Este sábado se cumplen dos años del último partido de Juan Martín Del Potro. Aquel miércoles 19 de junio de 2019, en el torneo de Queen’s, el tandilense trastabilló en el césped londinense y se resintió de la lesión que arrastraba en la rótula derecha, fracturada en octubre del año anterior, en Shanghai.
El ex número tres del mundo había jugado, semanas antes, una fructífera gira de polvo de ladrillo, en la que incluso había tenido dos match points en Roma ante Novak Djokovic. Cuando parecía haberse recuperado tras el infortunio inicial en China, no obstante, el pasto le jugó una mala pasada: aquel resbalón en el triunfo ante el canadiense Denis Shapovalov le quitó mucho más de lo que imaginaba.
Pasados los dos años de aquel inesperado golpe, Del Potro acumula diversos intentos por dejar atrás el problema de su pierna, con numerosas consultas y nada menos que cuatro cirugías. En junio de 2019 lo operó Angel Ruiz Cotorro, el médico de Rafael Nadal, en Barcelona; en enero del año pasado lo hizo Lee Kaplan, en Miami; siete meses después el encargado fue Roland Biedert, el hombre de confianza de Roger Federer, en Berna; y el último 23 de marzo se encomendó al tucumano Jorge Chahla, un cirujano ortopédico especializado en lesiones complejas de rodilla y cadera, en Chicago.
Si bien la lesión ósea ya fue solucionada, porque el hueso ya está soldado desde hace tiempo, hubo un problema periférico en la zona afectada que, tras el extenso martirio, ya habría quedado erradicado, dado que la intervención a cargo de Chahla configuró un procedimiento más "invasivo" que los anteriores. A casi tres meses de la cirugía, sin embargo, resta conocer los resultados de la rehabilitación con vistas al regreso. "Chahla sabe del deseo que tengo de volver a jugar y de estar en los Juegos Olímpicos", había contado Del Potro, con el anhelo indeleble de actuar en Tokio 2020, cuya semana de tenis será del 24 al 30 de julio.
En ese sentido el tandilense, quien ya se vacunó en Estados Unidos contra el coronavirus, aún no trabaja ni hace tenis de manera completa. Los tiempos, está claro, son muy justos. El mes pasado había iniciado los primeros movimientos con la raqueta, en Miami, y siguió con rehabilitación en Tandil, con ejercicios en la pileta, acompañado por un preparador físico amigo de la ciudad, aunque todo muy paulatino. En aquellos días, por caso, hasta le costaba bajar por escalera.
Los movimientos, hoy por hoy, todavía son acotados. Hace algunas semanas había empezado a entrenarse en Buenos Aires, en el Tenis Club Argentino, en cuyas instalaciones se produjo un video para presentar un nuevo sponsor en las redes sociales: raqueta en mano, golpeaba las pelotas que lanzaba su preparador físico Leonardo Jorge, aunque se lo vio con una férula protectora en la pierna, estabilizada y sin movimientos. Ya este viernes, de todos modos, apareció en un breve video con trabajos de estabilidad sin el sostén.
El tiempo le corre y el reloj avizora una fecha clave: el próximo martes el Comité Olímpico de cada país tendrá que presentar la lista de los tenistas disponibles para los Juegos de Tokio. En caso de no llegar, entonces, sería lógico que Del Potro anunciara la eventual baja antes de ese día, como lo hicieron Rafael Nadal y Dominic Thiem. Si la situación fuera la contraria el tandilense de 32 años ingresaría al cuadro con el ranking protegido (12º) como 2º singlista masculino de la Argentina, detrás de Diego Schwartzman (11º). Sólo habría que ver, en todo caso, si necesitará realizar una apelación ante la Comisión Olímpica de la ITF por no haber representado a su país en la Copa Davis durante el ciclo olímpico, como hizo para jugar en Río 2016.
El año pasado Del Potro finalizó su primera temporada sin partidos oficiales en 18 años como profesional (jugó sus primeros torneos en 2003). Nunca pasó tanto tiempo sin actuar en el circuito, ni siquiera con las lesiones de muñeca, por las que debió operarse cuatro veces entre 2010 y 2015. "Le tengo que encontrar la vuelta para volver y cerrar de la manera que siento que me merezco”, había deslizado, algunos meses atrás, el campeón del US Open 2009. Cumplidos dos años de su última actuación, más pronto que tarde seguro tendrá la última oportunidad.
Río 2016 y la estrategia jurídica
Del Potro había regresado al circuito en febrero de 2016, en Delray Beach, y apenas llevaba un puñado de meses en el proceso para volver a asentarse en el circuito después de las tres cirugías en la muñeza izquierda. Para el tandilense, en ese momento, los Juegos de Río 2016 emergieron como una meta personal, así como ahora le sucede con Tokio 2020.
Si bien tenía el ranking protegido para jugar en Brasil, también necesitaba un aval especial para poder entrar, porque no había representado a la Argentina por Copa Davis la cantidad necesaria de veces en el ciclo olímpico. Por eso debía realizar una apelación ante la Federación Internacional de Tenis. Enemistado con la Asociación Argentina de Tenis durante varios años, en 2015 había vuelto a acercarse a raíz del cambio de conducción. “Juan Martín me pidió que lo ayudáramos y por eso, junto con Daniel, su padre, elaboramos un análisis argumentativo para demostrar que no había podido jugar la Davis por su condición médica”, contó Diego Gutiérrez, por entonces vicepresidente 2º de la AAT.
Del Potro no había actuado por la ensaladera pero en 2015, mientras se rehabilitaba, sí había acompañado al equipo argentino como un jugador más en los triunfos ante Brasil y Serbia, dos series disputadas en Tecnópolis. Había que convencer a la Comisión Olímpica de la Federación Internacional de Tenis (ITF) y el informe resultó clave. "Presentamos una carpeta con documentación inapelable y contundente: yo necesitaba demostrar que Juan Martín en 2015 no pudo jugar esas dos series por su lesión pero que acompañó al equipo”, recordó el ex dirigente ante Página/12.
Aquel informe, recibido por Alicia Morea, en ese momento integrante de la Comisión de ITF y vicepresidenta del Comité Olímpico Argentino (COA), contenía información indeclinable. Entre otras cosas había un certificado médico y estaba la historia clínica del tandilense confeccionada por Richard Berger, el doctor que lo había operado en la Clinica Mayo de Rochester; y, sobre todo, las imágenes del jugador vestido con la indumentaria oficial del equipo argentino, junto a sus compañeros, en el estadio de Tecnópolis.
Los documentos fueron elocuentes y la historia de Río 2016 es conocida: Del Potro fue al bolillero, eliminó en la primera ronda al número uno Djokovic, hizo lo propio ante Nadal en las semifinales y se colgó la medalla de plata tras caer en la final olímpica con el británico Andy Murray.