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SUPLEMENTO DE HUMOR DE PAGINA/12

Chistes turísticos

No sólo los porteños viajan. Cuando un provinciano viene a Buenos Aires, debe enfrentarse a la soberbia porteña. He aquí unos chistes sobre el tema, tomados de La Argentina en chistes, de Rudy (Planeta, 2001).

Tipo recién llegado a Buenos Aires quiere visitar el cementerio de la Recoleta, pero no sabe cómo llegar. Así que le pregunta al primer transeúnte que encuentra en la calle.
–Disculpe, ¿cómo se va al cementerio?
Y el transeúnte:
–Es fácil. Llega a la Avenida del Libertador y cruza con luz roja.

Un cordobés recién llegado a Buenos Aires de visita, está mirando muy atentamente al Obelisco. Un porteño, que circulaba por la calle Corrientes por hacer algo, se le acerca...
–Disculpe, ¿puedo ayudarlo en algo? –el porteño.
–¿Esto quéees? –pregunta el cordobés.
–Ah –dice el porteño con cara solemne –es la tumba de mi padre... y este es su pene.
–AaAaaaah... ¡pero qué interesante!
El cordobés se queda pensando, pensando, cavilando...
El porteño lo mira con una sonrisa burlona en el rostro.
Al rato el porteño ve que el cordobés está caminando con pasos largos en círculo alrededor del Obelisco.
Asombrado se acerca y le pregunta:
–Perdón, pero ¿qué está haciendo?
–... ¡estoy midiendo el tamaño de la de tu madre, porteño agrandado!

Un salteño va a Buenos Aires y luego vuelve.
Un amigo le pregunta:
–Y ¿cómo encontraron Buenos Aires?
–Fácil... nos bajamos del micro y ahí estaba.

Ramón y Sixto, dos santiagueños de ley, vienen por primera vez a Buenos Aires. Y tienen hambre. Y no tienen mucha plata. Y de pronto ven un carrito que dice: “A un peso los Hot Dogs”.
–¿Hot Dogs? ¿Iso qui es?
–Qui si io.
–Bueno, vamo a preguntar nomás.
Se acercan al puesto y le preguntan al dueño.
–¿Quí i iso “hot dogs?
–Perros calientes, quiere decir.
–Ah, bueh, denos dos.
El tipo los sirve. Ramón toma el suyo, lo muerde, abre el pan, escupe todo con cara de asco.
Sixto:
–¿Qué pasó, Ramón?
–¡Mirá la parte del perro que mi ha tocao!

Dos correntinos
–Es bárbaro Buenos Aires. Uno llega y ya viene alguien que te ofrece ir a pasear, te lleva a cenar, te invita a un hotel y encima al día siguiente te deja unos mangos para tus gastos.
–¿En serio? ¿A vos te pasó algo así?
–A mí no, pero a mi hermana sí.

 

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