EL
NUEVO DISCO DE PULP, SEGUN JARVIS COCKER
La
vida es bella
Tres
años después del sombrío This is hardcore, la banda más inteligente
del rock británico reaparece con una obra agridulce de amores y
abandonos titulada, no sin ironía, We love life. Producido por Scott
Walker, el séptimo disco en la historia de Pulp responde a cualquier
expectativa positiva. Palabra.
POR
ROQUE CASCIERO
Si se hiciera
un ranking de buenos respondedores de entrevistas, el
nombre de Jarvis Cocker debería figurar en el Top 5, por
lo menos. El flaco y pálido cantante de Pulp siempre parece
capaz de encontrar la más ocurrente respuesta, incluso si
la pregunta es de lo más mundana. Ejemplo extraído
de un chat reciente:
¿Cómo titularías tu autobiografía?
Mi autobiografía... Primero que nada, ya hice mi autobiografía,
porque las canciones son el único modo que tengo de seguir
el rastro de lo que me pasó en la vida. Soy muy malo para
sacar fotos. Si al llegar a viejo me pusiera senil si es que
ya no lo estoy, será muy difícil hacer un recuento
de mi vida. Nunca llevé un diario, así que las canciones
son lo más cercano que tengo para recordarme ciertas partes
de lo que viví. Supongo que el mejor título para la
autobiografía sería: Por favor no te quedes dormido.
Afortunadamente, el ingenio y la inteligencia de The Jarv tal
como se lo conoce en el Reino Unido no sólo aparecen
aquí. We love life, el álbum de Pulp que aparecerá
la semana próxima, confirma al cantante como el songwriter
más lúcido de su generación. Cocker abre sus
ojos y sus oídos a lo cotidiano, y luego lo plasma en canciones
que siempre ofrecen un giro extraño. Disfruto de obtener
inspiración de las cosas de todos los días; otra gente
probablemente disfruta de meterse en un jacuzzi y garcharse modelos
con tetas de siliconas... Bueno, yo también puedo disfrutar
de eso de cuando en cuando, ironiza. La vida cotidiana se
metía en This is hardcore, su anterior trabajo: No
soy Jesucristo aunque tenga las mismas iniciales/ soy el tipo que
se queda en casa a lavar los platos, decía en Dishes.
Y ahora vuelve a colarse. En Bad cover song, por ejemplo,
compara al nuevo amor de su ex pareja con una mala versión
de una canción. Es como los últimos Tom y Jerry,
cuando podían hablar; como los Stones a partir de los 80,
canta el maestro de la sorna. We love life fue producido por Scott
Walker, una oscura leyenda del rock tan influyente como escurridiza
(ver aparte). Quizá Wicker man sea la canción
del disco que captura mejor nuestra colaboración con Scott,
porque es la más larga y porque desde un comienzo él
quiso trabajarla. Creo que hizo un gran trabajo en sacar a la luz
la historia. Es un largo divague sobre cosas que me pasaron en Sheffield
(su ciudad natal) y él se las arregló para darles
un poco de vida, asegura Cocker.
Con Walker, Pulp grabó el disco con el método más
antiguo: todos los músicos tocando al mismo tiempo, como
si estuvieran en vivo o en la sala de ensayo. Intentamos hacer
el disco con el productor de los dos anteriores, pero no parecía
salir bien, explica el vocalista. Los integrantes de
la banda teníamos una idea bastante acabada de lo que queríamos.
En esos casos, generalmente uno se autoproduce. Nosotros teníamos
una idea fuerte aunque algo vaga de que queríamos hacer algo
diferente. Hubo cierto aire de incertidumbre hasta que Scott dijo
que le gustaría trabajar con nosotros. Todos sabíamos
que queríamos grabar de un modo más natural, simplemente
meternos en un estudio y tocar. Al comienzo de nuestra carrera grabábamos
de ese modo porque no teníamos dinero. Pienso que, si uno
tiene una banda, debe hacer el intento de grabar de ese modo, porque
tiene la posibilidad de conseguir algo de humanidad en lo que hace.
No hay que preocuparse si alguna partecita está más
rápida o más lenta; al menos podés obtener
algún clima, sentimiento o emoción. Una batería
electrónica no te da ese feeling.
Sin embargo, Cocker aclara que este método es el que mejor
lo representa... por ahora: Quizá la semana próxima
me vaya de vacaciones a Dusseldorf, me meta de lleno en el tecno
alemán y de repente decida que las secuencias son lo máximo.
Grabar tocando al mismo tiempo pareció lo adecuado para este
disco y no sé qué haremos en el futuro. Uno tiene
que hacer lo que le parece apropiado en cada momento en particular.
Aquí y ahora, Pulp vuelve al ruedo con un álbum que,
en cuanto a sus climas, podría ser descripto como una mezcla
de sus dos trabajos anteriores: tiene esa sensación vital
de salir a comerse el mundo un sábado a la noche que exudaba
Different class, pero también hay rincones sombríos
que hacen pensar en los momentos más opresivos de This is
hardcore. Quizá la mejor muestra sea la canción I
love life: a pesar del título optimista, arranca con
la frase Aquí llega tu cuento para ir a la cama, mamá
y papá te han sentenciado a vivir.
Muchas de las canciones de We love life tratan sobre romances fallidos
y corazones partidos, dice Cocker. No hay nada que valga más
la pena a la hora de escribir. Uno tiene que escribir sobre cosas
que tienen una resonancia emocional. La música afecta a las
emociones antes que al intelecto. Eso es lo que me atrae de crear
música. Pero no puedo componer sobre una relación
amorosa mientras está sucediendo; sólo después,
cuando ya terminó. Escribir una canción es como darle
el beso de la vida a un muerto. Lo resucitás cuando escribís
sobre él y cuando intentás revivir las emociones que
sentiste entonces.
¿Querrá Cocker resucitar el cadáver del britpop?
Todavía hay cierto sabor agridulce en su respuesta: Odio
esa palabra, britpop, confiesa. Para nosotros fue una
situación extraña, porque hacía mucho tiempo
que andábamos dando vueltas. En ese momento pensé
que era el momento ideal: tomemos el poder, hagamos una revolución.
Parecía que existía la posibilidad de lograrlo. Me
siento afortunado de haber vivido ese tiempo y de que hayamos sido
considerados parte de eso. Supongo que nos benefició, aunque
nunca creí que fuéramos una banda de ese tipo.
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