A mediados de 2014 decidió dejar el tenis de forma momentánea. Ubicado en el puesto 158 del ranking ATP, se alejó de las canchas durante casi tres meses para replantearse el camino y mantenerse distanciado de la vorágine del circuito. Aquel jugador de 24 años no tiene mucho que ver con la versión actual. Instalado en la elite internacional, Guido Pella ya dejó atrás aquellos fantasmas y ahora se dedica a disfrutar.

“Los objetivos son los mismos de siempre: mejorar y encontrar la constancia que tuve el año pasado”, aclara el bahiense en diálogo con Página/12, en vísperas de su debut en el Córdoba Open, cuya edición anterior lo tuvo como finalista. Campeón en San Pablo, cuartofinalista de Wimbledon y top 20 del mundo, entre otros logros, el zurdo que en mayo cumplirá 30 años vivió un 2019 que lo catapultó a los más alto y ahora apunta a sostener el nivel desde la primera parte de la temporada: “Tengo un mes difícil por la cantidad de puntos que defiendo, pero quiero aprovechar esta gira porque me gusta jugar y ganar partidos en casa”.

Con más de una década de experiencia en el circuito y una mayor madurez, Pella encara nuevos desafíos y se permite pensar incluso más allá del tenis, un deporte que le gusta y al que considera su trabajo de todos los días. Por eso elige mantenerse fuera de la burbuja: “Siempre trato de tener en cuenta que lo que se vive acá adentro es irreal y que la vida afuera es mucho más dura”.

La tranquilidad mental, en definitiva, resultó clave en el despegue de su tenis. Y eso se explica desde varios aspectos: su trabajo desde hace dos años con una psicóloga y la puerta de salida y descanso que encuentra cada vez que visita Disney, además de los viajes con su familia.

-¿Estás en una etapa de disfrute respecto de años anteriores?

-En este momento trato de disfrutar más, aunque muchas veces peleo contra todo lo que es el tenis. Pero trato de pasarla bien. Estoy en una posición que me permite entrar en todos los torneos y competir contra los mejores. Eso me deja contento. Trato de disfrutar y sé que vuelvo a mi casa, soy uno más y hago las cosas que hace una persona normal. Mi trabajo es lindo pero se vive en un mundo que no es real. Uno va a estar bien mientras lo sepa y mantenga los pies sobre la tierra.

-¿Tenés alguna vía de escape de ese mundo?

-Vuelvo a mi casa pero lo hago menos de lo que me gustaría. Cuando estoy en Europa trato de ir a Disney, algo que me permite estar tranquilo. También trato de viajar con mi novia, y mucho mejor si viene mi familia. Esos momentos son los que uno disfruta, porque las giras son largas y hay que hacer lo mejor posible en lo que nos da de comer.

-¿Cómo nació tu fanatismo por Disney?

-Hace un montón, porque cuando era chico mi mamá nos compraba las películas y los muñecos. Y ahora de grande, más allá de que me gusta, es un lugar que me relaja. Hay gente a la que le gusta ir a la playa o a la montaña y a mí me gusta estar ahí adentro. La gente en ese lugar está contenta y no tiene problemas; a mí me permite recargar las pilas para lo que viene.

-¿Qué te aporta trabajar con una psicóloga?

-Para mí es un método de descarga. Muchas veces siento que tengo poco aire en la cabeza, que no puedo pensar, que tengo poca paciencia, y lo que hace la psicóloga es escucharme y decirme lo que cree que es mejor para descomprimir esa situación. Acá no hay magia, nada es mágico, hay que trabajar duro, mantenerse sano en lo físico, y lo más descargado posible en lo mental.

Desarrollado como persona y como profesional, Pella apenas le teme a la muerte. Por eso piensa que el tenis también oficia como un vehículo para encarar la vida después del retiro. “Me da miedo morirme como a todos. Y sé que tengo que hacer el mejor trabajo dentro de mis posibilidades para después empezar a disfrutar la vida desde otro lado”, reflexiona el actual número 22 del mundo.

-Hay una etapa para disfrutar después del tenis…

-Sí, obvio. Sé que el tenis es un medio para un fin y trato de hacerlo de la mejor manera para después. No sé si voy a estar ligado al tenis o no, es algo que voy a resolver cuando me retire. Pero si no me toca estar ligado voy a buscar algo que me divierta.

-¿Hay alguien con quien te gustaría tomar un café?

-Uh, mucha gente. Me encantaría, como siempre digo, tomar un café con Michael Jordan. También desde hace mucho tiempo me gustaría con alguien que lamentablemente falleció: Steve Jobs. Y, obviamente, con Walt Disney. Pero de las personas que están vivas me encantaría con Jordan.


El guerrero infaltable

Guido Pella formó parte del equipo que conquistó la Copa Davis y saldó una deuda histórica en 2016. Hizo su debut oficial en el seleccionado argentino en Polonia, por la primera ronda mundial de aquella temporada, y desde entonces jamás pegó el faltazo. Es por eso que vivió de cerca tanto el epílogo de la vieja ensaladera como el nuevo formato implementado desde la temporada pasada, una suerte de mundial de 18 países en una única sede durante una sola semana. La renovada versión de la mítica competencia por equipos se disputa en noviembre, una época difícil ya que interrumpe las vacaciones y la pretemporada de la mayoría de los jugadores.

-¿Qué te parece el nuevo formato?

-A mí me gustó pero hay muchas cosas para mejorar. No puede ser que un equipo que pierde un partido ya no tenga chances de clasificarse. Me acuerdo que Italia y Estados Unidos no tenían chances de pasar y jugaron hasta las cuatro de la mañana. Nosotros perdimos 3-0 contra Alemania y esperamos los resultados un día entero para ver si pasábamos. Creo que eso es algo que tiene que cambiar. O hacen grupos de cuatro, o hacen menos grupos, lo que sea, pero tiene que cambiar. Los jugadores no merecen estar a la expectativa un día entero para saber qué pasa y más en ese momento del año. Pero siempre digo que la Copa Davis me gusta, la disfruto y es uno de los pocos momentos del año en que me gusta estar. Siempre que el capitán sienta que yo puedo ser parte voy a estar.

-¿Cómo se puede solucionar la lucha de intereses que existe alrededor de la Copa Davis, la ATP Cup y la Laver Cup?

-Los jugadores podrían hacer fuerza y decir “cambiamos, cambiamos o cambiamos”. No creo que haya que llegar a hacer un boicot porque no conduce a ningún lado. Hay que juntarse y unirse para hacerles entender a las dos partes -ITF y ATP- que hay una fecha que se tiene que respetar, y que esa fecha de fin de año de la Davis es muy dura para los jugadores, especialmente porque el siguiente torneo es la ATP Cup. Hay que tratar de pasar la Davis a la semana de la Laver Cup, después del US Open, porque la Laver la juegan diez personas, no sé sabe quién va o no va, el capitán decide. En definitiva es un torneo que ayuda nada más que a diez jugadores. Ahí se podría meter la Davis y habría dos torneos por equipos, para que la gente mire y tenga a la mayoría de los jugadores en competencia. 

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