Es profesora titular de Bioética en la Universidad Nacional Arturo Jauretche y en otros centros de estudio, jefa del servicio de Medicina Legal del Hospital Rossi de La Plata y cuando le quedan horas libres hace guardia en el centro de aislamiento para pacientes con covid de Tecnópolis. Virginia Créimer tiene 51 años y un currículum larguísimo como médica forense y legista en Argentina, un terreno donde –a diferencia de las series de televisión- a las mujeres no las miran con simpatía. Hoy está en las noticias por ser perito de parte de la madre de Facundo Astudillo Castro, el joven que desapareció cuando se dirigía hacia Bahía Blanca en los primeros días de la cuarentena. La investigación pone la lupa sobre la Policía Bonaerense y Créimer (“con acento, como estaba anotado mi abuelo”) se especializa en detectar torturas en los cuerpos de quienes murieron en custodia de las fuerzas de seguridad. Y en clasificar las formas de matar de cada fuerza.
Tenés mucho trabajo como médica legista, ¿cómo se te ocurrió anotarte para hacer guardia en Tecnópolis?
Mi objetivo inicialmente era ir con un perfil bajo y colaborar en ese escenario. Pero me duró poco el bajo perfil, porque me descubrió el director que estaba reclutando profesionales. Tengo una guardia de 36 horas en la que atiendo pacientes. Hay una nave para mujeres y otra para varones. Es una falencia que no exista una tercera nave para no binaries.
¿Tenés experiencia en tratar pacientes no binaries?
En el servicio de Medicina Legal del Hospital Rossi tenemos un departamento de Derechos Humanos donde, entre otros temas, nos ocupamos de ILE (interrupción legal del embarazo), disidencias y géneros. Me interesaba generar un espacio donde se pueda hacer hormonoterapia y atender a las personas que solicitan ablaciones mamarias. En muchos otros hospitales les maltratan, les dejan cicatrices horribles. Vi a une pibe no binarie a quien maltrataron un montón en un servicio que se suponía “amigable”. Si ese servicio era “amigable” cómo serán los que no. Además atendemos violencias contra las infancias, violencias de género y violencia institucional. Y pedí que se reflote la morgue, porque se aprende mucho haciendo autopsias clínicas.
¿Cómo se están manejando las morgues en casos de violencia, con las limitaciones de la pandemia?
En abril mandé una carta referida a violencia de género y contra las diversidades a los ministros de Salud de Nación y provincia de Buenos Aires, pidiéndoles que piensen en los muertos. Si bien están desaconsejadas las autopsias en este contexto (el hisopado sí se hace para detectar la presencia del virus), nuestra realidad es que cualquier mujer o disidencia que fallece puede tener un traumatismo, y vos lo pasaste por alto porque únicamente registraste covid. En este período vimos el caso de una piba que entró a la morgue con covid y al hacerle una tomografía al cuerpo, le encontramos una lesión en el cráneo.
O sea que te ocupás de cuerpos vivos y de fallecidos. ¿Qué diferencia hay entre médica legista y médica forense?
-Se llama forense cuando le médique trabaja en el área del Poder Judicial, en las asesorías periciales de las Cortes de Justicia. Trabajé como forense, pero me fui del Estado después de las amenazas que recibí por haber enviado al represor Miguel Etchecolatz al penal de Ezeiza.
¿Cómo fue lo de Etchecolatz?
-Etchecolatz pidió la prisión domiciliaria alegando problemas cardíacos, neurológicos y prostáticos. El tribunal ordenó una revisión de la que participé. El represor hizo una toda una puesta en escena. Llegó en silla de ruedas, envuelto en una sábana blanca como si fuera Gandhi. Y yo sabía que el día anterior había ganado un concurso de ping pong. No tenía ningún trastorno cardíaco ni neurológico. Pedí guantes y vaselina para hacerle tacto rectal y comprobar si era real el trastorno prostático. A Etchecolatz no se le movía un pelo. Me negaron los elementos y pedí que vayan a comprar a la farmacia. Pero el cuerpo médico legal de Nación se negó. No le pude hacer el examen. Después, con letra de Mariano Castex –defensor de Etchecolatz- me denunciaron por torturas, basados en encíclicas papales, por haber querido hacerle tacto rectal. Con aquellos exámenes médicos lo mandé al penal de Ezeiza y se quedó con la sangre en el ojo. Un día llego a la puerta de casa y me encuentro con un cuchillo de carnicero clavado en la cerradura. Mi hija estaba durmiendo adentro. Me desesperé y pensé que podía ser la sangre de ella. Eso logró que me fuera del Estado, porque el Estado no me protege.
¿Tenés pesadillas con tu trabajo?
-Sueño con las violencias hacia las infancias. Ahí me despierto ante una sensación de violencia que me quiebra. Les pibites me cuentan todo con lujo de detalles. A veces logro desarchivar las causas, pero muchas otras las vuelven a cerrar cuando presenté evidencias de que les pibites tenían lesiones graves en los genitales. Es típico cuando hay pibitas de barrios top violadas por el papito o en manada, y sin embargo los jueces las revinculan. Cuando doy clase en la universidad les digo a les pibes que trabajo con una montaña de mierda pero no la dejo guardada en un cajón. “¿Y cómo hacés Vir?”, me preguntan. Transformándola en oro, en trabajo científico y en herramientas forenses.
¿Te llaman Vir, les estudiantes?
Sí. Prefiero que me llamen Vir porque el trato es absolutamente horizontal.
¿Y les hablás en lenguaje inclusivo?
Siempre hablo en inclusivo. Porque es disruptivo. Trabajo en un ámbito muy cerrado y machista, y es preciso romper las estructuras. Me miran como el culo y se lo tienen que comer. El solo hecho de que hable en lenguaje inclusivo derriba estructuras.
Te llamaron como perito de parte en el caso de Facundo Astudillo Castro porque sos especialista en las formas específicas de matar de las fuerzas de seguridad en la Argentina.
Me hice especialista en perfilación criminal de las fuerzas de seguridad. La Policía Bonaerense es sumamente sádica y dispone de herramientas que otras fuerzas no tienen. La chaqueña te lleva a los golpes en un patrullero, deja todo lleno de sangre y no les importa, y finalmente se da el ingreso a “sala 13” donde se terminan muriendo les pibes que pasaron por eso. La de Río Negro está muy contaminada por la Bonaerense. La de Rosario es muy violenta y cuentan con la ventaja antiforense de tener el río Paraná. Cuando matan, le ponen un peso al cadáver y las palometas mastican las lesiones. Prefectura no tiene mucho campo de acción y anda con la picana colgada de la cintura. La Policía Federal es más fina. También tortura y usa picana, pero se autopreserva. Los gendarmes son como los minions. Si les pedís que investiguen y resuelvan un caso, lo hacen. Pero si les pedís que no encuentren nada, no aparece nada. Responden a la orden de mando. La Policía de la Ciudad está compuesta por efectivos que vienen de diferentes lugares, por eso tiene vicios muy variados. Está creando su propia identidad.
¿Qué herramientas especiales tiene la Bonaerense?
Se autocomanda y va más allá de los gobiernos. También es fina. A través de los distintos homicidios manda mensajes. Cuando vi las fotos de los vehículos que chocaron a Luciano Arruga, lo vi a Luciano con el jean enrollado hasta la mitad de las piernas y las zapatillas del otro lado de la General Paz. Vos sabés lo importantes que son las zapatillas para les pibes de los barrios.
En el caso de Facundo, la madre encontró una de sus zapatillas cerca de los que podrían ser sus restos.
Para mí hay una contradicción muy grave, que voy a resolver cuando encuentren el cuerpo. Los huesos que encontraron presentan un estado de destrucción tan grande que, o pasaron el cuerpo por alguna sustancia, o no es el cuerpo de Facundo. Lo digo en comparación con el perfecto estado en que se encontraba la zapatilla.
¿Cómo van a determinar si la zapatilla era de Facundo?
Hay que hacer ADN touch. Es un método que permite tomar ADN hasta de una huella. Estoy esperando que me notifiquen cómo fue la cadena de custodia.
Dirías, por tu experiencia, que podés determinar un modo de actuar particular de las fuerzas de seguridad cuando reprimen a travestis y trans?
Toda la Bonaerense maneja una discriminación furiosa contra estos colectivos. Termina siendo la mano operativa del Estado que no garantiza trabajo a travestis y trans. No estoy metida de cabeza en este tema, pero actúo cuando me convoca la Comisión Provincial por la Memoria. En la Unidad de Florencio Varela las llevan a la ambulancia –cuando las llevan, porque las dejan retorcerse de dolor antes de darles atención- los penitenciarios les van diciendo: “Sos un asco, sos un fenómeno, yo no te voy a tocar”. Las torturas del Servicio Penitenciario Bonaerense son particularmente psicológicas y buscan desestructurarlas. Las ponen en pabellón de varones, no les proveen elementos de higiene personal y las llaman permanentemente con nombre masculino para que se les grabe. En la Unidad 22 de Olmos me tocó revisar a una chica que estaba tan confundida que por momentos me hablaba de sí misma como varón y como mujer. En la calle, la Policía Bonaerense las obliga a practicarles servicios sexuales.
Las compañeras de Otrans denunciaron que la policía de La Plata las atacaba echándoles gas pimienta en la boca. Eso vimos que hacía la Policía Federal en la represión a la marcha en contra de la reforma previsional, en 2017. Se lo hicieron a la entonces diputada Mayra Mendoza y quedó registrado en una foto.
Supongo que usan ese método porque, más allá de la violencia, genera un trastorno respiratorio que deja pocas evidencias desde el punto de vista legal. Cuando la Policía Bonaerense realiza operativos contra personas en prostitución también suele usar mucha bala de goma y pasaje de corriente eléctrica. Después la recontra disfrazan y dicen que les dispararon porque trataban de escapar.
¿Cómo detectarías en una autopsia que a una travesti la mató la policía?
Con un método que se llama peel off podemos observar golpes en los músculos. La mayoría son a nivel de la espalda. Y también observamos compresión del cuello. Pero no me tocó hacer ninguna. Sí trabajé en causas. Por ejemplo el de una chica trans que trabajaba en la calle. Se defiende de un cliente clavándole un tacón y lo mata. Quedó presa por homicidio. Fue hace unos diez años y yo estaba en la asesoría pericial de La Plata que dependía de la Suprema Corte. Sostuve que fue legítima defensa y me llamaron de la Defensoría pública para decirme: “Entonces no me sirve”.
¿Pero la Defensoría no está para defender a le acusade?
No sucede. Bienvenida a mi mundo.