Cualquier seguidor que tuviera un conocimiento medio sobre el tenis siempre se preguntó, casi como una duda existencial, por qué Guillermo Vilas no había sido número uno del mundo jamás en su carrera. Resultaba imposible que un jugador de su categoría, con semejante trayectoria, no hubiera tocado la posición más alta del ranking ATP siquiera por algunas semanas.

Aquel interrogante encontró la respuesta tras una exhaustiva investigación del periodista Eduardo Puppo, el hombre que utilizó nada menos que trece años de su vida para demostrar que Vilas, en efecto, había sido el mejor de todos en dos etapas en las que desplazó al estadounidense Jimmy Connors: del 22 de septiembre de 1975 durante cinco semanas consecutivas, hasta el 27 de octubre, y dos semanas más, del 5 al 18 de enero de 1976, números que totalizan sus siete semanas en la cumbre.

Tamaña aseveración surgió a partir de los resultados del trabajo de Puppo, quien investigó la asombrosa cifra de 22545 partidos y 542 torneos disputados entre el 23 de agosto de 1973, día en que se publicó el primer ranking oficial, y el 31 de diciembre de 1978, lapso de tiempo compuesto por 280 semanas, de las cuales sólo 128 fueron publicadas. Entre las 152 restantes, no oficializadas por ATP, se encuentran las siete en las que Vilas llegó a lo más alto. El organismo rector del circuito, sin embargo, sigue sin reconocer el logro del mejor tenista argentino incluso sin haber podido refutar las pruebas. El reclamo generó un cimbronazo mundial el último 27 de octubre, cuando Netflix lanzó el documental "Vilas: serás lo que debas ser o no serás nada".


Vilas fue el número uno durante aquellas siete semanas, claro, aunque emerge una nueva pregunta a partir de la confirmación: ¿por qué no ocupó el primer puesto en 1977, el mejor año de toda su carrera? Resulta llamativo pero no lo consiguió ni en los registros oficiales ni a través de la investigación de Puppo. Y la explicación tiene que ver con el sistema de la época: el ranking de los setenta no premiaba la cantidad de torneos jugados sino que calculaba promedios, sin mencionar que los recursos eran precarios.

"Vilas no fue el número uno en 1977 por el sistema de esa temporada, basado como siempre en los promedios, pero sin reducir a un límite de los 14 o los 18 mejores torneos, como sí sucedió más adelante. Se dividían los puntos por todos los torneos disputados", detalló Puppo, en diálogo con Página/12. ¿La investigación lo colocó más cerca que los datos oficiales? La respuesta del periodista es clara al respecto: " Sí, pero la diferencia no llegaba a comprometer el número uno de Connors; los promedios de 1977 que posee la ATP están muy cerca de los reales".

El año 1977 no sólo fue el mejor en la carrera de Vilas; quizá hasta arroja el registro más destacado de cualquier tenista desde el inicio de la Era Abierta, en 1968. Aquella temporada el argentino consiguió logros que hoy parecen imposibles de emular. Ganó Roland Garros y el US Open en Forest Hills, dos de sus cuatro títulos de Grand Slam; jugó la final de Australia; conquistó 16 títulos, número que todavía es récord; hilvanó 46 victorias en todas las superficies, una plusmarca que aún nadie pudo romper; y logró 137 triunfos totales, otro registro imbatible. Los resultados fueron tan abrumadores que le valieron aparecer en la tapa de la prestigiosa World Tennis, la revista que escogía al mejor del año con criterio periodístico. La publicación de ese momento, cuya particular historia es narrada en el documental, tituló: "Vilas es el número uno".

Vilas contó con dos oportunidades concretas de ser número uno. La primera no debiera sorprender a nadie: después de ganar en Roland Garros habría ocupado el puesto más alto de no haber jugado en el césped. Su promedio bajó tras caer en la primera ronda de Nottingham, en la segunda de Queen's y en la tercera de Wimbledon. La segunda, por el contrario, oculta un enigma mayor: habría escalado hasta la cima si no hubiera jugado cuatro torneos de menor categoría tras conquistar el US Open. El misterio surge porque esos certámenes no figuran en los registros oficiales de ATP y, como sucedió con gran cantidad de datos, sí los tiene Puppo: "Es información puntual que figura en la investigación y que será abierta una vez terminado el reclamo ante la ATP".

El ranking de aquel año divide los puntos de Connors sobre 15 torneos disputados, cuando incluso en su perfil oficial de ATP figuran 23. Lo mismo para Vilas: en su página hay 31 certámenes pero Puppo siempre sostuvo que sólo contabilizó puntos en 28 de ellos. "En los setenta era común armar calendarios con los mejores torneos profesionales, pero no todos tenían puntaje oficial para el ranking. Se los consideraba oficiales pero no puntuables", manifestó el periodista.

Hay otra cuestión particular que provoca una incógnita no menor: ¿por qué Vilas jugaba tantos torneos cuando el ranking se calculaba con promedios? La resolución es sencilla: Vilas era tan ganador que ni siquiera especulaba con los puntos ni planificaba el calendario en torno al número uno. Y Puppo lo fundamentó: "De acuerdo a lo sucedido el sistema lo traicionó. Vilas decía que sería el número uno si jugaba y ganaba todo. Pero no sucedió".

En ese sentido, Puppo recordó una anécdota que lo describe de la manera más genuina: "Cuando le pregunté por qué fue a Wimbledon después de Roland Garros, un torneo en el que nunca pasaba de cuartos de final, me contestó: '¿Y por qué no iba a ir? Estaba en mi calendario y yo pensaba que lo ganaría. Ese año veía que les resultaba imposible ganarme, pero no me creí imbatible. Por eso no me ganaban'”. En su diccionario personal no figuraba la palabra derrota.

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