Stefanos Tsitsipas lo tuvo en las manos. Si bien no llegó a colocarse cerca del triunfo, sí palpó las sensaciones y la confianza para poder concretarlo. Ganar la final de Roland Garros ante Novak Djokovic no sólo habría significado su primer Grand Slam, sino también un cambio de paradigma, la modificación de un tiempo.
El griego de 22 años pertenece a una generación de talentos que, tarde o temprano, dominará el circuito. Entre todos los componentes de la camada de jóvenes se repartirán los grandes títulos y lucharán por los primeros puestos del ranking. El origen de esa nueva era pudo haber sido la final de París, una suerte de colisión entre dos etapas, porque del otro lado de la red se paró Djokovic, de 34 años, uno de los tres alfiles de la hegemonía que prevaleció durante la última década y media. Nacido en 2003 con Roger Federer y ampliado con los años tras la irrupción de Rafael Nadal y el serbio, aquel reinado sigue firme en los torneos de Grand Slam.
Tsitsipas fue el tercer jugador de la denominada Next Gen que pudo alcanzar una final de calibre Major. El primero de ellos fue el ruso Daniil Medvedev, de 25 años y actual 2º del mundo, quien perdiera con Nadal en el US Open 2019 y, más tarde, ante Djokovic en Australia 2021. También lo logró el alemán Alexander Zverev, de 24 años y 6º del ranking, en aquella definición que se le escapara contra Dominic Thiem en el US Open del año pasado. Aquel primer Slam post parate por pandemia ni podría considerarse en el "cambio de mando" porque quedó marcado por la descalificación de Djokovic y por la ausencia de Nadal y Federer.
Todos ellos y tantos otros consiguieron derrotar a los tres grandes en torneos al mejor de tres sets pero no lograron destronarlos en los acontecimientos que reescriben la historia: los Grand Slams, al mejor de cinco parciales, en los que sólo los vencieron de manera eventual. La final de este domingo en París, en la que el griego llegó a colocarse con dos sets de ventaja, pudo haber sido el nacimiento de una nueva era pero no hizo más que arrojar una certeza: el Big 3 no será derrotado por los jóvenes sino por el paso del tiempo. La vejez, la veteranía, habrá sido el factor que los alejará de las peleas importantes.
Para dimensionar la supremacía que todavía ejercen, con Djokovic a la cabeza, sólo hay que sacar cuentas: desde que Federer ganara su primer Grand Slam, en Wimbledon 2003, entre los tres se dividieron 59 de los últimos 71. Más cerca en el tiempo los datos resultan incluso más sorprendentes: el Big 3 ganó 16 de los 17 más recientes, con el atípico US Open de Thiem como única excepción.
A dos semanas de Wimbledon sólo se habla de tres tópicos: la posibilidad de Djokovic de igualar el récord de Slams, la última gran opción de Federer y las dudas sobre la presencia de Nadal. Ya vendrá el tiempo de los jóvenes. Los grandes sólo caerán ante la inclemencia de los años.