Cuando
pele la toalla
Por el prof. Sócrates Mosqueto
El Gobierno, en su empeño
por agilizar la función pública, ha decidido encomendar
a la Fundación Mosqueto las respuestas a las cartas que los
ciudadanos remiten a la Presidencia de la Nación. He aquí
la primera de las cartas recibidas:
Señor Presidente:
Hace un año y medio fui elegido por mi actual esposa
para ser su marido pero, luego del matrimonio, me resulta cada vez
más difícil cumplir los deberes conyugales: ¿debo
llamar a otro para que lo haga en mi lugar?
Cornelio Cornéliez, de Capital Federal.
Respuesta: ¡Por
supuesto que debe llamar a otro! ¿Qué importa si ella
lo eligió a usted? Lo que su señora precisa es alguien
que le resuelva las acuciantes necesidades que la han llevado al
borde del default. La pregunta es quién es el hombre más
adecuado para realizar aquello en lo que usted resulta inservible.
Conviene que no sea un tipo débil: que no se pase meses y
meses tratando de satisfacerla para que al final resulte prácticamente
tan inútil como usted. Pero tampoco convendría un
hombre demasiado brutal e insensible, tanto que ella, aunque acostumbrada
a soportar a los más diversos varones, no lo aguante más
de una semana.
Lo mejor, señor Cornelio, es que usted recurra a un profesional.
Existen señores que dominan el arte de intervenir en crisis
matrimoniales cuando el marido ya no puede hacer frente a la situación.
Lo único que usted debe hacer es averiguar cuál es
el más conocido y exitoso y recurrir a él.
Hay que prever que el especialista reclamará facultades extraordinarias.
Al fin y al cabo, si su mujer está tan necesitada no es sólo
porque usted no puede sino también porque ella es una hembra
muy difícil. Tampoco es cuestión de que, en cuanto
el especialista dé por terminada la luna de miel y pele la
toalla mojada, ella empiece con que los derechos de la mujer y esas
cosas. Pero, bueno, para algo usted es el jefe de la familia, y
deberá convencer a los demás integrantes de que le
den a usted, es decir a él, los poderes necesarios para que
él, es decir usted, pueda cumplir con su misión. Lo
importante es que todo va a salir bien. Y, cuando salga bien, el
mérito va a ser de él, es decir de usted; si, en cambio,
sale mal, la culpa va a ser de usted, por haber recurrido a usted,
es decir, ¿a quién?
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