Una salamandra que baila sobre su propio fuego, la estetización del silencio, un enfrentamiento con la otredad, una herramienta para seducir, para acercar, para expandir y para delimitar. Pero, sobre todo, un terreno para la discusión. Esas definiciones de la música parecen salir a borbotones de la profusa mente de Adrián Dárgelos, que desde hace un año y tras la salida de Discutible, último disco de estudio de Babasónicos, en octubre de 2108, encontró la manera de capitalizar las entrevistas de promoción y volverlas parte del complejo conceptual que rodea al álbum.
Discutir todo, entonces, fue la premisa de un Dárgelos socrático, punzante y afilado que se brindó al juego como el que más. Pasó un año de esa época. Pasó la presentación del disco en el Hipódromo de Palermo. Pasaron muchos más shows y muchas más notas en las que Discutible fue una y otra vez masticado y reelaborado por el frontman. Y es con la perspectiva que da la distancia de los hechos que se sienta a charlar con Página/12, en esta oportunidad, con motivo de una nueva presentación de la banda, el sábado 23 en el Luna Park.
“Uno genera un discurso en torno al disco para eso", explica Dárgelos a propósito de este "modo discutible", de ese personaje que habita en el interlineado discursivo del álbum y que se derrama sobre la persona real, borrando intermitentemente el límite que diferencia a uno del otro. "Si no, no vale la pena nada. Lo que pasa es que el momento de la salida del disco era súper complejo coyuntural: la Argentina se derrumbaba, había gente muy obstinada en no ver el desmoronamiento de un modelo social vacuo, sostenido en la ignorancia, en el odio y en un montón de recetas de enriquecimiento hacia la concentración del capital y el poder, y que era todo recontra obvio: crisis de devaluación, de empobrecimiento, donde Estados Unidos se mete, nos licua, nos vacía”.
Sin embargo, la conversación con el cantante no se limitó a debatir los alcances de la discutibilidad de Discutible, y derivó por otros temas que surgen como preocupaciones en el disco, en las puestas y en el armado de esta etapa del grupo. La música, el rock, el arte en general, la política, la poesía y las formas de sortear las vicisitudes de una industria cada vez más preocupada por los resultados cuantitativos que por las propuestas estéticas son algunos de los temas que aparecen tras más de una hora de charla.
“La música me gusta porque no tiene edad. Cuando estamos en el escenario, en ese delivery, la música nos evapora. Somos eso: algo que se consumió sobre la flama del escenario. Y la música está hecha para eso, para bailar sobre el fuego. Morir ahí. La relación con la muerte que tiene la música es esa: uno sabe que está, la enfrenta y decide bailarle, en vez de rezar, sufrir o pedir un lugar más allá. Y un disco es una llamada, un cuerno que llama a su grey. No quiero cualquier público, porque cualquier público no me sirve. ¿De qué me sirve ser gigantemente popular y no poder vivir? Si total, por más que seas gigante, en la Argentina no te alcanza para nada. Es una dinámica de mercado medio psicótica: sos un gigante adentro de un gallinero. No tiene capacidad para sustentar. Vivís encerrado”.
-¿Y cómo sería ese público?
-¿Vos te pensás que lo sé? ¡Ahí está! ¡En el disco lo busco! No son características puntuales. Es el público que sienta que el llamado lo invoca. Entiendo no va a ser extremadamente gigante, pero prefiero tener el público que me corresponde y no otra cosa, que está pidiendo algo de mí que no le voy a dar. Como banda, quiero tener un público al que sea entretenido tocarle, que esté viviendo el momento de una forma catártica.
-El disco empieza con un llamado a la reflexión y termina con una declaración de intenciones, casi un manifiesto, y una promesa un tanto amenazante: "esto recién empieza".
-Claro. Porque voy a profundizar.
-¿Cómo sería profundizar Discutible en el estilo Babasónicos? ¿Seguir en este camino más a fondo o encontrar un opuesto y salir con un disco completamente diferente?
-No lo sé. Babasónicos siempre reacciona al último disco pero, a la vez, nuestra forma de componer es a partir de no tener mucho preconcepto, vaciarnos de eso e ir en busca de las cosas. Compositivamente, tengo cierto desdén a las ideas en las que sé lo que quiero escribir. Me gustan más las cosas cuando no entiendo demasiado qué estoy queriendo hacer.
-Discutible, sin embargo, tiene un concepto que está muy elaborado. De hecho, parecería una especie de cristalización de una idea que vienen proponiendo desde el comienzo de la banda. En el libro de conversaciones Arrogante Rock, el verbo "discutir" y sus derivados aparecen permanentemente. Y la primera edición de ese libro tiene más de diez años.
-Lo que pasa es que Discutible, en algún aspecto, debería profundizar en algo, pero no sé si me es manejable ahora. Recién estamos empezando. El primer disco que hacés es todo lo que quisiste hacer en tu vida, el segundo puede ser todo lo contrario, en el tercero tenés que pelar, porque no hay más ideas. Entonces, te pone en un brete, porque realmente tenés que crear. De lo que me di cuenta ahora, a la altura de Discutible, es que a lo que nosotros le discutimos es al mercado, la oferta y el consumo de la música. A la relación con la industria y al formato, al uso y al algoritmo. Ese concepto necesitaba una música que pudiera sobrevivir, que no fuera de un consumo tan rápido, porque esa música no tendría pervivencia, y para Discutible era importante lograr una música que trascienda, que venza el frasco estético en el que está envuelta y modifique al oyente. Una música que, trabajando sobre las estructuras que él ya tiene de pensamiento y de lenguaje, se las manosee y pueda generar una nueva altura desde donde no está viendo. La música atraviesa una crisis enorme. Vivimos un panorama en el que los que consumen música pop marcan un standard imposible de seguir para los músicos que no son eso. No podés competir contra Drake, Beyoncé o los setenta mil nenes estadounidenses que generan los mercados más comerciales y más filtrables en la música global. La ampliación de usuarios que tiene la música fue tan exponencial que terminó dictando los parámetros de cómo es la música. Pero no son parámetros originales de la lucha estética, son algorítmicos.
-Ustedes, por el posicionamiento que tienen en la industria, están en condiciones de discutirle a eso desde el arte. Cuando dicen "vine a despojarte, a transformarte, a provocarte", es una declaración de intenciones desde lo artístico. Porque el arte es eso, ¿no? ¿O el rock?
-No lo sé. No. El rock era algo más entretenido, más pasatista. Creo que cuando había contracultura era una declaración de principios de la vida joven que no se regía por las tendencias de consumo, pero ya después de los '90 no. Es un eslogan en una remera, nada más.
-¿Y cómo se trasciende a eso?
-Nosotros no tenemos muchas más opciones que intentar trascenderlo. Somos así porque la contingencia nos apura, nos aprieta el mundo hacia eso. No somos solamente lo que queremos, somos una expresión del combate con la discusión de lo que sucede. La primera línea de la trinchera de eso. Creo que ya acabé con esa dialéctica de rock o no rock, con el señalamiento de esas dos posiciones, y habiendo tomado siempre mal partido.
-¿Cómo será discutirle a Discutible?
-No siento tanta presión por saber qué sigue. Sí me enfrento a componer música nueva creyendo que voy a encontrar esos motivos que a mí y a todos nosotros nos puedan sorprender. Siento que hay algo que tengo que profundizar, cierto sentido de hacia dónde va direccionado lo que queremos hacer, porque el mercado todavía no está como para que nosotros hagamos música popular: va a ser desechada. Si hago eso, voy a competir con algo con lo que no se puede competir.
-El crítico cultural y ensayista Mark Fisher habla de una categoría, el modernismo popular, que es justamente una propuesta de producciones culturales que sean populares y a la vez estéticamente desafiantes.
-Quizá lo que debería pasar es que el modernismo deje de ser elitista. Yo qué sé, si yo hago un disco sobre la obra de Kurosawa, es demasiado restringido el público al que puedo llegar, no me va a entender nadie. No va a tener arraigo. Supongo que lo que propone ese autor, que no leí porque no leo ensayos, es que se puede ser desafiante, moderno, dar un espectáculo, todo eso dentro de un marco que se entienda, sin por eso tener una presunción tan elitista que deje afuera a la mayoría.
-Ustedes desarrollaron un estilo que, de alguna manera, da cuenta de una operatoria equivalente a la de algunos directores de cine que se sirven de los géneros tradicionales para crear un estilo propio. ¿Babasónicos es una banda de autor?
-¿Qué seríamos, Herzog? (Risas)
-Tarantino, por ejemplo, tiene una utilización de todos los recursos de los géneros cinematográficos para hacer algo que es nuevo y que además se parece siempre a sí mismo. En ese sentido, la relación con Babasónicos. Porque los géneros musicales del pop están todos representados en su obra y, aun así, es posible identificar una canción suya inmediatamente.
-Pero Tarantino es posterior a Babasónicos. Recuerdo haber ido a ver los estrenos de Tarantino ya con la banda… Creo que Tarantino tiene más claro que el cine debería ser un entretenimiento y usa todas las cartas que le son válidas para lograr ese fin. Utiliza todos los recursos del cine de género para eso. Hace mucho muchísimo que no voy al cine, igual. Tengo una relación muy compleja con el tiempo. Básicamente, lo pierdo. Me levanto muy temprano y lo pierdo todo. No me organizo, no tengo agenda, no sé lo que voy a hacer. Sólo escucho música o leo. Y no puedo leer nada que no sea lo que mi fantasía me conduce.
-En varias entrevistas hablás de leer como un acto subversivo. ¿Editar un libro de poesía como Oferta de sombras es un llamado a la acción en ese sentido?
-El patrón de educación y cultura es tan fuerte para que vos seas un elemento útil en la cadena productiva, estás tan signado por eso, desde las estructuras familiares, la educación del colegio, todo, que cuando llegás a la adultez y perdés el tiempo, te convertís en un personaje que el comunismo llamaría indefinido social, que no tiene vocación. En ese sentido, siento que la poesía queda por fuera de la matriz productiva, que no le interesa a nadie. Eso es lo que más me gustó de la idea de escribir un libro de poesías: que ya no se puede ni criticarla porque a nadie le importa, no tiene sentido.
-Hay algo muy simbólico en el gesto de haber presentado como adelanto del libro el poema "Niebla gorila" unos días después de las elecciones presidenciales. ¿Fue calculado?
-No, yo estaba afuera cuando salió ese adelanto. En el libro hay más sobre la discusión política, hay una posición más tomada, pero no es algo que no venga haciendo desde siempre. Fijate que "Soy rock" le discute a las políticas culturales de los tres boludos del radicalismo de Capital, que en ese entonces eran (Javier) Grosman, (Hernán) Lombardi y (Darío) Lopérfido.
-En el libro Arrogante rock mencionaste una canción que quedó afuera de Jessico, "La Jotape", en la que hablás de un tipo de progresismo que después se tornó, según tus palabras, "pragmático y miserable". ¿Te parece que esa canción se podría actualizar para esta época?
-Esa canción tiene que ver con el papel que tuvo el progresismo en el período de De La Rúa, está escrita para ese momento. Creo que ese progresismo quedó inactivo. Esa canción está parada en la coyuntura de la Alianza, en la que radicales, peronistas y progresistas se unieron para el fracaso. Lo que yo criticaba era eso: por qué unirse para esta mierda.
-Pero gran parte de ese grupo hace cuatro años volvió al poder.
-Nosotros hemos tenido muchas demarcaciones desde nuestras canciones, que discuten las coyunturas. Nunca me interesó aclararlo porque están ahí, son canciones. Esos gestos que vos mencionás, lo mismo que las canciones, quedan en la interpretación de cada uno. Pero nuestra idea es antisistémica, un poco filo anarquista, marxista… No es tan encasillable cómo carajo pensamos, tenemos un montón de inconvenientes, pero tampoco voy a opinar para hacerle el favor a la derecha, que es inexistente, como la midió la última elección. No llega al 3%.
-Hablás de la derecha extrema, porque la otra sacó como el 40.
-No, eso es algo peor que la derecha. Porque creo que la derecha comprende que existe la pobreza, la abraza, la incorpora, la quiere seguir dejando pobre, pero la tiene en cuenta. Los otros son peores porque creen que no existe, que no está, que los que no tienen trabajo no lo tienen porque no quieren, así que no habría por qué que verlos. Para ellos no son problemas a resolver porque no existen. Pienso que estos días no hay mucho espacio para tibios. ¿Qué van a hacer cuando vengan por ellos? En un poema que se llama "Unirme a ellos", hablo de una persona que está escuchando cosas a través de la pared y se pregunta “¿Qué voy a hacer cuando me inviten a unirme a ellos?”. No sé cómo voy a responder. Babasónicos sí sabe, no tiene ese problema: les va a presentar batalla. Babasónicos presenta la batalla, por eso no envejece, porque el espíritu de Babasónicos es joven. Están dispuestos a sacrificarse por eso, se inmolan.