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Jueves 18 de Octubre de 2001

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LOS DIEGOS RO-K Y CID PREPARAN, APUNTAN, DISPARAN...

Alguien tiene que decirlo

Estos dos no se detienen ni guardan nada. Mientras esperan por un segundo disco conjunto, dicen que no todo lo que brilla es oro: cualquiera puede hacerse el Dj, los que vienen de Estados Unidos e Inglaterra a veces son pura chapa, Paul Oakenfold es “paupérrimo” e “innombrable” y la dicotomía Pappo-Deró es falsa. “Nosotros no imponemos hits, los hacemos”, se ufanan.

POR PABLO PLOTKIN

Los disc jockeys argentinos pueden sentirse víctimas de horribles conjuras, a veces. Sentarse a hablar con uno de ellos puede equivaler a quedar atrapado en una trama de superestrellas impostoras, dudosos colegas, periodistas desinformados o propagandistas, empresarios estafadores, conspiraciones del fundamentalismo rockero. “El problema con los periodistas –dice Diego Cid, esbozando una semisonrisa de desconfianza– es que vienen del rock. No comprenden nuestra situación. Por falta de investigación, terminan sobrevalorando a tipos que no merecen ser siquiera considerados disc jockeys.” Encima que la prensa no ayuda, los productores importan artistas que sólo valen por su pasaporte (alcanza con que pueda imprimirse “USA” o “UK”, entre paréntesis, en el dorso de las tarjetas), ciertos DJs locales con cartel no hacen más que plagiar a los mejores (“los mejores” suele ser sinónimo de “nosotros”) y la masificación del acceso a la música de la semana hace que, hoy, cualquiera pueda ser disc jockey. Cualquiera.
“Es un curro nuevo, de esta época, entonces es difícil de entender”, admite Diego Ro-k, la otra mitad de D+D. “Pero alguien tiene que hacerlo. Y la cosa es tener la capacidad de salir a diferenciarte de los millones de disc jockeys que hay en todo el mundo. Elegir entre miles de discos, hacer algo novedoso, distinto... Ser disc jockey es decodificar la lluvia de música que cae cada semana. No es tan fácil, ¿eh? Podría serlo: vas a la disquería, te comprás el top ten, y por ahí pegás algún laburo. Lo mismo pasa con las bandas de rock: hacés un par de covers –’Route 66’, ‘El fantasma del pelo largo’ (sic)– y algún laburo en Gesell vas a pegar. ¡Es lo mismo!”
Ro-K y Cid se jactan de pertenecer a la primera avanzada de la música electrónica de Buenos Aires, o al menos se sienten en parte responsables de la resignificación de la sigla DJ en la Argentina. A esta altura, a más de dos décadas del momento en que un grupo de negros del Bronx se puso a jugar con sus vinilos para configurar el mapa genético del hip hop, la cosa se ve con otros ojos, más allá de lo que diga Pappo comiendo ravioles en el programa de Repetto. Desde entonces aparecieron tipos como DJ Shadow (casi el inventor del género DJ), Babasónicos (la primera banda de rock argentina que incorporó a un pinchadiscos) y los australianos The Avalanches se lanzaron recientemente a la fama como el último grito de ese conflictivo linaje creativo que compone a partir del trabajo de otros. RoK y Cid, criaturas de cabina desde mediados de los ochenta, formados en cultura rock pero decididamente alineados en las filas de la disco, son dos de los profesionales más efectivos de la escena electrónica de Buenos Aires, todavía confusa y confundida entre tanto iniciado y vendedor de espejos de colores.
Remezcladores de Catupecu Machu, Super Ratones y La Mosca, los D+D redujeron al mínimo las presentaciones a dúo este año. “Si bien es un producto caro para contratar –dice Cid–, no nos interesa presentarnos en cualquier lado sólo por dinero. Hicimos cosas más bien simples, siempre en el formato back to back. En un momento, varios artistas de acá lo probaron, pero lo dejaron de lado porque se dieron cuenta de que para hacer un back to back es necesaria una conexión que en nuestro caso en natural.” Mientras esperan la edición del nuevo disco de D+D para antes de fin de año –el sucesor del anfetamínico Estimulante–, Ro-K se dispone a publicar EPs y pone al día los papeles para instalarse una temporada en Alemania, donde trabajará para la prestigiosa compañía Cocoon. Mientras tanto musicaliza las noches SuperClub de Buenos Aires News, los viernes, luego del programa de radio que tiene en FM Energy. Cid es el codirector artístico de la radio, responsable de que la 101.1 abandonara el rigor trance que la caracterizaba. Además, tiene listo un álbum solista bajo elseudónimo 9 Mil, que lanzará el sello Cosmic Records, desprendimiento de Estatus.

LOS SALAMES
Ro-K: Venimos dándonos cuenta de que en Buenos Aires hay muchas propuestas dance, pero todo se fue poniendo muy zonzo. Cualquier salame viene escuchando house en el auto, se volvió una cosa muy normal. No hay experimentación. Y nosotros siempre fuimos pibes de hacer after hours, cosas extrañas, y de golpe hubo una quedada con respecto a todo eso. No hay cosas novedosas. Hay cosas buenas, pero el progressive típico, el housito típico, un tecno no muy raro... Nadie está haciendo algo extremo. La situación no es muy fácil, pero en cualquier momento sacamos una noche extrema un sábado. Sabemos que es algo que falta. Por otro lado, este año hubo mucha cosa dando vueltas, mucho disc jockey de afuera. Había que darle tiempo a la gente para que viera quién venía inflado por la prensa y la propaganda, quién valía realmente la pena y quién no. Mucho chasco, este año. Pero creo que vino muy bien, porque la gente de acá se dio cuenta del nivel de los que laburamos acá, y que afuera no todo es MixMag.
Cid: Estamos en una segunda etapa de crecimiento. En la primera, se conocía a la música electrónica como “marcha”. Ahora el problema es que la gente no termina de sentirle el gusto, o no termina de saber qué es lo que le gusta de la música electrónica. Pero es un efecto lógico de la masividad. Se nos está yendo de las manos a todos.
Ro-K: Pero hubo un gran crecimiento: ahora la electrónica pegó en otro tipo de gente. Gente que antes escuchaba indie rock, o hip hop –música más universitaria, como se la conoce en Estados Unidos–, ahora se volcó al dance. Es lo que está pasando en todo el mundo. Y acá cada vez sucede más: al principio luchábamos para imponer la música electrónica. A esta altura ya no hay que imponerla: ya está. Si no la conocés es porque te gusta el folklore.

EL ROCK
Cid: Hoy un pendejo no agarra más la guitarra eléctrica. “Mamá, comprame la computadora”, la carga con programas de música y se hace su propio estudio.
Ro-K: Además, creo que el rock no le encuentra la vuelta: se sigue refugiando en fórmulas extintas, quieren buscarle otro giro a la historia de los Rolling. Las bandas de rock interesantes en Argentina se cuentan con los dedos de una mano.
Cid: De todas formas, nosotros jamás podríamos renegar del rock, porque es de donde venimos. Nuestra formación proviene del punk, del rock, de la música disco, y creo que eso nos da otra perspectiva.
Ro-K: Acabo de volver de Europa, estuve trabajando en Ibiza, y este año en Londres hubo una gran influencia del punk. Me compré cantidad de discos con estilo punk house. Yo era fanático de los Pistols, los Clash, así que no me cuesta entender nuevas tendencias que estén influidas por todo eso. Ya en Delight, a fines de los ochenta, ponía los videos de The Cult enteros. Después ponía Guns N’Roses... Y en toda nuestra época pre música dance poníamos Iggy Pop, The Stranglers, Clash.
Cid: Los periodistas siempre nos preguntan qué problema tenemos con el rock, o qué problema tiene el rock con nosotros. Nos ponen en ese versus que nosotros jamás quisimos crear. Eso lo crearon Deró y Pappo en un programa malo de televisión. El músico de rock no tiene ningún problema con el de jazz, y me parece que tampoco tendría que tenerlo con nosotros. Creo que cierta gente del rock se sintió afectada cuando se empezó a decir que los DJs tocábamos música. Ahí es cuando les saltó la ficha. Decían: “Yo hice cinco años de conservatorio para decir que toco la guitarra y estos agarran dos discos y dicen que tocan”.

LOS AGENTES EXTERNOS
Ro-K: El rock incorporó las drogas para ver las cosas desde otra perspectiva; la música electrónica nació con toda eso ya incorporado, es algo que existe de manera implícita, sin muchos cuestionamientos. Si no, esta escena electrónica no tendría casi sentido. Mucha de la música de la última década no habría tenido repercusión internacional de no haber sido ayudada por varios agentes externos: éxtasis, LSD... El éxtasis unificó la percepción de ese sonido.
Cid: A mí me molesta tanto el que busca drogas toda la noche como el que se la pasa renegando. A mí me gusta la gente que viene a escuchar música, a divertirse, y lo que nosotros vendemos es sólo música, jamás nos metimos en un tipo de transa, o en ninguna clase de pensamiento del tipo “voy a poner esto porque les va a pegar a los que toman ácido” o “voy a poner esto porque están todos de merca”.
Ro-K: Hemos pasado por todas las modas desde principios de los ochenta hasta ahora, vimos pasar todas las sustancias en boga. Pero nunca fuimos agitadores, ni Eminems, en ese sentido.
Cid: A mí lo que no me gusta ver es gente en mal estado: uno borracho que no se puede mantener parado, o uno redrogado que la está pasando mal. Pero si el pibe está tomando un vaso de agua en la pista, con una sonrisa y bailando... Eso no tiene nada de malo.

LA FARSA
Ro-K: Este fue un año de chascos.
Cid: Vinieron disc jockeys muy, muy malos.
Ro-K: Hay algunos que no existen, y son traídos acá como estrellas. Y no existen.
Cid: Algunos fueron buenos en algún momento. Danny Rampling nunca me gustó, pero es muy buen pibe, y en algún momento fue una leyenda. Pero ésa yo no la viví. Lo que me mostró a mí es un desastre, directamente. Igual que Westbam. En una época tenía todos sus discos, y cuando vino acá me di cuenta de que era malísimo. Ni siquiera tenía técnica. ¿Cómo es que pueden llegar a un lugar así haciendo esa porquería?
Ro-K: Nosotros nacimos en un lugar errado. Si Diego hubiera nacido en Estados Unidos sería Jeff Mills. Sin exagerar. Puedo decir que más del 80 por ciento de los disc jockeys que vinieron este año no cumplió con las expectativas.
Cid: Yo he tocado con tipos que son supuestamente grossos, a los que les rompo tanto el culo... No es por agrandarme, pero hay tanta diferencia. En técnica, en música. No sé qué vienen a hacer acá. Ojo: porque hay muchos que vienen pensando que somos indios, y traen un set indio. Escuché a Anthony Pappa acá y no me gustó, pero escucho sus compacts y me gusta.
–¿Oakenfold?
Cid: No, es paupérrimo.
Ro-K: Innombrable.
Cid: La música que hace Oakenfold, nosotros la curtimos en el ‘89, ‘90. Esa clase de trance fácil.
Ro-K: Lo de Oakenfold ya es feo, incómodo, es como ir a ver una misa, man. Es muy feo.
Cid: En Europa preguntás por él y te mandan al carajo. Paul Oakenfold labura en Asia, en Australia, pero en Europa no trabaja en ningún lado.
Ro-K: Te voy a dar la definición exacta: Oakenfold es el DJ Deró inglés. Exactamente eso, aunque en versión Inglaterra. Creó una movida, como el Cabezón, laburó para la masa... El pibe se armó bien, fue punta de flecha, y si vas a los números probablemente sea el pibe que más plata hizo de la música electrónica. Al principio era buenísimo, le hacía remixes a Primal Scream. Pero se masificó tanto que no pudo salir de su propia trampa.Antes de tocar con U2 era muy respetable; después cayó y se dedicó a venderle a toda esa gente que lo vio en el Wembley Arena.

EL TEMA DE LA TEMPORADA
Ro-K: Nosotros no ponemos hits: los hacemos. El secreto es inventar el hit.
Cid: No somos disc jockeys de poner hits ya impuestos. Tiene que estar demasiado bueno como para que yo me compre un tema que ponen todos los DJs.
Ro-K: Yo me pasé el año imponiendo hits.
Cid: Este año yo estoy tratando de imponer el nuevo de Green Velvet, “La La Land”, que me gusta mucho y seguramente lo van a poner todos. Pero lo tuve un mes y medio antes que el resto.
Ro-K: Ahí es donde te diferenciás: teniendo un par de discos muy buenos antes que los demás. Después los tienen todos, pero existe un submundo estratégico en ese sentido. Hay varios, y varias, que se hicieron conocidos como disc jockeys picoteando de los set lists de otros colegas. Pero la gente va sabiendo quién es quién. Te das cuenta en los sets. Yo vengo poniendo este electro house desde la última época de Morocco. El año pasado la reventé: hits, hits, hits. Y ahora cuando viajé a Ibiza me di cuenta de que recién ahora los pibes que hicieron esos discos empiezan a salir en las revistas. Es cuestión de olfato.

Menú porteño

La oferta de lugares para escuchar o bailar música electrónica en Buenos Aires está en permanente crecimiento. Aquí, un resumen de los principales lugares dance del momento:

Clubland. Los sábados en la discoteca Pachá. Organiza fiestas especiales de Cream, Reinassance o Dance Nation, y suele tener DJs internacionales invitados (Dave Seaman, Deep Dish, Sander Klainemberg). Este sábado anuncia el regreso de la estrella autóctona Hernán Cattáneo. Durante su ausencia, fue reemplazado por Javier Zucker y Carlos Alfonsín.

Big One. Los sábados, en la ex discoteca Inferno (sobre Alsina, enfrente a un caliente bar peruano). Los DJs residentes son Aldo Haydar y José Gabin, cultores del house y progressive. Una vez por mes convocan a invitados internacionales, como el DJ Kevin Yosh. En leve ascenso.

Animal. Ciclo de los viernes, en Pachá, con Cristóbal Paz como residente, además de DJs invitados “rotativos” como Trincado, Romina Cohn o Simbad. Una vez por mes, además, organiza las Camel Genuine Sound, que tienen como residentes a Big Fabio y al dúo Spitfire (de los ex Urban Groove Miguel Silver y Luis Nieva).

Superclub. Los viernes, en Buenos Aires News, con Diego Ro-k como residente. Uno de los protagonistas de esta producción especial intenta darle al lugar, tradicionalmente “conservador” dentro de los cánones del género, un espíritu de renovación underground.

Boquitas Pintadas. El hotel fashion de Constitución ofrece viernes y sábados de house y minimal-house, generalmente con DJs internacionales invitados como DJ Baywatch. Durante esta semana, y hasta el próximo miércoles, el pinchadiscos a cargo es el estadounidense Eric T. Clark.

After Hours. Para los madrugadores y los que siguen de largo, hay dos ofertas. Uno es K2 (Avenida de Mayo al 900, los viernes, sábados y domingos de 7 de la mañana a 12 del mediodía), a cargo de la nueva formación de Urban Groove. El otro es Fiction (en la disco Caix, los mismos días, de 8 a 13), muy convocante, con menú tek-house y progressive.

Jueves. La oferta de pre-dancings –digamos de 1 a 3.30 de la mañana– se reparte básicamente entre dos lugares; el Voodoo (sin residentes) y el Club 69 (disco, funk y house por los DJs Nico Cota y Javier Zucker).

Fiestas BPM. De las más ascendentes, actualmente establecida los viernes en la confitería La Ideal. Autodefinidas como “fiestas de artes y música electrónica”, tienen como residentes a los DJs InDaMix, y suele incluir a invitados como Gustavo López, Boeing, Frecuencia, Urban Groove, Pommerenck, Shemale o Altocamet.

Insomnio. No son exclusivas de música electrónica sino que el menú se basa en el pop bailable de los ochenta y demás. En su versión de este sábado contará con una pista electrónica –a cargo del DJ invitado Diego Cid– para, según sus organizadores, “aumentar la oferta de estilos”.

 

Saber elegir

Strobe es una cueva de vinilos oculta en una galería de Cabildo al 2200, una disquería especializada atendida por el disc jockey Mike Ares. Cid la visita casi todas las semanas; Ro-K apenas va algunas veces por año, pero Gustavo –el dueño del local– suele llevarle vinilos a domicilio (el resto de sus adquisiciones es a través de Internet y los viajes al extranjero). Reciben unos setenta títulos por semana, que seleccionan de una lista astronómica según el sello del que provengan, así que los DJ porteños saben qué clase de material habrá disponible en Strobe cada vez que van a buscar novedades. “La cosa no está para comprar por comprar”, dice Gustavo. “Traemos lo que sabemos que les interesa a nuestros clientes”. Para Cid, la democratización del acceso a la música complicó el trabajo. “Una cosa es decidir entre veinte tracks y otra entre 2 mil. Por eso llevamos las de ganar nosotros, que tenemos cultura dance y sabemos qué vale la pena y qué no. Nosotros nos fijamos en productores, ciudades. Sabemos qué estilo corresponde a cada escena, a cada ciudad... Si viene de Detroit probablemente sea tecno, si viene de Chicago puede ser house o tecno, si viene de Nueva York seguramente sea house, o tribal house. Si viene de Miami es deep; si viene de San Francisco es electro, o break. Londres es trance, progressive, la música que se escucha ahora. Europa es tecno y house minimal”. Ro-K cuenta: “A mí los pibes me ven comprando música y me dicen ‘¿cómo hacés?’. Claro, me ven leyendo una lista del grosor de una guía telefónica, y marco seis títulos de un solo vistazo”. Ahora bien: ¿es saludable esa histeria de salir corriendo detrás de los simples de la semana? Ro-K contesta: “Eso depende de las hormigas en el orto que tenga cada uno. Yo puedo presentarte a un pibe que te pasa un set de música del ‘96 y te lo partió al medio, te lo dejó así. Pero hay tanta música, que ponerte a pasar música vieja... Vamos para adelante, yo soy de pensar así”.
Viernes a la noche, en Strobe: Ro-K cata vinilos en un altillo equipado con un par de bandejas y auriculares. Del sello Plastic City, de ¡Viva!, del alemán Gema, del inglés Loaded. Abajo, entre montones de ediciones de último momento y viejos discos de valor arqueológico (originales de promoción de Gloria Gaynor, copias autografiadas de los Bee Gees), Diego Cid pincha un tema deep house del sello Nordic Trax, mientras separa el simple “Do you mind” para extraer no más que un loop de percusión. Parroquianos electrónicos asienten ante las recientes publicaciones del sello Niche y de Martin Venetjoki, un artista de Touchdown Recordings que próximamente vendría a Buenos Aires. “El disco que yo me compro tiene que tener algo que me gustó en cuanto a groove. Además, tiene que tener algo atípico respecto de todos los discos que tengo”, explica Cid. “El disc jockey nuevo va a ir a buscar algo que esté sonando ahora”, aporta Ro-K. “Entonces se llenan de ediciones de sellos norteamericanos, tipo Siesta y todos esos que están invadiendo el mercado ahora, y la música suena toda igual”. Cid define la diferencia entre los DJ latinos y los anglosajones:
“Los disc jockeys de afuera son muy costumbristas, estilistas, en cambio uno latino puede mezclarte todo en un set. Te puede poner un trance y un break. Eso jamás lo haría un disc jockey europeo, que son muy prolijos, pero no manejan el factor sorpresa en la pista”. Entonces Ro-K pone un tema de Rick Preston a todo volumen. Cid menea levemente la cabeza y sentencia: “Bien puesto puede andar”.