Este viernes se cumple un año del último partido oficial de Juan Martín Del Potro. Aquel miércoles 19 de junio de 2019, en el torneo de Queen’s, el tandilense perdió el equilibrio en el césped londinense y se resintió de la lesión que arrastraba en la rótula derecha, fracturada en un principio en octubre del año anterior, en Shanghai.
El ex número tres del mundo había protagonizado, semanas antes, una gran gira de polvo de ladrillo, en la que había tenido dos match points en Roma ante el líder del ranking Novak Djokovic. En ese pasaje de la recuperación no buscaba otra cosa más que estabilidad. Cuando parecía haberse asentado después del infortunio inicial en China, sin embargo, el pasto le jugó una mala pasada: con Wimbledon en el horizonte, derrotó al canadiense Denis Shapovalov pero un resbalón traicionero volvió producir una fractura de la rótula y a desplomar sus sueños.
Transcurrida una temporada entera desde aquel suceso, Del Potro acumula numerosos intentos por superar el problema de su pierna, con diversas consultas médicas y dos intervenciones quirúrgicas incluidas: días después del golpe en Londres fue operado en Barcelona por Ángel Ruiz Cotorro, el médico de confianza de Rafael Nadal, y este año se sometió a una artroscopía en Miami con Lee Kaplan, cirujano del Sports Medicine Institute de esa ciudad. Por el momento, no obstante, nada de eso arrojó buenos resultados.
El presente en cuarentena lo encuentra recluido en el Tortugas Country Club, partido de Pilar, y lejos de Tandil, donde ya fue autorizada la práctica de deportes individuales por la ausencia de casos de coronavirus. En Posta Natural, el hotel de la ciudad serrana que cuenta con dos canchas duras en las que el jugador suele hacer las pretemporadas, todavía no tienen fecha prevista para sus entrenamientos. Y no es para menos, porque Del Potro sigue con molestias y está alejado de las prácticas: por estas semanas el contacto con la raqueta es escaso, aunque sí hace trabajos físicos para fortalecer la rodilla, como exhibió en sus redes sociales personales.
Por la misma vía anunció, días atrás, la finalización el vínculo con Sebastián Prieto, el entrenador que lo acompañó desde el US Open 2017 y con quien alcanzó su segunda final de Grand Slam, en Nueva York, un año después. “Estoy muy agradecido con Piper por estos años juntos, gran coach y gran persona. ¡Lo mejor en esta nueva etapa!", expresó, en referencia al nuevo camino que emprendió el ex doblista junto con el cordobés Juan Ignacio Londero (62º ATP). También grabó un video en apoyo a los trabajadores de tenis del AMBA, imposibilitados para ejercer su función en la región del país más afectada por la pandemia.
En ese contexto, Del Potro no deja de barajar alternativas. Esta semana, en una nota con ESPN, se ocupó de alejar los fantasmas del retiro: “Jugué tantos años con dolor en la muñeca que si tengo que jugar un poco más con dolor de rodilla, para poder cerrar un ciclo como me gusta, lo trataría de bancar”. Cualquier otro mortal con seis cirugías a cuestas -cuatro en las muñecas y dos en la rodilla- ya hubiera colgado la raqueta; el tandilense, por el contrario, es un ejemplo de entereza que aún busca soluciones para volver a jugar. Y una de ellas está vinculada con Roger Federer, nada menos.
Según pudo averiguar Página/12, el ex número tres del mundo evaluaría una última gran carta: viajar a Suiza, cuando la situación sanitaria lo permita, para hacer un intento con Roland Biedert, profesional de extrema confianza del ganador de veinte torneos de Grand Slam. ¿Por qué sería una opción factible? Hay dos razones: el excepcional currículum del médico y el vínculo especial que mantienen ambos tenistas.
Bautizado como el “gurú de las rodillas”, especialista en cirugía ortopédica y traumatología deportiva, Biedert es una eminencia que desempeña su labor en tres establecimientos de Berna: la clínica privada Linde y los centros de salud Sports Clinic y Salem-Spital. Su trayectoria, en pocas palabras, parece ser de otro planeta: entre otros cargos, todos en Suiza, fue codirector del Centro Médico Olímpico y consultor médico de la Federación de Fútbol, y desde hace años es médico de la Federación de Tenis y del equipo suizo de Copa Davis.
El lazo de Biedert con Federer es tan fuerte que el médico viajó durante muchos años a la mayoría de los torneos, incluso desde antes del primer título grande en Wimbledon 2003. Fue clave en diversas lesiones de espalda y en las tres cirugías de rodilla que atravesó el suizo en los últimos años -también operó dos veces la rodilla izquierda de Wawrinka, a quien le reconstruyó el cartílago de la articulación-. Resultó determinante, además, en el único título mundial de Suiza en la Davis: se ganó el mote de “hombre milagro” tras el trabajo en tiempo récord que hizo con Federer a fines de 2014, cuando el astro no pudo disputar la final del Masters por un fuerte dolor de espalda y se recuperó en pocos días para actuar los tres días en la definición por la ensaladera ante Francia.
“Con Federer tenemos relación porque en estos últimos años compartimos la compañía que nos maneja; tener a las personas indicadas en el entorno es muy importante. Y Federer las tiene. Es un ejemplo dentro y fuera de la cancha”, dijo Del Potro, representado por Team 8, la empresa fundada por el propio Roger y su histórico manager Tony Godsick. Nadie puede saberlo de antemano, está claro, pero bien podría existir una solución en el futuro próximo. Sobre todo porque Del Potro, más allá de los dolores, siempre tiene una vida más.