Gastón Gaudio habrá pasado por la capitanía de la Copa Davis sin pena, sin gloria y sin laureles. Para sintetizar su ciclo hacen falta cinco palabras: se fue como uno más. Una década después de haber concluido su brillante trayectoria como tenista, etapa de su vida en la que ganó Roland Garros y llegó a ser número cinco del mundo, también le puso fin a un período que lo tuvo sentado en la silla como conductor del equipo argentino durante seis series a lo largo de tres años. La última de ellas, el pasado fin de semana en la sufrida victoria ante un desconocido Belarús, en el Buenos Aires Lawn Tennis.
Luego de anidar durante años el deseo de ser capitán, Gaudio inició su camino el 27 de julio de 2018, cuando fue anunciado para liderar un "triunvirato de urgencia" con Guillermo Coria y Guillermo Cañas. Ese mismo día fue despedido de manera intempestiva Daniel Orsanic, el hombre que había sacado campeón a Argentina por primera vez en su historia, a un mes de la venidera serie frente a Colombia en San Juan. A la semana siguiente el nuevo capitán, antes de debutar en esa eliminatoria, dispararía con dureza: "Le damos demasiada relevancia a Orsanic. Argentina salió campeón con Orsanic y también se fue a la B con Orsanic".
Lo que Gaudio pasó por alto en aquel momento, acaso con la clara intención de sesgar la cuestión, es que la derrota ante Kazajistán en Astana, en septiembre de 2017, configuró un descenso más de la Argentina, que ya había bajado del Grupo Mundial dos veces, en 1985 (Rusia) y en 1993 (Dinamarca), y había deambulado muchos años en zonas continentales de la Copa Davis. Por el contrario: sólo se consagró una vez, en 2016 y bajo la conducción de Orsanic, y se convirtió en el 15° país campeón del mundo desde la creación de la competencia en 1900.
El desprecio de Gaudio hacia Orsanic tiene su origen en noviembre de 2014. Caducado el ciclo de Martín Jaite, después del triunfo en el repechaje ante Israel para no descender, activó el lobby para convertirse en el sucesor y ocupar la silla. Apoyado por el capitán saliente, de conocido peso en la Asociación Argentina de Tenis, y por Héctor Romani, el recordado ex director ejecutivo de la AAT enemistado con Juan Martín Del Potro, que no jugaba la Davis desde 2012.
Fue el propio "Bicho" el que decidió que el Gato fuera el conductor a partir de 2015. Gaudio se moría por ser capitán. Estaba hecho. Pero una jugada política de otros dos dirigentes, el secretario legal Diego Gutiérrez -meses más tarde devenido en director ejecutivo/deportivo- y el vicepresidente tercero Daniel Fidalgo, generó que el puesto lo ocupara Orsanic, en ese entonces ya instalado como director de Desarrollo, una figura de imagen discreta que coincidía con lo que pretendía el tandilense para volver a involucrarse con la AAT. La historia es conocida: Del Potro volvió y la campaña de 2016 saldó la vieja deuda pendiente. Los resultados, mal que les duela a muchos, están a la vista.
La oportunidad de Gaudio en la capitanía llegaría varios años más tarde, en septiembre de 2018, pocas semanas luego de aquella injustificada descalificación contra Orsanic y varios meses después del triunfo de La Legión en las elecciones presidenciales -Agustín Calleri asumió en mayo de ese año-. Su debut fue con un irrelevante 4-0 contra Colombia en un duelo con los dos equipos ya clasificados a los Qualifiers.
En febrero de 2019 fue oficializado como único capitán y dijo, en una entrevista exclusiva con este medio, con todo un año por delante de cara a las Finales de Madrid con el nuevo formato, con Argentina como invitado y sin la obligación de disputar los Qualifiers: "Ahora estoy en un momento ideal de mi vida en el que tengo tiempo para poder hacer esto".
En la capital española, más de un año luego de su debut, dirigió tres series: derrotó a Chile, cayó ante Alemania y, tras entrar por la ventana, se despidió en cuartos de final contra el local, que luego ganaría el torneo empujado por Rafael Nadal. El desempeño fue aceptable: ni fracaso ni éxito. En marzo de 2020, ya sin el wild card y antes de la pandemia, perdió en los Qualifiers contra Colombia en la altura de Bogotá, en una serie en la que no estuvieron Diego Schwartzman y Guido Pella, ambos lesionados. En aquel mano a mano, su primer gran reto como capitán, falló.
Un año y medio más tarde se despidió tras el partido con Belarús, un equipo de juveniles a los que el cuerpo técnico admitió no conocer. “La verdad es que los vi poco; estuve todos los días en la cancha con los chicos y no tengo muchas referencias”, explicó Gaudio después de la inesperada caída de Schwartzman ante Daniil Ostapenko, de 18 años y sin ranking profesional. No sabía quiénes eran pero tampoco tuvo la voluntad de revertir el desconocimiento: más allá de un puñado de peloteos en algún calentamiento, permaneció como un simple espectador en las prácticas de Argentina y ni siquiera asistió a los entrenamientos de Belarús.
"La verdad es que estoy con otras cosas y muy complicado de tiempo. Este trabajo me lo tomo muy en serio y es una responsabilidad muy grande como para dedicarme también a otra cosa. Si yo hago esto, sólo hago esto y nada más. Tengo otras cosas en la cabeza y estoy con otros compromisos", expresó antes de anunciar su salida.
La capitanía ya no era una prioridad, si es que alguna vez lo fue. El desinterés de Gaudio sólo generó un desprestigio en la investidura del cargo y los últimos tiempos lo exhibieron con claridad. Lejos de la coyuntura del circuito, mantuvo nula comunicación con los jugadores cuando restaba un mes para la última serie con Belarús: mientras el subcapitán Gustavo Marcaccio armaba el equipo en los Juegos Olímpicos de Tokio y en el Masters de Cincinnati, el ex 5° del mundo negociaba la llegada de Messi a PSG; y durante la primera semana del US Open sostuvo reuniones clave en Buenos Aires para la composición de una coalición opositora de cara a las elecciones en Independiente, en diciembre próximo.
Antes de finalizar un ciclo que no tuvo grandes hitos se tomó un instante para chicanear una vez más a Orsanic: "Pude transmitir la experiencia que tuve cuando jugaba, cosa que por ahí antes alguno de los capitanes no tenía". Es cierto, Orsanic no tuvo la carrera de Gaudio, ni fue top 10 ni llegó con la opulencia mediática de ningún integrante de La Legión. Pero quedó en la historia por haber formado parte de un proyecto que a muchos, al parecer, todavía les duele. Hasta al propio Gaudio, cuya herida de 2014 parece aún no haber sanado, que regaló prestigio y se fue después de faltarle el respeto a la capitanía.