Las críticas se multiplicaron desde que el Grupo Kosmos, presidido por el futbolista Gerard Piqué, lograra impulsar un revolucionario cambio de formato en la Copa Davis y enterrara nada menos que 118 años de historia. Aquel acuerdo con la Federación Internacional de Tenis, que en principio buscaba volver a seducir a los mejores jugadores del mundo, comenzó a recibir la reprobación de varios pesos pesados de este deporte.

Uno de ellos fue Novak Djokovic, quien había manifestado que le daría prioridad a la nueva Copa del Mundo creada por la ATP, un certamen que tendrá su primera edición en enero de 2020, en Australia, y que resultará una competencia directa para la Davis, cuya versión inaugural de las finales se jugará del 18 al 24 de noviembre de este año en la Caja Mágica de Madrid -serán 18 países repartidos en seis grupos de tres-. "Siento que la fecha de la Copa Davis es realmente mala, sobre todo para los mejores jugadores", había deslizado el serbio meses atrás. Esta semana, sin embargo, rectificó su posición y confirmó que estará a disposición del capitán de su país, Nenad Zimonjic, un respetado doblista de 43 años que aún sigue en activo.

¿A qué se debe el vuelco en la decisión del número uno del mundo? "La razón es que quiero representar a mi país", simplificó el propio jugador para explicar el sorpresivo cambio de postura. Pero son varios los motivos que pudieron influir. El factor económico, por un lado, resulta preponderante, porque los premios ascienden de manera sensible: la Federación del equipo campeón percibirá 1,25 millones de dólares, mientras que los tenistas se quedarán con dos millones y medio. La participación de Djokovic, entonces, será un gran aporte para el desarrollo del tenis de Serbia. Los Juegos de Tokio 2020 podrían configurar otra causa: el reglamento de ITF refleja que los tenistas deben jugar al menos tres series en el ciclo olímpico para estar en la gran cita del deporte -el serbio no juega desde 2017-.

No obstante, acaso la mayor de las razones sea simplemente el amor por su país. Djokovic sufrió de chico el peor de los males. La Guerra de los Balcanes lo tocó de cerca durante sus inicios en Kopaonik, una de las principales cadenas montañosas de Serbia, que contiene una pequeña zona al norte de Kosovo. En ese lugar sus padres Srdjan y Dijana le inculcaron la pasión por el esquí desde muy temprana edad, lo que explica la flexibilidad que hoy exhibe Djokovic en los tobillos, las rodillas y las articulaciones. Allí, a más de 1700 metros sobre el nivel del mar, también empuñó una raqueta por primera vez, a los 7 años, para nunca más soltarla. La gran velocidad de la pelota en la altura generó que fuera un jugador mucho más rápido. Ese lugar, donde el número uno del mundo comenzó a forjar su leyenda, fue bombardeado en 1999 durante los ataques de la OTAN a Yugoslavia. El joven Djokovic tenía apenas 12 años. Décadas después, cuando ya era un tenista consagrado a nivel internacional, visitó el lugar donde permanece el frontón en el que aprendió a jugar.

"Me costó entender con seriedad la situación de mi país después de la guerra, sobre todo los problemas económicos y políticos. La gente sufre porque es un país marcado por la guerra. Por eso intento representar a Serbia de la mejor manera posible y demostrar que tiene muchas cosas positivas que ofrecer, no sólo negativas. Lo hago cuando juego la Copa Davis, pero también hablo de los valores reales y buenos que ofrece Serbia. La imagen es negativa desde hace más de 20 años y quiero cambiarla", contó en algún momento Djokovic, un verdadero embajador por el mundo que llegó a conquistar la primera Ensaladera de Plata para Serbia en 2010, después de vencer 3-2 a Francia en Belgrado.

El vínculo de Djokovic con la Copa Davis, además de profundo, es extenso. El número uno del mundo debutó por la Ensaladera en 2004, antes de cumplir 17 años, en el triunfo 5-0 de Serbia y Montenegro sobre Letonia por la zona continental. En aquel equipo también estaban Zimonjic, el capitán actual, y Janko Tipsarevic, quien ya anunció que dejará el tenis profesional justamente después de disputar las finales de Madrid. Será una cita especial para Djokovic, en su regreso a la selección balcánica después de dos años de ausencia -no juega desde 2017, en el triunfo 4-1 ante España en cuartos de final del Grupo Mundial-.

Serbia, que se clasificó tras derrotar en febrero a Uzbekistán como visitante y compartirá el Grupo “A” con Francia y Japón, será uno de los favoritos por contar con Djokovic, líder del ranking y campeón tres veces en los 700 metros de altura de Madrid, en las ediciones 2011, 2016 y 2019 del Masters 1000 español. El regreso del número uno del mundo no sólo será capitalizado por su equipo, sino también por el Grupo Kosmos y por el propio Piqué, quien ya contaba con la confirmación de Rafael Nadal.

El marcador central de Barcelona estará en Nueva York el próximo 5 de septiembre, en el parate de la liga española de fútbol, para presentar el certamen de manera integral en el US Open. Y lo hará con Djokovic y Nadal, dos de los tres mejores jugadores del mundo. Nada mal para la primera edición de una reestructurada Copa Davis que, sin dudas, marcará un antes y un después.

 

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