas a mi modo.”
Al parecer, Manson no está dispuesta a obedecer la orden que (¿la industria discográfica? ¿el establishment? ¿Butch Vig?) le dan en el track inicial de BeatifulGarbage: “Shut your mouth” (“Cerrá la boca”). De todos modos, admite que en el pasado era más abierta a la hora de hablar de sí misma y su vida personal. “Todavía cometo muchos errores, pero me importa un carajo cómo me ven quienes no conozco”, se enerva. La cantante todavía recuerda los tiempos en que, convertida ella en una súbita estrella internacional, los tabloides escoceses no dejaban en paz a su marido: “Tomé decisiones sobre qué cosas estoy preparada para contar. Me impuse una política de no hablar sobre mi esposo y cómo debe sentirse, porque eso tendría que decirlo él. Elegí qué quiero hacer con mi vida y no puedo hacerlo cargar con eso”.
Con su frontwoman asumida como tal, buena parte de la inseguridad inicial del camino de BeautifulGarbage quedó allanada. El bloqueo de escritor le dio paso a un momento en el que “las canciones salían como churros”, según Vig. “En este disco intentamos dejar a un lado los samplers. Muchos temas comenzaron a grabarse con Shirley sentada al piano, cantando. Después fuimos añadiéndoles cosas. Todo nació de una forma muy natural, sin artificios.” El proyecto de laboratorio de un productor y dos expertos en consolas se convirtió en otra cosa. Y Marker, el que menos habla en las entrevistas, es quien da en el clavo: “Estas canciones son más íntimas. Debe ser que mientras grabábamos, por primera vez nos sentimos una banda”.

LA VIUDA EN PROBLEMAS
¿Y Courtney?

Muñeca brava si las hay, Courtney Love. En lo que va del año, le entabló juicio por 1,5 millón de dólares a la ex esposa de su (ahora ex) novio, quien había amenazado con destruir su casa. Los cargos que presentó la rubia fueron: asalto, invasión de propiedad, invasión a la privacidad, llamados telefónicos molestos y amenazas. Pero no fue la única vez que visitó los tribunales. A fines de febrero logró que un juez aceptara una contrademanda que la ex de Cobain quería presentar contra el sello Universal por los derechos de propiedad sobre su música. La compañía la había demandado por incumplimiento de contrato, ya que Hole debe cinco discos según el acuerdo que el cuarteto firmó en 1992. A mediados de año, Courtney atacó de nuevo: un juez de una corte superior dictaminó que ella tenía “un claro derecho legal” para impedir que la última canción de Kurt, “On the Mountain”, apareciera en una caja de Nirvana. Hace unos días le inició un nuevo juicio a Universal, Dave Grohl, Krist Novoselic y Nirvana LLC (una sociedad formada en el ‘97 para manejar los asuntos de la banda). Lo que pide la cantante es que se declare rescindido el contrato entre Nirvana y Geffen (un sello subsidiario de Universal), y que todos los derechos sobre Nirvana se le otorguen a su hija, Frances Bean Cobain. Courtney ya tiene lista una nueva banda, Bastards, pero al parecer no piensa publicar discos mientras duren sus batallas legales.