Se enciende la pantalla de zoom hoy para la nueva audiencia del juicio a Luz Aimé Díaz, la joven trans estudiante del bachillerato Mocha Celis sometida a proceso por una grave acusación, “homicidio triplemente agravado en grado de tentativa”. El juicio se desarrolla por zoom ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº8. Luz Aimé fue apresada por la policía porque la vieron en una cámara de seguridad, cuando salía de un edificio de la calle Güemes donde fue salvajamente apaleado un varón gay. Allí la habían llevado otros dos hombres que la contrataron para que les realizara un servicio sexual. Luz es casi ciega y no advirtió la presencia de otra persona en la vivienda en penumbras.

La pantalla del tribunal intimidaría a cualquier persona que no esté acostumbrada al ámbito judicial. Quizás la sacralidad ritual de los tribunales argentinos busque crear ese efecto. Luz Aimé no puede ver con claridad la pantalla, apenas alcanza a distinguir un fulgor luminoso dentro del marco de la computadora. En la audiencia pasada declaró un perito oftalmólogo, que describió su ceguera total del ojo izquierdo y la falta de visión periférica en el ojo izquierdo, donde apenas conserva algo de visión en el ángulo de 24 grados central.

En el borde superior izquierdo de la pantalla se ve un cuarto penumbroso del palacio de Tribunales porteño, con la ventana abierta para impedir el contagio de covid y una pared amarillenta con un gran crucifijo de madera. Es el rectángulo que corresponde a la secretaria del juzgado. Apenas se la divisa en sombras. Debajo, el rectángulo del juez Luis Salas, con ventanales amplios por detrás y al costado izquierdo, desde donde ingresa mucha luz blanca, contrasta con las penumbras del palacio de Tribunales. A la derecha, el juez Alejandro Sañudo, presidente del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº8 (TOC 8), con grandes auriculares y pared blanca de fondo. Debajo de él, el rectángulo de la jueza Ana Dieta, que toma profusas notas, enmarcada a su izquierda por un amplio ventanal con rejas. Hacia el medio, la titular de la Fiscalía General Nº 30 y encargada de la acusación a Luz Aimé, María Luz Castany. Luz Aimé aparece en el recuadro debajo de la fiscal, junto con su abogada defensora, Luciana Sánchez. Luz escucha atentamente detrás de su abogada. Lleva el pelo atado con rodete y barbijo. Se la ve pequeña en la pantalla, en segundo plano.

Del Tribunal original solamente queda el presidente Alejandro Sañudo. Sus colegas jueces Luis Rizzi y Javier Anzoátegui fueron recusados exitosamente por no respetar la identidad de género de Luz, en abierta violación a la Ley de Identidad de Género. Un episodio más de violencia institucional de los tantos y constantes que debió padecer a lo largo de su vida Luz Aimé Díaz. Así fue como se integraron al tribunal lxs magistradxs Ana Dieta y Luis Salas, procedentes del TOC 9.

La última audiencia tuvo lugar el viernes pasado y se extendió por nueve horas. Declararon peritxs especializadxs. Entre ellxs el especialista oftalmólogo del Cuerpo Médico Forense y el perito de parte propuesto por la defensa; el director del Bachillerato Mocha Celis, Francisco Quiñones Cuartas, y la antropóloga y testigo experta en materia de género y diversidad sexo-genérica Josefina Fernández.

CUANDO SE NIEGA EL DERECHO A SER

Josefina Fernández realizó una serie de entrevistas a Luz Aimé en el Hotel Gondolín, donde se encuentra cumpliendo prisión domiciliaria con pulsera electrónica. La declaración de la antropóloga especialista fue extensa. Estas son algunas de las observaciones que expuso ante el tribunal.

“La señorita Díaz fue violentada psicológicamente, física, económicamente, en todos los sentidos que señala la Ley 26.485, en sus distintas modalidades como la violencia institucional y la violencia doméstica. Entendida violencia de género no solo como la construcción social de la diferencia sexual sino como relaciones de poder”.

“Asumió muy tempranamente una identidad de género diferente de la asignada al momento de nacer, lo cual no constituye en sí mismo un problema, a excepción de que se trata de una asunción sin ningún tipo de acompañamiento no solo familiar sino social-estatal, e involucrada en el ejercicio de la prostitución con solo 12 años. Se vio forzada a ejercerla por estar inserta en un hogar de extrema pobreza, con toda la exposición que esto supone, incluida la violencia institucional. La señorita Díaz dice que no había sido discriminada en situación escolar, pero a lo largo del relato se advierte que debía camuflarse para evitar la discriminación de sus pares o de las autoridades, lo cual constituye un tipo de violencia institucional, en la medida en que no es reconocido su derecho personalísimo a ejercer la identidad de género”.

“Luego la violencia de las fuerzas de seguridad en el momento de ejercer la prostitución, o de los clientes, uno de los cuales le causó la pérdida de visión total en uno de sus ojos. Estos son algunos de los episodios que son fáciles de detectar en el relato, por lo que claramente se puede afirmar que, como integrante del colectivo travesti-trans, ha sido víctima de violencia de género estructural de manera continua”.

“La asunción de una identidad de género contraria a la asignada al nacer se produce en un ambiente familiar de gran hostilidad que habitualmente conlleva la expulsión de estas niñas travestis del hogar, expulsión directa o provocada por situaciones de maltrato, y esto deriva en la implicancia directa como única fuente de subsistencia directa a la prostitución. La edad promedio en que se expulsa a las niñas que adoptan este tipo de identidad es entre los 11 y los 13 años, no han terminado el ciclo educativo y no tienen otras alternativas para sustentar su vida. Esta es una diferencia muy notable respecto de las mujeres en situación de prostitución o trabajadoras sexuales, según como se autodenominen. Quiero decir, el ingreso en la prostitución sin ningún tipo de protección se produce más temprano y esto les ocasiona una situación de riesgo mucho más severa que en el caso de las mujeres en prostitución”.

“Sobre el riesgo de muerte, hay una naturalización que es verdaderamente asombrosa en el colectivo travesti-trans. Las situaciones de riesgo son incorporadas como una posibilidad más en la vida que tienen que verse obligadas a vivir. Una prueba de esto tiene que ver con que aun padeciendo violencias que en ninguna persona que no pertenezca a este colectivo pasarían inadvertidas, este colectivo tiene un bajísimo índice de denuncias por violencias no letales. La comisión de la Organización de los Estados Americanos interpreta este hecho de dos maneras: lo vincula a la naturalización de la violencia, que es cotidiana, diaria, y a la terrible desconfianza del sistema de Justicia respecto de ellas”.

VIDAS FRAGMENTADAS

El director del bachillerato Mocha Celis, Francisco Quiñones Cuartas, expuso en estos términos.

“A Luz la conocí en marzo de 2018, cuando llegó al Hotel Gondolín y estábamos haciendo las inscripciones para el bachillerato –declaró el director-. Tenemos un vínculo con el hotel porque es el único que espacio que alberga a travestis y a trans sin abusarse en términos de alquileres. Mocha Celis es la única escuela del mundo que está orientada hacia la comunidad travesti-trans. Está pensada en un horario de 14 a 18 porque la mayoría de las estudiantes viven de la prostitución o no tienen otros ingresos por la discriminación y la falta de oportunidades para la inserción laboral. Luz vino a Buenos Aires a terminar los estudios secundarios. Cuidamos que no se interrumpa su trayectoria educativa de nuestras estudiantes, porque las trayectorias fragmentadas son una característica de la población travesti-trans, por tener que mudarse constantemente por el valor de los alquileres, la persecución policial, las detenciones que sufren sobre todo los fines de semana”.

“Luz nos manifestó que tenía muchos dolores de cabeza y que no veía bien, pero no quería que lo comentemos. Entonces se hizo una derivación al Hospital Lagleyze. Esta discapacidad visual hace que se vea más vulnerable delante de todos. Ella es muy retraída y eso la expone más que a otras compañeras que tienen otras herramientas u otros procesos de empoderamiento. La expone a situaciones en las que puede ser abusada si el resto sabe que ella no ve. Por el tipo de trabajo o de ingresos que tiene, si tiene una discapacidad, y más siendo de noche y ella no ve, la hace blanco de ciertas violencias. No solo está expuesta a lo que le pueda pasar con un cliente sino a todo lo que está alrededor”.

Ayer se le practicó una nueva pericia psicológica a Luz. Se aguarda el informe de lxs peritxs. La única persona trans que está presente en su propio juicio es Luz Aimé Díaz. Ni unx solx magistradx, abogadx o testigx encargadx de aportar testimonios, pericias o de decidir el futuro de Luz es una persona trans. La fecha fijada para la próxima audiencia es el viernes 2, a las 10 de la mañana.