Diego Schwartzman atraviesa el mejor momento de toda su carrera. Después de la victoria antológica frente a su amigo Dominic Thiem, el número tres del mundo, actuará este viernes alrededor de las 9:50 (hora argentina, televisado por ESPN) por primera vez en las semifinales de un torneo de Grand Slam. El desafío es mayúsculo: derribar a Rafael Nadal en Roland Garros, el torneo en el que se consagró campeón nada menos que doce veces entre 2005 y 2019.
¿Por qué el examen es tan grande? Muy simple: el español apenas perdió dos partidos en toda su vida en Roland Garros. Se despidió en octavos de final ante Robin Soderling en 2009 y cayó en cuartos contra Novak Djokovic en 2015. El Rey del polvo de ladrillo viene de jugar su partido número cien en el certamen parisino con un asombroso registro de 98 triunfos.
Schwartzman, sin embargo, ya demostró en las últimas tres semanas que está preparado para dar ese salto de calidad ante los más grandes de este deporte. Primero lo hizo en Roma, donde se cargó al propio Nadal en los cuartos de final, en lo que fuera su primera victoria en diez enfrentamientos. Después, ya en París, eliminó al austríaco Thiem en un partido de tintes épicos, triunfo que lo depositó entre los cuatro mejores del torneo y le garantizó acceder por primera vez al top 10 del ranking ATP -este lunes aparecerá en el 8° puesto-.
Roland Garros se juega fuera de la fecha habitual: suele desarrollarse la última semana de mayo y la primera de junio, sobre el final de la primavera en Francia, y esta vez tiene lugar en el otoño, con temperaturas más frías, pelotas más pesadas de menos pique y condiciones más lentas. Ese cóctel favorece al juego de Schwartzman, quien ya lo aprovechó en el Masters de Roma. Y Nadal lo sabe: "Es un desafío jugar con Diego. Si perdí contra él es porque está jugando bien. Y viene de ganarle un partido increíble a uno de los mejores jugadores del mundo, sin duda, y especialmente en su superficie (Thiem). Llega con un plus de confianza: me ganó allá y lo deja bien parado para nuestro partido".
Schwartzman es un jugador que nunca deja de derribar barreras. Producto del esfuerzo y el sacrificio, dadas las condiciones adversas en las que se desarrollan los tenistas sudamericanos, cada año se supera a sí mismo y confía en el proceso. Preparado físicamente por Martiniano Orazi y entrenado por Juan Ignacio Chela y Leonardo Olguín, el Peque consiguió varias metas resonantes en los últimos veinte días: llegó a su primera definición de Masters 1000, alcanzó sus primeras semifinales en un Grand Slam, garantizó su acceso al selecto grupo de los diez mejores del ranking y cosechó sus dos primeros éxitos ante jugadores del top 5 -Nadal y Thiem-.
Lejos de conformarse, no obstante, quiere ir por más. Y lo dejó claro después del maratónico triunfo frente a Thiem: "Cuando gané me emocioné un poco por todo lo que había logrado con este partido. Pero cuando tenía la toalla en la cara me dije a mí mismo: 'Esto sigue, estás jugando un huevo, ya va a haber tiempo para disfrutarlo'. Lo disfruto, sin dudas, pero sigo en el torneo y tengo muchas ganas de continuar". El pequeño gigante pretende dar un salto más en su carrera. ¿La recompensa? Nada menos que la final de Roland Garros.
El Argentina Open, dentro del "Roland Garros Pro Series"
El Argentina Open será parte del “Roland Garros Pro
Series”, una iniciativa estratégica lanzada este jueves por la Federación
Francesa de Tenis (FFT), que vincula al Grand Slam parisino con los mejores torneos sobre
polvo de ladrillo alrededor del mundo.
El acuerdo tiene como objetivo potenciar y desarrollar el tenis sobre polvo de ladrillo y aglutinará también también a los ATP 500 de Barcelona y Río; el ATP 250 de Lyon; y el WTA International de Estrasburgo, entre las mujeres.