Pasaje Rivarola angosto, punto de abastecimiento de material feminista y lésbico en Buenos Aires. Cualquier feminista que camina por esa calle, se sabe partícula de una conspiración mayúscula. Esa conspiración que va a terminar con más de cinco mil años de dominación, o algo así. Esa conspiración feminista que ya no es tal sino marea de mujeres y de lesbianas que desbordan los cauces. Un tour feminista por el Centro porteño incluye abastecimiento de café en la calle Uruguay, miel y cartuchos de tinta en Bartolomé Mitre, y gps hacia la Librería de Mujeres, puesto de consulta de los últimos textos llegados desde Barcelona y repaso por los índices de las boletinas locales. En pasaje Rivarola también se proveen feministas de Uruguay, Chile y Brasil.
Carola Caride continúa al frente de la Librería, que es parte del Taller Permanente de la Mujer iniciado con la feminista Piera Oria en 1988, e incluye editorial y centro de documentación. Hace pocos días la librería se mudó de Pasaje Rivarola 133 a la vereda de enfrente, en el 142. Un local más boutique.
Desde la vidriera, un poster de Milagro Sala grita la procedencia jujeña de Carola y sus cinco hijas (también tuvo cuatro varones, pero la librería es “de Mujeres”). “Las chicas de Carola” colaboran en el salón y en la editorial.
La alianza de la librería con el movimiento lgbt comenzó en 1992, cuando el Taller cedió un espacio a Convocatoria Lesbiana, grupo que integraron Ilse Fuskova y Claudina Marek. La lesbofobia era muy fuerte en aquellos años, y recrudeció a partir de 1986, cuando pequeños grupos comenzaron a dar la pelea por la existencia dentro del feminismo y del movimiento de mujeres. Un sector del movimiento de mujeres quiso dejar al Taller fuera de la Corriente 8 de Marzo por apoyar a las lesbianas, pero no lo lograron porque Carola se les plantó a cara de perro. La 8 de Marzo fue una corriente feminista creada para influir en el movimiento de mujeres, cuando el feminismo estaba lejos de hegemonizar esos espacios.
Aquella alianza del Taller con las lesbianas fue cimentada por el pachamamazgo de Safina Newbery, ex monja, antropóloga y teóloga feminista, y una de las legendarias “better” de la protohistoria lésbica. (Gran casualidad femininja, en la casa de Safi -esquina de México y Luis Sáenz Peña, Baires- puede leerse en aerosol rojo “Nadie nace hétero”).
Lohana Berkins, otra antigua habitué de la librería, cada tanto pasaba a tomar un café. “Yo le hice la torta de casamiento a Claudina y a Ilse. Lohana decía que quería una igual para cuando se casara por iglesia, con un vestido de cola larga”, recuerda Carola. Algunas pioneras osaban liberar todos los ámbitos, iglesias incluidas.
Los distintos feminismos tienen lugar en la librería, por fuera de los límites del movimiento de mujeres. Desde hace varios años, la teoría queer ingresó con sus textos. Esta semana arriban novedades desde Barcelona y vienen por ese lado. Entre otras, Mecanismos psíquicos de poder, de Judith Butler, Neoliberalismo sexual, de Ana de Miguel, Masculinidad femenina, de Judith Halberstam, y Devenir perra, de Itziar Ziga.