“La cosa es: los Stones son un grupo fantástico. Son una gran banda, son grandiosos. Pero ellos tienen sus raíces en el blues. Cuando escriben, se basan en el blues. Nosotros tenemos más influencias. Keith (Richards) una vez me dijo: ‘Sos un tipo afortunado, tenés cuatro cantantes en tu banda, nosotros tenemos uno solo’. Hay muchas diferencias. Yo los amo, pero coincido con vos, los Beatles eran mejores”. Así, tímidamente, como no queriendo decirlo, pero finalmente diciéndolo, Paul McCartney se puso del lado de su banda. Sin falsas modestias terminó por asumir públicamente lo que en todo caso es una obviedad: que prefiere a los Beatles por sobre quienes se erigieron, a través de la historia, como sus eternos rivales. Las declaraciones fueron hechas durante la emisión del martes de The Howard Stern Show, en una entrevista que se extendió por casi una hora.
La charla comenzó con el ya inevitable tema que monopoliza toda conversación. Paul McCartney puso de manifiesto todas sus preocupaciones a propósito de la pandemia que aqueja al mundo, sus opiniones sobre el modo en que en China se comercia con animales, sus esperanzas de que toda esta situación que vive el mundo sirva para recuperarnos y volver mejores y su visión optimista sobre las sociedades y el modo en que colectivamente se está soportando el confinamiento: “Creo que lo que está pasando es que la gente se está dando cuenta de todo el bien que hay en la humanidad. Por suerte lo que sobresale es eso. Gente cuidándose entre sí”, aseguró el músico luego de comparar, como lo hiciera durante su participación en el evento global One World - Together at Home, la situación actual con la experiencia de sus padres en la Segunda Guerra Mundial.
Promediaba la conversación cuando el popular locutor norteamericano casi que obligó a McCartney a tomar partido en la consabida antinomia que lo involucra: “Cuando pensás en los Stones, con todo lo buenos que ellos son, ellos no habrían sido los Stones si no hubieran existido los Beatles. El cuerpo, el material, el peso de sus canciones, ¡las películas! No te pido que seas pomposo al respecto: los Beatles son mejores que los Rolling Stones. ¿Estoy en lo cierto?”, preguntó. Y fue entonces que el ex Beatle no pudo hacer otra cosa que asumir que lo dejaba sin demasiado margen de argumentación en contra de lo que le estaba asegurando y que sí, eran mejores, para luego agregar una breve nota de color al asunto: “En un momento, empezamos a notar que cualquier cosa que nosotros hiciéramos, los Stones lo hacían poco tiempo después. Fuimos a los Estados Unidos y tuvimos un gran éxito. Y luego fueron ellos. Hicimos Sgt. Pepper y ellos hicieron su álbum psicodélico. Hubo mucho de eso. De todos modos, éramos grandes amigos. Y todavía lo somos. Nos admiramos mucho. Así que nunca nos molestó, de hecho, estaba bueno. Era algo que casi que lo esperábamos”, recordó entre risas.
¿Cómo ve el músico los modos de componer actuales y las posibilidades que brinda la tecnología en ese aspecto? Stern le puso como ejemplo a Billie Eilish y su hermano Finneas, que produjeron un álbum desde su habitación. McCartney ponderó los avances tecnológicos y reconoció las posibilidades que ellos suponen, pero confesó que nada lo hace cambiar el recuerdo que atesora de la emoción de salir de su casa para ir al estudio a grabar: “Creo que lo que se puede hacer ahora desde un cuarto es increíble y creo que Billie Eilish es brillante. Escuché su música y es genial. Pero la verdad es que para mí, la sensación de entrar en el estudio en Abbey Road… ¡de pequeño pasaba en mi cuarto suficiente tiempo! –bromeó-. ¡Salir! ¡Ir al estudio! ¡Hacer canciones! Era muy excitante. Así que yo no cambiaría eso por nada”.
La evocación de esas sesiones lo llevó a contar con extrema emoción el modo en que la música brotaba cuando él y John Lennon se juntaban a componer: “Las sesiones duraban dos o tres horas, pero lo más alucinante, y es algo que todavía lo pienso y me sigue volando la cabeza, es que escribimos algo así como trescientas canciones juntos. Y cada vez que nos juntábamos, aparecía una canción nueva. ¡Es increíble! Empezábamos con una idea y el otro continuaba con la siguiente línea, y simplemente hacíamos una especie de ping pong entre los dos”.
Stern aprovechó para meter el dedo en otra llaga, y arremetió entonces con otra de las rivalidades que sobrevuelan el quehacer artístico del bajista, que se vio obligado a responder sobre asuntos que involucran a una persona que ya no está para defenderse. El periodista primero sugirió que Lennon había tenido una muy mala opinión de “Let It Be” y que la había tachado de canción “poco Beatle” cuando McCartney la mostró. A ese respecto, la respuesta del músico fue contundente: “Él nunca dijo eso”. Y entonces trajo a colación las 54 horas de outtakes de la película Let It Be (1970) que, en manos del director de cine Peter Jackson se convirtieron en el documental The Beatles: Get Back, cuyo estreno estaba previsto para el 4 de septiembre (fecha que ahora es incierta, como todo lo que tiene que ver con el normal desarrollo de las cosas durante y después de la pandemia): “Ahí podés ver la relación que teníamos. Y da por tierra esa idea de que éramos rivales y que no nos gustaban las cosas que hacía el otro. Cuando lo vi en el film, fue una tranquilidad comprobar que éramos chicos divirtiéndonos; nos respetábamos, hacíamos música”.
Entonces, Stern insistió con otras declaraciones de John Lennon tras la separación de los Beatles, cuando el músico, en modo bravucón durante la promoción de su primer álbum solista, aseguró que McCartney sólo había compuesto “Yesterday”. Para el locutor, eso había sido “una declaración absurda que lo único que hizo fue intentar crear una nueva historia” y que, asumía, habría puesto a McCartney furioso. Lejos de recoger el guante de la ofensa, la respuesta del ex Beatle fue un manto de paños fríos sobre la situación: “Creo que más que furia lo que sentí en ese momento fue tristeza. Pero, ¿qué podía hacer? ¿Salir a enumerarle las canciones que compuse yo? Conociendo a John… Hay que amarlo. Era un loco, pero el más adorable loco que jamás conocí. Dijo eso, porque lo sentiría. Y él podía decir lo que quisiera. Mucho de eso no era verdad: más adelante se lo dije y él lo asumió. En este caso, fue triste, pero me lo tomé como de quien venía. ¡Así era John!”.