“Ellos dos siempre fueron un abrazo”, dice con su gramática inusual Aníbal Barrios. “Yo sé que García lo admiraba con locura a Luis. Y Luis a él”, confirma. “Cuando Luis se encontraba con Charly, existía como una fascinación”, cuenta Patricia Zalazar. “Había una cuestión de respeto, de cariño, de potencialidad entre ambos. Se emocionaban mucho los dos”. Las cosas no demorarían en cambiar.

En el verano de 1984, Charly García alquiló una quinta en el Gran Buenos Aires, donde sucedió el hecho que llevaría a ambos a pensar en generar un proyecto conjunto. Podría ser algo de escala galáctica. Charly hizo algo insólito: se sentó al piano y se dejó dirigir, un mando que solo podía delegar en alguien que tuviera un ascendente sobre él. Y el único dentro del rock era Spinetta. A partir de una serie de acordes encadenados, que Charly tocaba y sobre los que Luis opinaba se fue modelando “Total interferencia” , la canción que cerraría el tercer disco de García como solista: Piano bar. Fito Páez, que tocaba en la banda de Charly, reparó en la ironía de que el primer tema que hacen juntos se llamara de esa forma. Sería él quien oficiaría de productor interino de la canción, casi en reemplazo de Luis que se encontraba batallando para finalizar Madre en años luz. El tema tiene el tango de los dos, la mejor pluma del García de aquel entonces, y la estructura y modulación spinetteana. “Es un tema spinettoide”, dijo Charly. Era un augurio inmejorable.

Charly era como un vendaval; en la cúspide de sus poderes, se puso a producir más discos de lo que en verdad se podía, entre ellos el primer álbum solista de Fabiana Cantilo, devota de Spinetta. A través de Fito, que era su novio entonces, Fabi pudo acceder a Luis y pedirle una canción para su disco. Luis le dio un inédito: “Ventiscas de marzo” . Cuando fue a mostrarle a Charly lo que había conseguido, este le dijo: “No, tiene demasiados acordes”. “¡Y yo me quería pegar un tiro!”, grita Fabiana. “Porque le tenía que decir que no a Spinetta. Que con lógica se ofendió”.

Fabiana, que vivía la aceleración de sus partículas tan intensamente como Charly, no se rindió y cuando volvió a compartir una mesa con Luis Alberto, le dijo que seguía queriendo hacer un tema suyo. “Está bien”, salió del paso Spinetta. “Hacete una versión de ‘El monstruo de la laguna’ en tiempo de reggae” . “No sé cómo hice para transmitírselo al otro”, se pregunta Cantilo. “Pero lo grabamos y Luis vino a tocar. Yo estaba muy loquita y en el medio de ese disco me internaron”. Eran tiempos donde parecía que Charly y Fabiana estaban jugando una carrera mortal, pero Cantilo sobrevivió y retornó a la grabación, lo que hizo que Charly exclamara: “¡Ah, si Fabiana no se muere, yo tampoco!”.

Tapa de la flamante biografia oficial de Spinetta

EL LEÑO VERDADERO

El guitarrista de aquel disco de Cantilo era Richard Coleman, a quien Charly conocía de la casa de Andrés Calamaro en Palermo, donde hizo los demos de Vida cruel, su segundo disco solista, que contaría con las presencias estelares de Spinetta y García en “Vi la raya” . “Con Andrés nos hacíamos pis encima”, recuerda Mario Breuer. “Luis llegó a Panda, y me tiró un par de conceptos hermosos. Es un tema que hicimos ahí mismo en tres o cuatro horas. La parte de la letra que habla del leño verdadero, es por un porro que estaba ahí armado”. A Andrés le pareció, no sin razón, que Luis y Charly habían pensado que ellos (Calamaro, Coleman, Christian Basso y Fernando Samalea) podían ser la banda de acompañamiento del proyecto conjunto.

Como los horarios en el estudio eran contiguos, Charly le pidió a Richard que se quedara después de terminar su sesión con Andrés, para grabar guitarras en el disco de Fabiana. “Me quedo y preparo mi set. Tenía un sonido bien armado, con buenos equipos y muchos efectos: básicamente era una paleta de colores con muchos sonidos para ofrecer”, cuenta Coleman. “Ahí me dice que vamos a hacer ‘El monstruo de la laguna’, que yo recordaba muy bien, porque siempre fui del lado más de Spinetta. Yo estaba de ese lado de la grieta”. Charly le escribe un cifrado en un cuaderno Gloria, con unos marcadores de fibra y lo pone a Richard a grabar tomas. En una de ellas, el guitarrista levanta la cabeza y del otro lado del control ve a Charly, Breuer y al mismísimo Spinetta. “¡Esto es muy loco!”, exclama y se tira a grabar otra toma. “Imaginate, estar tocando para Charly un tema de Spinetta al cual tengo ahí adelante”, recuerda Coleman. “Me mandé, hice unos ruidos, sonidos raros, pero ese era mi trabajo: colorear. Aquellos dos habían hecho un arreglo chino con la batería electrónica, una cosa muy compleja”. La toma funcionó y fue la definitiva: “Listo, pasá por Sadaic”, le dijo García por el talkback. “Yo estaba muy emocionado por estar con ellos dos”, confiesa Richard que luego fue a saludar a Spinetta. Conectaron lindo.

La noticia de Spinetta y García rondando los estudios fue un hilo de fuego en las comunicaciones del rock y no tardó en llegar a los cuarteles generales del sello Interdisc. Fue Bernardo Bergeret quien alertó a Pelo Aprile. Hubo un tanteo y una luz verde de inmediato. Se pusieron a trabajar en el departamento de Charly con una batería electrónica. “Los temas que tenían eran dos; uno era ‘Rezo por vos’ y el otro era ‘Hablando a tu corazón’ ”, precisa Pelo Aprile. Ya habían registrado un demo de “Una sola cosa” , que fue lo primero en trascender. Pese a que García se lo adueñó con una versión magistral que quedó plasmada en Parte de la religión , “Rezo por vos” es autoría de Spinetta. “Lo único que hizo Charly fue el riff, pero ese riff es lo que hoy identifica la canción”, afirma Pelo Aprile. “A mí, el tema me parecía raro pero hoy es un himno”. Luego, García cambiaría y mejoraría la letra inicial de la canción, ya que Spinetta no la tenía todavía totalmente cerrada. El entusiasmo los llevó a Canal 7 para presentarla en Cable a tierra, el programa de Pepe Eliaschev que tuvo el privilegio de ser la sede de la única actuación de ambos gigantes, acompañándose con una batería electrónica y una torre de teclados comandada por García. A Luis se lo ve más relajado, a Charly más nervioso, y a los dos como conteniéndose: entre ellos había una admiración y un respeto tan grandes que se tornó hasta contraproducente. Pasaron bien esa prueba.

El disco se iba a llamar Cómo conseguir chicas y estaba proyectada su grabación en Moebio con Mariano López como ingeniero de sonido. Pero hubo un chisporroteo de situaciones y sensaciones. Es casi de dominio público que mientras Charly cantaba con Luis en la televisión “Y prendí las cortinas/ y me encendí de amor”, las llamas devoraban el cortinado de la habitación de su casa mientras Zoca se bañaba. Se habían reconciliado la noche anterior tras una larga separación. Charly le pidió que lo esperara, y ella aprovechó para ducharse. Cuando salió del baño, el departamento estaba en llamas y ya era tarde para cualquier maniobra, hasta la inconsciencia de intentar buscar unos dólares que Charly había guardado en la habitación. Fueron los propios vecinos quienes no la dejaron regresar hasta que llegaron los bomberos y sofocaron el fuego.

“¡Charly! ¡Se incendia tu casa!”, le comunicó con urgencia Drutman, el abogado que trabajaba con Daniel Grinbank y Pelo Aprile y que por alguna razón estaba en el canal.

Luis Alberto y Mariano López ayudaron a Charly a cargar con rapidez sus equipos en la camioneta Volkswagen del Flaco, y partieron raudos hacia Coronel Díaz, acompañados por Pelo Aprile. Zoca estaba bien, un tanto sacudida por la experiencia ígnea, pero los dólares se habían hecho humo, y los bomberos ofrecieron ser revisados para que García se quedara tranquilo de que no se lo habían sustraído. El mito asegura que Luis Alberto le dijo a Charly “es por mi culpa, demasiada energía”, y que a continuación Charly le arrojó un cenicero por la cabeza, terminando así la vida del breve dúo.

Existe otra versión de la historia que afirma que Charly le echó la culpa a Luis, a lo mejor en broma: “¡Esto nos pasa por cantar canciones religiosas!”. Como sea, el combo Spinetta-García terminó por otras razones que no tienen que ver con ese lanzamiento de cenicero, pionero en su género.

PASAJEROS EN TRANCE

Cuando se disipó el humo del incendio, y Charly estuvo lo suficientemente recuperado, Spinetta y García accedieron a la insistencia de Pelo Aprile para comenzar a grabar lo que en principio iba a llamarse Cómo conseguir chicas. Alejandro Rozitchner tuvo primera fila en la breve existencia del dúo entre ambas potencias rockeras. Es más, un día fue anfitrión de ambos en su monoambiente de la calle “General Cangallo”. “El problema del disco es que Charly quería ser el productor y poner la voz de Luis bien adelante en la mezcla”, revela Alejandro. “Y Luis siempre prefirió que estuviera entremezclada con los instrumentos. Charly le decía: ‘Con esa voz increíble que tenés, es un pecado no mostrarla más, tiene que estar adelante’. Y a Luis no le interesaba eso. Esto se conversó en los ensayos que se hicieron en lo de Charly. Por ahí andaba Fabiana Cantilo, que estaba por sacar su disco y García nos mostró ‘Pasajera en trance’. No encontraron la manera de ceder algo cada uno para acomodarse al otro, por más que se respetaran. Luis siempre valoró muchísimo a Charly y es cierto es que Charly estaba imposible”.

Cuando pudieron coincidir en Moebio junto a Mariano López, Charly venía de un día muy largo que había durado unas treinta y seis horas como mínimo. La grabación arrancó con “Rezo por vos” que tuvo varias versiones, y una de ellas alcanzó los ocho minutos. Pero Charly comenzó a ponerse incómodo e intratable. En un momento le gritó a Mariano López: “¡Bajame esos auriculares!”. Mariano, hombre de pocas pulgas, cerró la sesión y se fue. A Luis la situación lo angustió. Charly hizo que Pelo llamara a Mario Breuer, que intentó enderezar ese naufragio inminente. Pero no había más horas en Moebio. Así, García forzó los acontecimientos para que sucediera lo que quería: ir a grabar a Panda con Breuer. Spinetta se dio cuenta de que las cosas iban mal, y llamó a Patricia que dejó a los chicos y se fue a Moebio.

Charly también sabía que el colapso de la situación era inminente, y reptó hacia la bañera de la casa de una amiga, para darse un baño de inmersión después de la ingesta de dos comprimidos de un ansiolítico de la época. Luis se quedó solo, cargando sus equipos y los de Charly en su camioneta una vez más. “¿Pero qué soy? ¿Un asistente?”, se preguntó en voz alta. Los componentes italianos de su temperamento estaban a punto de entrar en ebullición. “La relación entre Luis y Charly era muy cariñosa”, no duda en afirmar Mario Breuer. “Cuando Charly estaba un poco mal, la presencia de Luis le hacía bien. Si García no estaba bien, Luis se ponía incómodo, le daba como una congoja”.

Cuando García llegó a Panda, demasiado tarde, hubo una discusión entre él y Luis que le dijo claramente que en ese estado no daba para que él siguiera trabajando. “Vos estás bien porque la tenés a ella”, le recriminó Charly señalando a Patricia. Ella le ofreció a García ir a calmarse a Castelar. “OK”, asintió García. “Voy, pero con dos putas”. Cuando Patricia dijo que no, Charly le revoleó un paquete de galletitas por la cabeza. Spinetta se contuvo, tomó a su esposa del brazo y se retiró de Panda. Todo había terminado. Luego habría coletazos a través de la prensa; si bien intentaron ser elegantes, García comentó algo de que Spinetta era demasiado familiero y conservador. Otro periodista se lo citó a Luis Alberto, que no anduvo con medias tintas: “Es un pelotudo”, se le escapó. Con el correr de los años, refinarían sus argumentos.

“Nos quedamos con las ganas de hacer algo diferente”, reflexionó Spinetta veinte años después. “Bajamos más de un metro de la superficie para profundizar. Él no estaba muy bien como para hacer un disco con otra persona, quería como dirigirlo. O todo lo contrario, pero se quedaba solo. Y el material suyo que barajamos era más para un disco solista que para un trabajo en colaboración. Y eso que trabajamos en dos canciones y apenas llegamos a grabar una sola. Fue terrible, pero a mí siempre me ayudó tener abundante material para salir con otra cosa. El quiebre del proyecto con Charly me sirvió para salir desde otro lado, con algo distinto, relativamente airoso, y definitivamente con otro vigor”.