Dos bailarinas, dos cuerpos, dos máquinas. Dos personajes que son mujer y hombre a la vez. Dos cuerpos en los que confluyen la música y la danza, lo ancestral y lo futuro, lo orgánico y lo mecánico, lo natural y el artificio, lo religioso y lo científico. Y, entre ellos, un hombre, un mundo, una canción. Según la mitología griega, Placer nace como producto del amor prohibido, injuriado, resistido y finalmente permitido entre Eros y Psique. El placer como resultado de la comunión entre erotismo y alma, etimología de una sentimiento, desdoblamiento de una sensación, es el eje del relato que reproduce “Politeístas”, primer corte audiovisual de Frenkeltronic, el proyecto 100% electrónico de Diego Frenkel, cuyo corto musical se estrenará el martes 7, a partir de las 20, en el marco de un recital que se transmitirá en vivo, desde el Instagram del músico (@diegofrenkel).
La historia es más o menos así: hace unos años, al ex Clap y La Portuaria le surgió la necesidad de explorar nuevos lenguajes de la música y eligió la electrónica para dar vida a su propio Frankenstein. Así nació Frenkeltronic, un alter ego con el que el artista encontró la posibilidad, según sus palabras, de renacer con modificaciones: “Le puse Frenkeltronic para poder hablar desde ahí, sin ningún compromiso con un yo personalista y autorreferencial o autonarrativo. Construí este personaje que me ayudó a escribir, a dejar salir pensamientos científicos o filosóficos, condiciones del mundo, juegos, y habitar ese lugar lindante entre lo real y lo irreal”, relata Frenkel en diálogo obligadamente telefónico con Página/12. El video de “Politeístas”, que verá la luz el martes, de alguna manera condensa la poética del disco en una particular dialéctica que pone en danza una serie de pares opuestos que se unen para, en esa síntesis, crear la ilusión de un movimiento, una evolución propia, intrínseca, original.
Aunque cueste recordarla, existió una vida antes del advenimiento de esta pandemia que tiene al mundo congelado y encerrado entre cuatro paredes. Frenkeltronic se gestó en ese pasado que hoy parece tan distante, y nació como proyecto multidisciplinario en el que el objetivo era borrar los límites entre música, danza, teatralidad y performance. El resultado de esos entrecruces fue un espectáculo en el que Frenkel estaba acompañado por las bailarinas Victoria Delfino y Carla Rimola (las mismas que ponen los cuerpos en “Politeístas”) y por Pedro Bulgakov en percusiones electrónicas y Florencio Finkel en programación sintetizadores y coros, con coreografía de Josefina Gorostiza y puesta de luces de Matías Sendón. Estaban terminando de cerrar una serie de presentaciones en la Argentina y una gira por otros países, que naturalmente se tuvieron que poner en stand by al ritmo del stand by global. Eso supuso buscar una alternativa para mantener la latencia viva y que el proyecto encontrara nuevas derivas y nuevas materializaciones. Así fue que surgió la idea de presentar el material que estaba ya casi listo desde antes del parate mundial, en un vivo de Instagram, donde el músico va a brindar un breve show con canciones suyas de todos los tiempos y luego se propone interactuar con quienes estén conectados para el estreno del clip.
“Este virus viene a provocar una crisis en la humanidad tal como está planteada hasta ahora. No tengo ninguna duda de que va a haber un antes y un después de este suceso. A quienes tenemos la posibilidad, la ventaja, de poner el tiempo a nuestro favor, hay aspectos de esta situación que provocan una instancia positiva. Entre ellos, esta especie de sensación de que el tiempo lineal se ha detenido; con ese tiempo detenido, se detiene el furor de la constante guerra que vivimos todos contra un enemigo que nunca terminamos de conocer y que viene a robarnos el tiempo y el alma, resultado de un sistema neoliberal, capitalista extremo”, reflexiona, optimista, el músico. “Esto lo digo desde el lugar de poder dar una respuesta a mi vida y la de los más cercanos. Y de la posibilidad para mí de habitar el presente con más conciencia de cómo el tiempo se vuelva a favor. Por ejemplo: un desayuno, en este momento, es un desayuno, no un paso inevitable y rápido hacia otra instancia que tiene que ver con la maquinaria de producción en la que estamos envueltos. Y no me refiero a una producción artística o creativa, sino a una en el sentido de producción capitalista que siempre produce para un otro y para un supuesto ideal en donde al objeto nunca se llega".
-¿Y qué lugar te parece que ocupa el arte en esta coyuntura?
-Es muy difícil contestarte desde una generalidad sobre el lugar que el arte debería cumplir, porque no considero que haya entre las cosas un deber ser real. Además, creo que todos lo que estamos haciendo es ver cómo y qué hacemos con este momento, y desde qué lugar actuamos. En todo caso, creo que el arte siempre tiene un lugar en la cultura, un lugar sustancial. Es oxígeno para el alma de la gente y de los pueblos, y es necesario a la vida para trazar ese puente entre lo visible y lo invisible, lo tangible y lo intangible, lo consciente y lo inconsciente, entre la reflexión y las emociones. Sin dudas, es un espacio necesario, vital, que nos hace bien.
-Pero el arte, desde un punto de vista más pragmático, está ganando un espacio de relevancia en el día a día del aislamiento, porque hay una necesidad de ocupar un tiempo ocioso del cual antes no se disponía.
-Me parece que estamos demasiado presionados y condicionados a la idea de que tenemos que llenar el tiempo como si fuera un envase. Y la verdad es que el tiempo no existe. Es una ilusión. ¿Qué es esto que llamamos tiempo que se mueve, que vemos pasar en el cambio de los días, de las horas? Fundamentalmente, es el cuerpo. Mentalmente es muy difícil entender qué es el tiempo. Por lo tanto, la de llenarlo no deja de ser una idea que forma parte del sistema de consumo: debemos llenar el tiempo, debemos llenar el ocio. ¿¡Qué es el ocio!? El ocio es la palabra que le dieron al tiempo que no está en la maquinaria de producción. Para mí no existe el ocio, porque mi materia de trabajo requiere de eso que se llama ocio y que tiene que ver con la espera, con el juego. Es necesario que trabajemos para ser felices y para producir cosas que tengan que ver con el bienestar y con el cuidado. Yo creo que todo esto que pasa ahora puede abrir un proceso largo de transformación, abrirnos la puerta a una concepción de algún modo comunista, en el mejor sentido de la palabra: en el sentido de comunidades que conviven y donde el Estado puede ser un representante presente de las necesidades de todes. Con la característica de abarcar el deseo, la sexualidad, el swing y la vitalidad de la especie. Un comunismo multigenérico, multiespecie, erótico y sexual.
-Algunas de esas categorías que mencionás aparecen en el armado conceptual de Frenkeltronic. Pero, además, hay canciones que, a pesar de haber sido escritas en el pasado, parecerían hablarle a este presente. El tema que abre el disco, “Descenso”, arranca diciendo “Estamos al borde de todo descenso. Al filo del descenso de la humanidad”. ¿Las canciones se adaptan a los tiempos en las que son escuchadas?
-Como a mí el pesimismo me parece un lujo burgués al que pocos pueden acceder, tengo una visión positiva y vital sobre las posibilidades de la existencia, aún en el sufrimiento. Porque, en todo caso, tenemos que aceptar que debemos dejarnos caer. De repente, subirnos a la ola y estrellarnos para volver a nacer es parte de la existencia. Me gusta lo que dice esa canción que conjuga con este momento desde el concepto de estar unidos por el mismo laberinto, que sería como un largo cordón umbilical, porque es metafórico y físico a la vez. Estamos en una crisis de la humanidad. Lo que podemos sacar de esto, que sea bello o terrorífico, va a depender de nosotros. Lo único que puedo decir a propósito del modo en que las letras encajan en el hoy es que en este mundo, en este sistema, vivimos la aceleración infinita del capitalismo que se ve venir como un choque. Como un bólido que viene a toda velocidad que en algún momento tiene que detenerse, quizá porque se topó con un muro gigante, que es un poco lo que nos está pasando. Es como si ahora nos hubiéramos quedado congelados, habitando una temporalidad que desconocemos. Pero, en realidad, todo esto es consecuencia de algo que venimos viviendo. En otro sistema de vida, este virus no provocaría lo mismo. Tiene que ver con la relación que tenemos con la salud, con los Estados, con el amontonamiento humano. Entonces, las canciones no son predictivas respecto de esta situación, sino de un descenso que se veía venir. Inevitable.
-En el disco también hablás del aislamiento y de la tecnología. Otros dos temas de vital relevancia en la situación actual, aunque hoy la tecnología lejos de aislar, acerca.
-El tema del disco que habla de aislamiento es "Anestesia emocional". Lo escribí en un momento en el que me vi en la situación en la que de alguna manera me había tenido que anestesiar para poder convivir con un sistema que me estaba lacerando el estómago. Durante los últimos cuatro años, salir de mi casa y ver cada vez más personas durmiendo en la calle me destrozó. La canción es un recorte de un momento de conciencia del aislamiento y de la relación fuertísima, casi carnal, con la tecnología. Todos estamos envueltos por un universo tecnológico y químico para poder sobrevivir a este mundo. Pero la tecnología no nos aísla. De ninguna manera. El tema es cómo la usamos. El problema es cuando la tecnología nos esclaviza, cuando nos pone al servicio de ser usuarios permanentes de una red de idiotización, y de relaciones superfluas y estériles. Esa especie de ideal demócrata-socialista-comunista-multiespecie-multigenérico-sexy-musical-rítmico-bailable que propongo tiene que ser tecnológico. Porque la tecnología ya es parte de nosotros. El disco habla mucho de eso. ¡Somos cyborgs! De todos modos, Frenkeltronic es un disco con mucho humor, con mucho ritmo, mucho baile, donde abordé la música electrónica desde un montón de lugares distintos. Transito por todo esto en el disco, con una mirada optimista aunque también aparecen los momentos oscuros que componen a nuestro ser. Soy un amante de la oscuridad en el sentido de que la oscuridad forma parte de nosotros. Iluminarla y jugar con ella es necesario. No podemos negarla. Tenemos que jugar con lo oscuro, bailar con la oscuridad, y comprometernos con ella y con nuestro permanente cambio, nuestra sinuosidad, que provoca una incertidumbre: no sabemos qué vamos a hacer mañana, no sabemos quiénes somos, no sabemos si somos varones o mujeres. ¿Lo soportamos? No sabemos si tenemos un género sexual definido. No sabemos exactamente qué deseamos ni cuál es el objetivo de nuestras vidas. Soportémoslo. Sigamos creciendo con placer, con un placer genuino.
Cambio político
El lugar de la cultura
“Me preocupa mucho cómo está atravesando todo esto la gente que vive en condiciones más complejas porque sé que les juega muy en contra, pero también puede ser posible que, a partir de esta situación, el Estado tome conciencia de cómo tiene que limitar los poderes hegemónicos frente a lo que se está haciendo con el ser humano, de la extrema diferencia de clases y de la pobreza”. La realidad de los sectores más vulnerables del país no escapó a la reflexión de Diego Frenkel, quien no tiene palabras elogiosas para con el desempeño de la gestión de Cambiemos al frente del poder ejecutivo: “El neoliberalismo que se reinstaló con el gobierno de (Mauricio) Macri no hizo más que profundizar esas diferencias vergonzantes, exaltando penosamente unos valores de mierda, sin sentido, donde, a través de esa fantasía de la meritocracia y el logro individual, de una lógica egoísta que ha dañado al mundo plenamente y que viene de una mala interpretación de la supervivencia del más apto, impusieron como discurso un sistema que no es otra cosa que un invento teórico para justificar una estafa planetaria armada por los grupos de poder”.
Pocos días antes de realizarse esta entrevista, el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, en una de sus habituales apariciones televisivas para aportar información sobre los avances y decisiones gubernamentales para enfrentar la pandemia de covid-19, hizo hincapié en la importancia de las participaciones de músicos en recitales desde sus casas, y, tras citar a Pappo en sus declaraciones, mencionó a Fito Páez y a Pedro Aznar, ponderando el valor de esos gestos de entrega artística para la población, en medio de esta situación por demás inusual y angustiante. “Me parece que la cultura tiene que ocupar un lugar fuertemente valorizado en la sociedad porque hace que nuestra existencia sea sensual, divertida, nutriente, nos saca de la idea mecánica de la vida, y nos conecta con los placeres de todos los órdenes -opinó el músico-. Que el presidente de un país pueda relevar eso y ponerlo en un lugar preponderante en esta coyuntura indica que en algo vamos bastante bien, porque antes teníamos a un mequetrefe que lo único que hizo en este ámbito fue darle reconocimientos a personas que carecían de representatividad cultural, casi como una demostración de cinismo explícito o de una ignorancia básica. Entonces, después de cuatro años durísimos que llevaron a mucha gente a situaciones límites y depresiones profundas, que haya un presidente que, entre otras cosas, avala y reconoce a los músicos, es por supuesto bienvenido”.